sábado, 29 de septiembre de 2012

Carlos Germán Belli, el Perú medieval Tardío cargado de laboratorios de deseo.





Carlos Germán Belli, 1927, un poeta peruano de orígenes muy petrarquiano de la cabeza a los pies. Barroco tardío, nos ha llegado al Neoberraco. Todavía culiando.

Por Gabriel Jaime Caro (Gajaka)

Carlos Germán Belli ha sido un poeta barroco en los últimos 459 años. “Es bello el poema pero no se entiende nada, como si fueran códices en gramática española difíciles de discernir”, decían los mamertos.  A mí la belleza me llena la difícil tarea de los anteriores.  

No por eso tengo que seguirlo y declararme señalado por intensas causalidades, viajes en el tiempo, La libertad de Samotracia entre los amigos de una vez y casi para siempre, suena a metidilla a aquellos tiempos con esclavos negros que pintaban al Óleo.
Desde su Perú, si esto tiene dueño,  es su señor Carlos Germán.  

Lo veo arengando con Horacio en Betracinia, alcanzando su esfera, aunque sea con un tabaco rubio de Cimitarra, Colombia. Y entre la poesía y el erotismo, al oído Mediterráneo en medio del desierto limeño, Belli y el Ángel del mal.

Por su importancia en esta escuela que metamorfosea en cantos pegados de una estrofa que alguna vez fue y será poesía. Digo, señores, la adquerencia, adherencia, serencia, decencia, un portal en el Hades al lado de Góngora y Quevedo.

Dos becas que lo han premiado como grande, Gugeemheim. Talleres de poesía en Estados Unidos y el viaje a Popayán, donde entró en contacto con José Manuel Arango; el biboralcense del Carmen, no gustaba de la poética de Belli, y entregó su último libro al olvido.:“En el restante tiempo terrenal”. 

Talvez suenen ahora tambores pero nunca se dijo nada, de ahí las prevenciones, mal tenencias, y la sequedad de la mirada ante lo barroco en la escritura y la música. “Entregarle todo el poder al procurador Torquemada”.

O talvez  sus libros: “En el coto de la mente”. “Oh, hada cibernética”.

Rilke me mira y me dice: todo es cuestión de “Gargantúa (garganta) y Pantagruel”. De esperar como se muda de casa la poesía que no se vende.
=?=?=?

Selección de poemas  del poeta peruano y entrevistas para tomar con  un vino de Akrotiri, Santorine.


  
EN ALABANZA DE LASTRA Y LIHN

Aquí la concisión de Pedro Lastra,
aquí de Enrique Lihn la gran facundia,
en uno y otro punto del espacio
de la página blanca ambos presentes
como señal de su naturaleza
tan distinta en el uso de la pluma,
aunque igual los dos van mostrando
 
todo lo mejor de sus respectivas almas,
 
en palabras sonoras castellanas
y a lo largo de nuestro siglo XX.
 
Porque ellos saben cómo al fin
vencer el olvido que por delante asedia:
que vuestra concisión, querido Pedro,
resulta cosa refinada y sabia,
 
en tanto que es el propio hervor
vital esa facundia vuestra, Enrique,
amigo recordado por siempre entre nosotros.
 
Y elocuente y lacónico uno y otro,
aquí en letras de molde quedarán
ambos grandes de acuerdo a su manera.
©Carlos Germán Belli

EL FIN ES GEMELO DEL COMIENZO
Hoy echado del mundo de improviso y otra vez como ayer estimado de uno y otro elemento natural, nada menos que casi en los finales cuando según parece que de fijo el curso de la vida es incambiable.
En verdad por su mente no pasó ni como conjetura ayer ni hoy, que el remoto comienzo del vivir y estas postrimerías palpitantes repartidos hubieran sido aquí en porciones de penas por igual. Irremediablemente arrinconado sin compañía alguna deliciosa, y tal un hongo en tan desierta isla mañana, tarde, noche fijamente, en donde todo el aire, fuego y agua cómo le van volviendo las espaldas.


De “En el restante tiempo terrenal”, 1990.
Rémoras que aguan…
Rémoras que aguan la alegría humana,
alejaos de estos días tan fugaces,
y en adelante como nunca ayer
ser dueño del supremo tiempo esquivo
para ponerlo en manos únicamente
de las celestes ganas entrañables;
y en ves, ¡oh santos cielos!, nunca más
sin un beso ni un verso cada día,
para así tornar a la edad perdida,
hasta la cuna y de allí al Edén;
y por último ahora cuanto antes
estos fieros finales en que reinan
el crepúsculo y el otoño fijos,
que a todo el mundo tanto desesperan,
Sean trocados en umbral novísimo
del día de las viles rémoras,
que acá me deje ver enteramente
cómo serán las horas más allá.

