C H U R R U N G U I S T U N G U
I S: LAS SEVERÍSIMAS NEOBERRACAS y CARRASQUILLÓLOGOS................................................. Collage de los collages, trabajos nuevos para una exposición. Gajaka extrasmixtico. Galería Hebras y Solares. 2023
Contando estoy los pasos de la
fiesta, que animalidad.
Por Sin Nombre Divino
Entre uno y
otro, los otros que ocuparan su lugar, en un sueño y de otro, sin dar pie a la
metafísica que no se ve venir, encerrada como una mujer en el espejo rojo.
Prendas de
vestir se tiran hacia arriba, impidiendo ver la caída por un ruido
enceguecedor. Pasa la policía sin ley, acompaña a los purgatorios incompletos,
la bebida demasiado azucarada, no convence, si el que se cree genio, no aprende
a besar el trasero de sus recuerdos aparecidos en escena.
Si
existieron tres siglos inútiles, cómo reparar los daños a la pintura con el Neo clasicismo de Carlos VI, Luis XVI?
El
horripilante deseo del marqués puntiagudo, hoy entre las cadencias del ritmo
sincopado y de gritos anárquicos pauperizados, y yo aquí aplazando el
encogimiento por el tobogán de risas, mañana.
Y usted me
habla de tiempo dormido, centros de atención con polvo de la arena movediza,
rápido descreimiento, por entre las pesadillas prohibidas, permanezca sentado
en la sala de esperas, de los cohetes de caramelos en el hoyo del alma.
Por si
perdemos con el suicidio, ganamos con la multiplicación de verdugos de corta
edad. La sola página favorita permanece engavetada para el voyerista de la
muerte.
No hay
espacio para acomodar la luna del crecido bermellón, apostando al hermético uso
del noviazgo, al que no le cuadra, es porque rinde cuentas, y solo conserva de
las crías, los pollitos enfermos de la demarcación. Huele a demostración
excesiva del uso de haber nacido en una isla parecida a un pescuezo exhibido.
Córrase, de salida
a los frenteros, y más que nada al susto de morirse por aspiración de los algodones
de acero de la nevera de invento alemana, y no es que acuse, solo recuerdo que
fueron exterminados todos, a los que corrían como perros detrás de un conejo de
peluche.
Ay,
sobrantes para partirse a la mitad delante del rey Salomón.
Afiche y collage para La Mecánica Enlagunada, play, de Gabriel Jaime Caro (Gajaka).
Taller III, penúltimo intento. No salven las alas de pollo, le ha faltado, Eguren y Sologuren.
Lo advertí, concebido sueño de la locura.
El que copiaba el recital, en un terrible hiperrealismo, en la misma fila y la de atrás, enviado por el santero los motores de Bhaktivinoda Thakura... Un poema de Borges de El otro, El mismo, 1964.
Fin de alucinesimpertérritas.
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Mateo, XXV, 30 (por
Jorge Luis Borges)*
El primer puente de Constitución y a mis pies
fragor de trenes que tejían laberintos de hierro.
Humo y silbatos escalaban la noche,
que de golpe fue el Juicio Universal. Desde el invisible horizonte
y desde el centro de mi ser, una voz infinita
dijo estas cosas (estas cosas, no estas palabras,
que son mi pobre traducción temporal de una sola palabra):
—Estrellas, pan, bibliotecas orientales y occidentales,
naipes, tableros de ajedrez, galerías, claraboyas y sótanos,
un cuerpo humano para andar por la tierra,
uñas que crecen en la noche, en la muerte,
sombra que olvida, atareados espejos que multiplican,
declives de la música, la más dócil de las formas del tiempo,
fronteras del Brasil y del Uruguay, caballos y mañanas,
una pesa de bronce y un ejemplar de la Saga de Grettir,
álgebra y fuego, la carga de Junín en tu sangre,
días más populosos que Balzac, el olor de la madreselva,
amor y víspera de amor y recuerdos intolerables,
el sueño como un tesoro enterrado, el dadivoso azar
y la memoria, que el hombre no mira sin vértigo,
todo eso te fue dado, y también
el antiguo alimento de los héroes:
la falsía, la derrota, la humillación.
En vano te hemos prodigado el océano,
en vano el sol, que vieron los maravillados ojos de Whitman.
