domingo, 30 de marzo de 2014

Los cien años de Octavio Paz, y pare de contar, ah, celebraremos también los de Nicanor Parra, y cerramos las celebraciones, porque huele a reseda, según Silva.


Octavio Paz


Lo aclaman los diableros de París, y sus musas, los muertos de Tlatelolco, el brillo nupcial de los templos místicos de Asía Septentrional. Los surrealistas travestíís del francés fascista, un falso Duchamp, por favor, no en vano Triana los más serios bretonianos, la piedra y el sol mexicanos. Sus traductores, su segundo amor, Marie José Tramini. A su única hija Elena.

Los muchos y grandes poetas mexicanos del siglo XX.  De José Revueltas, su amigo político. Los escritores de “Vuelta”, “Poesía en movimiento”, aunque el movimiento no se mueva. Sor Juana Inés de la Cruz (la chica moderna del virreinato de México).

“El pájaro caído / entre la calle Montalambert y la de Bac / es una muchacha / detenida / sobre un precipicio de miradas […] (“Viento Entero”).

Lo odiaron los mamertos por haber dicho que la sociedad estadounidense era la más organizada del mundo, en comparación con la Unión Soviética. Que renegaba del partido comunista, por eso, por lo mamerto (dogmáticos de tercera). La cara de estalinistas que ponían sus cerebros seculares. - Tu lees a ese fascista?, y yo quedaba libre de esa sanguijuela.

Yo, lo sentía en sus ensayos, al comienzo de mis lecturas, y era otra más nuestra historia en la literatura, el fragmento que no lo entendíamos sino como filosofía positivista, y el arte conventual, de los espacios cerrados, espejos de la muerte, de las pirámides sin trazamiento, lo tal y lo gin, o los superellos del cine alucinado en Sikkin, un Tamayo salvado del incendio de su apartamento en México, los ojos verde azules de la noche, de nuestros ancestros presentes, no son los ojos negros del alma del Primer modernismo.

Gabriel Jaime Caro (Gajaka)
30 de marzo, 2014

***

                 Franz Von Stuck-Der Krieg 1894

***

Poemas de Octavio Paz, memorables.

   
A veces la poesía es el vértigo de los cuerpos y el 
vértigo de la dicha y el vértigo de la muerte;
 
    el paseo con los ojos cerrados al borde del despeñadero
 
y la verbena en los jardines submarinos;
 
    la risa que incendia los preceptos y los santos
 
mandamientos;
 
    el descenso de las palabras paracaídas sobre los
 
arenales de la página;
 
    la desesperación que se embarca en un barco de
 
papel y atraviesa,
 
    durante cuarenta noches y cuarenta días, el mar de
 
la angustia nocturna y el pedregal de la angustia diurna;
 
    la idolatría al yo y la execración al yo y la
 
disipación del yo;
 
    la degollación de los epítetos, el entierro de los espejos;
 
    la recolección de los pronombres acabados de cortar en el jardín
 
de Epicuro y en el de Netzahualcoyotl;
 
    el solo de flauta en la terraza de la memoria y el
 
baile de llamas en la cueva del pensamiento;
 
    las migraciones de miríadas de verbos, alas
 
y garras, semillas y manos;
 
    los substantivos óseos y llenos de raíces, plantados
 
en las ondulaciones del lenguaje;
 
    el amor a lo nunca visto y el amor a lo nunca oído
 
y el amor a lo nunca dicho: el amor al amor.
Sílabas, semillas.
***

Ejercicio preparatorio



(Díptico con tablilla votiva) 
Meditación 
(Primer tablero) 
La premeditación de la motí est premeditation de la 
liberté. Qui a apris á mourir, il a desapris á servir.

