lunes, 24 de febrero de 2020

Un contrapunteo con el poeta Allen Ginsberg, el que tenía el ojo del culo consagrado a los dioses de la imaginación, primero, y después a la crítica social y el Canto.




Allen Ginsberg (1926-1997)

Faltaba decir más sobre Allen Ginsberg y sus poetas, Ohio tenía 20 poetas beatnik, vea ud. La monarquía de los poetas no judíos O Jack Kerouac los pasaba al papayo.


Por Gajaka II (gongorista con pluscuanperfecto de mensajería)

I

¿No se porqué estoy nervioso, será por la Serenate #7 de Mozart? Vaya a ver y son los pesos o las pesas que deberías de alzar al compás de la serenata.

Dice el poeta A. Seidman que en la época de los beatniks habían muchos poetas, de por lo menos 12 estados y Cánada, pasando a México, y convertidos en mariachis, en suicidas de colección, en monjes de la India.

Pues más parece qué los de New York y New Jersey mandaban la parada, y los demás, mejor les sería meterse al partido socialista O A E al budismo hindú, o ser amigo de Andy Warhol, el artista miserable.

No, nada de eso, eran las editoriales que solo publicaban a seis o siete de ellos, brilló Corzo, y Ginsberg y Kerouac discutiendo cuál era ese discurso, por supuesto más adelante fue Howl (Audillo), y todo Kerouac (pues para A.G. era el nuevo Buda). Claro teníamos a William Carlos Williams, la absoluta perfección de New Jersey.

Se respiraba aire de motel, del jabón chiquito, y todo parecía tan integral. No habían llegado los hippies y la guerra de Vietnan. Solo era sagrado luchar contra los opresores del derecho civil para las menorías esclavizadas negras que también sufrían en Sud África el apartheid, el vasallaje y la dependencia económica. 
Vaya educación a reglazo, que ciclo, mientras no cese el odio racial, que hoy es por ideas mal concebidas, por ejemplo un Diderot comandante de la fuerza critica de las artes, un Lezama con faja, que reencarnará en un negro jamaiquino. Borges (el gongorista) que no le llega al tobillo a Vallejo. Es odvio, el mundo del espejo no es la literatura vallejista, el cholo.

Kerouac leía borracho por televisión, nadie notaba, pero este hermano de Nail Cassady (amante de Ginsberg) se la pasaba muy torpe, aplazando el sueño (para la vejez a solo 100 abismos, se encargó de estrangularlo por dentro) en 1969.
Fin de los Beatniks, solo quedaba Ginsberg, arrastrando el fardo de todos los tumultos, y alguna vez la voz de Bob Dylan.
Contra el marxismo, que ya parecía una ciencia; quien le metía el diente al Capital abandonaba la ingeniería civil por la guerrilla, o la venta de cencerros para ovejos en Uruguay.

A los que les falló la cabeza fue a los stalinistas de todo vale en la guerra, no señor, mi señor, ¿igual a ellos? Tantos complejos por resolver, Hitler y su filosofía revisada de Nietzsche, pero advirtiendo que el filósofo del Eterno Retorno se equivocó con los judíos, al considerarlos una raza limpia e inteligente.

Nadie se puso a pensar en lo degradante que son los militares, concepto muy avanzado de la Patafísica, que si se cansó de ellos, una constante degradación humana, que cambia de partido cómo una colegiala.

Lo otro en el camino de las calles de Nueva York (ya que en Howl nunca aparece escrito Nuew York City, sino sus calles), es seguir al poeta Ginsberg a sus recitales con mochila (de Suramérica) y flauta. Lo dije, en Puesto de combate #54/55, en Por fin agonizaron los Beatniks, a propósito de su muerte marzo de 1997.

Llegué a la puerta del funeral en un templo budista, Chandala, y no lo vi, andaba solo y acongojado. Ningún amigo mostró el más leve interés en él. Era un maricón, y todos nosotros estábamos cagados. El jet set lo tenía como un referente de la cultura.




