martes, 27 de julio de 2021

Mandarin Carroll ya es un heterónimo. Tiene más de 130 poemas. El más veterano es también el más agudo. Agudo viene de dolor primario.



Mandarin Carroll, nuevo heterónimo.

 Las dosis de hachís para ver a Peter Sellers y morirse de risa. Eso fueron los setentas: 

Comediante genial, tenía un lenguaje cinematográfico parecido a Chaplin, el que no ser. Fue cómo él, no se perfeccionó, hablaba más español que inglés celta, el adorado Sellers, y nunca fue reconocido por los malditos de Hollywood, Erase una vez... que les cayó la maldición de Mr. Bean.

Por Mandarin Carroll, heteronimo, estilo Néstor Perlongher.

Hay una desbancada de palabras, se arruman y quedan ciegas. las antes dichas, de para afuera, facil de comprobar. Mira, lee, otra vez el Poten en una vasija de barro medioeval.

Preconcluir ojo no preclusión, tus faltas con la filosofía ya no está de moda, el único que se salva es Correa, el último stalinista que sirvió a su América troskista. Y cortar por la tangente.

Restablecistas en una sola obra catedral. No fueron este año tus poemas a la olimpiada?

Cuestión de aprendizaje y vea una en su vida de Manifiesto en Manifiesto. Es trabajar con un solo pezón y quizás dos corazones.

La muerte siempre está en espera, Krisna que ilumina tu camino, aunque se vista de moña, y le lances un pollo asado a la cabeza de la seudoprincesa.

También es Tarzán y su único mono. Ojo un símbolo de Hollywood. Puede ser borrado y nadie dice nada.

La tecnología me mata, la tecnología es amor. Poco sexo mucha fiebre. Pobrecito Nictszche en un galpón haciendo su Ecce Homo (Cómo se llega a ser lo que se es).

La idea traga hasta la poesía. Desideaticese el origen... Pero las campanas no dejan producir nada, véalos hay van los espíritus a decir amén, y sacarse un lunar en público.

Siempre he querido un final de la conclusión: y trabajaban 24 horas sin parar, por orden del Papa Calixto III. 


Dioniso procesión.

Y en un amplio vacío hasta el germén de algo nada ficticio, busca su prolongación de la mano de Galileo Galilei. Abraxas, Baaal el que sea, acere.

No mires hacia atrás, solo a tus sagrados lados. Ah, vés el lago que se mueve por heliocentros, y sacó cinco en el parcial.

Porque siempre están las playas llenísimas de tortugas y de godas. Y ese meteorito alegre para trapear con él en la delegación.

Y los jóvenes músicos me miran como una imagen numerada. Y piensan en algo más.  Y eso es amor, estamos hechos, existe integral, de comerse hasta tres isosceles de pizza. Papayeye.

Afuera, que siempre va ha ser un round, la discusión, que diálogo deconstrutivista (ya no existe el constructivista), o diálogo destructivo, tipo trompos que se tiran desde viejos tiempos, hacia atrás. Enclosetado. Como era de bonito.

La discusión vuelva y suena, y el pelotazo en la cabeza despierta a un burro con dientes de morder a Cristo. Y dice, el matrimonio es árabe, musulmán, pero no viceverza. Si vamos hablar hablemos profundo.

Al palco 8 ahora con nuevas sillas para la Tercera Edad. Central Park. Julio 25.

Berta está juagada. Julio 25 hat hat hat.

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J.M. Roca, E. Peláez, G.J. Franco y su hijo León, y Gajaka. Los Siglóticos tipo antioqueños. La foto más vista en Google sobre poetas colombianos.

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Columpio alejandrino

Papacitos padres de la tarde, que solo pintaís, lejos de nidos, las plebellas masacres. Ahora o nunca un cambio de atmósferas en tu arte, resopla el deseo casi muerto arriba del altar del cielo.

Si hay una nariz de diferencia, los enemigos del alma te tumban y quedas solo en la inmensidad. Escaleras de coconut alcanzó a ver en el último sueño antes de la muerte, que no llega.

Cuando ardió la primavera, murió otro poeta en imagen (macizo mastodonte), a seguir solo; quedan las hereditarias maneras que son todo un complot mediático a la felicidad de todos los seres libres.

Damos por fin al dado doble relleno de frustraciones de podio hacia la luz, el hechizo del duende en la cofradía.

Soledad y alegría del embriagado animal de espera. La aparente pareja que siempre gana en el camino de la razón.