Michel de Montaigne
La hora se vacía. 
Me cansa el libro y lo cierro. 
Miro, sin mirar, por la ventana. 
Me espían mis pensamientos. 
Pienso que no pienso. 
Alguien, al otro lado, abre una puerta. 
Tal vez, tras esa puerta, 
no hay otro lado. 
Pasos en el pasillo. 
Pasos de nadie: es sólo el aire 
buscando su camino. 
Nunca sabemos 
si entramos o salimos. 
Yo, sin moverme, 
también busco -no mi camino: 
el rastro de los pasos 
que por años diezmados me han traído 
a este instante sin nombre, sin cara. 
Sin cara, sin nombre. 
Hora deshabitada. 
La mesa, el libro, la ventana: 
cada cosa es irrefutable. 
Sí, 
la realidad es real. 
Y flota 
-enorme, sólida, palpable- 
sobre este instante hueco. 
La realidad 
está al borde del hoyo siempre. 
Pienso que no pienso. 
Me confundo 
con el aire que anda por el pasillo. 
El aire sin cara, sin nombre.
Sin nombre, sin cara, 
sin decir: he llegado, 
llega. 
Interminablemente está llegando, 
inminencia que se desvanece 
en un aquí mismo 
más allá siempre. 
Un siempre nunca. 
Presencia sin sombra, 
disipación de las presencias, 
Señora de las reticencias 
que dice todo cuando dice nada, 
Señora sin nombre, sin cara.
Sin cara, sin nombre: 
miro 
-sin mirar; 
pienso 
-y me despueblo. 
Es obsceno, 
dije en una hora como ésta, 
morir en su cama. 
Me arrepiento: 
no quiero muerte de fuera, 
quiero morir sabiendo que muero. 
Este siglo está poseído. 
En su frente, signo y clavo, 
arde una idea fija: 
todos los días nos sirve 
el mismo plato de sangre. 
En una esquina cualquiera 
-justo, onmisciente y armado- 
aguarda el dogmático sin cara, sin nombre.
Sin nombre, sin cara: 
la muerte que yo quiero 
lleva mi nombre, 
tiene mi cara. 
Es mi espejo y es mi sombra, 
la voz sin sonido que dice mi nombre, 
la oreja que escucha cuando callo, 
la pared impalpable que me cierra el paso, 
el piso que de pronto se abre. 
Es mi creación y soy su criatura. 
Poco a poco, sin saber lo que hago, 
la esculpo, escultura de aire. 
Pero no la toco, pero no me habla. 
Todavía no aprendo a ver, 
en la cara del muerto, mi cara.