CARLOS GERMAN BELLI RESPONDE A TRILCE

I. ¿Qué pretende poetizar la poesía suya?
..... - En realidad no pretendo ex profeso nada. En otras palabras, no hay en mí un acto deliberado cuando descubro una veta, una zona, una línea a seguir. Más adelante, se me entroniza una especie de fijeza, y entre consciente e inconsciente voy desarrollando eso que se llama el poetizar. De resultas, hay algo que se cristaliza como denominador común, según creo y me duele decir, y es la expresión de mis más variadas angustias, acompañada de un particular deseo por detectar la realidad invisible.
II. ¿Cómo concibe usted la actividad creadora? ¿Cuál es su sentido?
..... Actualmente, para mí, la actividad creadora es una operación del espíritu, basada en el orden y la aventura, con miras a alcanzar un lenguaje personal. Su sentido sería doble: purificador y descubridor de lo sobrenatural, como se colige de lo expresado arriba.
III. ¿Qué función atribuye usted a la poesía en el mundo actual, en el individuo, en la sociedad?
..... En el mundo occidental, la poesía es hoy el pariente pobre de la cultura humana. En Hispanoamérica, concretamente, se acuerdan de ella sólo con el objeto de que cumpla una función interpósita, un medio servicial para el revolucionario político en su lucha contra la sociedad injusta. Pero quien tiene su existencia asegurada en tanto el hombre viva sobre la tierra, ¿por qué no puede reasumir su honroso sitial de antes e inclusive convertirse en una diligencia aún más totalizadora que nunca?
IV. ¿Qué función dentro de la poesía peruana atribuye usted a su poesía? ¿En qué sentido cree usted que se inserta su poesía en la poesía peruana y que significado le atribuye?
..... Creo hallarme dentro de una cierta tradición de revolución poética, que si no me equivoco está representada, entre mis mayores, por González Prada, Eguren, Vallejo, Moro y Westphalen. Proseguir esa línea, mal o bien, sería la función natural de mis versos; pero yo mismo no puedo saberlo a ciencia cierta, porque no tengo la perspectiva suficiente.
V. ¿En qué sentido o de qué modo cree usted que la poesía es un reflejo de la realidad?
..... La pregunta apunta seguramente a lo que se llama la realidad circundante. A la luz de mi experiencia personal, el reflejo de esa realidad se produce a través del sentimiento de angustia, que provoca algunos aspectos de aquélla, por ejemplo, al mundo moderno altamente cosificado o la hórrida desigualdad social.
VI. ¿Qué opina usted de la poesía peruana actual? ¿Qué tendencias de ella considera legítimas? ¿Cuál sería, a su juicio, la dirección acertada de ella?
..... La poesía peruana contemporánea sufre de un mal: la inconstancia de sus autores, que a veces la traicionan por la curul, la toga o, en fin, las seguridades de la vida burguesa. Las excepciones se cuentan con los dedos. Sin embargo, pese a todo, sin pecar de chovinista, creo que la poesía de este país ocupa un lugar de relieve en el parnaso hispanoamericano. En cuanto a las tendencias, me parece vislumbrar en la actualidad una mayoritaria, que casa con la gran orientación hispanoamericana del presente, y que es una encrucijada de la experimentación, la protesta social y el humor negro. Respecto a aquello de cuál sería la "dirección acertada", en verdad no sé qué responder: estoy en el ajo del asunto -tómese en buen sentido esta frase-, aunque siempre he juzgado que todas las direcciones son válidas: sea realista social, letrista o concreta. Lo primordial en el creador es el compromiso a ultranza con su arte, y esto es una perogrullesca verdad tan vieja como la primera oda.
VII. ¿Qué podría decir usted acerca de la comunicación poética? ¿Para quién se escribe? ¿Cómo ha de concebirse, a qué nivel ha de concebirse la comunicación poética?
..... Tal vez como todos, comencé a escribir para mí mismo, si bien con el tácito deseo de dar a conocer mis versos a los otros. Andando el tiempo, igual cosa me ha seguido ocurriendo, pero con mayor intensidad. En suma, me conformo que esos "otros" sea inclusive uno solo de mis semejantes. Empero me agradaría -¿por qué no?- que la comunicación se estableciera también con el olvidado y enigmático animalito, que a veces nos suele acompañar en el hogar.





en TRILCE, revista chilena de poesía, creación y reflexión

CARLOS GERMÁN BELLI
Azares de bibliómano
El poeta peruano visita nuestro país para participar como jurado en el concurso de poesía de "Revista de Libros"
en Revista de Libros, 31 de agosto de 2002

-¿Cuántos volúmenes tiene su biblioteca?
... -"A ojo de buen cubero, unos dos mil quinientos, incluyendo las publicaciones periódicas. Empecé a http://www.letras.s5.com/belli200503.jpgreunirla cuando era colegial. Pero, andando el tiempo, tuve grandes vacilaciones, como si vivir acompañado de una biblioteca numerosa, o bien no más con una pequeña. No he logrado ni lo uno ni lo otro, y resignadamente me he quedado con una biblioteca que no es grande ni chica. En realidad, hoy estoy ufano con ella, aunque a la vez me provoca desazón porque muchos de estos libros no los he leído. La piedra angular fue el Diccionario de la Real Academia de mi padre y un cuaderno de poemas selectos que heredé a través de mi madre".
-¿Cómo controla la "sobrepoblación" de libros?
... -"Cuando no es de mi interés, lo dono a una biblioteca pública, o lo obsequio a algún amigo".
-¿Cómo organiza los libros?, ¿por tema, por autor, indiscriminadamente?
... -"En términos generales, no guardo mucho rigor; sin embargo, he reunido todo lo referente al modernismo, así como las antologías de poesía hispanoamericana, o algunos autores preferidos. Claro está, desde siempre están codo con codo mis libros franceses, que cuando joven los solicitaba directamente a París apenas publicados. De ellos no me desprenderé, si vendiera o donara mi biblioteca".
-¿En qué forma compra libros?, ¿racionalmente?, ¿compulsivamente?
... -"En los últimos tiempos no suelo comprar libros, salvo los que responden a una inquietud personal insoslayable".
-¿Cuál es el libro más costoso de su biblioteca? y ¿cuál es el que más valora?
... -"He aquí el traspié de un bibliómano. Fue cuando envié a Estados Unidos en calidad de venta algunos de mis libros al parecer costosos, lo cual nunca me fue abonado. Es el castigo de los hados a un bibliómano empeñado en convertirse en un mercader. Pues bien, entre los volúmenes que más valoro hay varios por razones distintas. Pero ahora me limito a señalar por ejemplo Los raros, de Darío, que es una edición popular argentina, y que compré cuando era colegial. Asimismo, aprecio mucho las rarísimas ediciones de Il canzoniere y La vita novadel Dante, dignas de un anticuario. Igualmene, mi Gradiva, de Wilhelm Jensen. Y también laAnthologie de l´amour sublime de Benjamin Péret. Y desde luego mis pequeños tomitos de la colección La Fuente Escondida, editada en Santiago y dirigida por José Ricardo Morales, y dos de los cuales precisamente me los envió Luis Oyarzún, según recuerdo; sin duda, tal como lo he dicho siempre, esta colección estimuló mi lectura de los clásicos de los Siglos de Oro. Por otra parte, de Il canzoniere de Petrarca poseo tres ediciones, que por su procedencia curiosamente resultan encarnando el amor filial, el amor y la amistad".
-¿Qué lugar ocupan sus propias obras dentro de su biblioteca?
... -"Las he juntado, y todo ello me parece como en posición de león rampante, a la espera de reunir mis borrones en una sola edición".
-¿Suele leer en la biblioteca?, ¿en qué otro lugar?
... -"Cuando joven, fui lector impenitente en la Biblioteca Nacional, en Lima; o algunas veces en la Biblioteca Pública de Nueva York, en la época en que residí allí. Casi no leo en mi biblioteca, sino más bien en el dormitorio".
-¿Qué libros nunca ha podido terminar de leer?
... -"Las obras de teatro".
-¿Cuál es el libro que más ha releído?
... -"El Diccionario del idioma".
-¿Subraya los libros?
... -"Antes, ciertas veces con el bolígrafo, hoy permanentemente con el lápiz".
-¿Es monógamo para leer, es decir se dedica a leer sólo un libro o lee varios simultáneamente?
... -"Acostumbro a leer un solo libro, sin embargo devoro a la vez varios cuando hago un trabajo crítico".
-¿Cuáles son los 10 libros que recomienda leer?
... -"No estoy en capacidad de recomendar a nadie sus posibles lecturas, aunque sí a mí mismo. Con tono de reconvención me digo: "No pierdas tu tiempo, relee la Biblia, la Odisea, las odas de Horacio, la Divina ComediaEl Quijote, las Soledades, el Cántico Espiritual, los poemas de Darío, un florilegio del 27, la Antología Surrealista de Aldo Pellegrini".


