viernes, 26 de junio de 2009

Texto de presentación del libro "La risa de Demóstenes, rara, II", en la U. De. Medellín.


La poesía de Gabriel Jaime Caro, una aproximación.
Por Carlos Enrique Ortiz


Intentar un acercamiento conceptual a la poesía de Gabriel Jaime Caro no es tarea fácil precisamente porque esta poesía es, en sí misma, una superación de todo horizonte conceptual. De ahí que diversos acercamientos han resultado sumamente limitados y otros intentos han terminado más bien en alejamientos que en una provocación de cercanía.
Así, por ejemplo, no clarifica la esencia de esta poesía el verla como una incitación de la risa, como un elegante ejercicio de buen humor patafísico, porque Caro no es un escritor humorístico que se proponga de antemano y mediante cierta genialidad el hacernos reír, sonreír o divertirnos con sus poemas; la risa no es un resultado ni un rendimiento de su poesía que este poeta se imponga de antemano, no es tampoco un presupuesto y más bien diría que es un hallazgo aleatorio que se da para el buen lector, no por la intención previa de quien escribe sino por la naturaleza de estos poemas tan singulares que diluyen nuestro mundo habitual y conocido y nos abocan a lo asombroso, lo inesperado, lo imposible y lo desconocido, volviéndonos victimas de lo que no sabemos, de forma tal que no nos queda sino la risa como respuesta coherente ante lo desconocido.
Tampoco puede asumirse a Gabriel Jaime Caro como un escritor dadaísta, porque no pretende utilizar la ironía, el azar, la intuición o el irracionalismo para elaborar una obra que se contraponga abiertamente a la cultura y al arte tradicionales de nuestro medio, entre otras cosas porque Caro no se propone nada con su poesía y porque es consciente de que el irracionalismo intencional, aun en el arte, no es más que una trampa que la razón se pone a sí misma y para no caer en ella; una máscara que no enmascara, un artilugio que no engaña ya a nadie.
Por otra parte no se trata de un poeta surrealista, un representante más del fatigoso surrealismo maicero, no lo es porque Caro no pretende ni necesita liberar a la imaginación, al universo onírico o al subconsciente de los condicionamientos que la existencia servil cotidiana les impone, para que aflore entonces una interioridad verbal no discursiva que funcione como un modelo interno estéticamente expresable, al cual el automatismo psíquico, las asociaciones libres, la exaltación sensorial o los estados alterados de consciencia puedan hacer visible y prevalente. No es así porque aunque a Caro le es caro el surrealismo, en él ni l a imaginación, ni el universo onírico, ni la intuición, ni la fantasía ni el subconsciente están sometidos a los condicionamientos cotidianos del hombre común: lo suyo es una condición psíquica especial que no necesita de parafernalia alguna ni del estímulo artificial para desatar lo que no está atado.
Tampoco ocurre que esta poesía se haga comprensible al inscribirla, sin más, en un estilo como el neobarroco, porque no se caracteriza por una teatralidad afectada, ni por extremar una cierta retórica para conmover al lector mediante el exceso de la metonimia, o el abuso de la comparación imposible que hace estallar la metáfora. No hay en Caro una predilección deliberada por lo grandioso, lo aparatoso o por la abundancia decorativa del poema; no se trata de una pirotecnia verbal ni de una búsqueda intencional de la paronomasia, el asíndeton o del cuidado de la forma abigarrada.
Caro no es neobarroco, pese a su propia opinión, porque su escritura está, por esencia, más allá del cultivo de un estilo que como éste es un cuidado de la forma en el abuso de la forma. Por el contrario esta poesía es una superación de la forma, se da como una indeterminación exterior de la materia verbal, es el triunfo del Apeiron de Anaximandro del que todo proviene y al que todo regresa tras pagar la culpa y según la justicia del tiempo. La poesía de Caro es como su propio cuerpo; una negación de la forma, para decirlo parafraseando a André Bretón: no es el pez soluble, es la solubilidad.
¿Cómo acercarnos, entonces, a esta escritura que aparece como un ejercicio pleno de libertad?
Quizá algunos momentos del pensamiento extremo de Georges Bataille puedan ayudarnos en el cometido de conocer lo irreconocible. Partiré de cuatro palabras de este filósofo francés, el más necesario de todo el siglo XX.