Franz Von Stuck
***


Rememoración 

(Segundo tablero)
...querría hacerla de tal modo que diese a entender que no había sido mi vida tan mala que dejase nombre de loco; puesto que lo he sido, no querría confirmar esta verdad con mi muerte.
Miguel de Chívaniks
Con la cabeza lo sabía, 
no con saber de sangre: 
es un acorde ser y otro acorde no ser. 
La misma vibración, el mismo instante 
ya sin nombre, sin cara. 
El tiempo, 
que se come las caras y los nombres, 
a sí mismo se come. 
El tiempo es una máscara sin cara.
No me enseñó a morir el Buda. 
Nos dijo que las caras se disipan 
y sonido vacío son los nombres. 
Pero al morir tenemos una cara, 
morimos con un nombre. 
En la frontera cenicienta 
¿quién abrirá mis ojos? 
Vuelvo a mis escrituras, 
al libro del hidalgo mal leído 
en una adolescencia soleada, 
con plurales violencias compartida: 
el llano acuchillado, 
las peleas del viento con el polvo, 
el pirú, surtidor verde de sombra, 
el testuz obstinado de la sierra 
contra la nube encinta de quimeras, 
la rigurosa luz que parte y distribuye 
el cuerpo vivo del espacio: 
geometría y sacrificio.
Yo me abismaba en mi lectura 
rodeado de prodigios y desastres: 
al sur los dos volcanes 
hechos de tiempo, nieve y lejanía; 
sobre las páginas de piedra 
los caracteres bárbaros del fuego; 
las terrazas del vértigo; 
los cerros casi azules apenas dibujados 
con manos impalpables por el aire; 
el mediodía imaginero 
que todo lo que toca hace escultura 
y las distancias donde el ojo aprende 
los oficios de pájaro y arquitecto-poeta.
Altiplano, terraza del zodíaco, 
circo del sol y sus planetas, 
espejo de la luna, 
alta marea vuelta piedra, 
inmensidad escalonada 
que sube apenas luz la madrugada 
y desciende la grave anochecida, 
jardín de lava, casa de los ecos, 
tambor del trueno, caracol del viento, 
teatro de la lluvia, 
hangar de nubes, palomar de estrellas.
Giran las estaciones y los días, 
giran los cielos, rápidos o lentos, 
las fábulas errantes de las nubes, 
campos de juego y campos de batalla 
de inestables naciones de reflejos, 
reinos de viento que disipa el viento: 
en los días serenos el espacio palpita, 
los sonidos son cuerpos transparentes, 
los ecos son visibles, se oyen los silencios. 
Manantial de presencias, 
el día fluye desvanecido en sus ficciones.
En los llanos el polvo está dormido. 
Huesos de siglos por el sol molidos, 
tiempo hecho sed y luz, polvo fantasma 
que se levanta de su lecho pétreo 
en pardas y rojizas espirales, 
polvo danzante enmascarado 
bajo los domos diáfanos del cielo. 
Eternidades de un instante, 
eternidades suficientes, 
vastas pausas sin tiempo: 
cada hora es palpable, 
las formas piensan, la quietud es danza.
Páginas más vividas que leídas 
en las tardes fluviales: 
el horizonte fijo y cambiante; 
el temporal que se despeña, cárdeno, 
-desde el Ajusco por los llanos 
con un ruido de piedras y pezuñas 
resuelto en un pacífico oleaje; 
los pies descalzos de la lluvia 
sobre aquel patio de ladrillos rojos; 
la buganvilla en el jardín decrépito, 
morada vehemencia... 
Mis sentidos en guerra con el mundo: 
fue frágil armisticio la lectura.
Inventa la memoria otro presente. 
Así me inventa. 
Se confunde 
el hoy con lo vivido. 
Con los ojos cerrados leo el libro: 
al regresar del desvarío
el hidalgo a su nombre regresa y se contempla 
en el agua estancada de un instante sin tiempo. 
Despunta, sol dudoso, 
entre la niebla del espejo, un rostro. 
Es la cara del muerto. 
En tales trances, 
dice, no ha de burlar al alma el hombre, 
Y se mira a la cara: 
deshielo de reflejos.

Deprecación 

(Tablilla)
Debemur moni nos nostraque.
Horacio
No he sido Don Quijote, 
no deshice ningún entuerto 
(aunque a veces 
me han apedreado los galeotes) 
pero quiero, 
como él, morir con los ojos abiertos. 
Morir 
sabiendo que morir es regresar 
adonde no sabemos, 
adonde, 
sin esperanza, lo esperamos. 
Morir 
reconciliado con los tres tiempos 
y las cinco direcciones, 
el alma 
-o lo que así llamamos- 
vuelta una transparencia. 
Pido 
no la iluminación: 
abrir los ojos, 
mirar, tocar al mundo 
con mirada de sol que se retira; 
pido ser la quietud del vértigo, 
la conciencia del tiempo 
apenas lo que dure un parpadeo 
del ánima sitiada; 
pido 
frente a la tos, el vómito, la mueca, 
ser día despejado, 
luz mojada 
sobre tierra recién llovida 
y que tu voz, mujer, sobre mi frente sea 
el manso soliloquio de algún río; 
pido ser breve centelleo, 
repentina fijeza de un reflejo 
sobre el oleaje de esa hora: 
memoria y olvido, 
al fin, 
una misma claridad instantánea.

