martes, 25 de agosto de 2015

No hay nada más maravilloso cuando un autor te asalta y entras en comunión con él: David Foster Wallace.



""La Broma Infinita"",

David Foster Wallace




(Nació el 21 de febrero de 1962 en Ithaca, New York - (Se quitó la vida el 12 de septiembre del 2008 en Claremont, CA.)


INVIERNO DE 1960 AS, TUCSON, ARIZONA

[Fragmento]



Jim, así no, Jim. Esa no es manera de tratar una puerta de garaje, doblando la cintura con fuerza y estirando del picaporte de modo que la puerta se sacude y se sacude con fuerza y te cargas tus espinillas y mis rodillas destrozadas, hijo. Veamos cómo te agachas con tus rodillas sanas. (...) Tu madre hace eso. Trata a los cuerpos ajenos sin el debido respeto ni cuidado. Nunca aprendió que tratar las cosas del modo más suave y relajado es tratarlas tanto a ellas como a tu propio cuerpo con la máxima eficiencia. Es culpa de Marlon Brando, Jim. Tu madre allá en California antes de que nacieras, antes de que se convirtiera en una madre dedicada, una muy sufriente y trabajadora esposa, hijo, tu madre tuvo un papelito secundario en una película de Marlon Brando. Su momento estelar. Tenía que quedarse allí con los mocasines blancos, calcetines cortos y coletas y llevarse las manos a los oídos como si le pasaran al lado motos estruendosas. Una gran escena dramática, créeme. Se enamoró desde la distancia de este tipo, Marlon Brando, hijo. ¿Quién? Quien. Jim, Marlon Brando era el arquetipo del nuevo tipo de actor y arruinó las relaciones de dos generaciones enteras con sus propios cuerpos y con los cuerpos y objetos que los rodeaban. ¿No? Pues se debe a Brando que tú quisieras abrir la puerta de ese modo, Jimbo. La falta de respeto se aprende y se transmite. Se transmite. Conocerás a Brando cuando lo veas y tendrás que aprender a temerle. Brando, Jim. B-r-a-n-d-o. Brando, el nuevo tipo duro y arquetípico, rebelde y vago que se apoya en las patas traseras de su silla, que aparece encorvado en el umbral de la puerta, que camina cabizbajo delante de cualquiera, que trata de dominar los objetos, que no muestra el menor respeto ni cuidado, que coge las cosas como un jovencito caprichoso y las usa y las arroja impunemente a un lado para que no caigan en la papelera y se queden allí, maltratadas. Con los movimientos impetuosos y torpes y la actitud propia de un nene caprichoso. Tu madre es de esa nueva generación que se mueve a contracorriente del grano de la vida y de su tendencia y ondulación naturales. Puede haberse enamorado de Brando, Jim, pero no lo comprendió y eso es lo que la hizo inepta para las artes cotidianas como hornos o puertas de garajes e incluso para un tenis de bajo nivel y de parque necesariamente público. ¿Alguna vez viste cómo tu madre trata un horno? Es carnaza, Jim, es una pena verla y la pobre atontada piensa que se trata de un tributo a ese tipo vago y encorvado que amaba cuando él andaba cerca. Jim, ella nunca intuyó la amable y astuta economía que había tras la relación supuestamente dura, torpe y espontánea de este sujeto con los objetos.




The End of the Tour


“The End of the Tour” (El final de la gira), de James Pensoldt, 2015, sobre la vida del escritor David Foster Wallace en 1996. Se planta en cartelera como una novedad cinematográfica.