Una profecía

O bardos del futuro
cantad desde el cráneo al corazón al culo
Vocalizad todos los acordes
sacudid toda la consciencia
Yo canto desde la cárcel de la muerte
en el estado de New York
sin electricidad
lluvia en las montañas
el pensamiento llena ciudades
Dejaré mi cuerpo
en un delgado motel
mi ser escapa
através de oídos no nacidos
No mi lenguaje
sino una voz
cantando según unos esquemas
sobrevive sobre la tierra
no los huesos de la historia
sino tonos vocales
Queridas respiraciones y ojos
brillan en los cielos
donde vuelan los cohetes
para llevarme a casa

Allen Ginsberg


II        
Some breath breathes silent over green snow/
Mountains Some breaf breathles not af all. Un mantra, A. Ginsberg. Se lo dedicó a Rinpoche, su maestro, con el que se encontró en las calles de Manhattan.

Publicó 7 libros de poesía, sin contar Aullido, Manifiesto poético, y sus discursos y ensayos que suman cientos. En verdad habría sido excomulgado cómo Spinoza, llevado a la hoguera, o achicharrado por homosexual. El sexo oral es sagrado en la India.

Fue la primera persona en el mundo que se opuso a los campos de concentración para jóvenes peludos y sin trabajo, por lo que le costó la expulsión de Cuba, él, qué coqueteaba con el socialismo, con las Panteras Negras, le gustaba el sexo oral cómo se hacía en las calles y teatros de Nueva York. Nuestra Grecia arremolinada, con Athenea debilucha, les cayó el virus de destrucción, exclusivo para gays (pandemia de Sodoma sin Gomorra).

Hoy los poeta beatniks de origen nuyurrican, les ha caído el olvido, y la falta de redención; recordamos al grande y bueno de Pedro Prieti. Alguna vez leímos montados a un árbol en Brooklyn, mientras yo hacía mis conquistas de tipo eleusinas, ya que me encontraba dónde no había metáforas, solo el discurso de las minorías que también son la imagen americana, pasaba su cuartelazo.

Miguel Piñero (Short eyes, 1974) fue un referente muy latino del East Village. Cofundador del Nuyorican Poets Café, Miguel Algarín, y otros.



A.G. y Neal Cassady


Coro a Demeter

Ay perdonan que haya pasado de la serenata de Mozart al indio ese de mi barrio, con su regguetton, que te lo endosan tus prietos adolescentes. Ay que los hijos del cine, te mandan historias pitagóricas en el ordenador. Y que perdone por decirle señor, a un ruso.

Muere dignamente en tu soledad

Viejo hombre/ Yo profetizo recompensas
Más vastas que las arenas de Pachacamac
Más brillantes que una máscara de oro martillado
Más dulces que la alegría de ejércitos desnudos
fornicando en el campo de batalla
Más rápidas que un tiempo pasado entre la noche
de vieja Nazca y la de Lima nueva
en el crepúsculo
Más extrañas que nuestro encuentro cerca del palacio
Presidencial en un viejo café
fantasmas de una vieja ilusión, fantasmas
del amor indiferente.
Allen Ginsberg.



A,G. y J.K.

Prólogo a Los Subterráneos de Jack Kerouac

Por Henry Miller

Es posible que nuestra prosa no se recobre jamás de lo que le ha hecho Jack Kerouac. Amante apasionado del lenguaje, sabe cómo utilizarlo. Siendo un virtuoso nato disfruta desafiando las leyes y los convencionalismos de la expresión literaria que estorban la auténtica comunicas, sin trabas entre el lector y el escritor. 
Tal como él mismo ha dicho en su artículo «Los principios fundamentales de la prosa espontánea», «procura primero satisfacerte a ti mismo, que luego el lector no podrá dejar de recibir la comunicación telepática y la excitación mental, pues en su cerebro actúan las mismas leyes que en el tuyo». Y es tan íntegro que, a veces, parece estar actuando en contra de sus propios principios. Sus conocimientos, en modo alguno superficiales, aparecen en sus escritos como si tal cosa  ¿Importa? 

Nada importa. Desde un punto de vista auténticamente creativo, todo da lo mismo, todo importa y nada importa.
Pero nadie puede decir de él que sea frío. Es cálido, esta siempre al rojo vivo. Y si está alejado, también está cerca muy próximo, como si se tratara de un hermano,  de un alter ego. Está ahí, está en todas partes, es el señor Todo-el-mundo. Observador y observado a la vez. «Es un amable, inteligente y doliente santo de la prosa», como dice de él Ginsberg.

