domingo, 27 de febrero de 2022

Lila Zemborain, Matrix Lux...Carga sus tombolas, exilios y motores de esa única metáfora, indescifrable...Con un volúmen de poesía, lleno, suspicazmente una entrega total, Neobarroca. De papisa no tiene nada, pero de poeta seductora, con las formas de las palabras, mucho.



Matrix Lux de Lila Zemborain. Foto archivo de Gajaka Extra (s) mi(x) tico. 

I

Me he tomado de sorpresa al llegar aquí de la danza al ordenador, la fórmula fuertísima, y saz a pelo un relato fantástico de Lovecraft  (La música de Erich Zann), a la pregunta, y en mi mano izquierda el libro Paradiso de Lezama Lima, al caso, pongáse número, leyes e inventese un tercero, en este diálogo, sobre poesía latinoamericana en Nueva York, y si es qué apenas empezó a los 70s,? Es para emigrar de nuevo, pero pensé ahora que escribiré sobre Matrix Lux la antología poética de Lila Zemborain, poeta de Argentina.

Por Gabriel Jaime Caro (Gajaka)

RASGADO, al abrir el libro en cualquier parte, que no es forma de cualquier parte, y dedicado a Lorenzo, hijo (Mi hijo Lorenzo en su lugar) y traductor. Ese 9/11, ese 2001 en Manhattan. La poeta argentina Lila Zemborain, mi Yellow Zemborain!: No Zemborein! Yellow Zemborain. Muy concreto. Nuestras peleítas, con algún fondo, sin almibarado.

Y HEXÁGENO, días después del 9/11, Erbarme disch. Divina amiga, La máquina Barroca, nos enamoró de nuevo de la poesía barroca, neobarroca, y sus ahijados por ahí en esas eras imaginarias. Arturo Carrera. José Kozer, Rodolfo Hinostroza (In Memoriam), Eduardo Espina, Mariela Dreyfus, Roberto Echavarren, León Félix Batista, Mercedes Roffé, Benito del Pliego, Roger Santiváñez, Entre nosotros la María Sabina, adivina.

Lila es una era imaginaria (versión, Arturo Carrera, prólogo), este poemario, transbarroco persigue invitar a Bacco, y a la misma corse, algo de corso, de la aventura en el papiro oriental.

Su color naranja, la portada, Bajo la luna poesía, editores, no lo lleva cualquier mixtico, el mixtico mismo. Matrix Lux va a los dibujos de la autora. Paracelso, Kafka. Me gusta Materia Blanda con sus dibujos, antes del Matrix Lux en el teatro de las marionetas, de la ceguera, Borges y su discurso. Sherter island.

Cuándo Alejandra Pizarnik aparece, aparecen las Ocampo, en aquella obra de teatro, donde la pizarno llama a la Silvina Ocampo y le dice, no tengo dinero para comprar chusca, y te voy a leer este poema a Spinoza. En El rumor de los bordes, 2002-2003, ah, destacar el caos, y las palabras cimeras y la regeneración, más capaz y menos violenta. Gracias Bajolalunapoesía.


Lila y su libro Matrix Lux. Foto sacada de Vallejo y Co.

Tiene que ser un nivel de paraíso por dos infiernos, Paradiso, El hombre de la esquina rosada, el Chéjov de las islanderas.

Ha vivido en New York gran parte de su vida, desde 1985, cuando Kozer hacía Enlace, la primera y segunda Feria del libro latinoamericano (que fue en NYU), Roberto Echavarren era académico de NYU, en fin de costas, Marosa di Giorgio descalza en sus perfomances. Jaime Manrique, Isaac Goldemberg (Brújula/ Compass, de Hostos), Reinaldo Arenas (El Mariel), Pedro López Adorno, Carmen Valle (In Memoriam) De esa especie humana de barruntos y borikén. Salía Realidad Aparte ( G.J.C. y J.B.C., N.J., luego A. Mejía, Realidad aparte, Segunda vida en los 90s.), con Miguel Falquez Certain, y su Marsolaire Interprises, poesía gestándose en Queens (Ollantay Center for de arts.), y traductor. 