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Homenaje a César Vallejo en Barco de Papel comunitaria, Queens, N.Y. Angel García Nuñez al centro, organizador, Julio León, Gabriel Jaime Caro (Gajaka), Linda Morales, A.G.N., José Luis Reyes, Elsie Cano, Roger Santivañez, Carlos Rivera y Rina Soldevilla.


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martes, 20 de julio de 2021

Gabriel del Casal, en seguimiento desde Lezama y sus mentiras, y las mentiras del comandante. Reinaba la mentira. Y las mías, propias de un pajizo.

 


Si hay mentiras de Lezama hay mentiras de Gajaka II. Le tengo la más grande ante la más pequeña. Los equivocados (en politica) solo con la música "sentimental", muy triste. Para que vivir así.

Por Gabriel del Casal (en enredos severísimos).

III PARTE

Que alegría cuando Shine on your crazy diamond de Pink Floyd, supero en los 70s a Asi hablaba Zaratustra de Richard Strauss. Di paro a mi maleta, danza contemporánea.

Luego vino Time, al limite de la razón. Si preguntas a ese espíritu reinante que todavía vive, La Mer, es porqué es La Arje, la Era de la tierra, gracias a Jenófanes de Colofón.

Desde que me he enterado que Soleimán el magnifico, les leía sus poemas a sus prisioneros antes de ser ejecutados, duermo menos y pensativo. Regreso de nuevo a la poesía, sin su afan desmedido.

Ya no quedan sino las heridas mortales de la naturaleza, que llevamos a nuestra intimidad, y no estamos solos.

II

Lo del che son mentiras, y lo de Lezama es un género. A quién le quedaba más facil conseguir pareja, si la impotencia es asunto a tratar? Venido de menos Freud, y mucho menos Jung. Si la mujer es una diosa en Cuba, Lezama se equivocó.

Hay una censura verde, su propia censura. Mientras no saque la pata con otra mentira. Hoy si que adivinamos, estabamos siendo advertidos desde antes del cataclismo, que las islas son de mecenazgo.



Fotografía de Alonso Mejía. New York.

III

Texto descartado:

Siempre fui complicado para que me entendieran, al fin hay un umbral, una soledad y gritos desaforados. Viene el poeta seudo revolucionario frente a los supuestos, como ahora, y cae la bandera al abismo blanco (degollando a la naturaleza humana) en que la han metido. Muera el rey y para siempre. 1986.

Segundo texto descartado:

Las mujeres están emporedadas, pueden llegar a ser libres, y querer o no ser madres. Asi cantaba mi gallo como una salmonela, y hoy los entremeces se sirven de actuar sobre la mesa. 2005.

Tercer texto descartado:

Mi nariz no es la nariz todavía. Viendo la de Cyrano, y la de los polacos en fila al crematorio nazi, ni cuando metía pase, solo cuando la gripa te saca el veneno de los pulmones. La nariz del yoga llegó, obedece a un tenor con oxigeno. 2010.



Fotografía de Alonso Mejía. New York.

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La soledad del lobo feroz, la más parecida al hombre


No es sino que reflexione, ya en la Edad Media los neopitagóricos se convertían en estos lobos y viajaban hasta la Siberia. No en vano de ahí viene el perro y quizás la hiena. Sin nada de compromiso.

Hoy es el lobo para el hombre, en variados acertijos, no es el berraco que entiende su idioma. Le da lo mismo si entiendo a una gallina cualquiera, Cervantes, y se enamoró de ella.

De ahí la tesis doctoral de que el hombre es feo porque se parece al oso, perdón al lobo asqueroso; como será eso!

Los acuerdos se dan con el café con leche de El extranjero de Camus, y de cercanos amigos, que son poetas. De resto se salva ella que con razón críticó a Cioran, la Sontag, por antisemita, de qué se mofaba> el filósofo rumanoparísioso. A lo mejor de ellos los testigos de Jehoba. Y del tal Judas; que perdición.

Y el amigo budista zen desapareció en la India, se encontró con una risa de Bhackti Disava. Y ahí pues el amor y la risa, la esencia del ser.


Para todos los amigos que colaboran en el churrunguis, en especial, Loli, Espina, Plinio Chahín, Dianus Atraides, Vicky Paz, N. Naranjo, D. Freidemberg, R. Urrea,  Alonso M., Forrest Gander, Natalia Hangel, Sonia B., F. Loaiza, L. F. Batista, Comas, en fin, y a otros.



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jueves, 15 de julio de 2021

José Lezama Lima, Y si no se entiende, para qué seguir con él? Gajaka II se toma su tiempo en entenderlo.


La revolución española.

