miércoles, 10 de junio de 2009

Andrés Felipe Henao, nos envia este fragmento sobre Foucault para el churrunguis Tunguis.


Fragmentos de El poder psiquiátrico. Curso en el Collège de France, que distribuye Fondo de Cultura Económica]
Por Michel Foucault

Foucault habla sobre Gaston Bachelard (en francés)

¿Cómo se presenta la instancia del poder disimétrico y no limitado que atraviesa y anima el orden universal del asilo? Aquí tenemos cómo se presenta en el texto de Fodéré, el Traité du délire, que data de 1817: “Un hermoso físico, es decir, un físico noble y varonil, es acaso una de las primeras condiciones para tener éxito en nuestra profesión; es indispensable, sobre todo, frente a los locos, para imponérseles. Cabellos castaños o encanecidos por la edad, ojos vivaces, un continente orgulloso, miembros y pecho demostrativos de fuerza y salud, rasgos destacados, una voz fuerte y expresiva: tales son las formas que, en general, surten un gran efecto sobre individuos que se creen por encima de todos los demás. El espíritu, sin duda, es el regulador del cuerpo; pero no se lo advierte de inmediato y requiere las formas exteriores para arrastrar a la multitud”.Como ven, el personaje mismo va a funcionar desde la primera mirada. Pero en esa primera mirada a partir de la cual se entabla la relación psiquiátrica, el médico es en esencia un cuerpo, más precisamente es un físico, una caracterización determinada, una morfología determinada, bien definida. Y esa presencia física, que actúa como cláusula de disimetría absoluta en el orden regular del asilo, hace que éste no sea, como dirían los psicosociólogos, una institución que funciona de acuerdo con reglas; en realidad, es un campo polarizado por una disimetría esencial del poder, que toma su forma, su figura, su inscripción física en el cuerpo mismo del médico.Pero ese poder del médico, por supuesto, no es el único que se ejerce, pues en el asilo, como en todas partes, el poder no es nunca lo que alguien tiene y tampoco lo que emana de alguien. El poder no pertenece ni a una persona ni, por lo demás, a un grupo; sólo hay poder porque hay dispersión, relevos, redes, apoyos recíprocos, diferencias de potencial, desfases, etcétera. El poder puede empezar a funcionar en ese sistema de diferencias, que será preciso analizar.En consecuencia, alrededor del médico tenemos toda una serie de relevos. En primer lugar, los vigilantes, a quien Fodéré reserva la tarea de informar sobre los enfermos, ser la mirada no armada, no erudita, una especie de canal óptico a través del cual va a funcionar la mirada erudita, es decir, la mirada objetiva del propio psiquiatra. Esa mirada de relevo, a cargo de los vigilantes, también debe recaer sobre los sirvientes, esto es, los poseedores del último eslabón de la autoridad. El vigilante, entonces, es a la vez el amo de los últimos amos y aquel cuyo discurso, la mirada, las observaciones y los informes deben permitir la constitución del saber médico. ¿Quiénes son los vigilantes? ¿Cómo deben ser?“En un vigilante de insensatos es menester buscar una contextura corporal bien proporcionada, músculos llenos de fuerza y vigor, un continente orgulloso e intrépido cuando llegue el caso, una voz cuyo tono, de ser necesario, sea fulminante; además, el vigilante debe ser de una probidad severa, de costumbres puras, de una firmeza compatible con formas suaves y persuasivas (...) y de una docilidad absoluta a las órdenes del médico.” (Fodéré, op. cit.)Para terminar paso por alto unos cuantos relevos, la última etapa está constituida por los sirvientes, que poseen un muy curioso poder. En efecto, el sirviente es el último relevo de esa red, de esa diferencia de potencial que recorre el asilo a partir del poder del médico; es, por lo tanto, el poder de abajo. Pero no está simplemente abajo por ser el último escalón de esa jerarquía; también está abajo porque debe estar debajo del enfermo. No debe ponerse tanto al servicio de los vigilantes que están por encima de él como al servicio de los propios enfermos, y en esa posición de servicio de los enfermos no deben hacer, en realidad, más que el simulacro de dicho servicio. En apariencia obedecen sus órdenes, los asisten en sus necesidades materiales, pero de tal manera que, por una parte, el comportamiento de los enfermos pueda ser observado desde atrás, desde abajo, en el nivel de las órdenes que pueden dar, en vez de ser mirados desde arriba, como lo hacen los vigilantes y los médicos.

4 comentarios:

  1. Muy emocionante en francés, ahí está la clave de este texto siguiendo los movimientos del brazo y la mano de Foucault....

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  2. Foucault es el maestro del estructuralismo critico y semiotico, maestro en la ensenanza de la sexualidad, si esta tiene ensenanza, para demostrar lo oculto derimido de la sexualidad masculina, y su subdita femeninidad.

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  3. Mejor dicho: el supuesto "enfermo" está radicalmente encerrado, sanduchado. Perfecto análisis ese agenciamiento de poder del "sirviente", que es parte de la red de mando y que vigila desde abajo camuflándose como obediente del paciente.El paciente siqujiatrizado no tiene escapatoria y su paranoia es totalmente comprensible. Así funciona este manicomio o panoptico que llaman "sociedad" hy ahora sí que se aplica eso de que el mandamás debe ser un pupi-fashion.

    Por eso Sergio Fajardo, el candidato papito, va tan bien en las encuestas.

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  4. Guau!!!! Olvido, eres un frances encantador, y lo mejor adicto a este churrunguis, que va rumbo a Marte.

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