PRIMERA PALABRA:
“La poesía es el sacrificio cuyas víctimas son las palabras”
Esta expresión está tomada de La Experiencia Interior, de la Digresión sobre la poesía y Marcel Proust, y se refiere a la comprensión que tiene Bataille, dentro de su Economía General, del hecho poético.
Sacrificar es hacer que algo ingrese o retorne al mundo de lo sagrado y éste es el mundo de lo que tiene valor en sí mismo, el mundo de lo inmediato, de lo inmanente, de lo soberano, esto es, el mundo del ser. Opuesto a lo sagrado está lo profano; el mundo de lo profano es el de las cosas, lo útil, los fines, el interés, la ganancia, el lucro, la dominación, el proyecto, la producción, el consumo, el trabajo. Es el mundo de la naturaleza cosificada en recurso, materia prima, herramienta y alimento y del hombre cosificado en las mil formas de la pérdida de su ser soberano. En pocas palabras es nuestro mundo de hoy, el cual ha devorado completamente al mundo sagrado de antaño en el cual era posible la comunicación del hombre con el hombre y con la naturaleza, en el cual era un hecho la vida ardiente y plena en comunicación con lo divino.
La poesía es sacrificio de las palabras porque restituye el carácter sagrado y ritual del habla y del silencio: El poema es el acto y el lugar donde el habla, la palabra y el silencio dejan de ser cosas, superan cualquier utilidad manifiesta y se revelan como comunicación, plenitud, vida ardiente, inmediatez y soberanía.
Si afirmamos que lo sagrado es el ser y lo que con él comunica, podemos comprender que nuestra voluntad de fijar el ser por la palabra es una voluntad maldita, condenada al fracaso, no sólo porque el ser trasciende plenamente a la palabra, sino porque desde que nuestras palabras son cosas nosotros mismos somos la cosa de nuestras palabras.
Y esto es justamente lo que los poemas de Gabriel Jaime Caro revelan y atacan; poemas que descosifican el lenguaje, que proponen, por contraste, la intimidad recobrada con el silencio animal del que provenimos, poemas que implican la muerte ritual de las palabras. Los poemas de Caro no son, como quería Heidegger, la casa del ser, son el ser desnudo y en el descampado, o lo más próximo al ser sin demora, sin discontinuidad, sin oposición, sin sentido y sin duda.

SEGUNDA PALABRA
“El muchacho del establo puede traer el caballo, la señora de la cocina puede hacer mantequilla, pero la poesía desliza lo imposible: presenta un caballo de mantequilla” (La Experiencia Interior)
La poesía nos presenta lo imposible, lo desconocido, el no saber, nos revela que nosotros mismos hemos devenido imposibles y que somos un enigma sin solución sobre esta tierra. Si saber es siempre fijar el ser y si, como dice Bataille: “El ser es en el mundo tan incierto que puedo proyectarlo donde quiero, fuera de mi-. Fue una especie de hombre torpe que no supo resolver la intriga esencial, quien limitó el ser al yo. En efecto, el ser no está exactamente en ninguna parte y fue un juego percibirlo divino en la cumbre de la pirámide de los seres particulares. El ser es “inaprensible”, no se le “aprehende” nunca más que por error; el error no es tan sólo fácil, en este caso, es la condición del pensamiento” (Lo Sagrado)
Si la condición del pensamiento es el error de persistir en fijar el ser por la palabra, entonces la poesía de Gabriel Jaime Caro es un lúcido momento que expresa la experiencia de lo indecible, la de la no fijación del ser; es una exploración de aquello que los Griegos antiguos llamaron el A-Logos, esto es; de lo que no se puede expresar en palabras, estos poemas son la expresión verbal de la experiencia de lo no verbal. Esta poesía no fija el ser, no lo sitúa en parte alguna, por el contrario lo libera, es en sí misma un acto de desasimiento, de soltura, de liberación. El lenguaje mismo resulta así desintegrado, lo cual fuerza al pensamiento del que lee o escucha a una ruptura de la condición discursiva, a partir de la cual se suscita fácilmente el silencio y el no-saber.

TERCERA PALABRA
“Pero no hay nada bello, nada grande…que no se encuentre por suerte y que no sea raro”
(La Suerte)

La poesía de Caro es en ella misma una suerte escasa, es lo contrario al gran número, al promedio, a la mayoría, a la masa, es la excepción absoluta, lo sui generis mismo, lo otro. Por eso escapa al estado general de ruina y de miseria en que ha caído la literatura colombiana de hoy, convertida en proyecto personal de arribistas , en negocio familiar de tenderos y en farsa de todos aquellos que piensan que es mejor ser poeta a no ser nada.
La poesía de Caro no sólo no se parece más que a sí misma, sino que no busca parecerse a nada de aquí o de allá. Acepta la condición de su ser único y de no poder ser referida a nada. Sin embargo hay que decir que Gabriel Jaime es, en sí mismo y como persona y poeta, totalmente filial de todos los poetas auténticos de la historia de la literatura universal, pues entiende y realiza la condición de poeta como una condición trágica de libertad.