Tendrá que ser la abeja de la vieja, dice Hermes; / ya que no puede ser la vieja de la abeja, dice Euforion, / La abeja se posa entre el pamelón y la miel, / entre la dulce bobería y la bobería seca y funeral. (Para llegar a La Montego Bay, J.L.L.

Por Gajaka II

SEGUNDA PARTE 

José Lezama Lima estaba preparado para la Revolución, escribía poesía, ensayos y novela, a sus 50 años... La Expresión Américana, Tratados en la Habana, de por si en si nuestro colaborador innato atravesaba por su mejor momento literario, la imagen renacida, romántica francesa, desde el origen baudeleriano del poeta Julián del Casal, siglo 19. Cuba era una potencia poética, José Martí y ahora el cuestionamiento crítico, tenía su teoría que se enfrentaría a la falta de auto crítica del stalinismo cubano, surgido por afanes mediáticos, más que por un humano amo. El rumoroso chico de Holguín.

En Bulgaria decía El che se le metía un palo por donde sabemos a los gays. Así no iban a llegar a ninguna parte. Como las barbas de ese carpintero, pónganle el nombre que quieran.

El germen de un cambio radical, en donde su poesía era el abrazo libertario, siempre y cuando Fidel y El che leyeran su obra, La imago en Paradiso, ya la veremos, que poco entendían, dada la exclusión a todos los homosexuales a ser parte de esa imagen hechizada que apenas comenzaba como el caracol incesante que retrocede al ruido exterior... La poesía es un caracol nocturno en un rectángulo de agua. Un intento de acercamiento, a la aporía (sin salida) helénica, decía Lezama de está definición.  El corazón no puede salir del rectángulo de agua.

La imago es un concepto retórico del estoicismo romano, la máscara del aparecimiento. Dioniso es también esa imago, en tanto Dios Máscara. Paradiso es la quinta esencia es nada menos que La cantidad hechizada de sus Tratados en la Habana. Contribuyeron a armar una revolución cultural que nunca se dio. 

Las tríadas talmudicas lezamistas de la novela se profundizan al final en su segunda novela Oppiano Licario. El che riposta, los enredos eróticos de esa novela trivaliza los géneros de clase (Obra revolucionaria)... En vez de estar preocupado por el Ejercito del pueblo. Entiendo lo segundo, menos lo primero. No son enredos, obedecen a mitos que un estudioso debería conocer. No es la imagen de un prostibulo en epocas de Machado. No es un faltante es genitor por la imagen. La familia cubana fusilada (Reinaldo Arenas).

Esta Imago, devolver lo que se ha perDido es lo que J.L.L llama Sobrenaturaleza, nacida de la cantidad hechizada. Por ejemplo la imagen de la muerte, donde el hombre escoge la resurrección, está patentizado en la Cabala señores (Pablo de Tarso). Con sonrisitas para Martin Heidegger, que no ve eternidad, sino las cenizas de la encina del cuerpo muerto (su esencia).

Si, no, había ningún problema verlo engordar cómo un minotauro, Lezama, caminado con Cortázar es una foto memorable. Lezama está en la utopía, Cortázar no, un romántico afrancesado.

Lezama y Martí por Caridad Atentio.

Algo bueno de el Che fue su Conferencia Mundial de Comercio y desarrollo/ ONU en Ginebra, marzo de 1964, Diarios de Motocicleta. Pero él mismo fusiló a seis comericiantes ricos, Patria o Muerte. Igual al grito de independencia del siglo 19. Si Allen Ginsberg propuso un polvo o sexo oral con el Che, era para invitarlo a un simposio sobre la homosexualidad en Cuba. Pobres mamertos. Se fue Ginsberg de Cuba con su compañero ruso.

Hoy más que nunca hay que pedir la libertad de libre expresión en la Cuba comunista stalinista. Cuál es el miedo del sistema de qué Cuba vuelva hacer el prosíibulo de la era yanqui? Imposible. Qué se autocritiquen de tratar de destruir la obra de J.L.L., DAN UN PASO ATRÁS Y TODO SE LES RESUELVE. Al menos que amen su imagen imago en progreso, la liberación.

No hablé de las Eras imaginarias de J.L.L. El poeta argentino Arturo Carrera, hizo un excelente ensayo de presentación de estas Eras en el lanzamiento del libro de Lila Zemborain, El rumor de los bordes.