http://www.letras.s5.com/proyectop2.jpg


Sextina de los desiguales

Un asno soy ahora, y miro a yegua          
bocado del caballo y no del asno,          
y después rozo un pétalo de rosa,          
con estas ramas cuando mudo en olmo,        
en tanto que mi lumbre de gran día          
el  pubis ilumina de la noche.              
Desde siempre amé a la secreta noche,      
exactamente igual como a la yegua,          
una esquiva por ser yo siempre día,        
y la otra por mirarme no más asno,          
que ni cuando me cambio en ufano olmo,      
conquistar puedo a la exquisita rosa.      
Cuánto he soñado por ceñir a rosa,          
o adentrarme en el alma de la noche,        
mas solitario como día u olmo              
he quedado y aun ante rauda yegua,          
inalcanzable en mis momentos de asno,      
tan desvalido como el propio día.          
Si noche huye mi ardiente luz de día,      
y por pobre olmo olvídame la rosa,          
¿cómo me las veré luciendo en asno?        
Que sea como fuere, ajena noche,            
no huyáis del día; ni del asno, ¡oh yegua!; 
ni vos, flor, del eterno inmóvil olmo.      
Mas sé bien que la rosa nunca a olmo        
pertenecerá ni la noche al día,            
ni un híbrido de mí querrá la yegua;        
y sólo alcanzo espinas de la rosa,          
en tanto que la impenetrable noche          
me esquiva por ser día y olmo y asno.      
Aunque mil atributos tengo de asno,        
en mi destino pienso siendo olmo,          
ante la orilla misma de la noche;          
pues si fugaz mi paso cuando día,          
o inmóvil punto al lado de la rosa,        
que vivo y muero por la fina yegua.        
¡Ay! ni olmo a la medida de la rosa,        
y aun menos asno de la esquiva yegua,      
mas yo día ando siempre tras la noche.
   
/&/&/&/&/&/&/&/&/&/&/&/&/&/&/  

EN EL COTO DE LA MENTE
En las vedadas aguas cristalinas
del exclusivo coto de la mente,
un buen día nadar como un delfín,
guardando tras un alto promontorio
la ropa protectora pieza a pieza,
en tanto entre las ondas transparentes,
sumergido por vez primera a fondo
sin pensar nunca que al retorno en fin
al borde de la firme superficie,
el invisible dueño del paraje
la ropa alce furiosos para siempre
y cuán desguarnecido quede allí,
aquel que los arneses despojóse,
para con predemitación nadar,
entre sedosas aguas, pero ajenas,
sin pez siquiera ser, ni pastor menos.




Poetas en Nueva York: foto de grupo de domingo en Queens, N.Y. para abrir la muestra de Arte latinoamericano, organizado por la Ñ, y en Long Island Queens College. verano del 2000. Sentados, entre otros, Ricardo León Peña, in memoriam, Mario Bustamante, José Osorio, La turca, Diana Giraldo, José Rosario, y atrás: María Villa, Sean Segal, Jesús Blas Comas, Gabriel Jaime Caro, Plinio Garrido, y unos cuantos metidos y mamertos. Foto archivo de Gajaka.


martes, 4 de septiembre de 2012

Néstor Perlongher, el poeta barroso argentino, difícil de borrar para el neobarroco americano. A 20 años de su muerte.



Néstor Perlongher, el poeta del último peronismo (su Dioniso sin trucha sin bolazo), de los muertos de las dictaduras gorilas del Sur, neofascista y, de los negros (el chunguril) de Sao Paulo.

Por Gabriel Jaime Caro (Gajaka)

Al poeta de origen argentino, más concretamente de Avellaneda, Pizarnik se jactaba de ser de allá. Se le conoce como el poeta del barroso (neobarroso), por haber traído de Cuba el Neobarroco de Lexama y Sarduy:  (“Caribe transplatino”al Río de la plata).