***

Espiral


Como el clavel sobre su vara, 
como el clavel, es el cohete: 
es un clavel que se dispara.
Como el cohete el torbellino: 
sube hasta el cielo y se desgrana, 
canto de pájaro en un pino.
Como el clavel y como el viento 
el caracol es un cohete: 
petrificado movimiento.
Y la espiral en cada cosa 
su vibración difunde en giros: 
el movimiento no reposa.


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jueves, 20 de marzo de 2014

Discurso de "Juana I, la enlagunada": I ACTO. Coacción y desprecio.


Pintura de Juana La loca, o "Juana I, la enlagunada", por Gajaka.


Arenga de “Juana l (de Trastámara), la enlagunada,” a las colonias y a los feudalistas del viejo mundo y, “anarquistas” de América.
Apostando con su tarot de Aquiles a los 

Mamelucos, sin mucha erudición, la marca 


monstruosa e indivisible de su visiónaria 


desnudez y despojo.



Por Gabriel Jaime Caro (Gajaka)

Primero

A mi el cardenal Bembo no me quiso conocer por estar loca en Tordesillas, eso decían en los periódicos de Roma, pero, me contaron que a Lucrecia le enseñó las cosas del amor y del alma. Bembo acuciaba que el alma, el espíritu y el demonio estaban casi confabulados. El uno arriba (el espíritu), el otro abajo (el alma), y el demonio a su lado cuidando su determinación. Así fui feliz con mi chiquita Leonor en el encierro, pegada como un desliz al puente levadizo.

Segundo

Pasan los años de la fajazón y gobiernan los predestinados. Las más OFF arriba, y el más OFF también. - Pero las del coro  africanoserán las más bellas. Recordando a “Izabel”. Otra hazaña de mi futuro.
-Ni se te ocurra nombrarla de primero, - qué? … Harán fila para mi, y si no bailas flamenco os corto las piernas. Que inquisición a los pobres artistas de hoy. Si, solo Nilda del país de la música suave del 6 de la calle Sebastián, con sus vestidos de Miss universo en una caja fuerte por todo San Juan con el carro metafísico (esta vez con Cesaria Evora).
Ah, un happyness, el bermejo Otello por fin sale silbando en un filme de Genet, increíble escuela.
Son las 20 mil, si, las 22.000. Muy redondo la pelea de dos estrellas de Hollywood en la calle, el uno comunista (Sean Penn) y la otra despatriada y "gusana" (María Conchita Alonso) en el 2011!
Nos alejamos con la droga, no sé si hacia adelante o hacia atrás por caridad remota. Y admiramos el coraje de: tú te alejas. Pero tranquilos hubo otros nombres para la memoria, Jerry Berger ("Sin limites"), sí, y si se pierde por dos horas y media comenzando la noche, y en esas llegas y no reconoces a los dioses que están a tu alrededor, y te flecharán después.
Como reía, no te burles no te canses, ahí el punto negro de un Gran pintor del siglo 16. Un fuerte impacto y se llega al mismo momento de la otra para decir en coro: no existes. Tampoco existe lo que queremos hacer.
Aprendan ellas a escribir aunque no hablen.

Tercero

El discurso para decir yo estuve allí, está reggio, no tiene nada de extra aunque si es extramitico es otra cosa, guárdese el devuelto.
y qué?, que falta la tuya de perennidad en las aseveraciones, se pasan de la raya, se pasan de visibles y se creen la quinta esencia, diría otra vez, yo que toco saxo.
-    Si, no existes, y menos doble, hasta en las mejores familias, los Eboli, los chiquitines que vienen de Trajano.
-    La causa no es de un loco sino de un pichón de santandereano, que se ha ahogado por todas partes, que viajó con la bufanda de Alain Delón por los mejores salones de la corte de Navarra, la cocida por un bébrice del Olimpo de Zeus con Heracles.