Has gastado los años y te han gastado,
y todavía no has escrito el poema.
Las pinturas de Quevedo y Góngora.....irraccionales, legado de imposibles, cómo nono sacudirse.
Mandarin Carroll.
Lectura de la servilleta del Rey Felipe IV con la misiva de Quevedo y Villegas para comenzar Curso III de poesía neoberraca
Francisco de Quevedo y Villegas, retrato de Francisco Pacheco.
Católica, sacra y real Majestad, memorial atribuido a Francisco de Quevedo y Villegas
Á S. M. EL REY DON FELIPE IV MEMORIAL Católica, sacra y real majestad, Que Dios en la tierra os hizo deidad: Un anciano pobre, sencillo y honrado. Humilde os invoca y os habla postrado. Diré lo que es justo, y le pido al cielo Que así me suceda cual fuere mi celo. Ministro tenéis de sangre y valor, Que sólo pretende que reinéis, señor, Y que un memorial de piedades lleno Queráis despacharle con lealtad de bueno. La Corte, que es franca, paga en nuestros días Más pechos y cargas que las behetrías. Aun aquí lloramos con tristes gemidos, Sin llegar las quejas á vuestros oídos. Mal oiréis, señor, gemidos y queja De las dos Castillas, la Nueva y la Vieja. Alargad los ojos; que el Andalucía Sin zapatos anda, si un tiempo lucía. Si aquí viene el oro, y todo no vale, ¿Qué será en los pueblos de donde ello sale? La arroba menguada de zupia y de hez Paga nueve reales, y el aceite diez. Ocho los borregos, por cada cabeza, Y las demás reses, á rata por pieza. Hoy viven los peces, ó mueren de risa; Que no hay quien los pesque, por la grande sisa. En cuanto Dios cría, sin lo que se inventa, De más que ello vale se paga la renta. A cien reyes juntos nunca ha tributado España las sumas que á vuestro reinado. Y el pueblo doliente llega á recelar No le echen gabela sobre el respirar. Aunque el cielo frutos inmensos envía. Le infama de estéril nuestra carestía. El honrado, pobre y buen caballero, Si enferma, no alcanza á pan y carnero. Perdieron su esfuerzo pechos españoles. Porque se sustentan de tronchos de coles. Si el despedazarlos acaso barrunta Que valdrá dinero, lo admite la Junta. Familias sin pan y viudas sin tocas Esperan hambrientas, y mudas sus bocas. Ved que los pobretes, solos y escondidos. Callando os invocan con mil alaridos. Un ministro, en paz, se come de gajes Más que en guerra pueden gastar diez linajes. Venden ratoneras los extranjerillos, Y en España compran horcas y cuchillos. Y, porque con logro prestan seis reales. Nos mandan y rigen nuestros tribunales. Honrad á españoles chapados, macizos; No así nos prefieran los advenedizos. Con los medios juros del vasallo aumenta, El que es de Ginebra, barata la renta. Más de mil nos cuesta el daros quinientos; Lo demás nos hurtan para los asientos. Los que tienen puestos, lo caro encarecen Y los otros plañen, revientan, perecen. No es buena grandeza hollar al menor; Que al polluelo tierno Dios todo es tutor. En vano el agosto nos colma de espigas, Si más lo almacenan logreros que hormigas. Cebada que sobra los años mejores De nuevo la encierran los revendedores. El vulgo es sin rienda ladrón homicida; Burla del castigo; da coz á la vida. "¿Qué importa mil horcas, dice alguna vez, Si es muerte más fiera hambre y desnudez?" Los ricos repiten por mayores modos: "Ya todo se acaba, pues hurtemos todos." Perpetuos se venden oficios, gobiernos. Que es dar á los pueblos verdugos eternos. Compran vuestras villas el grande, el pequeño; Rabian los vasallos de perderos dueño. En vegas de pasto realengo vendido. Ya todo ganado se da por perdido. Si á España pisáis, apenas os muestra Tierra que ella pueda deciros que es vuestra. Así en mil arbitrios se enriquece el rico, Y todo lo paga el pobre y el chico. Sin duda el demonio, propicio y benino Aquel que por nombre llaman peregrino, Al Conde le dijo, favorable y plácido, Cuando su excelencia oraba en San Plácido: «Del rey los vasallos compiten tu puesto; Destruye, aniquila