O D A   A   J U L I A N   D E L    CA S A L*

JOSÉ LEZAMA LIMA

Déjenlo, verdeante, que se vuelva; permitidle que salga de la fiesta a la terraza donde están dormidos. A los dormidos los cuidará quejoso, fijándose cómo se agrupa la mañana helada. La errante chispa de su verde errante, trazará círculos frente a los dormidos de la terraza, la seda de su solapa escurre el agua repasada del tritón y otro tritón sobre su espalda en polvo. Dejadlo que se vuelva, mitad ciruelo y mitad piña laqueada por la frente. Déjenlo que acompañe sin hablar, permitidle, blandamente, que se vuelva hacia el frutero donde están los osos con el plato de nieve, o el reno de la escribanía, con su manilla de ámbar por la espalda. Su tos alegre espolvorea la máscara de combatientes japoneses. Dentro de un dragón de hilos de oro, camina ligero con los pedidos de la lluvia, hasta la Concha de oro del Teatro Tacón, donde rígida la corista colocará sus flores en el pico del cisne, como la mulata de los tres gritos en el vodevil y los neoclásicos senos martillados por la pedantería de Clesinger. Todo pasó cuando ya fue pasado, pero también pasó la aurora con su punto de nieve.

Si lo tocan, chirrían sus arenas; si lo mueven, el arco iris rompe sus cenizas. Inmóvil en la brisa, sujetado por el brillo de las arañas verdes. Es un vaho que se dobla en las ventanas. Trae la carta funeral del ópalo. Trae el pañuelo de opopónax y agua quejumbrosa a la vista sin sentarse apenas, con muchos quédese, quédese,que se acercan para llorar en su sonido como los sillones de mimbre de las ruinas del ingenio, en cuyas ruinas se quedó para siempre el ancla de su infantil chaqueta marinera.

Pregunta y no espera la respuesta, lo tiran de la manga con trifolias de ceniza. Están frías las amadas florecillas. Frías están sus manos que no acaban, aprieta las manos con sus manos frías. Sus manos no están frías, frío es el sudor que le detiene en su visita a la corista. Le entrega las flores y el maniquí se rompe en las baldosas rotas del acantilado. Sus manos frías avivan las arañas ebrias, que van a deglutir el maniquí playero. Cuidado, sus manos pueden avivar la araña fría y el maniquí de las coristas. Cuidado, él sigue oyendo cómo evapora la propia tierra maternal, compás para el espacio coralino. Su tos alegre sigue ordenando el ritmo de nuestra crecida vegetal, al extenderse dormido.

Las formas en que utilizaste tus disfraces, hubieran logrado influenciar a Baudelaire. El espejo que unió a la condesa de Fernandina con Napoleón Tercero, no te arrancó las mismas flores que le llevaste a la corista, pues allí viste el aleph negro en lo alto del surtidor. Cronista de la boda de Luna de Copas con la Sota de Bastos, tuviste que brindar con champagne gelé por los sudores fríos de tu medianoche de agonizante. Los dormidos en la terraza, que tú tan sólo los tocabas quejumbrosamente, escupían sobre el tazón que tú le llevabas a los cisnes.

Retaban que tú le habías encristalado la terraza y llevado el menguante de la liebre al espejo. Tus disfraces, como el almirante samurai, que tapó la escuadra enemiga con un abanico, o el monje que no sabe qué espera en El Escorial, hubieran producido otro escalofrío en Baudelaire. Son sombríos rasguños, exagramas chinos en tu sangre, se igualaban con la influencia que tu vida hubiera dejado en Baudelaire, como lograste alucinar al Sileno con ojos de sapo y diamante frontal. Los fantasmas resinosos, los gatos que dormían en el bolsillo de tu chaleco estrellado, se embriagaban con tus ojos verdes. Desde entonces, el mayor gato, el peligroso genuflexo, no ha vuelto a ser acariciado. Cuando el gato termine la madeja, le gustará jugar con tu cerquillo, como las estrías de la tortuga nos dan la hoja precisa de nuestro fin. Tu calidad cariciosa, que colocaba un sofá de mimbre en una estampa japonesa, el sofá volante, como los paños de fondo de los relatos hagiográficos, que vino para ayudarte a morir. El mail coach con trompetas acudido para despertar a los dormidos de la terraza, rompía tu escaso sueño en la madrugada, pues entre la medianoche y el despertar hacías tus injertos de azalea con araña fría, que engendraban los sollozos de la Venus Anadyonema y el brazalete robado por el pico del alción.