La buena, no podemos hacer Shakespeare con Juana la mía la diáfana la Monalisa, si apenas la tenemos parada con sus aguas de Borgoña, y el pañuelo de Gante, con mis esclavas moras, arañadas en sus rostros para Felipe El hermoso, por demonios muy nuestros…  Que a veces se le seca la piel por completo de las picaduras de insectos negros con punticos amarillos.
He aquí un estudio de la cumbamba de los adburgos, capaces de masticar un faisán en par patadas o par de segundos; perdón  es el retrato que el pintor de la corte, Christophe Amberger, hizo de Carlos V de 30 añitos, bajito y emperador (el hijo de Juana la Loca, a quien solo vio tres veces en su vida), que empezaba a dirigir las muchas guerras que realizó en nombre del Imperio germano católico y romano (llevaba 500 años desde Carlomagno). Ahí lo vemos reposado como un académico, pero no!, es un monstruo, un sicótico en realidad, el rey de la finalidad. Versiones de Gabriel Jaime Caro (Gajaka).
***

Racista, abdicada, rechazada, pueril y sin ansias para el poder, vete a que te den por el fundillo, le dice el espejo del Indostán.

Estalla la risa copiada, reverberada, vete a a leer chamizo.


El cardenal Pietro Bembo, por Tiziano.

Cuarto

Copiada, copiada, clonada, mi Primer Toison de  loca preñada "para un rey enano absurdo y feo" (versión). No hay uno ni dos son mitades, solo tres, que día sin número, cuándo es tres?
Le conté a Carlos V (versión de la finalidad) que las corbatas más caras salían de Harvard, y no entendió nada, la ceja peluda por el pasadizo, muy romántico, con el arma automática, sin el “Portero de los monstruos”. Solo en tiempos de paz se refuerzan los fundamentalismos. Que tal el pereque de tenerlos como una forma de uranio descabellado.

Quinto

Hasta que se olvida cerrar la bragueta, y está perdido, ante una página de un libro concurrida por los Buendía. Todavía puede tener su matrimonio con la diferencia de 60-20, “de cierta manera”, hasta que la muerte nos separe , y le creamos la mentira a nuestro maestro manierista sentado en el corredor fulminante mientras llega la que es con un cigarro desconocido en su boca. La contractual o frontal acto de hipertensión de cómodas vigilias de ancestros policromados.

Los temblores están de moda; no se el enclave o la profundidad de este barranquito o iluminatis. Es como la grandeza de una taza de porcelana de, del pleno ejercicio del ocio, gigante como una gallina culeca. Una pieza de porcelana querrás decir mientras ganamos espacio con la guerra de los diablitos vestidos de blanco por entre los espejos convexos.
Trataré de empezar con límites expuestos contra puertas de naves espaciales. Camina el estigmatizado  de bufón o la vieja pieza de cámara del Rey Luwig. El vaso de vino ahora lo tiene Leonor de Aquitania. Me ahoga el Este por donde vienes tú, muy sicoanalista con el cucho. El poeta de Aquiles.

Sexto

Si, el poeta de Aquiles, con su mismo problema, el talón, pero con su fuego encendido por si las moscas dejan transformar al niñito en tubo de Laboratorio u en Hermesfrodita, afrodisíaco for ever. Dionisíaco, tiresioso, quiromántico, amante de las musas desoladas con su encuadre imposible para un hacedor con su cuadrante hemisférico, la mujer barbuda que ríe en el circo olímpico.

Juana la chiquita, la mamona con su príncipe asburgo, jugando con el futuro que se habían encontrado los reyes de Castilla y Aragón, no así los de Navarra pasados todos a cuchillo cada que le daba la gana a los católicos redomables. Semejante matanza; pero es que no os parecemos a los animales domésticos sino a las fieras.

