viernes, 22 de mayo de 2009

Poema escogido de "La risa de Demóstenes, Rara" (Tomo II), enviado por un lector como el mejor del libro. !Qué tal, ah, Jaimeeeee!





POEMA JAIME 13

(Interlocutor psicólogo Pítio de actores desarmados)

Me llamo Jaime, y debería estar chupando sangre como
los vampiros, si eso es todo lo que he tenido en resumidas cuentas en mi vida.
Jaimeeeee! el teatro de los vampiros y el mundo seco
de afuera! Otra cosa bien distinta el talento mediático
antepuesto al orden de la historicidad
(la vaina arengada).

Nada me importa más que los seres efímeros, los gatos
mansos (y esto por herencia). Las flores a las tumbas
de Romy, “Georgie” en Ginebra, Whitman, Modigliani
(me tienes que dar parte de tu elegancia), Reis (si es
que existe el montículo).
La morbosidad de las estalactitas, la seca y la meca de
mis hermanos mongoles.

Ay que risa Jaime, Jaime repito el hermético barroco.
Jaimeeee! apersónese de los escarabajos antes de
tirarse por el abismo mil veces copiado. Y si te toca
el año chino de la rata, lo mejor que puedes hacer es
morirte de la risa.

La reciprocidad de los primeros amores, que hacen
lo mismo pero con gustos medidos, y de clase dice
Grucho Marx (versión de Grucho cuando vivía
en Richmond Hill).

Jaimeeee! cuando no vaya al camino de Chibcha.
Cuando convenga en darse devenir en sus citas a
posteriori, y aquí si me hizo equivocar. Un poema
equivocado lo dictan alvéolos entre cenizas..


Jaimeeeee!, tan intranquilo, tan de media velada, ja!
una corte desempolvada llevada a tiros hasta el centro
de los argumentos mas pencos.

A Ramiro Sandoval

Nota: Penco, caballo de deshecho, prostituta sin mérito, en el argot
español. Lenguaje arcaizado.

Gabriel Jaime Caro (Gajaka)

viernes, 15 de mayo de 2009

Nacimiento del Neobarroco exotérico en Colombia con el libro "La risa de Demóstenes, rara", Tomo II.



POEMA JAIME 9

(De como Jaime escreta lubrica y satina. Mejor su mocedad)

“Absurdo caminando caminando” ¿Jaime lo recuerdas?

No, solo jazzistas, y lo absurdo de “Las sillas”
de Ionesco, en pequeños formatos de filmación, y en la
pared deforme: “Invocación a Joyce” de “Georgie”
Borges, de memoria para su amiga Kodama.

Y, el esclavo negro congelado dona sus órganos para la hija ridícula del emperador.
Los nómadas y sus 100 billones de conexiones en la cuartilla de la mente convulsionada por tumores benignos.

Jaimeeee! y un tal Conde de Dávilas, registra la prime-
ra muerte por tuberculosis en el nuevo mundo. Y, claro,
qué nos pueden importar los pasos perdidos de la vida.

Esto que me pegas lo leí en un manifiesto minimalista.
Cuando todo el mundo por 10 lustros pensaba que todo
era partido nazi (“Qué viva la vida del fascismo”,
cantaban los “Sex Pistols”).
Hasta que sonaron los fagotes del Tibet, y descendió
el Dalai Lama a tomar vino tinto con los hippies de San
Francisco.

Jaime otra vez te la comiste. Soy adicto al sexo dice
la comedia gringa, contra los compadritos muertos.
El jardín de las manos rojas (oh roble jacuno)

Nota: Jacuno, estío en el argot. O lenguaje arcaizado, o caló.

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Gabriel Jaime Caro (Gajaka)

La risa de Demóstenes, rara. Tomo II.

martes, 12 de mayo de 2009

"El cine, instrumento de poesía" decía Don Luis Buñuel. "Los viajes del viento", de Ciro Guerra, cineasta colombiano.






“Los viajes del viento”

¿De dónde viene ese diablo con su Daimon (el acordeónista) y el vallenato con su Rey musical?
Mil preguntas para mil respuestas, conjuradas en una.

Por Gabriel Jaime Caro (Gajaka)

No cabe duda, Colombia, y los otros países latinos del hemisferio, desde la afortunada “Amores Perros” (México, 2000), ha entrado a la nueva Era del cine verdad, nuestro grito cultural, entre lo comercial y el documental, con la autoría fresca para la recreación, ahora que Louis Malle desapareció, dejándonos sus escritos tan cerebrales para el Séptimo arte.


Podemos ya cantar victoria, cuando un autor como Ciro Guerra, 28 añitos, Río de Oro, César, Colombia, nos introduce al cinematógrafo con una voluntad de poder que no habíamos visto en otros cineastas de la vieja guardia, que siempre se sientan a esperar a que los productores aparezcan, y decidan que hacer con el proyecto coyuntural y de conciencia de un famoso. - Famoso yo que tomo todas mis decisiones, y busco la postproducción por los caminos salados del mundo, diría Ciro Guerra, con “Los viajes del viento”, que acaba de salir al mercado mundial de un posible patíbulo del olvido, que es adonde llegan las perspectivas.