Sea maldito, el que se equivoque y te quiera ofender, riéndose de tus disfraces o de lo que escribiste en La Caricatura, con tan buena suerte que nadie ha podido encontrar lo que escribiste para burlarte y poder comprar la máscara japonesa. Cómo se deben haber reído los ángeles, cuando saludabas estupefacto a la marquesa Polavieja, que avanzaba hacia ti para palmearte frente al espejo. Qué horror, debes haber soltado un lagarto sobre la trifolia de una taza de té. Haces después de muerto las mismas iniciales, ahora en el mojado escudo de cobre de la noche, que comprobaban al tacto la trigueñita de los doce años y el padre enloquecido colgado de un árbol. Sigues trazando círculos en torno a los que se pasean por la terraza, la chispa errante de tu errante verde. Todos sabemos ya que no era tuyo el falso terciopelo de la magia verde, los pasos contados sobre alfombras, la daga que divide las barajas, para unirlas de nuevo con tizne de cisnes. No era tampoco tuya la separación, que la tribu de malvados te atribuye, entre espejo y el lago. Eres el huevo de cristal, donde el amarillo está reemplazado por el verde errante de tus ojos verdes. Invencionaste un color solemne, guardamos ese verde entre dos hojas. El verde de la muerte.

Ninguna estrofa de Baudelaire, puede igualar el sonido de tu tos alegre. Podemos retocar, pero en definitiva lo que queda, es la forma en que hemos sido retocados. ¿Por quién? Respondan la chispa errante de tus ojos verdes y el sonido de tu tos alegre. Los frascos de perfume que entreabriste, ahora te hacen salir de ellos como un homúnculo, ente de imagen creado por la evaporación, corteza del árbol donde Adonai huyó del jabalí para alcanzar la resurrección de las estaciones. El frío de tus manos, es nuestra franja de la muerte, tiene la misma hilacha de la manga verde oro del disfraz para morir, es el frío de todas nuestras manos. A pesar del frío de nuestra inicial timidez y del sorprendido en nuestro miedo final, llevaste nuestra luciérnaga verde al valle de Proserpina.

La misión que te fue encomendada, descender a las profundidades con nuestra chispa verde, la quisiste cumplir de inmediato y por eso escribiste: ansias de aniquilarme sólo siento. Pues todo poeta se apresura sin saberlo para cumplir las órdenes indescifrables de Adonai. Ahora ya sabemos el esplendor de esa sentencia tuya, quisiste llevar el verde de tus ojos verdes a la terraza de los dormidos invisibles. Por eso aquí y allí, con los excavadores de la identidad, entre los reseñadores y los sombrosos, abres el quitasol de un inmenso Eros. Nuestro escandaloso cariño te persigue y por eso sonríes entre los muertos.

La muerte de Baudelaire, balbuceando incesantemente: Sagrado nombre, Sagrado nombre, tiene la misma calidad de tu muerte, pues habiendo vivido como un delfín muerto de sueños, alcanzaste a morir muerto de risa. Tu muerte podía haber influenciado a Baudelaire. Aquel que entre nosotros dijo: ansias de aniquilarme sólo siento, fue tapado por la risa como una lava. En esas ruinas, cubierto por la muerte, ahora reaparece el cigarrillo que entre tus dedos se quemaba, la chispa con la que descendiste al lento oscuro de la terraza helada. Permitid que se vuelva, ya nos mira, que compañía la chispa errante de su errante verde, mitad ciruelo y mitad piña laqueada por la frente. 


*Poema no publicado en libro.



Gajaka imitando la risa de caballo de Porfirio Barba Jacob. Medellín, 2004.

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A C.E.Ortiz por su colaboración en este texto casi poema.


jueves, 8 de julio de 2021

Severo Sarduy decía Algún día llegaremos a ese continente distante que es José Lezama Lima. Lezama y el Che, ambos asmáticos..

 


Interregno materialista casi adaggio schuberiano, between Lezama y Guevara. Más bien sátira epictatiana que el cotorreo de la vieja babosa cubana.

Por Gajaka II

(Primera Parte)

Desde que mi razón me hizo libre, más bien la imaginación me enrutó hacía la crítica seudomarxista, a temas como la amistad y la sexualidad, siguiendo al seudoFreud, y...

Soportando los rechazos cómo el poeta cubano Lezama Lima por su homosexualidad tipo pagana, del misterio de los Farraluque, y su leptosomática verga... A propósito de su novela Paradiso (cAPÍTULO viii), 1966.

Dicen que El Che Guevara, se limpiaba el trasero con las páginas de los libros de Virgilio Piñera; obvio, jamás podría entender los misterios de la sabiduría que unen al Erastes con el Erómenos. 

Ya instaurada la Umap (Decreto 349): Persecución a los vagos con pelo largo y a todo homosexual. Orden de la revolución, ah, y los tales Comisarios culturales, alimentaban esta represión, que no tiene precedentes en América, y que hasta el sol de hoy cortan la lengua de la libertad de expresión.

Pero algo bueno hicieron, echaron a todos los gays para USA, incluidos ladrones y asesinos, locos de manicomio, en fin que limpiaron la raza. Aplausos.

