Elizabeth Torres, la poeta neoyorkina con Gajaka, en su Maratón Cultural, 2012; a su lado la sombra del ayer y del mañana. Foto de Cristancho.
La crisis del estilo
Gabriel Jaime Caro (Gajaka)
Quiero
escribir sobre una poeta, si es que hay una como Alejandra Pizarnik (Árbol de
Diana”), la locura y la sombra, como aquella obra de teatro que agregaba humo a
la sombra, en fin que por el machismo y por el machismo gay se olvidan a no ser
que insistan como Marosa di Giorgio, Dulce María Loynaz, y Carilda Oliveros, en
fin que de la Pizarnik se lo que saben sus seguidores místicos, y la lectura
rica de su imagen.
Mi pobreza
acerca de ellas es tan demasiado que los
perros comen muerde de rabia sin el bosque florido tierra aire para el trueque.
Disperso en ese viento quemado de partículas atómicas abrazadoras perdidas
entre las sombras cadenciosas de la casa fiel.
Rosario
Castellanos alguna vez te envolvió contra los otros agarres, Octavio Paz no es
más grande que Marta Trava, y ese señorcito barbajovista se tira de para atrás
mientras yo levanto el libro de la difunta al viento colmado del modernismo.
Sonríe el
tartarista coronado de estrellas, celda 82, Marcos índice, el artista ovni, de
lo anterior, pero Reyes y Paz contra Traba y Rama, tentativas inmunes al cabo
de la vida tártara.
El último libro
de Mercedes Roffé me obligue a seguirla sin el fantasma de la ópera. Pero
Silvia Plath es la mejor. Siglos van y siglos vienen con Emily Dickinson y su
entrada al cannon occidental.
La
acostumbrada muerte de los guerreros con sus autos de fé, y la quietud del
mundo, tiesa y vacía, a la terrible lección de la balaustrada de Praga.
“La muralla
China” nos ha hecho vivir a todos nuestras décadas prodigiosas como la del cine
francés, más que todo la descripción exacta de la oración por la que siguen los
amantes. Lo peor con el epitafio: “deseo estar con las cenizas de Clarice
Lispector”.
Si una mujer
te regala una cerveza, de ahí a la eternidad (¿necesitará entre comillas?). Dos
más, vamos en línea recta, la cura del eclipse de sol, el fin de una monada.
Colombia tiene poetas en las provincias, olvidadizas: Margarita Cardona, Marta Quinónez, Lucía Estrada. Dice el académico ensayista, Jorge Alberto Naranjo, que en 1905, habían en Colombia 800 poetas entre hombres y mujeres. Y solo 12 fueron reconocidos.
Colombia tiene poetas en las provincias, olvidadizas: Margarita Cardona, Marta Quinónez, Lucía Estrada. Dice el académico ensayista, Jorge Alberto Naranjo, que en 1905, habían en Colombia 800 poetas entre hombres y mujeres. Y solo 12 fueron reconocidos.
Lo que
necesita el ensayista es salirse rápido de la poesía, le importa chana que
juana. Recurrir al doctor y pedirle explicación, la muerte es el comienzo del paraíso.
The end edén
perdido.
En la foto Gabriela Mistral y Victoria Ocampo.
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La metáfora ha muerto.
Mercedes Roffé
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La metáfora ha muerto.
Mercedes Roffé
Nada se parece a nada.
La más mínima fracción de cada átomo absorbida en
la tarea de cumplir su ínfimo mandamiento.
Sostenerse en el ser, cada mañana, no importa qué.
La anatomía exhausta del ciprés... La terquedad
crispada de los pinos... El blanco inocuo del hielo en el
dintel.
El orín del perro del vecino traza un surco en la nieve.
Minúsculo. No menos
que todo lo demás. No menos
que esta arrebatada voluntad, la inanidad segura de
este intento.
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Versiones de Jesús Pardo
Canción putesca
La blanca helada se acabó,
los sueños verdes nada valen,
tras un mal día de trabajo
llega el momento de la sucia puta:
su simple fama llena nuestra calle.
Todos los hombres:
blancos, rubicundos, negros
derivan hacia su forma desmañanada.
Fijaos, os pido, en esa boca
hecha para bofetadas
en ese rostro costuroso
sesgado a fuerza de pintarrajos, hondones, marcas,
violado por cada hosco año.
Ningún hombre se le acerca
que sea capaz de concentrar aliento
con que corcusir fuego de amor en tan fétida mueca
como apuntan
mis castísimos ojos
saliendo de charco, zanja, trago.
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CUARTO SOLO
Alejandra Pizarnik
Si te atreves a sorprender
la verdad de esta vieja pared;
y sus fisuras, desgarraduras,
formando rostros, esfinges,
manos, clepsidras,
seguramente vendrá
una presencia para tu sed,
probablemente partirá
esta ausencia que te bebe.
