lunes, 16 de marzo de 2020

Mandarin Carroll, que nació en un estadio, conversa con Krisna Crippy, y su interlocutor Hare Crippa.


                                      
                                         Srila Bhaktivinoda, que llega en lenguas de fuego.

La sátira de Krisna Crippy ce Romaripa a Har Hare Crippa, el recién bienvenido. El mismísimo fin del mundo. O es él o no es nada.

Por Mandarin Carroll

Entres donde estés, con saxo en blue, piano, el aburrido cuento de La aventura de un fotógrafo de Italo Calvino, te pido un show descomponiendo un cuerpo que alguna vez fue solo poesía, Holderlin; que Holderlin haya sido el mejor poeta alemán desde Goethe, que se adelantó a Nietzsche, el absoluto contemplativo, ambos griegos, ante el edificio político monárquico que se desplomaba, reflejo circumperplejo. Seguía la razón y la locura.

Antes de que suene la trompeta en las suburbias, recordar que recordar es vivir. Aprendan como Henry Miller, Rilke, Darío, Singer, Barba, a llevar la delantera, pero no con tremendos robos y tremendas matanzas.

El gen asesino (que no fue destruido) pasará esta prueba del destino apocalíptico, las horas intensas de lectura y de transformación del hombre en la persona social, no, trae encanto la superstición que lo acompaña, saltó Stendhal de la cama. Apenas se hunda todo Copenhague con sus noticias de negros cocinados, y hasta por allá vayamos Krippy y yo.

Bhaktivedanta Swami Prabhupada. El propósito de esa santidad está en el yo, después de mil horas de meditación. Porque has comprendido pertenecer a esa dinastía raramente aria, y sino no tiene un 80 por ciento de felicidad, no comprenderá nunca esta meditación, que canta cómo sopranos. El Quinto Canto.




         William Kentridge. Zeitz Museum of  Contemporay Art. El Cabo. Foto de Loli Cienfuegos.

Volviendo a Friedrich Holderlin, La poesía es fundación del ser por la palabra. Apague y vámonos. Lo acabo de ver, y después de muchos años lo entiendo. Insista con ese jazz, el horrible free jazz de Coleman (cine de Suspenso), y observe a los enfermos pasivos que trae la pandemia del Corona Virus. La palabra escrita y la mortaja. La mortaja y muy lejos sus poemas barrocos, perfectamente chistoso.

Leo la tesis de Cioran sobre Henry Bergson, una risa que condena y otra que valora, y merecía las llaves de la ciudad, por sus aforismos franceses. Un triste rumano tan feo cómo Beckett, pero bien esclarecidos, es ya mucho, aunque ignoren la inquisición, las victimas son de apego de tipo absurdo.

Los seis personajes en busca de un autor, de Luigi Pirándelo, y Ver y palpar, poemario de Huidobro, lleno de jitanjáforas (Aquí yace Marcelo mar y cielo en el mismo violíncelo).



                                         El dios Rama Krisppi.

En este fin del mundo, los peregrinos buscaran las monedas para Dios y su prójimo, de algo desdichado, mientras en el cielo todos claman por la libertad y la justicia para todos.

Hare Crippa, Hare Crippa, Crippa Crippa, Hare Hare. Krisna Crippy Krisna Crippy, Krisna Krisna, Crippy Crippy.

En cada esquina la mitología griega y un Fausto. Ahora en cada esquina un nuevo pordiosero y una lata de 5 Centavos, no poder agredir cuando el hambre asoma, y ya no hay trabajo mal remunerado. Krisna Cripy respondió a su mujer por el exceso de regalos a su familia. Mira el hombre hambriento, cogió tu abrigo de Calvin Klein y mi bastón de cobre oxigenado.

Ya no tengo ojos sino para ti, soy la razón inopinada de otro ser, maldito entre todas las mujeres, me vuelvo biólogo o sepulturero. Los escasos vínculos de mis seres con la eternidad. Fuimos borrados de la tierra, y no hemos podido salir del silo de la despensa, rara rara raro, del mismo rasero.

Veo la jirafa de Sud Africa con su cuello y la sombra de su medio cuerpo, saben de la inmensidad del árbol en la noche. Y al fondo el Cabo de buena esperanza.



                                
                                                              Foto de Loli Cienfuegos.20/20.

                              
II

Después hay un arte en la calle, que luego se encierra cómo pandemia, y que sobrevive fríamente sin corazón. Tal vez los monos le hacen añicos, su frente y su paladín.

Volviendo al cuento de Italo Calvino (La aventura de un fotógráfo), la parte de Federico V, le dio un respiro de contemporaneidad a la narración de por si retórica. Un azul pintado de azul.




                                Arte callejero. El Cabo, Sud África. Foto de Loli Cienfuegos, 20/20.

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9 comentarios:

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