lunes, 8 de junio de 2009

"La santa en penitencia", por María Baranda (1962), poeta mexicana.





Las bodas de las flores se dan sobre el estigma. El polen se desprende al comenzar la aurora y en un solo momento la vida se redime y entonces se retira.




La santa en penitencia grita que pueda ser de fuerza su grandeza, bailando en este reino sin escrúpulos. Teresa es soberana en su magnificencia y con su voz de pájaro en su preñez avisa: "Escribo abierta, volando al aire y con jacintos de golpe me doy cuenta que estoy viva." Y de misterios puros se tiñó su lengua, su resplandor fue aquel fecundo encuadre con sus trenzas, sus mejillas ardiendo en jeroglíficos y en éxtasis los ángeles agradecidos lamieron el temor en su flaqueza. "Señor, lo que pasó pasó, ahora muéveme hasta el gozo y con tus alas determina quién será por mí aquel letrado único de corazón ensimismado que de provecho diga en oratorio: Perra, hagamos juntos este mundo."



Con sólo dos o tres estambres revientan las flores masculinas. Ascienden desde el fondo de sí mismas, candentes y jugosas. A mano suelta se revuelcan, se crían bajo este cielo a medias entre luz y sombra. Afónicas marchitan y lentas agonizan.




Hubiera yo veloz por él el mundo recorrido en velocípedo. Habría yo cruzado hasta la época clásica en fulgor y extraordinaria sobre todo en el periodo del eclipse cuando el mundo se fundó en una Acrópolis. Habría yo ido hasta la estela inaugurada en su rigor y fundamento y visto azul aquella dulce cortesana que en cuadrángulo esculpida profusamente en su dintel lo aguarda. Habría yo estado en una ciudad de oro o de marfil en armonía trazada con piedra de caliza y un tablero mural de proporciones máximas, piramidal, arquitectónica por él, enfática y cautiva entre las rocas de cantera gigantescas. De Oriente a Occidente en velocípedo habría yo ido hasta ese territorio de aves y serpientes, por edificios y santuarios, por puertas interiores y gradas ordinarias, buscándolo geométrico, animal que embellece a las fachadas. Hubiera yo por él naturalista ido periférica en ese siglo atestiguando el Nuevo Mundo entre dos ruedas, que no al hablar sino al rodar en sus cadenas, me conducen venidera en el aliento de una epopeya que él, con todo atrevimiento, aguarda.


María Baranda

Version de Hilario Aquiles Luna (Gajaka)


6 comentarios:

  1. Si quiera se murieron los abuelos, y ya no habra anonimos diciendo disparates y demostrando su incapacidad para la critica poetica.

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  4. Me gusta el poema de Maria Baranda, una buena poeta para la prosa poetica; mucho mejor que nuestra Anabel Torres, incapaz de ciertos giros ludicos en el poema largo.

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  5. Yo creo que no hay poesía rara, por el hecho de utilizar algunas expresiones solo usadas por los buenos poetas, como estos versos de Baranda: "A tientas, impávidos, y cada vez más solitarios".

    Riqueza en el poema con la fuerza de la lírica
    que otros y otras poetas son incapaces por miedo a meterse en la gran belleza del poema con sus buenas salidas mercantiles... aunque sea mirando el diccionario para seguir con la búsqueda.

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  6. De todas maneras el referente griego es un ciché muy saturado. Lo que no invalida el poema de la baranda.

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