Vivió sus últimos diez (10) años en Sao Paulo, donde murió en 1992. 20 años que no son Nada dentro del mismo ilusionismo pancreteano. Pero dada dodo dido hoy suman toda una Edad de oro para la poiesis.

Tan irresponsable, “sin monje” dice Foucault, y con una espiral derrochadora de gracia animal a la hora de contemplar el circo trágico de la vida con la muerte grado cero. Que ochentas (80s), el mundo se pudo haber acabado y todo el mundo contento.

Ya andaba por la vida, perdón, por la cuchilla impactado con el ensayo de Walter Benjamin sobre Baudelaire. Él no era ningún hombre clase A, mejor B y caricioso, gran agitador que fue perseguido por la corteza hereditaria del fascismo, allí donde se unen los siglos del oscurantismo y el falso vellocino de oro del Renacimiento.

Encontró en Sao Paulo la gran metrópoli latina, con sus barcitos de música y danza saudade de María Betania y Elis, y el concretismo, para sucumbir como Edipo con la peste del sida: pobre mi mente andrógina, carnal y desenmascarada, que apenas hoy con la ausencia de tantos amados seres podríamos reinventar con este homenaje postrero la revolución sexual, con los triángulos intactos.

Había dejado a José Kozer solito en Nueva York con Roberto Echavarren, para instalarse en el Sur asesino, de Cadáveres por todas partes, con los poetas argentinos Arturo Carrera, Osvaldo Lamborghini (in memoriam), Eduardo Milán, con la venía de esa otra poeta llamada Marossa Di Giorgio, (in memoriam) con sus alucinantes perfomances en los apartamentos neoyorkinos.

Hay irrisión, metonímias de extraños coros, metáforas desaforadas escapadas del forro hacía olímpicos necesarios. Podredumbre en el existencialismo. Más cadáveres y más maricas (los hijos de Evita) , con todo el dogma chino y stalinista para los mejores poetas comunistas del continente (los poetas argentinos), unosdesaparecidos e entristecidos en el paraíso con el Tango; nacen retamas olorosas en el desierto, aunque te metan un palo por el culo.

Sé tan poco sobre el poeta que su nombre aprendido es difícil de olvidar, y su escritura da envidia da libertad de sentido contrario al menos en el pico de una muralla kafkiana. 

Hoy su familia de poetas, Espina, Batista, Jiménez, Kamenszain, Montalvetti, por no citar sino a los establecidos en la calle Corrientes del tumultico, que para nosotros, los de la valija caribeña y neoyorkina le acompañamos con el neoberraco (con un poquito de colombiano), ojo chilenos, no es ningún ente violento y fascista. 

A León Felix Batista

*¿*¿*¿*¿*¿*¿*¿*¿*¿*¿*¿*¿*¿*¿*¿*¿*¿*¿*¿*¿*¿*¿*¿*¿*¿*¿*¿*¿*¿*¿




Néstor Perlongher con nombre de filósofo, a nadie se le puede olvidar. Poeta argentino.



Fragmentos finales del poema “EL CÁDAVER”



Ese deseo de no morir?
es cierto?
en lugar de quedarse ahí
en ese pasillo
entre sus fauces amarillas y halitosas
en su dolor de despertar
ahí, donde reposa,
robada luego,
oculta en un arcón marino,
en los galeones de la bahía de Tortuga
(hundidos)

Como en un juego, ya
es que no quiero entrar a esa sombría
convalecencia, umbría
–en los tobillos carbonizados
que guarda su hermana en una marmita de cristal–
para no perder la honra, ahí
en ese pasillo
la dudosa bondad
NÉSTOR PERLONGHER

CADÁVERES*
a Flores
Bajo las matas
En los pajonales
Sobre los puentes
En los canales
Hay Cadáveres
En la trilla de un tren que nunca se detiene
En la estela de un barco que naufraga
En una olilla, que se desvanece
En los muelles los apeaderos los trampolines los malecones
Hay Cadáveres
En las redes de los pescadores
En el tropiezo de los cangrejales
En la del pelo que se toma
Con un prendedorcito descolgado
Hay Cadáveres
*Fragmento de otro poema Cadáveres


NÉSTOR PERLONGHER

       DEVENIR MARTA

A lacios oropeles enyedrada
la toga que flaneando las ligas, las ampula
para que flote en el deambuleo la ceniza, impregnando
de lanas la atmósfera cerrada y fría del boudoir.
A través de los años, esa lívida
mujereidad enroscándose, bizca,
en laberintos de maquillaje, el velador de los aduares
incendiaba al volcarse la arena, vacilar
en un trazo que sutil cubriese
las hendiduras del revoque
y, más abajo, ligas, lilas, revuelo
de la mampostería por la presión ceñida y fina que al ajustar
los valles microscópicos del tul
sofocase las riendas del calambre, irguiendo
levemente el pezcuello que tornando
mujer se echa al diván
 



