martes, 22 de abril de 2014

Gabriel del Casal y los dedicados poemas extramiticos, Tomo II.



"Es cierto que la concisión tiene verdadera magia y puede sacrificársele algo de claridad, pero sólo para pensamientos excepcionales, cosilla muy rara" Macedonio Fernández

Poemas de Gabriel del Casal (Tomo II)

Huí de la tienda por consumista, no quiero ser así, pieza por pieza, precio por precio, El bolsillo roto, los pantalones grises con los zapatos grises, no el saco, a esta edad, con azul y blanco a cuadros.

Vi la transfiguración del canto en naves de pequeños hollywoods, u, ya no encadena.

A la par con la velocidad del lector cache, alcancé a decirle a mi amigo, un aire sin tiempo, una inclinación al fervor, favorecido. Para darle a cada quien lo merecido.

Huyeron como troyanos de la suerte de un timador o un estratega dEsilucionado.

II

Pasos de los vivos muertos, esqueletos con cerebro de conejo, y los lanzallamas norcoreanos.

III

¿Por qué mueren los suicidados, con su libro favorito del año en la mano?

IV

La langosta, cuatro platos, el bacalao, siete. Suban la radio, hay mucho hippie sordo.

V

Decía que le dolían las piernas, bajando por la Quinta Avenida, buscando un Starbus para cambiar
la sed, la venganza de tantas plumas, de observar el lago del parque como un par de tortolitos.
Ella, se hizo la olvidadiza, y él el trotamundos, pero la rabia de la rasca, no calmaba las ganas de la rumba cubana, los zapatos nuevos, y la fiesta de Orula.

VI
Me llamó María Kodama, ni pizca de parecido, la exultación con sustanciación.

VII

En el cambio, París Combo: "Living Room", para Juana.


VIII

El café con leche de Albert Camus, ya no existe, lo he buscado en "El extranjero". La versión de 1968, está archivada.

IX

Planteo de novela ejemplar o de entremes, tan jarto el resignarse como el asignarse entre los ellos la obsoleta verdad.

X

Que si el elefante pequeño se sienta a escuchar en la pequeña Manchuria al niño que solo balbucea, entendería el suicidio de los pobladores norteños. De los que nunca aprendieron a amar amarse, solo mar.

o

Pintura de Amedeo Modigliani.

lunes, 7 de abril de 2014

Algunos poetas malditos que van quedando en el olvido. Ustedes verán!: Oswaldo Lamborghini, José Asunción Silva, y Jorge Cáceres.

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Los malditos, son hoy los irreverentes (pastusos, iquiqueños y tucumanos), iconoclastas después de la juventud, o sentado y a la postre huidizo. Los que fueron, tenían alma negra (el modernismo, ya lo dije), Neobarrocos eremitas, y surrealistas chilenos (ultra montana).


Pintura de Juan Pablo Renzi

Oswaldo Lamborghini

EL JUKY*

Le tengo terror a los demonios
quiero decir a los domingos

¡Querida!
La delicia se transformó en pura delicadeza
y la voluptuosidad: pudor.
A la gacela le crecieron alas.
Moteada de almíbar para las noches

¡Dulzura!
en las horas matinales o medios días
se sala: igual al hornero, a Lugones,
limpia su casita.
¡Muñeca!
Es bueno irse a un país donde hay muchos troncos
y donde la “o” es un círculo, letra alguna,
pero
¡Piba!
si esos témpanos hablaran
esta pampa te diría
¡Otro hombre!
Y seguramente voy a matarlo con tus propias manos.

***
 Y sin embargo soy Edipo
Un Edipo que besa los pies de su madre ahorcada
Que se cuelga de sus piernas para detener el bamboleo de ese cuerpo
Que cuelga de una cuerda
Y arrodillado
Lengüetea Lame
Con su única lengua
Lenguaje posible
La vagina todavía tibia de su madre ahorcada
en el momento crucial.
***
Ligeras ganas de introducir pasmado
el remanido pene en la pátina vagina
y adorar luego la bóveda celeste.
Venían los griegos, esos niños inocentes de la peste.
Encendían el fuego y escupían las espinas,
no en un cuarto de hotel, no en éste,
que a manzana huele y a pornoshow deshabitado
por la más linda, por ella,
por la más bella,
por la más trina,
por la joya:
Helena, Helena de Troya,
Madre de Dios y bailarina.

El éxtasis y la dosis y la rima
y una clase de zorrino ensimismado
que igual tendré que dar mañana a pesar del pico.
Me gustaría ser judío
y mañero y transexual como el Espíritu,
y no este zorzal, este aeda marcado,
que huele a horror aunque se disfrace de Cupido.
*Tomados del blog El hombre aproximativo.



