martes, 16 de diciembre de 2014

Lo mejor del cine en el 2014 en la cartelera de Manhattan, y poema de Juan Ramírez Ruiz.

OPINIÓN1

“Adieu au language” (Adiós al lenguaje), de Jean-Luc Godard: La mejor película del año*.

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Con todas las de la ley, del cine por supuesto, ya que Godard diferencia el cine de las películas que son cosas bien distintas; asistimos a la proyección de su último filme “Goodbye to language” en tecnología 3D, si, con las gafas tridimensionales puestas para la dicha de ver un filme arte de un autor que a sus 85 años dice adieu, después de 60 años en el cine.
Godard, el suizo, mezcla muy bien el documental con la ficción, y así transcurrieron sus años. Artífice de la Nouvelle Vague (la Nueva Ola) francesa, a la que se unieron autores como Truffaut, Rohmer, Chabrol, y Malle, mas tarde, y de la famosa revista “Cahiers du Cinéma”, con sus obras, entre las mejores del cine, por sus contextos y crítica (a Hollywood) social y artística. Fue la ala de la izquierda. (“Horrorizados estábamos de la Lista Negra”). Moría Truffaut en aquel 84.
Este maestro militó en el maoísmo, sin actuaciones mamertas, ya que el Mayo del 68 ha sido lo más limpio y sobrio del troskismo – comunismo de la post guerra. “Alfaville”, fue un filme explosivo, hoy no tanto por el auge mediático del lenguaje cinematográfico. Agrega Godard, “Me gustó Warhol cuando hizo una película de tres días sobre comer o sobre dormir”. La semiótica en el cine no descansa.
En 1976, deja el maoísmo, después de regresar a la ficción con filmes como “Todo va bien", con Jane Fonda y Yves Montand, y la más irreverente, “Yo te saludo María” (1980), que el Vaticano condenó por difamadora de la figura de la virgen María, y nosotros la veíamos como aproximativa. Yo recuerdo los piques en las puertas de los teatros de Manhattan de carismáticos católicos que pedían a gritos que no entráramos a ver esta herejía.
En el 2010, la academia de Hollywood, le dio un Oscar Honorífico, y cuatro años después se apresta a hacer su filme de despedida, con este trabajo directo y arrebatador l(Adiós al lenguaje), en donde la naturaleza se engarza en imágenes con la metáfora, con participación directa de la visión a cosas que todavía existen, porque la poesía no muere, el ser catapulta su destrucción por otras leyes que la naturaleza ha prodigado en libertades y decadencias del rol que nos toca en esta vida, mientras caduca la resurrección de la carne en el mito de la creación y el libro es la memoria.
Con cerca de 100 filmes, Godard ha quedado satisfecho, pues se ha polarizado en decir que el cine se acaba por las malas películas. No es lo de menos, La vianta. Con su filme postrero, el festival de cine de Cannes que lo detesta, le ha concedido el Premio del Jurado 2014, al más irreverente y noble de todos los cineastas europeos. Porque Lars Von Trier, picó, y el neofascismo lo sedujo, según él, por la droga (pobre bestia).
Para la crítica especializada en las listas y nominaciones, es el mejor filme del año, aunque solo pocos la han visto, por ser un filtro de tecnología no apto para espectadores del aburrido cine fantástico y seudometafísico que abunda por entregas. “Vean a ver como adquieren la peli, la proyección y las gafas, y arman su propio cine club de un solo filme, ah, y de ñapa presentan Avatar, para la irritación”.
A Loli Cienfuegos
*Tomado de www.viceversa-mag.com/category/opinion.

domingo, 7 de diciembre de 2014

Un seudocuento erótico para amainar la descarga indecente, y poema de Gerardo Deniz.


La pestilencia moral de Juana la Loca
contra las impúdicas de Felipe el hermoso


El poeta colombiano, Gabriel Jaime Caro (Gajaka). Foto de Francisco Velasquez.


Juana la Loca no está triste bajando por la armazón que sirve de escalera en la carabela (El Vizcaya) A ver u observar como se la hace  El Hermoso a la princesa de Dover. Juana que es puro celos de católica romana y loba esteparia. De fuertes caderas y pronunciados senos de maja, y claro, cuando tuerce la nariz, caen a sus pies las brujas de Lieja y su querido maridito, que la tiene circuncisa, para el secreto de ambos. Qué osificación de temperamentos Reales. Qué cantaleta en medio del mosquitero celta (fisgoneando la avaricia de Juana, antes que el embrujo germánico de El Hermoso).

Todos en la sala de máquinas se preguntan qué hacer cuando en el puerto de La Coruña la reina decida vomitar el pescado por entre bastidores de negros desnudos traídos de África para nada que no sea espoliarlos.

Lo feérico y la pestilencia en el marinero español sobrevivido a los 4 mil metros de profundidad, y lo negro veneciano, enloquecen a la Reina que se desnuda un pie y el otro, hasta saborear la mirada estrecha de los expatriados vascos (tan galantes con sus saltos, con sus piernas gruesas por la pelota vasca) que apenas preparan su próximo ciclo de liberación con el apoyo de Juana, comida por los peces rubicundos del Vizcaya.