Ilustraciones de Lila Zemborain para su libro Matrix Lux.

Pedro Prieti y the Nuyorican poets cafe. Los beatniks latinos. Umbrella House (Neonadaismo neoyorkino de los 90s).



Tomada durante La Máquina Barroca (N.Y.U.) Noel Jardines, Jesús Blas Comas,  Lila Zemborain, Eduardo Espina, Mariela Dreyfus, Gabriel Jaime Caro (Gajaka), Mercedes Roffé y María López. foto de Manuel Molina, Revista Temporales, 2014. 

Hoy la poesía neoyorkina se ha encerrado o acobijado en sus pléyades, y vuela a ras anecdotario, pidiendo pista sin pistas, solo aplausos académicos; claro está fuera de lo que hacen en NYU, Lila y Mariela, siguiendo a la legendaria Silvia Molloy, con los graduados en Escritura creativa en español. Y las Series de poesía, desde hace 15 años.

El tono concreto, entre estuco, etrusca, y cava, refleja una luz que se cuela por sus textos, salpicados de materia transcelular: Materia Blanda, 2011-2012. Los Números ante el ordenador. Encuentre la más débil figura por donde entra un ocaso, o la maestría de las mujeres, en su rol transcendental, que no era otro sino la poesía!

Volver a Alfonsina y el mar, a la diosa creadora, a la madre de Dios, si, que rico el boton de fotogramas para el diminuto átomo o el zumbido cómo de abejas de Thomas Mertón. 

II



Arturo Carrera, hoy. Extractada de Poetas del siglo XXI. Antología Mundial.

 

 ........Prólogo a Matrix Lux por Arturo Carrera

 

 

No sería desacertado imaginar Matrix Lux, la obra poética de Lila Zemborain, como un tratado de las sensaciones, ya que leer su poesía es casi una experiencia mágico- religiosa. Y así podemos leer otros Tratados de las sensaciones —el de Teofrasto, por ejemplo, el de Condillac, por ejemplo, y extendiendo y maltratando la noción de tratado: todos los textos de Gertrude Stein, todos los de Michaux, todos los de John Cage…— puesto que hay en esos “mundos” una interpelación constante a los otros mundos, a los otros cuerpos, a las multiplicidades y versos que se van transformando en científicos “multiversos”. 

 

Es extraordinario entonces el proyecto de Lila Zemborain. Parece un paso a la acción cuando su poesía nos deja junto a esa masa inerte de las sensaciones, en el reclamo de una ilusión que llamamos a veces “esperanza”. 

 

Los poetas han planteado constantemente ese paso a la acción que suelen imaginar, una vez cumplida, en la pintura por ejemplo, o en la música por ejemplo. Fue el caso de Pasolini, entre tantos, que supuso que la verdadera poesía estaba únicamente en ese "poeta de 7 años", del que hablaba Rimbaud, pero del que él quería tomar sólo su realidad: “únicamente en la vida soy ese poeta niño, escribió, sólo en la vida, no en la escritura. No hay otra poesía que la acción real” —. Y concluye en su libro Poeta de las cenizas: “Temblás sólo cuando la volvés a encontrar en los versos o en las páginas en prosa, cuando su evocación es perfecta. Tendré siempre la nostalgia de aquella poesía que es acción por sí misma en su apartarse de las cosas en su música que no expresa nada más que la propia árida y sublime pasión por sí misma.”  

 

Y ésta reflexión es válida también para la poesía de Lila Zemborain por su apelación constante a “algo que va a cambiar algo”.  



 

En un poema de su libro Usted, dice:  

 

"me gustaba…tener esa ilusión de que se va a cambiar algo 

que se está cambiando algo 

 y después resulta que sí 

que algo cambia 

después de estar sumergida en una masa de inercia..." 

