lunes, 16 de marzo de 2015

Félix Rizo Morgan, poeta de origen cubano, nos invita a leer sus heterónimos, cuentos y poemas


ISABEL FRENTE A LA PLAYA.

Micro obra teatral por Gumersindo Galero Pons

“Gana la muerte con todos tus apetitos,
y tu egoísmo, y todos los pecados capitales." A. Rimbaud



PERSONAJES DRAMÁTICOS

Isabel Rimbaud
Arturo Rimbaud
El padre Jacques
Una enfermera
El diablo


ESCENARIO:  Hospital de la Concepción en Marsella.  Al otro lado está la playa Vieille Chapelle.   Al abrirse el telón se ve una pequeña cama, fondo izquierda con un mesa de noche al lado y una ventana hacia el mar.   Habrá una silla antigua al lado derecho de la cama.   Una puerta a la derecha va hacia fuera del cuarto.    Isabel Rimbaud está sentada en la silla leyendo unos papeles.  Arturo está acostado en la cama.

ARTURO: (Con voz decaída)  ¿Isabel?

ISABEL:  ¿Te despertaste ya? (Va hacia la cama) Te veo más relajado.  Anoche estuviste dando brincos como un grillo.

ARTURO: Dame un poco de agua. ¡ Tengo tanta sed!  (Isabel toma un vaso de la mesa de noche con agua y se lo da a beber) 

ISABEL: Dicen que la morfina provoca esa sequedad en la garganta. (Pausa) ¿Más?

ARTURO: No. Ya está bien.

ISABEL: No sé, pero me parece que hoy día te veo con mejor semblante.

ARTURO: No te mientas.  De aquí sólo voy hacia lo peor.  Lo siento aquí. (Señala al pecho)

ISABEL: No me miento, Arturo, te hablo con las manos en el corazón.

ARTURO: Esto no tiene remedio.  No te hagas ilusiones.

ISABEL: (Persistente) No seas cabeza dura, hermano.  Todo tiene solución.

ARTURO: Déjame acostumbrarme a saber que voy a dejar de vivir en cualquier momento.

ISABEL: No quiero escucharte decir esas cosas.  Mamá se enfadaría.  ¡Tiene tantas ganas de verte saludable!

ARTURO: Creo que esta vez no habrá regreso a Charleville.

ISABEL: Arturo, en serio. No me gusta que hables así.  (Pausa) Te comportas como un desposeído, como alguien que no tiene esperanzas.

ARTURO: Nunca las he tenido. ¿Por qué habría de tenerlas ahora?

ISABEL: ¡No seas torpe!  Existe la esperanza, como existe la luz… Escucha, tengo algo importante que decirte.  Aquí en el hospital está el Padre Jacques, que es como un santo varón, que te puede oír la confesión en cualquier momento. 

ARTURO: (Con cierta ironía)  ¿La confesión?

ARTURO:  Sí.  Hazlo para no irte del mundo llego de  oscuridad. ¡Te sentirías tan bien!

ARTURO: No necesito que nadie escuche mi confesión. He aprendido siempre a valerme por mí mismo, a encarar mis demonios.  Lo demás, pienso, son historias de niños.
ARTURO: Me da miedo que todo lo que haya escrito este lleno de oscuridad.
 agua y se lo da a beber) 
 Isabel Rimbaud est bolsil
ISABEL: ¿A qué llamas tú historias de niños?

ARTURO: ¿Tenemos que volver a caer en este tema, hermana?

ISABEL: Me duele por ti. Me duele mucho y constante.  Tanto es este malestar que llevo en mi alma que no pienso que exista algo peor.  (Pausa)   Estuve leyendo esos últimos poemas que encontré en tu baúl.  (Pausa) Se me estruja el corazón cuando leo cada estrofa…(Pausa) Temo de que todo lo que hayas escrito este lleno de tinieblas.

ARTURO:  Te comprendo, pero tienes también que comprenderme.

ISABEL: (Camina hasta la ventana)  ¡Si pudieras mirar por esta ventana hacia fuera; Arturo!  La playa al cruzar el camino está llena de personas:  viejos, jóvenes, niños.  Hay tanto festejo, tanto colorido que no hay forma de negar cuando uno está delante de este maravilloso espectáculo que no exista algo más.

ARTURO: Hermana siempre has sido muy fantasiosa.  Ayúdame a incorporarme; me cuesta un poco de trabajo tomar aire.  (Trata de incorporase; Isabel lo ayuda a recostarse contra la cabecera de la cama; arregla las almohadas; respira con dificultad) Así está bien.

ISABEL: (Isabel va caminando despacio y cabizbaja y se para de nuevo junto a la ventana) Si supieras que de solo describirte esa hermosa playa me parece que te ves más repuesto, con mejor color en los labios…

ARTURO: Será la energía fatua que según dicen, se apoderada de uno antes de morir.