Lezama se casa para que el Che lo respete. Virgilio Piñera uno de los más grandes cuentistas en habla hispana pasa a ser un escritor de segunda categoría. Vaya como lo miraba el Che. La sombra de un rechazo o el encuentro con una raza maricona que insisto en decir, lo mejor de Cuba. 

Todo Lunes de la revolución lo despidió con insultos de pederastia, y a su revista Orígenes; el mismo Cabrera Infante le gritaba pájara. Era Ciclón la revista que acogió la revolución. Cuándo en realidad era su continuación y sin Lezama.

Y la revolución seguía campante, siendo el poeta la revolución misma. El Ché se fue de Cuba dejándolos con el caso Lezama, al que según Heberto Padilla, quería encarcelarlo por veinte años.

Ah, Lezama, el poeta abogado, y el Che, médico argentino; que chismorreo, el choteo, a la larga los perjudicó a los dos, pues Lezama había escrito una loa al guerrillero. El canón cubensis. Tanto admiraba J.L.L a Ernesto el che Guevara, a lo que este casi nada. Al fin y al cabo vetado hasta para su tratamiento médico con inhaladores. Al Che nunca le faltó en la Sierra, a Lezama si, vivía asfixiado.

Contrapunteo entre ambos escritores, pues el Che publicada tres o cuatro libros por el año. Los jóvenes en latinoamérica llevaban su Diario en el sobaco todo el tiempo. Lezama publica Dador, más conocido Para llegar a Montego Bay en 1960. Un mamotreto inmenso, toda su cantidad hechizada. Dador creando rumores entre sus contradictores. 300 ejemplares. Cada poeta de Lunes tenía su libro, Edmundo Desnoes fue el único que dijo, gran libro de poesía. Ah, si también, Cortázar y Octavio Paz, como el trabajo de un gran creador, que preparaba su gran novela Paradiso para el 1966.


Benicio del Toro, en su papel del Che, el argentino. 

EL Che Guevara La guerra de guerrillas, 1960, cien mil ejemplares. Después de su muerte en Bolivia, Lezama escribe Ernesto Guevara comandante nuestro, 1968. "Y retiren sus libros, son apología de la mariconería" (los de Piñera por supuesto), dijo en París mientras se realizaba una feria del libro en homenaje a la revolución cubana.

Si el Che no se hubiera ido de Cuba se iría lance en ristre con toda contra Lezama por su novela Paradiso (la reina del neobarroco). Estando en Bolivia, Guevara se enteró de la controversia por el Capítulo VIII... soportando el mal de odios de la dictadura castrista. Lo bueno que estaba, lo bueno se ha ido.

Ya que la novela fue proscrita por 25 años. La revolución cubana para Lezama Lima siempre era, fue, una chispa formando su imagen. Ahora se sostiene en zancos. Los maricones (as) han hecho el gesto de la cara hacia la izquierda y la derecha.


J.L.L.

CAPÍTULO VIII (fragmento)*

"Después que Leregas fue expulsado del colegio, debemos retomar el hilo de otro ejemplar priápico, Farraluque, que después de haber sido condenado a perder tres salidas dominicales, volvió a provocar una prolongada cadeneta sexual, que tocaba en los prodigios. El primer domingo sin salida vagó por los silenciosos patios de recreo, por el salón de estudios, que mostraba una vaciedad total. El transcurrir del tiempo se le hacía duro y lento, arena demasiado mojada dentro de la clepsidra. El tiempo se le había convertido en una sucesión de gotitas de arena. Cremosa, goteante, interminable crema batida. Quería borrar el tiempo con el sueño, pero el tiempo y el sueño marchaban de espaldas, al final se daban dos palmadas y volvían a empezar como en los inicios de un duelo, espalda contra espalda, hasta que llegaban a un número convenido, pero los disparos no sonaban. Y sólo se prolongaba el olor del silencio dominical, la silenciosa pólvora algodonosa, que formaban nubes rápidas, carrozas fantasmales que llevaban una carta, con un cochero decapitado que se deshacía como el humo a cada golpe de su látigo dentro de la niebla.