 

Algo que va a cambiar el mundo, algo como la vibración que en la grafía refleja cambios para nosotros imperceptibles: cambios en la memoria de la lengua, del habla, del cuerpo de los hablantes inclusive, que formalmente pasan como un pequeño enjambre invisible a cada voz de la escritura.  

 

En algunos de sus libros, Lila Zemborain experimenta con la poesía ekfrástica , es decir, con la descripción escrita de imágenes pictóricas, algo que siempre parece estar más cerca de la acción —insisto— que de la escritura misma; al lado de esos movimientos vitales que Lila nombra y exorciza en cada poema: sus vínculos con la madre y las hermanas, simbolizado o alegorizado por medio de los hilos y los tejidos; el mundo de la adolescencia colmado de amantes cuyos lugares para hacer el amor marcan las diferencias de humores, de tiempos cronológicos, de pasiones pasadas al texto como partículas de una vivencia casi sublimizada en una religión cotidiana, en sus formas casi sagradas. La relación con los ojos, la visión, las glándulas, las membranas, el cerebro. La importancia que vibra en sus grafismos. La relación con las sensaciones y ese denominador común que como dice Gilles Deleuze se expresa en el ritmo: ese  

 

inclinarse ante 

la resonancia 

amorosa de las moléculas 

y la energía que va más allá 

del tacto…” 

 

y ahora incluso, ante la aparición en la biblioteca de su familia de un álbum de su abuela con postales nazis, ella resuelve investigar ese oscuro designio bajo el nombre de: “la exploración de las manifestaciones del mal”, como la denominó. 

 

Embarcada en un proyecto cuyos límites desconoce pero que a los lectores nos resulta fascinante, Zemborain vuelve promesa cada poema, cada instante: cifrar y revelar con palabras, otra vez, con mantras como el que da constante resonancia a su extraordinario Matrix Lux, con sílabas o nubes de meditación, sonidos que se llaman, que se unen o se pierden como copos de una gran nevada. Y entre las miles de convenciones lingüísticas, pule el enigma de nuestra existencia que explora la de los “otros”: en este caso la misteriosa y bienhechora matriz real.  

 

Misterio de un misterio de lo actual y de la acción que se vuelve trazo más o menos perdurable en la húmeda pared de la cueva, de la choza, del castillo, del cuarto propio. 

 

Una manera de rozar esa infinita voluptuosidad de lo posible en la obra de Lila Zemborain es quizá aceptar otra vez la idea de las “eras imaginarias” que inventó José Lezama Lima, que serían algo así como lugares donde los artistas o los poetas deben ir a buscar una especie de imaginario hipertélico, milenario... Buscar, lo que aquí anhelaban y no pudieron alcanzar: un color, un acontecimiento, o una palabra que estuviera su alcance acaso en otro espacio-tiempo. En los etruscos esto; en los egipcios esto otro; en los asirios, en los chinos... Lezama, al sistematizar poéticamente esas eras, al darles un nombre haciéndonos conocer también cuánto de dolor hubo en la memoria milenaria, nos desplegó ese mapa y en él marcó un sitio de tesoro. Observó por ejemplo que los tormentos de Van Gogh hubieran cesado si él hubiera consentido desplazarse hacia el mundo de los asirios, donde “lo estelar fijado en lo cóncavo predominaba”. 

 

Para la desesperación, en la soledad, en el acmé de ese dolor humano para acceder por medio de la ilusión al “universo responsable”, Lezama inventó o conoció estas eras imaginarias. Yo intento ver en ellas metáforas de los antiguos misterios, que eran iniciaciones, pruebas, tests de fugas hacia lo imperceptible, puntillos de las desterritorializaciones o potens, posibilidades muy “escondidas” para alcanzar o perseguir la imagen de una intangible divinidad. 