Juana sueña a Mozart, y corre enloquecida por el malecón, a punto de ser atrapada por el Rey Fernando el bueno, que no estaba escrito en la historia. La agarra y le clava su ponzoña entre las nalgas gigantes de sedentaria, así sea objeto asible y mierda para “Las moscas”de Antonio Machado.

Felipe escucha las digresiones de la inglesa romántica con el asunto de los piratas violadores, y cae exhausto hasta ser tendido en la lona del barco para ser poseído por los marineros peludos con corbata de lino escocesa. A Juana no le importa que su marido pierda las nalgas duras, así corra a sus pies para declararle que es un marica perdido para los próximos tres siglos de inquisición.

Muy cerca de allí: Carlos I ataca un monasterio de monjas y las hace picar (por no pedir perdón por semejantes escenas eróticas y hieráticas) Después de someterlas a su cosota gigante. Pide a Dios que su hijo Felipe II no sea como El Hermoso, y este (salido del Vaticano) se lo concede, porque nació negro, y por poco muere años más tarde atragantado de semen divino en aquel puerto catalán cuando su hija Micaela lo abandonó y lo dejó con su corte de moros sifilíticos. - Un puro yo de nuestras caricias erógenas, alcanzó a decir su clown, traído por la familia Tudor como invento de santidades.

- ¿Qué es esto? Humor hético, dice la reina, preñada por un esclavo holandés con sus manos de dragón, postrada a los pies de su señor, que a estas alturas del paseo no sabía si era una tira cómica renacentista, o lo peor: la suerte de marras de un matador español.

Felipe el Hermoso, a fe que lo era, con aquellas chaquetas de lana roja con pintas blancas (preferidas por los príncipes gays franceses, hasta su desaparición en la guillotina) regresaba al lecho de su mujer escandalosa, con sus derrames casi entre cobres y venenos venéreos, para crear la próxima generación de doncellas estigmatizadas como reinas por contrato para las cortes europeas. Y preparadas para ser putonas como su madre Juana y ambiciosas con el falo entre sus gargantas, por orden expresa de sus regentes impúdicos.

Juana Henríquez, porque en estos filtros fallaticos se le salía el apellido aragonés, empezó a comer las frutas que traían los traficantes de esclavos del Caribe; sobre todo papayas, que su Felipe hacía explotar con el erecto miembro paradisíaco. Daba ganas de entretenerlo con otras frutas tropicales, para evitar que el majo prefiriera el sexo oral (con las damas de palacio) a estas prácticas tan dulces y exóticas para Juana.

Carlos V, ordenó a punto de cuento de prostíbulo al pintor Tiziano para que lo pintara follando con la condesa de Farnesio, que lo acosaba cada que él le dirigía la palabra en el ofertorio. Tiziano cortó un seno, y con su sangre azul pintó el hades romántico del rey.

Faltaba el encuentro en Tordesillas de padre e hija con Felipe, para castigar tanta Sodoma y Gomorra, y así poder abdicar Juana de la corona, dejándose manosear por los pajes de Maximiliano, que encontraron en Juana la ocasional ramera de los dioses del Olimpo medio.

Gabriel Jaime Caro (Gajaka extramito de las Severisimas neoberracas)

 *
Un poema de Gerardo Deniz


Sorpresa

  Marielenita me ilustraba sobre los milagros obrados por Mao, con sólo
             salir al balcón. Los cojos oían, los ciegos hablaban (¿o a la
             bisconversa?). Acto seguido, franca como de costumbre:
     —Quiero acostarme con un negro —me declaró Marielenita—,
     pobrecillos, los discriminan tanto.

     Me retraje a mi madriguera.
     ¿Cómo suplantar a un tipo atlético formidable? —pensaba yo,
     pingüino depilado envuelto en piel crudelia
     que tanto atraía, en cambio, a Lilia.

     Pero a las amigas de amiga les debo muchos servicios, y sin escarbar.
     Una: —Tu adorada trompuda quiere acostarse con un negro,
     por razones filantropicoideológicas,
     pero la atormenta, confesó ayer, que los negros le den asco.

     (Nada recabdé a fin de cuentas, cual de ordinario,
     ni conocí aquel producto interno tan bruto como apetecible,
     tampoco me embijé cada mes lunar con el Libro Rojo del Timonel;
     sólo fue una enseñanza desdeñable, sin acabar nunca de aprender.)
       Marielenita se casó más tarde con un italiano, supe,
     ojalá siquiera pardusco —para aplacar tu racismo, dulce mía.

     Ustedes, europitos, vengan a visitar el trópico, hasta nueva moda,
     y admirar supremos especímenes humánicos. Ojalá entendieran la risa
            que nos dan. Ambos. -
  
      
     
Del libro “Fosa escéptica”, “Ave del Paraíso”, 2000.


Gerardo Deniz, El poeta mejicano de origen español. Tan ufanado, tan mejicano, que de España los cascabeles de Llorente. La Academia sueca lo anda buscando para saber quien es el, alcanzando una estrella se echa a reír.