Séptimo

En la imaginería popular, que no tenía alcances si el Rey se metía el dedo por la boca para poder comerse los 100 banquetes del día, y esto duraba años, mientras Fray Luis de León preparaba la defensa de los heréticos en la santa inquisición.
Mientras los piratas se robaban el tesoro de Atahualpa, el rey saqueador de Roma, hijo de la Juana, mandaba a cazar a todos los faisanes de Europa, muy pocos a la larga del tiempo barroco quedaban para la codicia hechizada del poeta Lezama Lima, 4 siglos después. Los 100 caballos del monarca recorrieron millones de millas en todo su reinado de Terror con un poco de elogios a sus victorias al mejor estilo de Carlomagno, el gigante menor.

Octavo

Os veís de oro en la batalla, salís medio muertos y dispuestos a hacer el informe para la Reina madre, aunque sea en una novela de caballería, os creo país vasco y media melcocha castellana, y aplazo bañarme en la Costa brava por la insana característica pública de mi absoluta indeterminación para alcanzar el solio con una espada o peor aun con un machete de Extremadura. Guardarme el secreto, no hay sino en el pecado griticos y mamelucos bipolares.




Ilustracción por Gajaka
*****

A Ranún Oquiedo


jueves, 13 de marzo de 2014

Antonio Curis, a secas, a todas estas, con asperezas, con aleteos de risa, enamorado de su anarquía, a medias.....Uruguayo.



Poemas inéditos 
de Antonio Curis


Desierto de la lingüística

Nos enseñaron letras
primero las vocales
luego las consonantes
nos dijeron que unidas
formaban las palabras
las palabras conjuntas
(nos decían)
ayudaban a traducir
ideas.

Y ahora nos dejan solos
con esta  obstinación
infatigable
terca obsesión frustrada
¿qué haremos
con este hatillo deforme
de absurdas dependientes
espontáneas  inocuas
crueles canallas torpes
huérfanas insensatas
palabras sin raíz
y sin destino?        



Los cobardes sabemos elegir

                           Dos cosas hay:
un atado de hielo
y una huida.

obviamente parece
que de elegir la huida
nunca me gustó el hielo
aunque me convertí
involuntariamente
en un buen catador
de escarchas y de témpanos
(hay seres vertebrados que segregan
engendros congelados
desde su lengua frígida
y sus manos).

He de tomar la huida
la huida a no sé qué
a un cúmulo de signos
que interrogan
a otro rincón del mundo
en que seré extranjero
(extranjero del mundo siempre fui).

He de asumir la huida
sin motor ni zapatos
desnudo es que me iré
desvestido inclusive de mi sangre
dejaré el corazón
atado con alambre
de púas contra un poste
como a un cristo de espinas
y lo abandonaré.

Me iré sin sueños
desterrado de todo lo que fui
(lo que fui es un periódico
amarillento y sucio
mojado en la garúa
de una tarde piazzólica
tirado en un baldío
de yuyos y de olvidos)
he de tomar la huida
los cobardes sabemos elegir.


(Nota al pie de un ahorcado)

Querida:
los amores
que alimentás
mueren literalmente
de amor.

                   El implicado



Prédica obscena al desdentado dios de los humildes

Engendro poderoso
semidiós asesino
que habitas en el núcleo
de la tierra.

Verdugo de los pobres
Caín de los impuros
y los parias
me arrodillo ante vos
musgoso santo.

Rey coronado de gusanos
tapia los pozos del alma
(o enseña cómo se hace)
donde penetra sólo
la música infeliz
el tenebroso acorde
de los muertos.

En nombre de nosotros
los mal intencionados
los mal nacidos
los peor pagados
danos al menos
el escudo posible
contra los buenos del planeta
los bellos mercachifles
del cobarde optimismo
los generosos en complejo B
domingueros de iglesias
perfumados de dioses permitidos.

Danos decía  al menos
el engaño de la felicidad
para morir a orillas de la nada
ataviados con la sonrisa estúpida
por último te pido
la edición póstuma
de tu Biblia imposible
aquellas trece páginas
llenas de imprecaciones
que nos libren de todo mal.
Amén.