Suele decirse que el poeta, o el genio, se adelanta a su propia época. Es cierto, pero solamente debido a que también es un ser profundamente de su época. «¡No os detengáis!», nos va diciendo. «Todo esto ya ha ocurrido antes millones de veces.» («Siempre adelante», decía Rimbaud.) Pero los que se resisten a cambiar no entienden esta clase de palabras. (Todavía andan rezagados en relación con Isidore Ducasse.) ¿Qué hacen, pues? Le derriban de su alta percha, le matan de hambre, de una patada le hunden los dientes en la garganta. A veces son menos misericordio­sos incluso: hacen como si el genio no existiera.

Todos los temas acerca de los cuales escribe Kerouac —esos personajes fantasmagóricos, obsesivamente ubicuos, cuyos nombres se pueden leer del revés; todas esas encan­tadoras visiones nostálgicas, íntimas y grandiosamente estereoscópicas de los Estados Unidos; todos esos paseos de pesadilla en góndola y en coche— así como el lenguaje que utiliza (algo así como el estilo Gautier pero en negativo) para describir sus visiones «terrenocelestiales», todas esas extravagancias desmesuradas, tienen una estrecha relación con maravillas tales como El asno dorado, el Satiricen y 

Pantagruel, y esto es algo que no pueden dejar de percibir ni siquiera los lectores de Time y Life, de las Selecciones del Reader’s Digest, y los tebeos.

El buen poeta, o en este caso «el prosista bop espontá­neo», siempre está atento al son de su época: el swing, el beat, el ritmo metafórico disyuntivo que brota tan veloz, tan alocada, tan peleonamente, y de forma tan increíble y tan deliciosamente salvaje, que nadie llega a reconocerlo una vez transcrito en el libro. Mejor dicho, sólo lo recono­cen los poetas. Kerouac «lo ha inventado», dirá la gente. Con lo cual estarán insinuando que no es real. Lo que la gente tendría que decir es: «Este sí que ha sabido pillarlo». El lo ha pillado, lo ha cultivado, lo ha sabido escribir. («¿Lo pillas tú, Nazz?»)

Cuando alguien pregunta: «¿De dónde saca todo eso?», la respuesta es: «De ti.» No hay que olvidar que Kerouac se ha pasado toda la noche despierto, escuchando con los ojos y las orejas. Toda una noche de mil años. Lo oyó en el útero, lo oyó en la cuna, lo oyó en la escuela, lo oyó pegando la oreja a la pared de la bolsa de la vida, allí donde un sueño vale oro. Y, además, ya está casi harto de oírlo. Quiere dar un nuevo paso adelante. Quiere reventar. ¿Vais a dejar que lo haga?

Esta es una época de milagros. Los días del asesino loco han quedado atrás; los maníacos sexuales están ahora en el limbo; los atrevidos artistas del trapecio se han roto el cuello. Estamos en una época de prodigios, en la que los científicos, con la ayuda de los sumos sacerdotes del Pentágono, enseñan gratuitamente las técnicas de la des­trucción mutua pero total. ¡Progreso! El que sea capaz, que lo convierta en una novela legible. Pero si eres un comedor de muerte no me vengas con literaturas. No nos vengas con literatura «limpia» y «sana» (¡sin lluvia radioactiva!). Deja que hablen los poetas. Puede que sean «beat», pero, como mínimo, no montan a caballo de un monstruo cargado de energía atómica. Creedme; no hay nada limpio, nada saludable, nada prometedor en esta época de prodigios; nada, excepto seguir contando lo que pasa. Kerouac y otros como él serán probablemente los que tengan la última palabra.

Big Sur, California

    Los tres grandes, Ginsberg, Kerouac y G. Corso.





martes, 18 de febrero de 2020

Gabriel del Casal, el poeta que da la cara, pero no al espejo equivocado de la literatura



Arlequín, la muerte del arlequín de Picasso.

El cuarto de las hierbas no tiene olor,
No vaya a confundirse con los olores perfumados. Parásitos.

Por Gabriel del Casal

Las marionetas del jardín secreto a moverse según el status de gracia, pero de gracia, cuál es tu gracia? Ahí siempre triunfan las adolescencias conflictivas, yo me creo más que tu!

No es el yo es el Ser, y a pesar de este tropo en ómnibus, fracasamos con la muerte a solas, que no soy yo! A que eres tu en segunda persona!

Me he quedado mirando (te) la nariz de Góngora, odiado por Quevedo, qué quería hacerse creer con contradecirle su filosofía peripatética cristiana, sino le impresionaron los indios para contrarrestarlos. Migajas que matan. Esclavitud que perdura.