De Hule, 1989.
NÉSTOR PERLONGHER

       MATAN A UNA MARICA
       
       
Lo primero que se ven son cuerpos: cuerpos charolados por el revoleo de una mirada que los unta; cuerpos como películas de tul donde se inscribe la corrida temblorosa de un guiño; la hiedra viboresca de cuerpos enredados (drapeado en erección) al poste de una esquina; cuerpos fijos los unos, en su dureza marmoleante donde se tensa, preámbulo de jaba, jadeo en jade, la cuerda certera de una flecha; cuerpos erráticos los otros, festoneando el charol aceitoso con rieles en almíbar caricias arañescas que se yerguen al borde de la vereda pisoteada.
       Cuerpos que del acecho del deseo pasan, después, al rigor mortis. En enjambre de sábanas deshechas las ruinas truculentas de la fiesta, de lo festivo en devenir funesto: cogotes donde las huellas de los dedos se han demasiado fuertemente impreso, torsos descoyuntados a bastonazos, lamparones azules en la cuenca del ojo, labios partidos a que una toalla hace de glotis, agujeros de balas, barrosas marcas de botas en las nalgas.
    Transformación, entonces, de un estado de cuerpos. ¿Cómo se pasa de una orilla a la otra? ¿Cómo puede el deseo desafiar (y acaso provocar) la muerte? ¿Cómo, en la turbulencia de la deriva por la noche, aparece la trompada adonde se la quiso –sin restarle potencia ni espamento– tomar caricia? ¿Cómo el taladro del goce –al que se lo prevé desgarrando en la fricción los nidos (nudosos) del banlon– realiza, en un fatal exceso, su mitología perforante? Volutas y voluptas: una multiplicidad de perspectivas reclaman ser movilizadas para asomarse a la oscura circunstancia en que el encuentro entre la loca y el macho deviene fatal.
    "Homosexual asesinado en Quilmes". De vez en cuando, noticias de la muerte violenta de las locas ganan, con macabro regodeo, pringan de lama o bleque los titulares sensacionalistas, compitiendo en fervor, en columna cercana, con las cifras de las bajas del Sida. Ambas muertes se tiñen, al fin, de una tonalidad común. Lo que las impregna parece ser cierto eco de sacrificio, de ritual expiratorio. La matanza de un puto se beneficiaría, secreto regocijo, de una ironía refranera: "el que roba a un ladrón..."
    Pocos meses atrás, una ola de asesinatos de homosexuales recorrió el Brasil. Entre noviembre del 87 y febrero de este año, una veintena de víctimas, un verano caliente. Quiso la fatalidad que los muertos se reclutaran entre personalidades conocidas ("Zas, la loca era famosa", prorrumpió un comisario ante el hallazgo de un cadáver en bombacha): un director de teatro, algunos periodistas, modistas, peluqueros... No bastaba, al parecer, el Sida con su campaña altisonante –una verdadera promoción de hades. Era necesario recurrir a métodos más contundentes. Así, ametrallamiento de travestis en las callejas turbias de San Pablo, achacado fabulosamente por portavoces policiales a un paciente de Sida deseoso de venganza –pero de inequívocos rasgos paramilitares. Del mismo modo que la muerte de los homosexuales se liga, en el actual contexto, casi ineludiblemente al Sida, la represión policial se asocia, en la producción de esos cadáveres exquisitos, a lo que los ideólogos liberacionistas del 60 llamaban homofobia: una fornida fobia a la homosexualidad dispersa en el cuerpo social. Se mezclan las cartas, sale culo, sobreviene la descarga.
    Lejos de ser algo exclusivo de las veredas tropicales, la sangre de las locas suele salpicar también los adoquines sureños. Se recordará la serie de ejecuciones desatadas cuando los estertores de la última dictadura, a la luz odiosa del perdido fiord. O, asimismo, el ametrallamiento de los travestis que exhibían, en la Panamericana la audacia de sus blonduras. En ambos casos, se impone la pregunta: ¿se trata, en verdad, de conspiraciones de inspiración fascista (estilo Escuadrón de la Muerte o Triple A)? ¿O, más bien, de cierto clima de terror contagioso que tensa hacia la muerte los ya tensos enlaces del submundo ("cuando uno mata, matan todos", condenó un taxiboy durante la ola de crímenes porteños)?
    En un librito recientemente publicado en San Pablo, El pecado de Adán, dos jóvenes periodistas, Vinciguerra y Maia, se aventuran con argucia por los entretelones del ghetto, investigando las relaciones entre los asesinos y sus víctimas. Si bien algunos de los homicidas eran policías o soldados –y varios de los crímenes citaban, en su metodología (manos atadas a la espalda, bocas entoalladas, emasculaciones o inscripciones en la carne, a la manera de la máquina kafkiana), el estilo de los Escuadrones de la Muerte (comandos parapoliciales de exterminio de lúmpenes y de intervención en las guerras del hampa)–, ninguna conspiración, ningún plan organizado, sino a lo sumo una ligera cita, la referencia al sacrificio justiciero. ¿De qué justicia, en este caso, trátase?
    Primero, ¿de qué se habla cuando se habla de violencia? Más allá de la indignación de los robos –que no llega a compensar, con todo, el no tan secreto regocijo de los más–, no resulta fructífero pensar la violencia en tanto tal, como hecho en sí. La violencia –dice Deleuze hablando de Foucault– "expresa perfectamente el efecto de una fuerza sobre algo, objeto o ser. Pero no expresa la relación de poder, es decir, la relación de la fuerza con la fuerza". ¿De qué fuerzas, en el caso de la violencia antihomosexual, se trata? Dicho de otra manera: ¿cuáles son las fuerzas en choque, cuál el campo de fuerzas que afecta su entrechoque?
    Para decirlo rápido, estas fuerzas convergen en el ano; todo un problema con la analidad. La privatización del ano, se diría siguiendoal Antiedipo, es un paso esencial para instaurar el poder de la cabeza (logo-ego-céntrico) sobre el cuerpo: "sólo el espíritu es capaz de cagar". Con el bloqueo y la permanente obsesión de limpieza (toqueteo algodonoso) del esfínter, la flatulencia orgánica sublímase, ya etérea. Si una sociedad masculina es –como quería el Freud dePsicologia de las Masas– libidinalmente homosexual, la contención del flujo (limo azul) que amenaza estallar las máscaras sociales dependerá, en buena parte, del vigor de las cachas. Irse a la mierda o irse en mierda, parece ser el máximo peligro, el bochorno sin vuelta (el no llegar a tiempo a la chata desencadena, en El Fiord de Osvaldo Lamborghini, la violencia del Loco Autoritario; Bataille, por su parte, veía en la incontinencia de las tripas el retorno orgánico de la animalidad). Controlar el esfínter marca, entonces, algo así como un "punto de subjetivación": centralidad del ano en la constitución del sujetado continente.
    Cierta organización del organismo, jerárquica e histórica, destina el ano a la exclusiva función de la excreción –y no al goce. La obsesión occidental por los usos del culo tiene olor a quemado; recuérdese el sacrificio (¿previo empalamiento?) de los sodomitas descubiertos por el ojo de Dios. Si el progresivo desplazamiento de la Teología a la Medicina como ciencia y verdad de los cuerpos ha de modificar el tratamiento, pasando por ejemplo del fuego a la inyección, no por desinfectante la histeria de sutura amenguará el picor de su insistencia, envuelta en fino, transparente látex. Así, si los argumentos sesentaochescos de Hocquenghem en Le Desir Homosexual que entendían la incansable persecución a los homosexuales a través de un trasluz esfinterial ("Los homosexuales son los únicos que hacen un uso libidinal constante del ano"), parecían, a juzgar por la inflación orgiástica del gay liberation y sus "verdaderos laboratorios de experimentación sexual" (Foucault), haber perdido, a costa del relajo, el rigor de su vigencia, el fantasma del Sida habrá, en los días de hoy, de actualizar el miedo ancestral a la mixtura mucosa, al contacto del semen con la mierda, de la perla gomosa de la vida con la abyección fecal. De reactualizar, en una palabra, el problema del culo.
