jueves, 19 de noviembre de 2020

Gabriel del Casal, se pregunta y confirma un fin del mundo, dada la mala suerte de la humanidad en tiempos pandémicos. Continuamos con Hannah Arendt y sus ensayos sobre Bertolt Brecht, sobre la poesía y ese mal de ojo de los años veinte.


                                                                   

Bertolt Brecht.

 Los Franciscos Kafka de las oficinas, ah, no somos muchos, - y eso te mortifica? Hannah Arendt y Bertolt Brecht, nuestra seducción inolvidable. Tuvieron suerte, y por eso están aquí.

Por Gabriel del Casal, heteronimito Mayor.

Brecht ávido de conocimientos (wissensdurstig). Pasó por el comunismo advertido, el Expresionismo y el existencialismo político, abordando el teatro del absurdo, Galileo: la búsqueda de la verdad a través de la libertad, concluye H.A, sobre Galileo de B.B.

Pero era la poesía lo que más advertía al poeta alemán, que cuando tuvo que salir al exilio, el Holocausto lo perseguía, dejó a los pobres en Europa y reconoció otro mundo en Estados Unidos, sin mucha pobreza; sus poemas que terminan hablando de los pobres, son muy diferentes en lengua alemana, que en lengua española.

Nosotros somos otros pobres, le recordaba Wallace Stevens, la mayoría de la otra América, la latina, es pobre, y no cuadra, si cuadra, con la concepción brechtiana. Pobres sin suerte. Mi padre era feliz pobre (quizás por los hijos adorados platónicamente), en medio de las adivinanzas sociales, pero los hijos no lo podían ser.

Si hay suerte, no sé, no la vi. Los desaparecidos (Das fehlende), la obra de Kafka, de la que casi nunca escribió Brecht, dado que B.B. fracasó en América. H.A. tiene a Kafka cómo un pedagogo y aparece en su ensayo Las frutas de oro, de Natalie Sarraute.

Y el fin del mundo no era cómo lo planeaba Vargas Llosa entre acuerdos siderales (El sueño del celta). No, si así lo vió Giordano Bruno en 1600, antes de su suplicio. Cómo lo vio Platón en Siracusa y Tomás Carrasquilla, el escritor paisa?

Hannah Arendt

Cuándo a mi abuelo le llegaron los libros del nazismo en 1940, las tías lo archivaron cómo un tesoro, y por fin los compró la gobernación de Antioquia en 1996, cuando me preparaba a destruirlos. Para qué los compró la gobernación? Talvez vez por sus ribetes de oro. Y era que les llegaba a todo el que los pidiera por hobby. Mi padre era liberal, por lo tanto comunista, según el bogotazo.

Las familias ricas católicas no entendían ni c.u.l.o. acerca del nazismo y el exterminio de judíos; tampoco el desarrollo del stalinismo en América latina. Pero eso si creían en sus dictadores de pacotilla, que eran godos, y frenaban la historia por su falta de conciencia social, esperando por más de 10 años las noticias futuras de Europa, que no eran las del franquismo en España, que asesinaba poetas y artistas.

II

Y continuando sobre mi padre In Memoriam II

Mi padre, Emilio Caro J., fue un hombre bueno, siempre pensó en vivir cómo un hombre pobre, siendo odontólogo. Había abandonado el lujo  incómodo de su adolescencia. Modelo de traje del fotógrafo Benjamin de la Calle...



Emilio Caro Jaramillo y Teresa María Gallón, mis padres.

Y en su madurez casado y con 5 hijos, sin saber que hacer, tenía asma, pero guiado por esos ángeles que visionaba Bertolt Brecht.

Al dios Baal: Locos por el aguardiente y las tinieblas!

Mojados por chubascos inauditos!

Desgarrados por la helada de la blanca noche!

En la gabia, pálidos por las alucinaciones!

Desnudos, quemados por el sol y enfermos!

(Que solo amaban en invierno)

Atormentados por el hambre, la fiebre y el hedor,

Cantaban todos los que aún quedaban:

Oh cielo de radiante azul!

Viento enorme que hinche las velas!

Dejad que corran el cielo y el viento!

Pero, por Santa María, dejadnos el mar!

Mi padre tenía a su lado a la gran Teresa María Gallón, la que nunca se quejaba de pobreza, que vivía feliz con lo poco que tenía, sanadora con sus manos, con una fe inquebrantable, de origen judío, hablaba con Dios.

Hannah Arendt, ante el nuevo imperio judío de Israel, y su cuestionamiento sobre la banalidad del mal de los gobiernos totalitarios, sentó sus bases en Nueva York, en los años sesenta, tenía el secreto del nazismo de Martín Heidegger. Se fueron casi juntos, ella en 1975, y él en 1976. Su Dassein era su pasaporte. Ella husserliana; amó a muchos poetas, quizás los mejores del siglo XX, Rilke, Auden, y a Mann. Broch, Benjamin, y a Brecht y su seguimiento, memorable (su lírica primitiva).

 

Baal, antiguo Dios de muchas religiones. Conciliador.


6 comentarios:

  1. La ópera de dos centavos. Se presentaba en los 60s en todos los teatros de Occidente. Una voz de la conciencia en un judío.

    ResponderEliminar
  2. Ah, Stifter se me coló, él escritor del siglo 19.

    ResponderEliminar
  3. Lo mejor que he leído tuyo en meses.

    ResponderEliminar
  4. Tu siempre has sido pobre, y rico también. Tu poesía.

    ResponderEliminar

Gracias por los comentarios enviados con tu cuenta de Gmail, y por enviar textos para esta secta abierta de la pequeña Andrómeda con cebollas en el mundo celeste. Si no la tienes la puedes sacar inmediatamente. Textos pueden ser enviados a gajaka@hotmail.com. e hilario.aquiles@gmail.com