Tamarindo dulce contra tamarindo verde. Ha descendido por entre las líneas brillantes de un corto amanecer al día del cadalso (que tal que terminará en zeta!), porqué había un día para cortarle la cabeza a todos. A Montesquieu.

Poeta de la cárcel con tufillo, puras gonorreas, en el amplio espacio de la demostración legal del contestatario, y Luis XIV muerto de risa, tapándose sus varices para el incesto.

La esposa de la deshonra compadece ante un jurado, que hoy no sabe para donde va, si falla ese ser que ha sido preseleccionado y alejado del poder, con esa gordura de ideas que no caben por la puerta.

Amenaza Hiperión con su clarinete inmarcesible. El eremita en Grecia, la sequedad de Diotima, nuestro viaje a la magia en la poesía, querido Scardanelli. Solo ahí poeta y ser, dominios exclusivos de la imaginación según los conceptos.



Celan.

El cuarto de máquinas huele a popo de gato, y más sin embargo sigue la violación.

No voy hablar de Parásitos, el filme sur coreano, donde se hace el mejor cine ahora, es para pelagatos, para, que bueno un polvo con una china, en perfecta sodoma, ha triunfado el teatro del absurdo, ni un saludo al joven pediatra de las acrobacias adivinatorias.

Tenemos los crespos hechos, un día en la vida nuestras marionetas perdieron la batalla, solo para el drama, la variedad de juerga, y el encuentro con uno mismo, tarde sin seducción.

Lo mejor del filme de Parásitos es cuando los padres liban con sus hijos y se tratan como borrachos, en aquellos subterráneos dónde también son extraterrestres, sin amor por supuesto, solo con observación elíptica.

Con Parásitos termino de escribir sobre las películas buenas que veo. Me he quedado hastiado, sólo veré cine clandestino, y por supuesto tiraré al fuego los discos de Charlie García, por haberme dañado mi baile, y mi crítica deconstructiva.

Otra cosa era el azar concurrente de Tarantino a quién le robaron el Óscar a mejor película. Recuerdan cuándo dije, quién no hubiera querido ser Quevedo o Lope de Vega, cuándo no se podía. Obvio, nada sabíamos del Ser (no es generacional) y ahora, hundidos pellejos en el sofá, solo leemos conclusiones para un documento expreso.










Cuándo caí del cielo al Café Rojo, y comí brócoli arepa quemada de hidalgos. Luego el gol contra Felipe II, y las tenaces razones de la competitividad entre poetas aburridos, y los que prenden la mecha, bueno, venía Demóstenes, a llenarse los pantalones de piedras mosaicas. Mozo. Her moza.



lunes, 10 de febrero de 2020

Mandarin Carroll arremete, acelera en el poema a punto de estrellarlo en gálico...



Gajaka extra (s) mitico lee el Pabellón del vacío de José Lezama Lima en su show poético de Marilyn Monroe. El Guanabano, Medellín, 2008). Me duermo en el Tokonoma. Foto de C.E.O.

Poemas con retroexcabadora O prisión perpetua.

Por Mandarin Carroll (heteronimito siglótico)

I

La simple (ella la simple) nada que nada significa, la voz del abismo, sin tache ético, ético peludo.

Faltando algunas millas para la exaltación de mi espíritu parejo.

Como el profesor de geografía (un inútil en física): 5 ríos de Santander? Nadie en la clase sabe. Inútil. Ah si, pues un dictador procederá a vendérselos a una multinacional.

Hasta aquí no hay métafora superdicha, el espíritu siempre se exalta, y en la venta vendrían las metáforas dolorosas.

Yo miro aquella voz de soñador, que cuenta hasta cuatro hijos, que no sabe o no le interesa la voz unánime de ese dictador que vive cómo un rey.

Enderezo espalda y los miro insatisfecho, pletórico de una reciente lectura, contrastado según las épocas; en el barroco sería un esclavo. Cervantes y la esclavitud perpetua.


II

Nadie nos quiere, ni el verso más bello, escribió Gabriel del Casal, y estaba por primera vez influenciado por los amigos temerarios en la edad temprana de Rimbaud y del Conde de Lautréamont.

Un abismo insondable te lleva cercano a la muerte, a la postre el amigo enamorado, sin esos reveses que te conducen a la desfachatez de espíritu. A despreciar la mitología griega.