    "Para un gorila / no hay nada mejor / que romperle el culo / con todo mi amor": "romper el culo". O, en su defecto, "dejarse tocar el culo": la grosería chongueril –andando siempre "con el culo en la boca": si cuando digo la palabra carro, un carro pasa por mi boca, al decir culo... –insiste en posar en las asentaderas el punto de toque del escándalo (...yo no diría del deseo...) Insistencia en el chiste pesado, cuya concreción, en la "llanura del chiste" lamborghiana, desata la violencia (irresistible contar el argumento de "La Causa Justa": dos compañeros de oficina se la pasan todo el día diciéndose : "Si fuera puto, me la meterías hasta el fondo"; "si fueras puto, te acabaría en la garganta", y otras lindezas por el estilo hasta que un japonés, que nada entiende sino literalmente, presentifica, recurriendo a la piña y al cuchillo, el subjuntivo).
    La producción de intensidades, afirman Deleuze y Guattari en Mil Mesetas, desafía, mina, perturba, la organización del organismo, la distribución jerárquica de los órganos en el organigrama anatómico de la mirada médica. Si a alguien se le escapa un pedo, ¿en qué medida ese aroma huele a una fuga del deseo? Si el deseo se fuga , construyendo su propio plano de consistencia, es en el plano de los cuerpos, en el estado de cuerpos del socius, que habrán de verse molecularmente las vicisitudes de esa fuga.
    Resumiendo, la persecusión a la homosexualidad escribe un tratado (de higiene, de buenas maneras, de manieras) sobre los cuerpos; sujetar el culo es, de alguna manera, sujetar el sujeto a la civilización, diría Bataille, a la "humanización". Retener, contener. Y si esta obsesión anal, liga o ligamen en el lingam, pareció ante el avance de la nueva "identidad" homosexual, disiparse, es porque esta última modalidad de subjetivación desplaza hacia una relación "persona a persona" (gay/gay) lo que es, en las pasiones marginales de la loca y el chongo, del sexo vagabundo en los baldíos, básicamente una relación "órgano a órgano": pene/culo, ano/boca, lengua/ verga, según una dinámica del encaje; esto entra aquí, esto se encaja allí... La homosexualidad, condensa Hocquenghem, es siempre anal. Puto de mierda.
    En el orondo deambuleo de las maricas a la sombra de los erguidos pinos, mirando con el culo –ojo de Gabes el anillo de bronce–, escrutando la pica en Flandes glandulosos, se modula, en el paso tembloroso, en la pestaña que cautiva, hilo de baba, la culebra, el collar de una cuenta a pura pérdida. Perdición del perderse: en el salir, sin ton ni son, al centro, al centro de la noche, a la noche del centro; en el andar canyengue por los descampados de extramuros; en el agazaparse –astucia de la hidra o de la hiedra– en el lamé de orín de las "teteras"; en la felina furtividad abriendo transversales de deseo en la marcha anodina de la multitud facsimilizada; si toda esa deriva del deseo, esa errancia sexual, toma la forma de la caza, es que esconde, como cualquier jungla que se precie, sus peligros fatales. Es a ese peligro, a ese abismo de horror ("Paciencia, culo y terror nunca me faltaron", enuncia el Sebregondi Retrocede), a ese goce del éxtasis –salir: salir de sí– estremecido, para mayor reverberancia y refulgor, por la adyacencia de la sordidez, por la tensión extrema, presente de la muerte, que el deambuleo homosexual (¡curiosa seducción!) el yiro o giro, se dirige de plano –aunque diga que no, aunque recule: si retrocede, llega– y desafia, con orgullo de rabo, penacho y plumero.
    Busquemos un ejemplo alejado del frenesí de neón del yiro furioso:El lugar sin Límites, de Donoso. En un polvoso burdel chileno, la loca (la Manuela) se deja seducir, aún a sabiendas de su peligrosidad, por un chongo camionero, para el cual, tras intentar rehuirle, se pone su mejor vestido rojo, cuyos volados le hacen, por ensuciar irresistiblemente con su mucílago el bozo del macho, de corona y sudario. El deseo desafia –por pura intensidad– la muerte; es derrotado.
    Más acá de este extremo –constante como fijo– de la ejecución final, la tentación de abismo no deja de impulsar –sus revoleos, sus ondulaciones– la nómade itinerancia de las locas. ¿No habrá algo de "salir de sí" en ese "salir a vagar por ahí", a lo que venga? La transición –imposición especular de la ley– intercepta esta fuga peregrina, y la hace aparecer como negación de aquello de que huye, disuelve (o maquilla) la afirmación intensiva de la fuga haciéndola pasar por un mero reverso de la ley. Estamos cerca y lejos de Bataille: cerca, porque en él la ley esplende como instauradora de la transgresión; lejos, porque el "desorden organizado" que la ruptura inaugura no se termina de encajar, con sus vibraciones pasionales, su pérdida en el gasto de la joya en el limo, en algún supuesto reverso de la ley –con relación a la cual afirma la diferencia de un funcionamiento irreductible.
    No por ser fugas las vicisitudes de los impulsos nómades tienen que ser románticas, sino más bien lo contrario: la fuga de la normalidad (ruptura en acto con la disciplina familiar, escolar, laboral, en el caso de lúmpenes y prostitutos; quiebra de los ordenamientos corporales y, en ocasiones, incluso personológicos, etc.) abre un campo minado de peligros. Veamos el caso de los taxiboys (michés en el Brasil), practicantes de la prostitución viril, que elevan el artificio de una postura hipermasculina como certificado de chonguez, siendo esa recusa a la "asunción homosexual" demandada, por otra parte, por los clientes pederastas, que buscan precisamente jóvenes que no sean homosexuales. Entre michés, taxiboys, hustlers de Norteamérica, chaperos de España, tapins de Francia y toda la gama de vividores, lúmpenes, desterrados, fugados o simplemente confundidos, pasajeros en tránsito por las delicias del infierno, suelen reclutarse los propios ejecutores de maricas. Es como si el empeño en mantener el peso de una representación tan poderosa –el centro del machismo descansando en el miembro de un fresco adolescente–, se grabase –a la manera más del tajo de Lamborghini que del tatuaje de Sarduy– con tanta profundidad en los cuerpos, que les ritmase el movimiento. Así, Genet opone –observa Sartre–la dura rigidez del cuerpo del chongo, a la fragorosa seda de la loca: "La misma turgencia que siente el macho como el endurecimiento agresivo de su músculo, la sentirá Genet como la abertura de una flor".
    El maquillado virilismo que el chonguito despliega en un campeonato de astucias libidinosas –la inflexión de la curva de la nalga, la cuidada inflación de la entrepierna, la voz que sale de los huevos..., toda esa disposición de la superficie intensiva en tanto película sensible, estaría, por así decir, "antes", o más acá, de los procedimientos de sobrecodificación que, en su nombre, se internan y funcionan. Si ese rigor marmóreo, tenso, de los músculos del chulo, es proclive a favorecer –el suave desliz de una mano en lo alto del muslo hacia las hondonadas de la sagrada gruta, o un abrazo demasiado afectuoso, o el asomo de un cierto amor...– eclosiones microfascistas, ataques a sus clientes y proveedores en los que el afán de confiscación expropiatoria no alcanza a justificar las voluptuosidades de crueldad, también se puede pensar que el microfascismo está contenido en cada gesto, en cada detalle de la mampostería masculina "normal" –de cuyo simulacro los michés extraen, para impulsarla suelta por las orgías sucesivas del mundo de la noche, una calidad libidinal, habitualmente oculta en el figurín sedentario de los adultos heteros. Machismo-Fascismo, rezaba una vieja consigna del minúsculo Frente de Liberación Homosexual. Tal vez en el gesto militar del macho está ya indicado el fascismo de las cabezas. Y al matar a una loca se asesine a un devenir mujer del hombre.