Pintura de Juan Pablo Renzi

José Asunción Silva

Zoospermos*

El conocido sabio
Cornelius Von Ken-Rinegen,
que disfrutó en Hamburgo
de una clientela enorme
y que dejó un in-folio
de mil quinientas páginas
sobre hígado y riñones,
abandonado luego
por todos sus amigos,
murió en Leipzig, maniático,
desprestigiado y pobre,
debido a sus estudios
de los últimos años
sobre espermatozoides.

Frente de un microscopio
que le costó un sentido,
obra maestra y única
de un óptico de Londres;
la vista recogida,
temblándole las manos,
ansioso, fijo, inmóvil,
reconcentrado y torvo,
como un fantasma pálido,
a media voz decía:
"Oh, mira cómo corren
y bullen y se mueven
y luchan y se agitan
los espermatozoides!:

"¡Mira! si no estuviera
perdido para siempre;
si huyendo por caminos
que todos no conocen
hubiera al fin logrado
tras múltiples esfuerzos
el convertirse en hombre,
corriéndole los años
hubiera sido un Werther
y tras de mil angustias
y gestas y pasiones
se hubiera suicidado
con un Smith & Wesson
ese espermatozoide.

Aquel de más arriba
que vibra a dos milímetros
del Werther suprimido,
del vidrio junto al borde,
hubiera sido un héroe
de nuestras grandes guerras.
Alguna estatua en bronce
hubiera recordado,
cual vencedor intrépido
y conductor insigne
de tropas y cañones,
y general en jefe
de todos los ejércitos,
a ese espermatozoide.

Aquel hubiera sido l
a Gretchen de algún Fausto;
ese de más arriba
un heredero noble,
dueño a los veintiún años
de algún millón de thallers
y un título de conde;
aquel, un usurero;
el otro, el pequeñísimo,
algún poeta lírico;
y el otro, aquel enorme,
un profesor científico
que hubiera escrito un libro
sobre espermatozoides.

Afortunadamente,
perdidos para siempre
os agitáis ahora,
¡oh, puntos que sois hombres!
entre los vidrios gruesos
 traslúcidos y diáfanos
del microscopio enorme;
afortunadamente,
zoopermos, en la tierra
no creceréis poblándola
de dichas y de horrores:
dentro de diez minutos
todos estaréis muertos,
¡hola, espermatozoides!

Así el ilustre sabio
Cornelius Von Ken-Rinegen,
que disfrutó en Hamburgo
de una clientela enorme
y que dejó un in-folio
de setecientas páginas 
sobre hígado y riñones,
murió en Leipzig, maniático,
desprestigiado y pobre,
debido a sus estudios
de los últimos años
sobre espermatozoides.
*Tomado de la edición de Aguilar, 1952


 Pintura de Juan Pablo Renzi

Jorge Cáceres

Paolo Ucello

Paolo Ucello saliendo del pozo de mercurio
Regateando en tu corazón de gaseosa el fragor de la tormenta
Pero unos ojos perdidos vagan en la superficie negra de un vaso de vitriolo
Tirando de la noche el hilo a plomo que se enreda en tu frente
Llamando a la puerta del corazón del pájaro por su nombre
Aunque yo te he visto dar vueltas alrededor del mundo tres veces
Aclimatando la cantera al influjo de la turquesa
O tus labios de ópalo silvestre a la noche ultramarina
Ucello el diván ondulado acaba de evaporarse
Y aún sus pestañas me recuerdan tu amor por los pájaros
O tu pie sangrando sobre un bouquet de violetas
Sobre mi corazón pulverizado sobre el espacio en blanco que dejó el campo al desaparecer
Sobre un seno en el agua mineral
Sobre todo un seno
Levantándose de su cojín como una lágrima
Aún deslizándose a través de una mirada inocente
Una única mirada Ucello
De un seno violeta

Contra la noche violeta.

Los  besos

Los besos entre las hojas
En recuerdo
De los pájaros que encantaban las estrellas en el filo
de sus alas
Por cada grito picoteaban los guijarros del sol
Los muros que les dan formas familiares
Y gestos que reflejan el clima de los labios
Sobre el camino de los últimos besos
O en el eco de las risas del mar.


Con cada una de las fuentes que se diluyen en las hojas
Con cada uno de los ojos de codicia
Con cada uno de los grandes desiertos abandonados
Solitario yo he compartido mi sed.


A la cabecera de los deltas
En los monasterios que penden de los árboles
Yo escojo las cartas del buen tiempo
Las únicas que han permanecido desnudas
En el fondo de las balanzas de armiño
En plena costa
A todo aire
A toda tempestad
Cuando escucho batir los primeros árboles de coral
 
bajo la piel que yo sé apresar
.
***


Tres poetas llamados malditos; sea porque se suicidaron, los mataron o murieron jóvenes en circunstancias extrañas. Oswaldo Lamborghini (Argentina), considerado por la crítica neobarroco.
José Asunción Silva (Colombia): Modernista.

 y Jorge Cáceres (Chile): surrealista.
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Selección de textos por Gajaka