Farraluque volvía en su hastío a atravesar el patio, cuando observó que la criada del director, bajaba la escalera, con el rostro en extremo placentero. Su paso revelaba que quería forzar un encuentro con el sancionado escolar. Era la misma que lo había observado detrás de las persianas, llevándole el drolático chisme a la esposa del director. Cuando pasó por su lado le dijo:

-¿Por qué eres el único que te has quedado este domingo sin visitar a tus familiares? -Estoy castigado, le contestó secamente Farraluque. Y lo peor del caso es que no sé por qué me han impuesto este castigo. -El director y su esposa han salido, le contestó la criadita. Estamos pintando la casa, si nos ayudas, procuraremos recompensarte. Sin esperar respuesta, cogió por la mano a Farraluque, yendo a su lado mientras subían la escalera. Al llegar a la casa del director, vio que casi todos los objetos estaban empapelados y que el olor de la cal, de los barnices y del aguarrás, agudizaban las evaporaciones de todas esas substancias, escandalizando de súbito los sentidos.

Al llegar a la sala le soltó la mano a Farraluque y con fingida indiferencia trepó una escalerilla y comenzó a resbalar la brocha chorreante de cal por las paredes. Farraluque miró en torno y pudo apreciar que en la cama del primer cuarto la cocinera del director, mestiza mamey de unos diecinueve años henchidos, se sumergía en la intranquila serenidad aparente del sueño. Empujó la puerta entornada.  El cuerpo de la prieta mamey reposaba de espaldas. La nitidez de su espalda se prolongaba hasta la bahía de sus glúteos resistentes, como un río profundo y oscuro entre dos colinas de cariciosa vegetación. Parecía que dormía. El ritmo de su respiración era secretamente anhelante, el sudor que le depositaba el estío en cada uno de los hoyuelos de su cuerpo, le comunicaba reflejos azulosos a determinadas regiones de sus espaldas. La sal depositada en cada una de esas hondonadas de su cuerpo parecía arder. Avivaba los reflejos de las tentaciones, unidas a esa lejanía que comunica el sueño. La cercanía retadora del cuerpo y la presencia en la lejanía de la ensoñación.

Farraluque se desnudó en una fulguración y saltó sobre el cuadrado de las delicias. Pero en ese instante la durmiente, sin desperezarse, dio una vuelta completa, ofreciendo la normalidad de su cuerpo al varón recién llegado. La continuidad sin sobresaltos de la respiración de la mestiza, evitaba la sospecha de fingimiento. A medida que el aguijón del leptosomático macrogenitosoma la penetraba, parecía como si fuera a voltear de nuevo, pero esas oscilaciones no rompían el ámbito de su sueño. Farraluque se encontraba en ese momento de la adolescencia, en el que al terminar la cópula, la erección permanece más allá de sus propios fines, convidando a veces a una masturbación frenética. La inmovilidad de la durmiente comenzaba ya a atemorizarlo, cuando al asomar a la puerta del segundo cuarto, vio a la españolita que lo había traído de la mano, igualmente adormecida. El cuerpo de la españolita no tenía la distensión del de la mestiza, donde la melodía parecía que iba invadiendo la memoria muscular. Sus senos eran duros como la arcilla primigenia, su tronco tenía la resistencia de los pinares, su flor carnal era una araña gorda, nutrida de la resina de esos mismos pinares. Araña abultada, apretujada como un embutido. El cilindro carnal de un poderoso adolescente, era el requerido para partir el arácnido por su centro. Pero Farraluque había adquirido sus malicias y muy pronto comenzaría a ejercitarlas. Los encuentros secretos de la españolita parecían más oscuros y de más difícil desciframiento. Puerta de bronce, caballería de nubios, guardaban su virginidad. Labios para instrumentos de viento, duros como espadas.