   Se publicó originalmente en la revista Fin de Siglo nº 16, en octubre de 1988

*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*
De Parque Lezama, 1990.

DANZIG

La rutilancia de las lentejuelas
en un rimmel de tan marmóreo transparente
el rebote de los ojares
en las azulejas de pintos níveos y plumosos
esfinge nítida bajo el implacable velador 
cebaba el puntilleo de las pestañas
con una fijeza de ciempiés,
sólo mucho después conoce su renguera.

Esfinge de codos revoloteantes y ampulosos, la gorguera
en la rebaba de la cerveza
labraba otros potros que los amarrados al palenque. El palio
era como intestino, porque las pompas
tapizaban en la escamación las peceras ventrales, y el dolor 
de la espera, o de la sola sola noche
sollozaba contra el estaño pegajoso:
la noche del carnicero
en la lámina de la hoja el pincho 
pichicho fuera de sí.

Los tatuajes de los azulejos se repetían en los antebrazos, pero los abrazos en los
anteojos los refractaba la luz de plata
que salpicaba las muñecas de la mancha rocío.
Pero la esponja del lavacopas detergía la hialinidad de los guerreros
que se tumbaban en las puertas de aire
o de ráfagas de betún 
poniéndole precio (o ala) al cenicero,
aplastaban las coles en el mosaico pantanoso,
en balde,
 porque la novia estaba ahogada en el bañito
^
*LA ESCRITURA de Perlongher desmitifica la muerte del autor decretada por Barthes allá lejosy hace tiempo, dado que ciertas noticias biográficas permiten ahondar en la comprensión de suobra poética –en tanto prolongación de su ser y de su polifonía interna–.Trotskista durante la década del ’60; militante del Frente de Liberación Homosexual(FLH) en los setentas; en 1982, apenas recibido de sociólogo en la UBA, se trasladó a SanPablo, Brasil, para cursar la Maestría en Antropología Social en la Universidad de Campinas,donde también se desempeñó como profesor. En sus últimos años, fue iniciado en el culto delSanto Daime, una secta chamánica pseudo-cristiana, de origen amazónico, en cuyo rito losiniciados alcanzan el éxtasis al saborear una bebida sagrada, la ayahuasca (literalmente
vino delas almas
o
vino de los muertos
), obtenida por maceración de hierbas selváticas. Néstor Perlongher falleció en San Pablo a los 43 años, víctima del sida.La presente antología fue concebida como un brevísimo muestrario de esta multiplicidadde voces y experiencias.Los poemas de
 Austria-Hungría
revelan una sensibilidad un tanto morbosa, plasmada por medio de un lenguaje disidente y perverso, que a lo horroroso lo vuelve chancho, como en
CANCIÓN DE AMOR PARA LOS NAZIS EN BAVIERA
y a lo beatífico lo vuelvecaricaturesco, como en esa deconstrucción de la “santidad” de Evita en
EL CADÁVER 
. En
ELPOLVO
aparece explícitamente la cuestión homosexual, planteada como algo inquietante y deabordaje complejo (¿cómo explicar con palabras de este mundo que se trata de un ellaél, o de unélella?).En
 Alambres
ya despunta el poeta desmesurado de
 Hule
. Perlongher toma héroeshistóricos