ISABEL: Otra vez con lo mismo.  Yo no.  No puedo ser así. Miro a esa gente allá afuera, junto al mar, corriendo, tomando el sol, gozando del agua azul de la playa.  Veo todo esto y creo firmemente que tengo tiempo para poder yo misma disfrutarlo en mi consciencia, ofreciéndome un buen reposo de la cruda realidad.

ARTURO: Tú crees en lo todo que yo no creo.  ¡He ahí la diferencia!

ISABEL: (Desanimada)  ¿Quién pudo haberte apartado de formatan aplastante de nuestro camino, Arturo?  ¿O no recuerdas cómo de niños rezábamos juntos el rosario todos los martes al caer la noche y cuando íbamos a la iglesia para cada fiesta de fin de año nos vestíamos con nuestra mejores ropasy llevábamos los macarons de chocolat que mamá horneaba para repartirlos entre los demás niños?

ARTURO: ¡No recuerdo!

ISABEL:  (Firme) Tienes que recordarlo en nombre de tu propia salvación.  No dejes, hermano, que la oscuridad te apague.  ¡Tienes tanto que ofrecer!

ARTURO: ¿A quién?  ¿Ofrecer miseria, alevosías, perversiones?

ISABEL:  No quiero escucharte, no puedo.

ARTURO: Isabel, Isabel, hermana, quién puede perdonar a un sodomita  (Isabel comienza a tararear para no escuchar; Arturo trata de alzar la voz) un traficante de armas, un esclavista, un drogado, un miserable.   ¡No hay puerta abierta para mis demonios!

ISABEL:  (Para de tararear)  No puedes hacer eso.  No puedes dejar que tu consciencia te niegue tu salvación eterna.  No, no, y no.  Tienes que tratar, tienes que escucharme.  (Vuelve a la ventana) Mira esa playa, Arturo.  ¿No quieres que te ayude a pararte junto a la ventana?   ¡Te haría tanto bien!

ARTURO: No, no me quedan fuerzas.

ISABEL:  Si vieras el color del agua y escucharas los gritos de los niños en sus juegos, pudieras ahogarte en el olor del mar.  Eso es vida, y no sólo vida aquí, en este instante, es para la eternidad.

ARTURO: No me interesa nada de lo que pueda ofrecerme eternidad en estos momentos.  Lo que quiero es morir en paz, tranquilo, llevarme todos mis horrores conmigo a la tumba, y que nadie, ni Dios ni el diablo me den la oportunidad de resucitarlos en otro mundo.

ISABEL: Cállate, ingrato. ¿Cómo puedes hablar con esa levedad?

ARTURO: Estoy cansado de fingir y de fracasar.  Me he pasado la vida caminando de un lugar a otro con la esperanza de encontrarme a mí mismo, y lo que siempre descubro es que existe un otro yo que se interpone entre nosotros.  Y ese otro yo está contaminado por la vida y por la muerte.

ISABEL: Un yo estará contaminado, pero no el otro.  Por Dios, Arturo, saca el otro de abajo de tus carnes y hazlo que camine hacia la luz.  No desperdicies la calidad de tu alma negándole su redención.

ARTURO: No hay eternidad, no hay ni siquiera una vida, ni esa playa que tú estás viendo por esa ventana tiene una realidad prometedora.  Todo es cuestión de tiempo para que la substancia que tocamos los hombres se desmorone como una torre de naipes.

ISABEL: No te creo ni te crees.  Hay algo en el más allá que tiene su forma, su influencia.

ARTURO: ¿De veras lo crees, Isabel?

ISABEL:  ¡Como esa playa que rompe sus olas en la orilla!

ARTURO: Eres ingenua, hermana.  Por esote voy a dar el beneficio de la duda. ¿Qué es qué?

ISABEL: ¿El qué?   Es un cuerpo que es corrupto, pero no el alma. Esa no te pertenece, como la mía no me pertenece a mí.

ARTURO: ¿Y tiene alma la playa?  ¿Esas cosas tienen alma?

ISABEL: La tienen.  Todo lo que toca la creación tiene su alma propia.

ARTURO: Si yo tocara el alma de esa playa, se purificaría mi alma?

ISABEL: De eso no tengas dudas.  El agua te limpiaría no sólo el cuerpo, sino lo que hay más adentro.  (Arturo se mueve incómodo en la cama.  Isabel va a su ayuda)  Déjame ayudarte.(Isabel acuesta a Arturo en la cama y le arregla las almohadas; Arturo respira con dificultad) ¿Mejor?

ARTURO: No. 

ISABEL: ¿Estás temblando?  ¿Tienes miedo?

ARTURO: No he sabido nunca lo que es miedo, por qué tendría que tenerlo ahora.  Si tiemblo es que alguien me anda buscando…(Se ríe apocado)

ISABEL: (Suplicante) Recemos, juntos.

ARTURO: (Comienza a respirar con mucho más esfuerzo)  Léeme uno de los poemas del baúl.