 

¿En cuál era imaginaria podemos encontrar el tesoro de Lila?  Sin dudar me atrevo a decir: la de “la biblioteca como dragón”. La que destaca, entre los libros sagrados, los albures incisivos del I Ching —el misterioso dador del cambio de los cambios.  

 

¿No es lo que esta gran poeta pedía al principio, en sus primeros libros: “ese algo que va a cambiar algo”?  

 

***


III



Selección de poemas en desorden de los siete libros de Matrix (Poesía reunida (1989-2019).

La luna a veces dividida en dos se aparece como un espectro apuntalando un lado u otro del cerebro. Sin embargo se sabe que la oscuridad implica la espera. Enaltecerse para escribir la luna, su perfecta esfericidad dibujándose y desdibujándose en la acústica del aire. Siempre sorprende el más allá, el más acá, las mareas que suben y bajan todos los días a distintas horas, las marcas que dejan los detritos del mar, sus escrituras hediondas o las decenas de rayas que configuran un tejido semiótico imponderable. Hagamos lo que hagamos, esta confianza nos aliviana los huesos, nos organiza el ritmo del corazón. La razón nos dice soliviantemos, amemos, besemos lo que el reflujo deja de lado, lo que el sucumbir intrínseco del agua deja a sus pies. Así, el estrépito de las orillas estipula un consuelo, su imaginaria permanencia nos hace de alguna manera felices. Seamos felices entonces mientras dure. Carpe diem! El aire nos envuelve con sus manos de plata y verde metal. La adoración es al gusto que al cuerpo sacude a falta de manos reales que restrieguen el miedo a dejar en los bordes sólo lo abyecto. 

 

 

 

 

 Hay un proceso en la distancia veraz y atenuada que nada incipientemente en el inusitado espacio que ahora se revela como consolación. El fluir de la conciencia es el flujo del agua que transita por los bordes ahogando los sucesos en  disquisiciones a veces insolubles, otras emblemáticas. Ahora por ejemplo, sueño que los dedos pueden apropiarse de las letras porque hay indicadores que así lo estipulan. Había una sustracción para evitar el error y esa sustracción venía de lo táctil. Nunca hasta ahora había localizado la posibilidad de ese apoyo, esa sintagmática forma de conducir la ebullición. Destreza aprendida con el tiempo, pero no con la cabeza, siendo la repetición innumerable  lo que condiciona la posibilidad del error. Doscientas treinta mil veces intentamos que la confusión se acomode a nuestras vidas, sin saber que hay ciertos estímulos que  resuelven por lo menos un orden transitorio que consiente  cierta paz. Comencemos entonces a forjar lo que la lluvia determina  lentamente cuando el sol deja de brillar. La planta se potencia de tanta energía acumulada y la hoja se estremece cuando el agua deja constancia de su rastro lustral. 

 

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Es ver entonces el cuadrado desde afuera, un cuadrado que implica otros cuadrados, es decir, un cubo. Por las paredes de ese cubo abierto en el lado superior que nos permite vislumbrarlo, transita el agua. Tránsito que eleva el sonido a la voluptuosidad del eco. El eco del agua no responde a las voces que en su ensueño clamarían desde arriba, esas voces verticales que cayeron a la infinitud de las bases. Ahora en cambio, en la horizontalidad que impide la caída, tocamos el agua con las manos. Una ranura debajo de ese abecedario refresca los dedos. ¿Es agua bendita? ¿Son cuerpos que volvieron a la lasitud de su fluido primigenio? ¿Implica que la muerte es estas líneas rectas, mientras la vida es una azul esfera de esplendor? El color negro establece su aura funeraria, el metal que acredita su carácter de epitafio. Pero es el recorrido de los cuerpos vivos lo que da al monumento su espesor, estos cuerpos calientes que no saben si permanecer en silencio o rezar, que acceden a estos bordes a través de exasperantes líneas para comprobar la conformidad del escaneo.  La manera de llegar desarticula el carácter solemne de este rito, imprime de registros la desazón por la violencia desatada.  