 –como el caudillo Fructífero Rivera- y lo sumerge en la melodía acaracolada de unaantiepopeya
.
A propósito, he ahí la importancia de ese incunable, que aquí exhumamos:
TUYÚ
, poema en el que Perlongher sintetiza herméticamente (no podía ser de otra forma) susreflexiones entorno a la Historia y el Lenguaje, o mejor, como él dice, al lenguaje de la historiay a la historia del lenguaje.
EL CIRCO
tal vez sea de las páginas de Perlongher una de las másahítas de ensueño surrealista.
MME S.
y
CORTO PERO LIGERO
recuperan, a su manera, latónica bizarra de
 Austria-Hungría
, elevada a la enésima potencia barroca en
(
LOBOS
)
.
Página 55 de 56

Página 56 de 56
CADÁVERES
es, tal y como lo comentara el propio autor, “la catástrofe final”, el estallido desu serie histórica. La violencia política está en el nacimiento mismo de la literatura argentina(recordemos, simplemente,
 El matadero
, de Echeverría). En esta misma genealogía se inserta
CADÁVERES,
escenificando una violencia simbólica, sinóptica, perturbadora: los cadáveres permanecen ocultos, y esta ausencia los vuelve omnipresentes (tanto así que dentro de estemismo paréntesis... Hay Cadáveres). Hablando como se habla de algo de lo que es mejor nohablar, en
CADÁVERES
está todo dicho.
 Hule
es la concreción de muchas cosas. En primer lugar, la conciencia de un estilo, el
neobarroso
(heredero rioplatense del neobarroco de Lezama Lima y Sarduy) que logra suexpresión en
PREÁMBULOS BARROSOS
.
DEVENIR MARTA
: la infaltable cuota de bizarría. Por último, la magnificencia de
EL CADÁVER DE UNA NACIÓN
. Si en
ELCADÁVER 
Perlongher había velado a Evita, en
EL CADÁVER DE UNA NACIÓN
, casi diezaños después, la embalsama. Y más aún:
deviene
Evita, “en el estuche como una joya”.Alegóricamente: muerta Evita, preservado su cuerpo, la que se desintegraría a merced de lacorrupción sería la Nación.
 Parque Lezama
es un libro de transición, a simple vista sin novedades ni progresosnotables.
 Aguas aéreas
, en cambio, evidencia un viraje importante hacia nuevas vivenciasliterarias y extraliterarias. Perlongher deja constancia de ello en la nota final del libro, almencionar la experiencia del Santo Daime y su bebida sagrada. Los poemas transmiten unanhelo ascético, selvático, pleno de levedad y mística (no en balde el epígrafe del libro pertenece a Santa Teresa de Jesús).
 El chorreo de las iluminaciones
es el canto del cisne. El sida – 
MAL DE SÍ
, en ellenguaje poético de Perlongher– es una experiencia de la que el antropólogo –el “estudioso delhombre”– deja registro sin concesiones. Pero no sólo se habla de la enfermedad, sino tambiénde la muerte. En este punto no cabe preguntarse, como otrora acerca de Evita, “Ese deseo de nomorir?/ es cierto?”. En el deseo de no morir se mezclan la esperanza con la desesperación, larabia y la resignación.Perlongher fue del éxtasis observador participante; de Eva, Sierpe y Adán; ledo cisneantropólogo en estanque de aguas aéreas con calza de lycra y alas de lamé; su lengua lamió lalama en centelleante oscuridad. Néstor Perlonger.

DIEGO  E. SUÁREZ
Santa Fe, 25 de julio de 2009


El poeta neoyorkino Gabriel Jaime Caro (Gajaka) al lado de su madre Teresa María Gallón, fallecida el 15 de agosto del 2012, con sus gestos esclarecedores; aquí en una imagen juntos cuatro meses antes de su deceso por una caída a sus casi 102 años. La reina de los poetas neoyorkinos siempre tan lucida agotó hasta el último cartucho de su vida para complacer al poeta con su presencia crítica y valerosa. Foto de Deyzy Zuluaga y Carlos Enrique Ortiz.
Ver video en you tube con ella a sus 100 años: "vida pasión y poesía de Gajaka", por Oscar Mario Estrada (1400 entradas).


Para la poesía colombiana: la actriz dEYzy Zulu (Zuluaga): de Zulú tiene mucho, y de Romy Schneider IX ; es "Juana la loca, la enlagunada", aquí junto a Teresa María Gallón, la reina de los poetas neoyorkinos,  robándole un gesto de actriz!. "la más dura crítica para su hijo".  Una expresión de risa inolvidable. La poesía estaba al frente para animar la escena. Teresa le contaba a Carlos cada chisme de Deyzy y viceversa Carlos le decía que había otra.
Luego Tere caería o Caerio, en fin que no dolió, antes de que rajarán el cuerpo inundado de tristeza, por que sabía que era el final.
Solo así llegó la muerte pegadiza de la mano del destino fatal.
Foto de Carlos Enrique Ortiz. Abril, 2012.