La poesía exiliada de los centros poéticos

                                               Quiero saber de vos
te busco
pero la espuma
que besa la orilla
logró borrar
tus pasos en la arena.

Traías una bolsa de arpillera
agujereada y ridícula
de letras y palabras
(por lo general
eran palabras)
pero estaban gastadas
rotas descoloridas.

Mi absurda pretensión
era que me entregaras
los básicos colores
de acuarela
y un pincel desgarbado
y casi calvo
para iniciar la fiesta.

Quiero saber de vos
te busco
pero te han exiliado
de esta playa
en ese bosque
no saben de vos
ni los pájaros
ni los árboles
y el guardabosques
te busca
con los ojos desorbitados
y un hacha en la mano.

Sé que andás arrojando
palabras que decapitan
en las iglesias
en los ministerios de cultura
y en los tribunales
quiero saber de vos
te busco
pero tu desnudez
con la piel en jirones
anda ocupada
en pegar las cabezas
de las palabras
al cuerpo de la naturaleza
del hombre.

Quiero saber de vos
te busco
desesperadamente
para dejar de ser
un degollado.



Balada ególatra

Me  habré de vivir
hasta el cansancio
me habré de decir
las cosas que no debo
me habré de inclinar
torpemente
ante montículos encantados
que las más de las veces
serán de pura mierda.

Me habré de habitar el corazón
(perezosa caverna
cerrada con siete llaves)
con telas de araña
tejidas por mí mismo
y haré las veces
de verdugo y víctima
de gusano y de ave
de idiota y genio
los otros tendrán
algo que ver
de acuerdo.

Pero seré yo
quien me sobreviviré
quien me soportaré
hasta que muera.




Domador de tortugas y cangrejos

Dicen que los hombres
que comienzan a penetrar
la niebla espesa de la muerte
(amando delirantes
a la dama temblorosa
de la agonía)
hacen un recorrido galopante
y preciso
por todos los recodos
de su pasado.

Y me pregunto si estaré muriendo
horizontal como ellos
voy develando los pétalos
de plomo y ácidos
de una cebolla
que contiene aquello que fui.

Claro que ellos parece
cabalgan una liebre
y yo acomodo el culo
en la montura gris
de una tortuga
que a veces se exorciza
(por designios extraños
que obedezco)
en el espectro
de un cangrejo.

Mi vida digo
a lomo de tortuga
y pasan en las distintas pantallas
de cebolla
todos los otros que fui.

Algunos me saludan
otros me dan un beso
y otros lloran desconsolados.

Algunos montan raudos
unas ancas de nácar
y apenas si me miran de reojo
balbuceando algo parecido a
“después hablamos”.

El que más me sorprende es uno
de ojos asombrados
enamorado de los techos de la ciudad
sentado en una tarde de verano
en un campo de hinojos
con un cuaderno viejo
y un lápiz en la mano
dice esperar por mí
a él le grito que soy él
más viejo
a él le grito que nunca me fui
él parece no oírme
y comienza a escribir
en el cuaderno.

Por allá veo a otro
embrujado de luna
estirando los brazos
hacia el cielo
inmensurable de leche
al que liba como un huérfano
inadvertido habitante
de un planeta sin luz.

Veo espectros
caminando en la niebla
veo cosas que pasan
pero evidentemente no tengo
la claridad de los que montan
la liebre.

Esto pretendía ir más lejos
ser más preciso
dibujarme algo
pero así abruptamente
me vuelven a cambiar
la tortuga por el cangrejo.




Los poetas Antonio Curis y Carlos Enrique Ortiz, en Medellín, Aquarimantina. Enero del 2014.

Soy mi conejillo de indias poético

                          Ahogado en el intento de saciar mi sed
me abrazo a mi desesperadamente
me percato de esto
cuando siento el crujir
de las uñas clavadas a la espalda.

Soy mi conejillo de indias poético.