Y es un ejemplo para las nuevas generaciones de cineastas en América Latina, no cabe duda, repito, conociendo su trasunto y su buena crítica, para dejar de lado la mala hora del cine latinoamericano, que padeció de poder por falta de apoyo gubernamental. Argentina ha producido buen cine sin tener industria en su país, y parece decirnos que el estilo y el genio son exclusivos de ellos.


-Mentira, porque un costeño de ojos bien puestos ha tomado grandes decisiones con el cine en Colombia, con dos largos, “La sombra del caminante”, y ahora siete años después con “Los viajes del viento”. Un proyecto ambicioso, que involucra a todos los mitos de nuestra costa atlántica, que parecía agotado por la obra narrativa de Gabriel García Márquez.

Un documental con sabor a paraíso, el mismo que ha sido pisoteado por nuestros violentos, teniendo como fondo la Gran Sierra Nevada de Santa Marta y sus ciénagas y salinas de la Guajira. Con un cuadro nada raro de costumbres muy propias, su música, hoy universalizada. Sus propias lenguas (además de un buen español, Wayú, palenque bantú y Aruhaco), encantándonos y a la vez sintiendo la envidia propia de un ser lejano, amurallado, que ve en estos paisajes la naturaleza que bien pronto desaparece por la vaguedad absurda de la ciudad y su petrificada realidad.

Ciro decía hace poco en una entrevista que si hay un actor de cine profesional en el cine colombiano es el protagonista de su filme, porque estuvo trabajando con él por cuatro años.

El filme trabaja con un par de personajes (Marciano Martínez y Yull Núñez) y una burrita hermosísima (perdonen la metonímia), en un viaje (un “road movie”) que incluye los del viento y la certeza de la claridad sonora, en un formato inmenso, el preciso para la fotografía y su direccional para el ojo crítico del espectador que siempre mira hacia el horizonte de la derecha en la pantalla. Allí aparece el título y los créditos casi borrados o manchados por el viento. Nunca estuvo tan equivocado el poeta Porfirio Barba Jacob (“El son del viento”): el viento asombrado, la voz que clama en el desierto.

La seguridad de un editor con la presencia maga de su director, en “Los viajes…”, de aquí para allá vemos a Van Gogh, Pasolini con sus presencias, el rostro psiquiátrica del acordeonista, y el fervor de su acompañante. No hay nada más emocionante que entrar en el mundo de lo relacionable y dejar su huella sin detenerse en su solo artificio de comparación. Y un final de asombro espiritual.




Si hay películas filosóficas esta es una que rebasa la cotidianidad del enfoque convencional; ¿quién sabría distinguir cuando un filme es filosófico, de uno puramente costumbrista? Cuando no hay una historia de amor, sino la siempre viva imagen del Daimon en la eternidad. Por fuera de leyendas mitológicas que todo lo vuelven azufre y blasfemia para la retórica fundamental de los pueblos agotados del espanto ideológico.

Qué la Costa Atlántica vuelva a ser el paraíso mutante que siempre ha sido y que los violentos que descarguen su atómico pudor y verbo de fundamentalistas, pueblen el suelo de millones de discursos funambulescos.

Algunos cinéfilos la consideran muy lenta, otros que no gustan del vallenato (que tal la puya que se interpreta), prevenidos, casi no disfrutan de ella, si el cine es femenino. Por su fotografía la catalogan buena, yo digo, aunque ya lo profeticé; que sería el mejor cineasta colombiano, después de haber visto “La sombra del caminante”, y con este retrato de sus orígenes, un poco prematuro, basta para esperar futuros logros con otros script.

Oí decir, por último, a un parejo, a su pareja, “mija, perdimos plata y tiempo con esta guevonada”. Refiriéndose a la película en una sala comercial… Y yo pensando en los premios que va ha recibir por su calidad.



Gabriel Jaime Caro (gajaka@hotmail.com)


lunes, 11 de mayo de 2009

Xavier Abril (1905-1990), poeta peruano.


Poema Exaltación De Las Materias Elementales de Xavier Abril

(En desnudez intacta,escalofrío, desmayo y sueño.

Debajo de sus senos nace un río

que olvida los temblores de su cuerpo).

¿Te quieres dar a mí hasta palidecer

desmayada en la noche?

¿Y que tu cabellera encienda
los trópicos íntimos del amor?
¿Sentir la claridad del alba
anegada en tus senos?

¿Hundirte en mí,
en la temeraria orfandad de la sangre?
Yo sueño verte un día
desnuda de tallos y de aurora,
señalando la transformación de las esferas,
alta de mediodía, cenital y luminosa,
solitaria, única: ¡eterna rosa!

