miércoles, 15 de mayo de 2019

Hilario Aquiles Luna, el heteronimito mayor, que nació en Argentina. Cuenta los celos con relativísimas escenas.



Marilyn M. En el cielo de el Morocco. Este lugar de la noche, Medellín, 2015. Por Gajaka.

Si Dios es una mujer, es una 10% del asunto. Sino crees en Dios porqué dices esto?

Por Hilario Aquiles Luna (tucumana)(mentiroso incierto no es lo mismo).

Ahora todos felices, somos seudomísticos, cargados de emociones que no son de la amargura, sino del contacto con ella.

Otra cosa huele a romero, que se ha ido; mi conchudes es de bajo porcentaje, porque tenía que serlo, brilla el amor, y lo mismo la amistad sonora.

Temes la envidia, y empiezas a devorar a Céline, lo digo por la exaltación de la educación y el diálogo cortado.

Las provocaciones en zonas prohibidas, hasta allá impulsados por un viaje mítico. Cuáles son esos viajes, si acaso un despertar arremete contra las musas?

Tengo sed, y lo mojaron con wiskiee, tiene que ser en Irlanda. Suena bueno la inocencia, el resto es Seguridad del Estado.

Si has gastado el mismo tiempo en elaborar una carta de amor, y otra de crítica interior; te van a comer a besos. La acrobacia mira el vacío cómo de otro.

Dígame, cuál fue la razón de tu existir? suena de una vez, inquisidor con varios tequilas, de golpe la mexicanada. Y doy mi número favorito, que sumados cuatro dígitos da 19.

El corazón no es de uno, alguién con suficiente revolver viene por él. Doessis de plantas alucinantis, malnacidos los incorrectores, solo Dios los descrimina a ellos.

Al bello de Romero Tejada, In memoriam

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Yogananda y mi madre me ocupan ahora soy feliz. Collage en medio del candombe uruguayo. Gajaka.


Y para rematar he puesto a mi gata Harmonía.

I

Llegó un desespero que andaba entre las piedras, mi bella Harmonia, bajaba y subía la celosía hacía el techo de cerámica roja, es un decir, troyana, yo procuraba calmarla.

El destino, 3/4 partes de este planeta, más allá del nueve. Salpicado, sin reverencia, la ñiña sol es diferente a la niña luna, y juego la enemistad, y lo pierdo por un caramelo.

Si crees en las diosas más que en los dioses, siempre vas  a estar en apuros, maldigo el día que he nacido. Las palabras fuertes que cogieron peso, se las lleva< perdón, es un secreto.

Eran tantos sistemas como perdones han habido en este mundo, osease, son pocos, tu propio sistema puede funcionar, en esta descarga agotada de méritos.

El melodrama barroco de tu existencia, le pudo pasar a otro en otro período, oro con oro, lengua con lengua, se hablaban en llamados, tu el troglodita, tu des-interesadamente tu tragedia.

II

Entro borracho al infierno, cobraban hasta para ir al baño. Lo mejor, la pastilla que les daban era tan efectiva cómo Loratadine para la allergia neoyorkina. Prometía el eterno retorno, pero de Ulises.

Bajo al cielo de estas catedrales, quién mendigaba mejor, mientras descansa el valle de los papanatas. El momento del perdón, de nuevo imposible.

Ya no abra río en Suramérica, una extraña onda de repercusión, de sobrevivir sin experiencia, ahí si mi hermano procura tu exilio.

Dice el represor, están azándose las tortas en el horno, signo de degollamientos permanentes. Va siendo hora de huir, de vivir con los salvajes.

Y esta historia que ya no fue y volverá a existir, canciones de acuerdos y de dolores que poco a poco se van calmando con la Marihuana (aquel horrible filme de clase B. de los sesentas).

***


Javier Sologuren.

Dédalo Dormido

Most musical of mourners, weep anew!

Not all to taht bright station dared to climb.

Shelley




Tejido con las llamas de un desastre irresistible,

atrozmente vuelto hacia la destrucción y la música,

gritando bajo el límite de los golpes oceánicos,
el hueco veloz de los cielos llenándose de sombra.
Ramos de nieve en la espalda, pie de luz en la cabeza,
crecimiento súbito de las cosas que apenas se adivinan,
saciado pecho con la bulla que cabalga en lo invisible.
Perecer con el permiso de una bondad que no se extingue.
Ya no ser sino el minuto vibrante, el traspaso del cielo,
canto de vida rápida, intensa mano de lo nuestro, desnuda.
Hallarse vivo, despierto en el espacio sensible de una oreja,
recibiendo los pesados materiales que la música arroja
desde una altura donde todo gime de una extraña pureza.
Miembros de luz sorda, choques de completísimas estatuas,
lámparas que estallan, escombros primitivos como la muerte.
Vaso de vino pronto a gemir en una tormenta humana,
Con una sofocante alegría que olvida el arreglo de las cosas,
ebrio a distancias diferentes del sonido sin clemencia,
errando reflexivo entre el baile de las puertas abatidas,
aistando una racha salobre en la inminencia de la muerte,
pisando las hierbas del mar, las novedades del corazón,
pulsando una escala infinita, un centro sonoro inacabable.



Modificado por una azarosa, por una incontrolable compañía.



Pisadas en nuestro corazón, puertas en nuestros oídos,

temblor de los cielos de espaldas, árboles crecidos de improviso,

paisajes bañados por una murmurante dulzura, por una sustancia
que se extiende como un vuelo irisado e instantáneo.
Prados gloriosos, estío, perfil trazado por un dedo de fuego,
blanco papel quemado para siempre detrás de los ojos,
valles que asientan su línea bajo el zureo de las palomas,
fuentes de oro que agitan azules unos brazos helados.
Quietud del mar, neutros estallidos de un imperio cruento,
mudas destrucciones, espuma, golpes del espacio abierto.



Sueños que toman cuerpo, coherentes, en una silenciosa tentativa;

mecanismos ordenados en medio de una numerosa vehemencia,

lujo intranquilo del cielo que sella una hora inmune.
Cuerpo que asciende como la estatua de un ardoroso enjambre
buscando muy arriba la inhumana certeza en que se estalla
para quedar inmensamente vacío y delirante como el viento.



Una idea, Dédalo, uan idea que iba a acarrear nuestro futuro

(un sueño como un agua amarga que mana desde la boca del sol),

los planos hechos a perfección, la elocuencia del número,
el ingenioso resorte para suplantar los ojos de la vida,
todo era una inocente flecha en tránsito de lucidez y muerte.
Ciudades perdidas por un golpe de viento, ganadas por un sueño.
Palabras incendiadas por la fricción de un remoto destino,
murallas de un fuego levantado al que no nos resistimos
canto arrancado a la tumultuosa soledad de un pecho humano.

Javier Sologuren


3 comentarios:

  1. me he divertido con tus heteronimitos, este argentino se las trae con Celine.

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  2. Si Dios es una mujer, ahí la tenemos en Este lugar de la noche, Marilyn en el Morocco. Que brevedad!

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  3. Sologuren es un poeta peruano, y no un heterosexual de Gajaka. Berraco por fin, se te oye decir en las versiones latinas.

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