No nos queda sino recoger los honores del otro, cuidar el manto de ese entrecejado entre los demonios perseguidores. La súplica de Oquendo de Amat, no me dejen morir.



III

Si todo va unido, qué se hace lo que se rompe? Cuelgan las apariencias, el amor es exactamente lo que dice la balada, apretujados un arándano por Ariadna, y más (el canto) las ballenas del barco de Lautréamont con escafandra.  Again again and again?

Me solidarizo al miedo de quedar nuevamente esclavizado, el alucinógeno en la mano, y no lo suelta para la hermandad criminal hacia la muerte estrecha de esos comederos de odio (Así los vi en Salamanca (Amenábar).

Te salva el espíritu convexo decía Proust, pues no ves el mundo con las milenarias especies aplastadas. Ya voy siendo.

IV

Queda claro que el Buda no es Buda y el Rey no es el Rey, para re modelar esta Calzada de Jesús del Monte, del gran Eliseo Diego.
Parece que fue ayer, y el místico moría callado (que gran metáfora).

Yo ahora tomo agua con gas, al menos quedo bien ante la audiencia armada de la fiesta. Al menos no te mata el guasón tenebroso de la pantalla. Y sueñas con la torre inclinada del desfiladero cromático.

Bajas tus raciones personales, y ves la reina que no es la reina, el rey que es un pichón de lagarto, y tu, envalentonado la metes olímpicamente en el refrigerador perfumado. Aquí hay más de Uno.

La audiencia para la fiesta, nunca más serán iguales, con el cine te enamoraste de Mara, la deidad de otra manera. Los activistas del desorden la tienen cínica, para cuando estalle la guerra más cercana.

                                            
                                             La araña de Louise. Museo Guggemheim de Bilbao. Foto de Loli Cienfuegos.

V

La arqueología siempre será crítica, pues quiere ver las escenificaciones con aceptación clásica, y disfrutarla de nuevo, al ver la tortura, siglos después. Agamben contra Bataille. Y es que crees no verla.

Que oblongo, hablo del Castillo de Kafka, casi cuadrado, así no altera el marco del laberinto sin la energía del minotauro. Lo que se vaya entendiendo forma base del liceo.

Mi amigo Aristóteles (alias muñeco) dice que hacen falta vaginas para no claudicar hasta el último beso de la seducción.

Y el otro Lezama se hizo amarrar del mástil del bergantin improvisado de la (s) tormenta, para evitar las sirenas, a las que le faltan Las nanas de las cebollas.

           
             Lezama y Martí por Caridad Asencio.



domingo, 2 de febrero de 2020

A uno siempre le pica el bicho de la poesía peruana; yo diría del Imperio del Perú. Con Rodolfo Hinostroza, una semblanza en forma de Égloga.





Rodolfo Hinostroza (1941-2016)

La magia del artesano en todos los imperios.

Por Gajaka Extra(s)mitico

Rodolfo Hinostroza decía que el arte poético cubre el amplio mundo de la palabra. En aquellos hexámetros (neoromanos) que daban cuenta de la palabra, el sin sentido, propio de una cultura naciente. Nos tiramos al agua, y el mar muerto de la neutralidad. 
Este Consejero del Lobo (1965), ya nos lleva por senderos de dicha y de placer.

Ya no somos esos aventureros conquistadores, que no alcansaban a decir el nombre completo de su verdadero origen. Quizás nunca habían visto pájaros y dijeron fush fus fo. Y dejaron pasar este origen, que sin ser origen nos rigen hoy.

Se ha parado por encima de César VALLEJO y nos ha cantado la tabla a todos. Un merecido, empedernido premio, no lo llevó a la inmortalidad. Veía a Luis Hernández cómo el lirico que él nunca fue, esquizofreniado. Los últimos cuates (símbolos preclaros) de la poesía del 60.

Amó los senos del Obscuro objeto del deseo, y el consejo para sobrevivir, ah eso si, no es de viajes de envergadura. Cómo? Si iba detrás de Vallejo en París ( y quién hacia esos versos heptasílabos, un equilibrista de circo mediático); sin contárselo a nadie, y alejandrinos, Hinostroza, para un náufrago en el Perú, en la dictadura de Velasco, con dura Contemplación de la belleza. Eran los bardos que hubiera querido Haya de la Torre en nombre de Vállejo.