 

 

 ¿Cuando llegaremos desde el borde hacia el infinito adentro de esta proliferación, un cubo que es un cubo que es un cubo que es un cubo? Pero estos cubos en su manifestación son huecos. Existe el texto en el espacio que limita y esos textos son lo humano. El resto es simple conmemoración. Lazo quebrado que se opone a la luz que emanaría de esos cuerpos si estuvieran vivos. El trasfondo oscuro no interfiere con las variaciones tonales de una reflexión. El reflejo encuadrado, parece decir el monumento, es todo lo que queda y el rumor del agua que se derrama sin pena por los bordes. Será tal vez esa constancia lo que impide que las lágrimas rebroten, que el organismo llore y cante simultáneamente y se agite con los dedos que descubren que pueden llegar a ser parte de esa lejanía. Tocar el agua es de alguna manera tocar esos cuerpos detenidos por milagro en la cavidad de sus nombres. Tocar el agua es saber que ese contacto es solamente perecedero, el asomo de lo que podría haber sido un socorro, la caricia que todos suponíamos podría haber invertido el encono que provoca la suprema radiación de tantas mentes proclamando la victoria de lo incomprensible. 

 

 

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 Si el lenguaje fija los conceptos y los ojos se cierran a las palabras en el sueño, la imagen se hace plana en otra forma de comprensión. El método es simple pero eficaz. Del concepto a la imagen, de la imagen a la representación. Un método de trabajo que preexiste las categorizaciones a manera de versos que se escapan de las manos para inferir que la frente es simplemente la picazón de un mosquito que flota en las intermitencias del aire que nos rodea inculcando al pensamiento la versatilidad de la piel. Un circuito encastrado en la materia fundante que absorbe en su consistencia lo prensil. Cinco son los dedos de la mano que implantan la percepción del número de letras que presiono para que la redundancia del lenguaje se haga forma.  La apreciación del resto es telón de fondo a este sincopado movimiento que exige una cierta tensión en el área posterior de la masa encefálica. Allí el condenado aspaviento se rehabilita y las aspas cavilan su putrefacción de carne. Indoloramente, la mente se prescribe en su carnaval de imágenes que subyugan el lenguaje y lo dejan manco. Es la expansión que surge de la mayor concentración. 



 Gratitude therefore takes nothing for granted, is never

unresponsive, is constantly awakening to new wonder.

 Thomas Merton

*** 

Ra          Ma        Da          Sa           Sa           Se           So           Hung

 

                        Inclinarse ante

 una inteligencia

que se manifiesta como luz blanca

y todo lo abarca y lo contiene

y lo rebasa

 

Inclinarse ante

la resonancia

amorosa de las moléculas 

y la energía que va más allá

                                                              del tacto

 

Inclinarse ante

la sanidad          -la santidad-     

que a sí misma se regenera

en la modulación empática

de la luz

               

Ra          Ma        Da          Sa           Sa           Se           So           Hung

 

 

 

Trans-fusión

dos sangres que se funden

y aclaran el prodigio

 

de ser otro en la sangre del otro

 

Trans-fusión

-fusión translúcida-

 

con un cuerpo anónimo

 

Ra          Ma        Da          Sa           Sa           Se           So           Hung

 

 

 

Llenar la matriz de luz

es la consigna

             

Abrir el tacto a esa luz

 

Luz blanca

 

Blanca dorada

 

 


Ra          Ma        Da          Sa           Sa           Se           So           Hung

 

 

 

Como cordero abierto

-de par en par-

 

el cuerpo desea

 

palpar la vida

 

 

Ra          Ma        Da          Sa           Sa           Se           So           Hung

 

 

 

Qué fue 

si no una alteración

que ahora fue extirpada?