Cuando Farraluque volvió a saltar sobre el cuadrado plumoso del segundo cuarto, la rotación de la españolita fue inversa a la de la mestiza. Ofrecía la llanura de sus espaldas y su bahía napolitana. Su círculo de cobre se rendía fácilmente a las rotundas embestidas del glande en todas las acumulaciones de su casquete sanguíneo. Eso nos convencía de que la españolita cuidaba teológicamente su virginidad, pero se despreocupaba en cuanto a la doncella, a la restante integridad de su cuerpo. Las fáciles afluencias de sangre en la adolescencia, hicieron posible el prodigio de que una vez terminada una conjugación normal, pudiera comenzar otra “per angostam viam”. Ese encuentro amoroso recordaba la incorporación de una serpiente muerta por la vencedora silbante. Anillo tras anillo, la otra extensa teoría flácida iba penetrando en el cuerpo de la serpiente vencedora, en aquellos monstruosos organismos que aun recordaban la indistinción de los comienzos del terciario donde la digestión y la reproducción formaban una sola función. La relajación del túnel a recorrer, demostraban en la españolita que eran frecuentes en su gruta la llegada de la serpiente marina. La configuración fálica de Farraluque era en extremo propicia a esa penetración retrospectiva, pues su aguijón tenía un exagerado predominio de la longura sobre la raíz barbada. Con la astucia propia de una garduña pirenaica, la españolita dividió el tamaño incorporativo en tres zonas, que motivaban, más que pausas en el sueño, verdaderos resuellos de orgullosa victoria. El primer segmento aditivo correspondía al endurecido casquete del glande, unido a un fragmento rugoso, extremadamente tenso, que se extiende desde el contorno inferior del glande y el balano estirado como una cuerda para la resonancia. La segunda adición traía el sustentáculo de la resistencia, o el tallo propiamente dicho, que era la parte que más comprometía, pues daba el signo de si se abandonaría la incorporación o con denuedo se llegaría hasta el fin. Pero la españolita, con una tenacidad de ceramista clásico, que con solo dos dedos le abre toda la boca a la jarra, llegó a unir las dos fibrillas de los contrarios, reconciliados en aquellas oscuridades. Torció el rostro y le dijo al macrogenitosoma una frase que este no comprendió al principio, pero que después lo hizo sonreír con orgullo. Como es frecuente en las peninsulares, a las que su lujo vital las lleva a emplear gran número de expresiones criollas, pero fuera de su significado, la petición dejada caer en el oído del atacante de los dos frentes establecidos, fue: la ondulación permanente. Pero esa frase exhalaba por el éxtasis de su vehemencia, nada tenía que ver con una dialéctica de las barberías. Consistía en pedir que el conductor de la energía, se golpease con la mano puesta de plano la fundamentación del falo introducido. A cada uno de esos golpes, sus éxtasis se trocaban en ondulaciones corporales. Era una cosquilla de los huesos, que ese golpe avivaba por toda la fluencia de los músculos impregnados de un Eros estelar. Esta frase había llegado a la españolita como un oscuro, pero sus sentidos le habían dado una explicación y una aplicación clara como la luz por los vitrales. Retiró Farraluque su aguijón, muy trabajado en aquella jornada de gloria, pero las ondulaciones continuaron en la hispánica espolique, hasta que lentamente su cuerpo fue transportado por el sueño".
*Tomado de elmontevideano laboratorio de artes.


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sábado, 3 de julio de 2021

El poeta heteronimito ya es heterónimo, Gabriel del Casal. Qué cómo se entero? No fue que mi hermano botó los caracoles de vuelta al jardín.


Man Ray.

Anotaciones de un cuaderno negro y de un desesperado ser que se acuartela en sus noches rutinarias, para despertar cómo un simple pájaro a cantar.

Por Gabriel del Casal

Borges en su ensayo sobre Swedenborg: los infiernos [ ... ] son zonas pantanosas, zonas en la que hay ciudades que parecen destruidas por los incendios; pero ahí los réprobos se sientes felices. Se sienten felices a su modo, es decir, están llenos de odios y no hay un monarca de ese reino; continuamente están conspirando unos contra otros. Es un mundo de baja política. Eso es el infierno

Otra cosa es la contención en el asombro de un suspiro que cambiaría la historia de la música en los conciertos para piano de Mozart. La infinita voluntad que navega en ese río que vemos deslizarse por nuestro cuerpo, es hacia dentro. Allá está el infierno, en esa risa, casi casi de cuartel. Y entiendo el suicidio.

Seréis como Dioses. Pero sin tanta explicación. Ah, como el Dante, no hay explicación política que pueda superar ser y nada, de esto que leemos a diario. Los círculos rectos en doble metáfora. La madre muerta que siempre está con uno. Hay un cielo en el sueño.

Volverá uno más puro, ah en otro ser, que se encuentra en lejanía permanente. sino no sabía matemática, este será una lumbrera; y entonces cuándo vuelve el bruto? 

No todos los brutos están el el infierno, vean al Sancho Panza en el segundo cielo, desligando de la literatura las letras americanas, que tanto amó Lezama, decía Herman Moreno (El científico mozartiano, que ha dejado ensayos de Lezama en el infierno, trazados por Oppiano Licario). 


Baal.

Mi propio infierno, la larga espera, todavía con la grandeza animal antes de esa vorágine bombardeada que no deja huellas, sino del horror inventado por un hijo de David. Haber vivido la edad de mi padre, convencido de un asueto que al mismo tiempo es su castigo, viejo masón. Y venimos de la Murcia musulmana, otro infierno en nuestra alma atormentada y bruta.

Y cuando vienen los aplausos, cae María Callas a los pies de Pasolini. El primer policía que te violó, ya es un ángel aristocrático, y tu sigues ahí, en el mismo cielo juguetón.


A Herman Moreno, In Memoriam



De la Metafísica a la Patafísica.  Autor anónimo.