y acábalo presto. Los de la Corona mayores contrarios Serán la disculpa para tus erarios: Que si acaban éstos con la monarquía. Morirá también quien te perseguía. Mejor libra en guerra el que es prisionero Que el que es sentenciado por el juez severo. La causa de todo lo que ellos ganaron, No la mataron, sino la libraron.» Esto dijo el diablo al Conde Guzmán, Y el Conde prosigue como don Julián. Consentir no pueden las leyes reales Pechos más injustos que los desiguales. Ved tantas miserias como se han contado, Teniendo las costas del papel sellado. Si en algo he excedido, merezco perdones: Duelos tan del alma no afectan razones. Servicios son grandes las verdades ciertas; Las falsas razones son flechas cubiertas. Estímanse lenguas que alaban el crimen, Honran al que pierde, y al que vence oprimen. Las palabras vuestras son la honra mayor, Y aun si fueran muchas, perdieran, señor. Todos somos hijos que Dios os encarga; No es bien que, cual bestias, nos mate la carga. Si guerras se alegan y gastos terribles. Las justas piedades son las invencibles. No hay riesgo que abone, y más en batalla. Trinchando vasallos para sustentalla. Demás que lo errado de algunas quimeras Llamó á los franceses á nuestras fronteras. El quitarle Mantua á quien la heredaba Comenzó la guerra, que nunca se acaba. Azares, anuncios, incendios, fracasos. Es pronosticar infelices casos. Pero ya que hay gastos en Italia y Flandes, Cesen los de casa superfluos y grandes. Y no con la sangre de mí y de mis hijos. Abunden estanques para regocijos. Plazas de madera costaron millones, Quitando á los templos vigas y tablones. Crecen los palacios, ciento en cada cerro, Y al gran San Isidro, ni ermita, ni entierro. Madrid á los pobres pide mendigante, Y en gastos perdidos es Roma triunfante. Al labrador triste le venden su arado, Y os labran de hierro un balcón sobrado. Y con lo que cuesta la tela de caza Pudieran enviar socorro á una plaza. Es lícito á un rey holgarse y gastar; Pero es de justicia medirse y pagar. Piedras excusadas con tantas labores» Os preparan templos de eternos honores. Nunca tales gastos son migajas pocas, Porque se las quitan muchos de sus bocas. Ni es bien que en mil piezas la púrpura sobre, Si todo se tiñe con sangre del pobre. Ni en provecho os entran, ni son agradables, Grandezas que lloran tantos miserables. ¿Qué honor, qué edificios, qué fiesta, qué sala, Como un reino alegre que os cante la gala? Más adorna á un rey su pueblo abundante. Que vestirse al tope de fino diamante. Si el rey es cabeza del reino, mal pudo Lucir la cabeza de un cuerpo desnudo. Lleváranse bien los gastos enormes; Lleváranse mal si fueren disformes. Muere la milicia de hambre en la costa; Vive la malicia de ayuda de costa. Gana la vitoria el valiente arriesgado; Brindan con el premio al que está sentado. El que por la guerra pretende alabanza Con sangre enemiga la escribe en su lanza. Del mérito propio sale el resplandor, Y no de la tinta del adulador. La fama, ella misma, si es digna, se canta: No busca en ayuda algazara tanta. Contra lo que vemos, quieren proponernos Que son paraíso los mismos infiernos. Las plumas compradas á Dios jurarán Que el palo es regalo y las piedras pan. Vuestro es el remedio: ponedle, señor. Así Dios os haga, de Grande, el Mayor. Grande sois Filipo, á manera de hoyo Ved esto que digo, en razón lo apoyo: Quien más quita al hoyo, más grande le hace; Mirad quién lo ordena, veréis á quién place. Porque lo demás todo es cumplimiento De gente civil que vive del viento. Y, así, de estas honras no hagáis caudal; Mas honrad al vuestro, que es lo principal. Servicios son grandes las verdades ciertas; Las falsas lisonjas son flechas cubiertas. Si en algo he excedido, merezca perdones: ¡Dolor tan del alma no afecta razones! Diciembre de 1639
Tomado de Obras Completas, prosa, "Aguilar", sexta edición 1966. F. Quevedo.