                             

Procedimiento brutal

así como la química

que se internaliza

para eliminar

 

lo que puede haber quedado

más allá de la incertidumbre

 

en un dominio que se lee

en la sangre

 

Ra          Ma        Da          Sa           Sa           Se           So           Hung

 

 

 

Son estados abstractos

pero a la vez concretos

 

-tan en su lugar-

 

El lugar de los dedos blanco

Ra         Ma        Da          Sa           Sa           Se           So           Hung

 

 

 

¿Creo en lo que me trasciende

y a la vez me diviniza?

 

¿Creo en la supervivencia de los seres

en su constancia energética?

 

¿Es una fe ciega o la desarmonía

 

me somete a esta fuerza centrípeta?

 

Ra         Ma        Da          Sa           Sa           Se           So           Hung

 

 

 

Morirme

 

es algo que intento silenciar

o dejar claro

  

Y puesto así de esta manera

no es lo que yo quiero

 

Empezar en foja cero

en cada una de mis células

y agradecer la compañía

  

 

El otro

 -la energía cercana del otro-

es el atributo esencial



Poetas de Paso, en lo de Lila Zemborain: León Félix Batista, y Paul Guillén. Sergio Chefjec, Loli Cienfuegos, Noel Jardines, Gajaka, y otros invitados. Oct. 2021. Foto de Keila Vall de la Ville.
 

Ra          Ma        Da          Sa           Sa           Se           So           Hung

 

 

 

La naturaleza de la luz es conocida

la formación de las ondas lumínicas

la percepción a través del ojo

los conos y bastoncitos en la retina

el nervio óptico que las lleva al cerebro

 

Y lo que no es posible captar

las máquinas lo determinan

 

Y además está lo que se proyecta en el tercer ojo

las iluminaciones que el cuerpo emite

el destello que se retiene cuando los párpados se cierran

y da luz a los sueños

 

la luz que calma o sofoca a los desesperados

la que sana todo lo que toca

la que se siente como proyección

como emanación de una fuerza

que mezcla los colores

 

la luz que vemos cuando nos dan a luz

 

Ra         Ma        Da          Sa           Sa           Se           So           Hung

 

 

 

Vivir con esa temeridad

-con ese temor-

en proporciones direccionales semejantes

para retardar el inciso de la muerte

para hacer cautelosa la vida

 

Más allá de la enfermedad

la lucha con la mente es imponderable

 

Las ondas benéficas de la luz

rescatan de esa zona sombría

 

Ra          Ma        Da          Sa           Sa           Se           So           Hung

 

 

 

Desvirgar el vocabulario carnal

 

y saber qué lugar ocupa ahora

mi cuerpo

 

Ra          Ma        Da          Sa           Sa           Se           So           Hung

 

 

 

La sangre

llega a un punto

toca un límite

 

y después se recupera

 

para seguir circulando

 

por el cuerpo

 

que es el dador de esta mente

 

Ra          Ma        Da          Sa           Sa           Se           So           Hung

 

 

 

Respirar                            

para liberar esta intensidad                     

-esta rabia-

 

como si algo me hubieran robado

 

o yo hubiera dejado que se lo robaran

 

y en mí quedara sólo la constancia

de lo que fue la matriz

               

Ra          Ma        Da          Sa           Sa           Se           So           Hung

 

 

 

Que la vida siga sin miedo

o sin el miedo que se acerca

 

cuando se piensa en la palabra miedo

 

Ra          Ma        Da          Sa           Sa           Se           So           Hung

 

 

 

Algo se detuvo para bien

 

Un punto de inflexión donde lo que vale

es el transcurso

la liviandad

 

                                                               un perro tirado al sol

 

Ra          Ma        Da          Sa           Sa           Se           So           Hung

 

 

 

El pobre pájaro

                                                               trataba de salir

 

Y no había forma de convencerlo

de que eso que él veía

no era el cielo o los árboles

sino una película transparente

                                                                                                                             -y dura-

que le impedía llegar hasta ah

 

Ra         Ma        Da          Sa           Sa           Se           So           Hung

 

 

 