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Marta Quiñónez
LXXVIII (de "No, libro de Haripalas")
No es tu sombra
la que guarda los afanes
ni tu cuerpo
el que hace el arco de la alianza
para protegerme
Es el abandono
del círculo sagrado
Es la mañana
desencadenando
los delirios
las batallas
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Lucía Estrada
Lucía Estrada
Abro la noche para recibirte. En cada palabra
mis manos inician un largo recorrido hacia la sombra,
hacia lo que no es posible abarcar. Y sin embargo,
helo ahí como si quisiera traernos un pedazo de nosotros mismos,
un fragmento de luz, una sílaba cerrada en su misterio.
Nombrarte es el comienzo del exilio. Y permanecer en ti
una constante despedida. Ofrezco mis ojos a lo que se diluye bajo tu lámpara.
A la eternidad que se desteje minuto a minuto para que yo pueda entrar en ella.
Sin cortejos. Sin una guía para mis pasos.
Escribo en el polvo este no saber hacia dónde,
a qué distancia se oculta la rosa.
Nuestro diálogo es el inicio del viaje, su silencio el camino de retorno.
Es necesario permanecer a la intemperie.
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Támara Kamenszain
Soy la okupa de mi propia casa
desde que la propiedad se fue de mí
ya no tengo escritura y como en los sueños
la puerta de entrada me espera afuera
para que todo empiece de nuevo
atravieso de canto esa hospitalidad
atrás de los cuadros debajo de los muebles
se aquerencia un techo nuevo
donde hubo hogar quedan fotogramas
vos tu él el hombre con cama doble
mudado por el cuarto a la deriva paso a paso
los libros del living lo siguen arrastrados
en un maletín que se desfonda y es en el baño
donde la mochila ruge por última vez.
Hablo de un inodoro que nos traga lejos
hasta otras casas.
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Anne Sexton
Eugenia Sánchez Nieto
La noche besa mi mejilla
El viento sopla por un balcón
Teresa María Gallón, la reina de los poetas neoyorkinos, IN MEMORIAM, en el apartacho de la historiadora e ilustradora de "Realidad aparte", Vicky Paz, en el East Village, Manhattan, junto al recién llegado, Peter Diffin. 1989. Foto de Manolo Tamayo. Archivo de Gajaka.
desde que la propiedad se fue de mí
ya no tengo escritura y como en los sueños
la puerta de entrada me espera afuera
para que todo empiece de nuevo
atravieso de canto esa hospitalidad
atrás de los cuadros debajo de los muebles
se aquerencia un techo nuevo
donde hubo hogar quedan fotogramas
vos tu él el hombre con cama doble
mudado por el cuarto a la deriva paso a paso
los libros del living lo siguen arrastrados
en un maletín que se desfonda y es en el baño
donde la mochila ruge por última vez.
Hablo de un inodoro que nos traga lejos
hasta otras casas.
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Vida
Perdí un día
el miedo de sufrirte
descubriendo
el libro bebedor del destino
frente a la
naturaleza
de aguas y
tejidos
mis ojos
inflamados no lloraron frente
al cadáver
de la realidad
todo era un
sueño y ya faltaba poco para terminar
tal vez ya
habíamos pasado la mejor parte del camino
y ahora no
éramos sino excavadores malditos de la tierra.
Vallejo
Hoy no ha
venido nadie
qué poco he
muerto
la carta resbalada
en la ventana
se quedó con
tus manos
se verifica
en la soledad
una presencia
como una deidad
oscuro es
una palabra
que nadie se
atreve a forjar
el miedo
paraliza toda la mano
Fútbol
Ellos
jugando al fútbol
yo desechando
toda dialéctica
las palomas
pasaban
tendría que
irme para otra parte
los solitarios
siempre somos sospechosos
____________________________________________Anne Sexton
El asesino |
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Eugenia Sánchez Nieto
FILIACIÓN DESCONOCIDA
Me perdí en el piso trece de un edificio
de Manhattan
mujeres sin rostro dan la bienvenida
un coro hermoso sobrecoge mi ser
una flauta un piano me induce por un
largo camino
olor a palo santo embriaga la atmósfera
bellos hombres muestran sus cuerpos.
La noche besa mi mejilla
en el largo corredor figuras
escurridizas
se mueven ágilmente
¿A dónde me conduce este camino?
un concierto de murmullos tensiona mi
espera
la tristeza construye un rostro bello
pero extraño
sombras huidizas tocan mi espalda
un hombre negro sonríe y muestra sus
blancos dientes.
El viento sopla por un balcón
las cortinas se mecen provocando una
danza
reiterada y extraña
un bello hombre observa un lugar perdido
en su imaginación ama, penetra, se extasía
mujeres pequeñas sonríen desde diversas
puertas
hombres generosos ofrecen su desnudez
la noche para el encuentro, la danza
talentosa,
el piso trece, Manhattan sin miedo.
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Teresa María Gallón, la reina de los poetas neoyorkinos, IN MEMORIAM, en el apartacho de la historiadora e ilustradora de "Realidad aparte", Vicky Paz, en el East Village, Manhattan, junto al recién llegado, Peter Diffin. 1989. Foto de Manolo Tamayo. Archivo de Gajaka.