                                               Me doy vino tanat para ponerme triste
entre llantos de madre
dibujo un poema
oscuro y deplorable como la noche.

Soy mi conejillo de indias poético
abro el ojo que alumbra la ciudad
y le pregunto qué ve.

Él alcanza a decir que hay sangre
en el viento
y cierra abruptamente la ventana.


                                  
Siglo XX
                                                                                A Enrique Santos Discépolo
                                                                                A Don Mario Benedetti


¿Te acordás siglo veinte cuando eras
el mejor exponente de esta raza
de humanoides viajando el universo
y nosotros oscuros  vaticinios
te creíamos todo lo que hablabas?

¿Te acordás de la sangre en las veredas
y cuando Marx nos dijo y le escuchamos
cuando la baba se llamaba espuma
y dios era de izquierdas?

¿Te acordás que las calles
eran madres
que nos sacaban  a pasear erguidos
orgullosos ponentes de la historia
que creímos que todo
había nacido en vos?

¿Y todo lo demás
serían tres días
necesarios para toda tarea
y la tuya y la nuestra
conspiradas
era tanto y tan poco
como restituirle al hombre su sangre
su honra y su equipaje?

¿Te acordás cuando eras el señero
y todo acaecía en tu vientre
de aceites  y de manos como puños
para sentirnos dueños de algo?

¿Te acordás que se te inflaba el pecho
de banderas y gritos libertarios
y eras la hora señalada
para los unos y para los otros
que para qué negarlo
esperábamos deudas
de otras horas?

¿Te acordás siglo que Neruda
que Buñuel que Serrat que Zitarrosa
que Cortázar que El Che que los Anarcos
que Lenin que Violeta que Vallejo
que El Gabo que Walt Whitman que Galeano
que Allende que Nietzsche que Einstein
que Fidel que Miró que Brell que Borges?

Allí nacimos y diseccionamos
por tus suburbios por tus callejuelas
por tu barro salvaje por tu suerte.

Sin embargo ya ves
ya te vamos dejando
con tu mochila de traidor a secas
con tus promesas incumplidas
a trece años de tu muerte.

No fuiste sólo vos fuimos nosotros
y este que ahora te habla
(tarde como siempre)
que te miraba sólo con tristeza.

Ya ves siglo de siglos
que no eras tanta cosa
que eras otro exabrupto
de días y de horas
pudriéndote como otros
tantos siglos
en un rincón del tiempo.

Iba a decirte
algunas otras cosas
pero yo nunca escribo
algo lo hace por mí
y ese algo se cansó
vive cansado
oyéndome raspar

hojas de otoño. 



Los poetas en la fiesta de Realidad aparte, Segunda Vida: León Felipe Larrea, Robertico García, Gabriel Jaime Caro (Gajaka), y Antonio Curis. Brooklyn, 1996.

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Antonio Curis, 1956, es uruguayo, y posiblemnte estaduonidense, y porqué no, aquí han vivido los más grandes poetas del siglo XX. En que tiranías no hay poetas, dicen que hay una, pero callemos a las Parcas. Perteneció muy tempranito a Realidad Aparte, en su Primera Vida, allí publicó varios poemas de un libro con un título inmenso,  según Curis, no pretendía....."Poemas", cuando escribía: "Soy un ser peligroso". 
En su Apartamento de Union City, New Jersey, aprendí a tomar vino de su risa y de su canto. Ah, y de su mano.
Luego marchó a Minneapolis, Minnesota.
Ha publicado plaquetes, y escribe hasta en el papel higiénico, de ahí la limpieza de sus poemas. Un humano de genes anarquistas, y quizás budistas, comprometido por las causas de los derechos de los ciudadanos oprimidos. 
Como todos los poetas uruguayos, viven obsesionados por su país (algo tiene la República oriental), no tanto como otros, y de seguro, como diría Eduardo Espina, le prohibieron alguna vez tomar mate en el bus.
"y Dios era de izquierdas", ya no, vive en Dubai.