Con The End of the tour, los lectores seguidores del novelista estadounidense, David Foster Wallace (1962-2008), han saltado a la fama, perdón, con la película del talentoso director y guionista, James Ponsoldt, un drama que poco o nada, mucho, le agrega a su vida, a la del lector y cinéfilo, también, y al propio Wallace, que a pesar de su éxito con su novela, La Broma infinita, 1996, nos presenta a una víctima más de la sociedad de consumo, incluyendo sus depresiones, en este filme acerca de su vida posterior a la fama.
No he dicho nada, pero bueno hay que ir a verla, porqué ya presagio sus nominaciones al Oscar, al guión, del premio Pulitzer (2000), Donald Margulies, a las actuaciones protagónicas de Jason Segel por Wallace, y de Jesse Eisenberg por el del periodista David Lipsky. Llevo tres y faltan las de los perros de David que le dan la bienvenida al otro David.
Por casi todo el filme permanece prendida la grabadora de Lippsky en la entrevista a Wallacepor el lanzamiento de promoción de su gran novela, LA BROMA INFINITA, en calidad y páginas, 1025, en 1996, cuando este lo visita a su casa en medio de la intensa nieve en el medio este, o este, por 5 días y participan de un diálogo que solo los neoyorkinos pueden soportar, supongo, digo, cuento.
La Broma infinita (Infinite Jest), transcurre en un centro de rehabilitación la mayor parte del tiempo gracias a las dotes de pensador que da el antidepresivo, Fenetzina, digo yo, creo que lo mismo que tomaba Kurt Cobain, el famoso cantante suicidado del Club de los 27!!!!!, un viaje corto por la imaginación y un fuerte tortazo con la escritura. Cuáles serían las 10 novelas más famosas escritas con la intoxicación de algunas de estas drogas? Dejémoslo para la Patafísica, y pensemos en el poeta francés, Henri Michaux, con su libro “El viaje a la droga y la mirada”.
Ponsoldt, su director, hace su primer drama en lo que podría llamarse ciencia ficción con cenizas de marihuana, visión hacia el futuro, ver por la T.V. la heroína en dramas que vienen del Hollywood de los cincuenta. Pasó el filme por el último festival de Sundance, como todo los raro y bueno del Cine Independiente. Compró boletos el cineasta para el U.S. Open 2015, mentira esta es una broma mía, por aquello del gusto por el tennis y sobre todo por RogerFederer de David Foster Wallace.
Como cosa rara, un filme con poca acción, hablada en gran parte en primer plano, logra eclipsar a los espectadores intelectuales de New York, que llegan de sus cabinas paranoicas a refrescar una época, mal llamada Postmodernismo, en la que están parados con sus novelas inéditas. Wallace se planta en sus influencias de la jodentud con  KafkaThomas Pynchon,Donlillo y Updike.
II
Considerado Wallace como un clásico Hipster, que no dicen pero que viven pegados de la televisión comiendo comida chatarra de Mc Donald, y que van a dialogar en los centros o moles inmensas del Norte frio, Minneapolis y su gemela, para pagar por su aburrimiento, y que de ahí son los escritores de clase Media, adictos a los antidepresivos, no nos parezca absurdo, aunque hayan ido a Harvard a pagar un semestre. “!Oh desventura de todos los dadivosos! ¡Oh eclipse de sol! ¡Oh ansia de ansiar! ¡Oh hambre voraz en la saciedad!” (F. Nietzsche).
No es difícil extrapolar una cosa con otra en la vida de David Wallace, que por noticias terribles nos enteramos en el 2008 de su suicidio en California, cuando llevaba 4 años de casado, y a punto de salir su novela inédita, El rey pálido (The pale King). El pivote de un bueno, o el deseo consumado, es entrar a la fama desde la tumba con algo de imaginación.
El filme reverbera, mueve la nieve con palas, con la ayuda de Palas Atenea, por supuesto, el ahogo de tener más de 500 libros de mil páginas, de su misma autoría, robándose el oxígeno de sus habitaciones O simplemente el magma explosivo frente al devenir tableta.
El cine concreto en fotografía. Se le ve en sus ojos al joven periodista de Rolling Stone magazine , el desaire frente a los celos por inseguridad del escritor, al que le generó una incapacidad de asumir lo social después o entre la fama con su vestimenta irreverente hacia las mujeres por ejemplo, y no con el periodista que lo hacía con curiosidad y poesía. Lipsky no publicó la entrevista, y mejor esperó, con el batacazo del suicidio de Wallace a publicarlo en un libro en 2009.
La otra canción del baile, los aleluyas y el amén de los convertidos en medio del aluvión mesiánico, y quedas que no viste un buen cine sino una necesidad de leer “La Broma infinita” (visión del futuro).
A Loli y a Comas que me enseñaron a Wallace en Montauk.