ISABEL: (Con firmeza)  No creo que este grupo de papeles haya algo que pueda salvarse.

ARTURO: Esos papeles han sido lo único que me han brindado una señal a mi vida.  Son mis errores junto a mis  ilusión baldías.  Por favor, Isabel, Trata de enviárselos  a Germain en Bruselas. Él sabrá qué hacer con ellos.    Tú conoces a Germain.

ISABEL: No te prometo nada.  Siento muchas de estas estrofas como si fueran puñales en mi espalda.

ARTURO: (La voz apenas perceptible)  Léeme, por favor.  Y te prometo que me confesaré con tu amigo el cura del hospital.

ISABEL: (Isabel de mala gana toma los papeles de la mesa de noche, se sienta a la silla, busca entre los papeles.  Lee en voz alta, con poca entonación)


Caminamos por callejones infestados
Rozando con nuestros cuerpos
 las ruinas de una media
Luz de sombras
En la oscuridad de la noche
como gotas de sangre sobre los paneles
De cristal de la ventana
mis pensamientos se movían de pantano a fosa
De fosa a tremedal

ARTURO: (Deja salir un queja corta; Isabel deja los papeles sobre la silla y se acerca a la cama, voz débil)  Es hora.  (Isabel sale corriendo por la puerta de la derecha.)  Padre Jacques, Padre Jacques.  ( En unos segundos entra con el Padre Jacques seguido por Isabel.   (Isabel camina de un lado al otro del cuarto.  Se para junto a la ventana mirando al mar mientras que el padre Jacques hacer por hablar con Arturo parado al lado de la cama. (Pausa)  Arturo trata de decirle algo al oído del cura.  El padre Jacques se separa de la cama y toma de sus manos a Isabel que comienza a llorar. 

PADRE JACQUES: Creo que debemos llamar a la enfermera.

ISABEL: Gracias, padre Jacques.  (El padre Jacques se va.  Isabel toma los papeles en las manos y los besa.   Después se acerca a la ventana, rompe los poemas en pedazos, y los lanza por la ventana hacia fuera.)  Que lleguen estos versos inmundos a la orilla y toquenlas aguas cristalinas de esa playa para que limpien la consciencia de mi pobre hermano.  (Entra la enfermera y se acerca a la cama; acerca el oído al corazón de Arturo.  Mira a Isabel, mueve la cabeza negativamente.  Lo tapa de pies a cabeza.  Isabel se echa a llorar, en silencio.  Laenfermera la consuela por unos segundos y se va por la puerta a la derecha.  Isabel camina hasta la mesa de noche, saca un pedazo de papel y una pluma.  Se apoya sobre un libro. Mientras escribe vemos la figura del diablo, un hombre vestido de negro y una careta roja que aparece por detrás de la cama de Arturo y se para tras la silla donde esta sentada Isabel.

EL DIABLO: (Dictándole la carta a Isabel con voz ronca y despacio, mientras Isabel escribe.)  Querida mamá: 
¡Sea nuestro Dios mil veces bendecido! ¡El domingo experimenté la más grandiosa felicidad que puede este mundo brindarme! Arturo dejó de ser el pobre, el olvidado libertino que moriría junto a mí: él es ahora un hombre justo, un santo, un mártir, uno de los escogidos del Señor…

TELÓN.


SEGUNDA ODA A STALIN
A gajaka
Por Cristiano M. Jaime

Sic volo, sic iubeo,  Juvenal

Ya se han acabado
casi todas las guerra abiertas,
Tovarich
Iosif Vissarionovich
Ahora el jueguito es atacar
Buscando pretextos globales
De bombas lacrimógenas
Y biotecnología…
Esas guerras de hombres
Prehistóricos
Quedaron bajo la burda
Frialdad de la tundra

Te nos fuiste, Iosif,
En los mejores tiempos de paz:
La industrialización de la URSS
Te debe los rublos
Que esconde en sus entrañas
Wall Street,
Ya no te esperan los días
De las gaviotas,
Volando por aquel cielo color
Televisor roto
En  tu opus magistral,
Que se sepa:
Pagado y editado por ti mismo
En la realidad socialista
De MosFilm, !Cómo nos acordamos…!
Cuando Vuelan las Cigueñas
Premiada más que los galardones
Obtenidos por Eisenstein y Vertov

A tu enemigos se le acabaron las
Balitas – pum pum
De acero y
Oro molido,
Las que se usaban
para cambiar por espejitos
Made in USSR


La lucha 


4 comentarios:

  1. Pido disculpas, el blog apenas se está montando. Perdí un texto y unas fotos, hay que esperar hasta más tarde.
    Gracias.

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  2. Chicho Porras!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

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  3. chicho chucha lechuza...
    estos textos detestos son una severa broma albina...
    o tal vez las léxicas y palurdas muecas del amaneramiento tardío.

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  4. Sííííííí´´iííííííí!!!!!

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