CUARTA PALABRA
“La vida se Juega”
Esta afirmación de Bataille en “El Aprendiz de Brujo”, me sirve ahora para deslizarme fuera de la creación poética de Caro y dirigirme hacia su experiencia vital.
La esencia de un hombre es su existencia, no lo que el piensa o sabe de sí mismo ni las definiciones que algún otro pueda construir, esta verdad existencial nos arroja, a cada uno, ante sí mismo como ante lo ineluctable.
Gabriel Jaime, puedo dar fe de ello pues me ha honrado con su amistad por más de 30 años, no ha condescendido nunca a hacer de su vida un proyecto, un negocio, un plan, una inversión, una farsa o cualquier otra forma de servidumbre visible o invisible. Le he visto vivir con una libertad desmesurada, entregado sólo a su condición de poeta y de artista, haciendo de su vida, como Nietzsche quería, una obra de arte única e inigualable. Nunca se ha dejado chantajear por el miedo al futuro, al presente, al fracaso, a la pobreza, a la vida o a la muerte.
Allí donde la mayoría actúan como castrados por el temor y la prudencia, él disfruta de “La Insoportable Levedad del Ser” y, como nadie, ha vivido sobriamente alucinado y alucinadamente sobrio.
Se ha jugado la vida en la lucidez de ser el que es, y en el mundo de la homogeneidad y la masificación ha sabido ser individual e irrepetible, por eso le sienta bien decir de sí mismo “Parezco un ovni, un ovni, un ovni, y no me importa nada”, por eso quiero terminar este breve homenaje dirigiéndole un verso de Serrat, más que oportuno en este país de odio y de asesinos, un verso que dice: “Que tus contornos te quieran, que te respete la muerte”.
Carlos Enrique Ortiz.

Medellín, V 2009

10 comentarios:

  1. gajaka hilario
    cordial saludo

    sería interesante que nos hablaras de la expresión chuurrunguis tunguis

    ojalá escribieras un articulo (ensayo patafísico?)sobre churrunguis tunguis

    estoy a punto de unirme a la causa perdida del churrunguistunguismo

    Si

    si te descuidas te convertirás en el pionero y motor de la neo-vanguardia del churrunguistunguismo

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  4. Juka (Version 2.0) dijo...

    Hilario como poeta tránsfuga odioso de la realidad pareciera que no llevase consigo su desdicha. Al contrario del místico ( un Chinasky ) o el sabio,( un Pascual) parece que no sabe escapar a sí mismo ni evadirse del centro de su propia obsesión. Incluso sus éxtasis que se ve a la legua son incurables, lo hacen ver como un poeta inepto para salvarse, parece que desde su poesia todo es posible.

    28 de mayo de 2009 10:10

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  6. Yo escojo este poema del libro de Gajaka como MANIFIESTO POETICO de su nueva poética.

    POEMA JAIME 39
    (Fantasmas inescrutables para la conexión crítica).

    Jaime ha dejado de un lado París y sus demonios. Hoy está hechizado, puede componer,
    pintar el seto de Irminsul, y suicidarse en la fría “Copa de Copenhague”.

    Yo, y por mi incomunicación, llevaría las pesadas cargas del antiguo rito de las alucinaciones a la total
    sordera del renacimiento del dibujo animado del país
    de las salchichas con huevo.

    Jaimeee! traficante de enredos de evolución, en donde el ser vagaba por entes carnívoros.
    Jaimeeee! con un pequeño papiro escapa de los ojos del Museo Metropolitano, a ver si caza con el repollo a la mujer de lados y al hombre siniestro que te arrastra
    un ojo.

    ¿Y es qué tenemos lados después del bebedizo negro? Después de todo nos habita el genio, ese sí, enemigo de
    la verdad del otro, a tu lado, provocando la erupción del nihilismo prohibido, ese que desafía al Rey Creonte en
    el palacio de sus zombies, sin cremación posible.

    Jaime y su creador amazónico, más bien pasado que futuro advenedizo. Lleva de aquí para allá la imposible ruptura de la circularidad del ser (nuestra única metáfora), para finalizar.

    “Yo cuchicheando en el portón, cuchicheando de eternas cosas, ¿no hemos coincidido ya en el pasado?”

    Jaimeee!, por una vida retirada y umbrátil….
    Contra un lenguaje procaz, el espejo del Otro día
    tras día. Por el dialéctico barroco. Por la incomprensión de la grulla mecánica, en “una luz de almacén”.

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  7. Gracias a Carlos Enrique Ortiz por este ensayo lúcido y ejemplar, duélale a quien le duela, porque no todos los días tenemos a bordo a un verdadero estudioso de la poesía y un pensador del lenguaje. Afortunado Gajaka por tener los amigos que tiene. Envidias, peleas, insultos y carroñerías aparte, felicitaciones a Carlos Enrique, otro de nuestros poetas para rescatar en los últimos años aunque poco se conocen sus libros. Sólo recuerdo aquel, Orvalho, de los noventa editado con Javier Naranjo y ...En fin. Este ensayo nos alumbrará de verdad un camino de por sí hoy más oscuro que nunca. Lo sagrado y lo profano, qué bien. Poesía y sacrificio, qué bien.

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  8. Me gusta la casualidad, el vedetismo de un poeta sabroso, que sabe sembrar ante tanta miseria filosofica. Gajaka hermetico riendose de tu incapacidad de Ser.

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  9. Lo mejor del libro de Gajaka
    es el comentario de Carlos Enrique Ortiz

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Gracias por los comentarios enviados con tu cuenta de Gmail, y por enviar textos para esta secta abierta de la pequeña Andrómeda con cebollas en el mundo celeste. Si no la tienes la puedes sacar inmediatamente. Textos pueden ser enviados a gajaka@hotmail.com. e hilario.aquiles@gmail.com