A mi me lo iba a contar. Pero no vino a Nueva York para despedirse, mandó a Eduardo Espina, (sic), y qué me perdonen los dioses por lo que dije, proyecto de la Máquina Barroca (2014) de Lila Zemborain y Mariela Dreyfus en NYU. Buen sucesor.



Los poetas Blanca Valera y Rodolfo Hinostroza. 1987. Foto de Hernán Schawartz C.

Un consejero conceptista, la variante entre un cielo que es de todos, Machu Picho, Titicaca, Creta,  y un infierno que es del Dante y Virgilio. Las églogas pastoriles, por ejemplo, le faltó historia para los Andes peruanos.
Y para ti solo el paraíso persa.

Ah, que solo venían a matar, por eso no disfrutaron del mar de coral rojo, que se nota en sus ásperos labios de la lascivia, y de la abundancia de naturaleza,  que solo Dios en ninguno de ellos, lo ha reconocido, que los cegó el oro que se iban quitando; y esos son los motivos, nuestros ancestros sin corazón, ni cerebro, un ADN, vergonzosa tiranía.
Pero los reyes reyes son hasta el reyecito, Horacio fue su maestro:

¿Me dirás si una premonición, como una joven viuda
ha transitado la aridez de mi sueño?

¿Me dirás si el espíritu posee las curvas de un espejo?

(De Horacio, Consejero del lobo).

Relato de Otello,  poema en donde se secan todas las esperanzas, sólo Roto por las matracas de la guerra. La sexualidad en esos cofres de ébano (versión). Yo diría, dije, cofrés. ¡… Scila y Caribdis, esas dos putas viejas escupieron mi espalda, en el comienzo de su gran poema, Relato de Odiseo.

Por más que trinche, berrinche, y se vuelva persa y luego quechua, por rabia de esa tradición que fue salvada por los Persas, y, odiada y despreciada por los cristianos ortodoxos (sin cuna aria cómo ellos, que han gobernado a Roma hasta el presente. Mal copiado del poderío persa y griego.  Apenas logro ver el bosque de las Pléyades, y este persa de Hinostroza.

Si vamos a Contra Natura, (1971), lo oí, Orígenes de la sublimación, un estilo en su poesía que nadie lo había intentado, ni siquiera por la lírica de todos los tiempos. Ungaretti, pero no importa el caso, los otros generacionistas del 50, del 60 y del 70 salieron huyendo por todo el mundo;  gracias a Rodolfo.

Aprendizaje de la limpieza, te coloca a Hinostroza cómo su psicoanalista de cabecera, bien lo dijo Pedro Granados, todo cambia con este astrólogo desmemoriado. Me hubiera gustado un viaje extraterrestre con el poeta, a Casiopea.

Si la infinitud de la página blanca

es sólo un predicado del cuerpo que la mira,

el blanco es, más que color, stase
                                                      y el stase no comporta color.



Las Pléyades, mitología griega.

Del  poema, 4 proposiciones para Max Rethaman.

Se sentó feliz en la academia de la vida después de publicar estos dos formidables poemarios. Consejero del lobo y Contra Natura, mientras los otros lloraban porque no habían publicado cinco o seis poemarios cómo lo hizo Enrique Verástegui, poeta y matemático.

Una buena conclusión:
[MAZ]*: Entonces tenemos que remontarnos a los clásicos, se percibe en tu poesía su presencia, tal vez por tus imágenes tan inusuales y transformadas a tu contexto y poética personales.
[RH]: Sí, mucho, mucho. Por ejemplo, más imágenes tiene Góngora que Quevedo. Hay una catarata de imágenes en Góngora maravillosas. El mismo dice en un verso: aire articulado, es un poco el aire articulado lo que hace Góngora, o sea articula el aire. Sus versos son aéreos. Hay una especie de espacio interno en Góngora que hace que todo lo que haga sean construcciones góticas: el espacio interior es gótico. Él me ha dado mucho. Tú estás hablando de la imagen, ¿no? Y claro, en lo que se refiere a la imagen, Góngora, también Saint John Perse, es un mago. He pensado mucho en relación a Pound, se me ha relacionado mucho con Pound, quien es un poeta formidable; sin embargo, creo que he leído mal a Pound.
*Extractado de Vallejo y Compañía. Parte de entrevista del poeta  Miguel Ángel Zapata al poeta Rodolfo Hinostroza.
>