Xavier Abril

jueves, 7 de mayo de 2009

Poema de José Emilio Pacheco, ganador ,hoy, del Premio de poesía Reina Sofía de España.














Fray Antonio de Guevara reflexiona mientras espera a Carlos V

Para quien busca la serenidad y vive en todos los seres sus iguales
malos tiempos son estos mal lugar
es la corte
Vamos de guerra en guerra. Todo el oro de Indias se
consume en hacer daño. La espada incendia el Nuevo Mundo
La cruz sólo es pretexto para la codicia
La fe un torpe ardid para sembrar la infamia
Europa entera tiembla ante nuestro rey

Yo mismo tiemblo aunque sé que es un hombre sin
más mérito que haber nacido en un palacio real como
pudo nacer en una choza de la Temistitlán ciudad
arrasada para que entre sus ruinas brille el sol del
Habsburgo insaciable

En su embriaguez de adulación no piensa que todo el imperio
es como un cáncer y ningún reino alcanzará la dicha
basado en la miseria de otros pueblos
Tras nuestra gloria bullen los gusanos y no tengo fuerza
o poder para cambiar el mundo
Escribo alegorías engañosas contra la cruel conquista
Muerdo ingrato la mano poderosa que me alimenta
Tiemblo a veces de pensar en el otro y en la hoguera

No no nací con vocación de héroe. No ambiciono sino
la paz de todos (que es la mía) sino la libertad que me
haga libre cuando no quede un solo esclavo
No esta corte no este imperio de sangre y de fuego no este
rumor de usura y soldadesca.

José Emilio Pacheco, México, 1939.

martes, 5 de mayo de 2009

Poema de Cristina Escobar, Medellín, Colombia.


Estoy cayendo
un agujero negro es la desdicha,
así la soledad, oscura,

oyes tu respiración, palpita el pecho,
la sangre impasible por las venas.
Levemente suspendida como si levitara
y el alma saliera de mi cuerpo.
Deseo el vértigo
no este descenso lento de marismas.
Dices, ¡ya basta!
Váyase al infierno.
Entro de nuevo en el vientre de la nada
en posición fetal, pensando.
No ver ya el mar, el cielo de muchos días que vendrán.
“Good-bye blue skies” y se hace un nudo en la garganta.
En el cristal de mi ventana se refleja el paisaje.
En mi cabeza hay bruma como un vago sueño.
Los pensamientos se levantan y andan
brotados de una pesadilla.
Mis pies flotando al borde mismo del abismo
proyectan sombra como los de un ahorcado
bailando con la noche.
La muerte de mí, se ríe.
“No sabes a cómo es esto” dice, con sus dientes roídos.
Abro mis párpados. La espiga de la palma,
pura miel para mis ojos cansados.
Digo de nuevo adiós.
Las montanas se sonríen burlando mis intenciones.
Las abrazo contra mi corazón, me apoyo en ellas.
No puedo abandonarme en cualquier playa.
En la luna redonda de mi espejo
veo mi cara a diario.
Alisarme el cabello, delinear las cejas,
ocuparme de mis cosas vacías y vanas.
Como un fantasma familiar y permanente
me avergüenzas,
me obligas a entenderte,
perseguida siempre por los perros instintos.
Lloro y río de todo, de mí misma.
Así es la vida, pienso.

Sobre mi hombro vela un ángel.
A veces se distrae. Tampoco importa.
Lluvia en París o en Tokio.
Llueve sangre sobre Palestina.

El alma arrancada de la carne. Pasajeros.
El tedio es un tiro de gracia.

2009

Cristina Escobar ("Siglótica 78").


lunes, 4 de mayo de 2009

Marco Antonio Montes de Oca (1932-2009), poeta mexicano.



Poema Balance


Maté la nube de mis pensamientos,


cedí terreno a los pensamientos de la nube.


Predije con Apollinaire las nuevas artes,


advertí en un claro del bosque otras manchas verdeclaras,


ardientes zonas en que pude establecer


una pausa encastillada,


labios que sonríen en el espejo de la primavera.


Muchas cosas


conspiré con el domingo echado a mis pies,


con el tiempo sirviéndome de suelo


y el espacio, mi leal pareja,


aferrado a mis hombros para no caer.


Muchas veces mil veces


me hundí en sueños más sueños que los sueños,


al imaginarme cómo la golondrina corta,


con la tijera azul de la cola,


ciertas cosas ciertas:


pinos, sauces, tilos contemplados al trasluz.


Confesé a medio mundo


que ésta es mi hora y no es mi hora,


que todo depende y no depende,


que mis pies han bailado


desde antes de saber andar.



Nota: Marco Antonio Montes de Oca, poeta y pintor, falleció en febrero del 2009. La poeta mejicana, Norma Wanless, amiga del poeta nos envió el poema y la noticia, ya que poco o nada se ha divulgado fuera de México, sobre su vida y su muerte. Es (fue y será) uno de los mejores poetas del continente.