Es un milagro esa lucecita

 

que hace círculos en el espacio negro

de mi cuarto

 

como en ese cuartito de Yayoi Kusama

donde cientos de luces se reflejaban

                                              en los espejos del cubo

 

para formar una circunferencia

                                                                             

 

Abro los ojos y los cierro para ver si es real

 

 

No es la euforia del fuego artificial

en el negro del cielo y el estruendo

 

 

Es un espacio de silencio

y de contacto

-entre la luciérnaga y yo-

un espacio colmado

 

por las oxidaciones de la luz


Ra         Ma        Da          Sa           Sa           Se           So           Hung

 

El principio de la contemplación es la fe. Si hay algo esencialmente enfermo sobre tu concepción de la fe nunca serás un contemplativo. Primero, la fe no es una emoción ni un sentimiento. No es una ciega urgencia subconsciente hacia algo vagamente sobrenatural. No es simplemente un deseo elemental en el espíritu del hombre. No es un sentimiento de que Dios existe. No es una convicción de que uno está de alguna manera salvado, “justificado” por alguna razón especial a menos que suceda que uno se sienta así. No es algo enteramente interior y subjetivo, sin referencia a algún motivo exterior. No es sólo una “fuerza del alma”. No es algo que burbujea desde el receso de tu alma y te llena con un “sentido” indefinible de que todo está bien. No es algo puramente tuyo cuyo sentido es incomunicable. No es algún mito personal que no se puede compartir con nadie, cuya validez objetiva no es importante ni para vos, ni para Dios, ni para nadie más. Pero tampoco es una opinión. No es una convicción basada en el análisis racional. No es fruto de la evidencia científica. Sólo se puede creer en lo que no sabe. Apenas se sabe, ya no se cree, por lo menos no de la misma manera en que se sabe.

 

La fe es en primera instancia un consentimiento intelectual. Perfecciona la mente, no la destruye. Pone al intelectual en posesión de una Verdad que la razón no puede captar por sí misma. Nos da certeza con respecto a Dios, como el Ser es en Sí Mismo; la fe es el camino del contacto vital con un Dios Que está vivo, y no la visión de un Principio abstracto trabajado por silogismos desde la evidencia de las cosas creadas. Pero el consentimiento de la fe no se basa en la evidencia intrínseca de un objeto visible. El acto de creer une dos miembros de una proposición que no tiene conexión con nuestra experiencia natural. Pero tampoco hay nada al alcance de la razón para argumentar que están desconectados. Las declaraciones que demandan el consentimiento de la fe son simplemente neutrales a la razón. No tenemos evidencia natural de por qué deben ser verdaderas o falsas. Consentimos a ellas por algo otro que la evidencia intrínseca. Aceptamos su verdad como revelada y el motivo de nuestro consentimiento es la autoridad de Dios Quien las revela.

 

No se espera que la Fe dé completa satisfacción intelectual. Deja al intelecto suspendido en la oscuridad sin una luz apropiada a su modo de conocer. Sin embargo no frustra el intelecto, ni lo niega, ni lo destruye. Lo pacifica con una convicción que sabe que puede aceptar la fe de manera bastante racional bajo la guía del amor. Porque el acto de fe es un acto en el cual el intelecto está contento de conocer a Dios,  al amarlo y al aceptar sus declaraciones sobre Sí Mismo en sus propios términos. Y este consentimiento es bastante racional porque está basado en la comprensión de que nuestra razón no puede decirnos nada de lo que Dios es en Sí Mismo; y el hecho de que Dios sea Sí Mismo es actualidad infinita y por lo tanto Verdad, Conocimiento, Poder y Providencia infinitos, y puede revelarse a Sí mismo con absoluta certeza de cualquier manera que le plazca, y puede certificar su propia revelación de Sí mismo a través de signos exteriores.

Thomas Merton

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Entre el aliento y el precipicio. Poéticas sobre la belleza (Amargord Ediciones). N.Y.U KJCC. Febrero, 2022.

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A los poetas Neoberracos (a su escasez) y crítica.

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