miércoles, 12 de abril de 2017
Mandarin Carroll es una pelota, cree en Dios, poniente, cero, sin anarquía, menos mal que conoció la demencia senil, tanto menos que la esquizofrenia de escuela científica.
La historia de la locura I (parafraseando a Foucault), mientras observa las islas Caimán desde el avión.
Mandarin Carroll
Medellín. La he pisado, he sentido su destino. Implacable. Yo por pinche, Ausencia del destino. La guerra con Corea del Norte. Retrocedo y busco aliados innominados, lo se desde hace 50 años.
No, si es la altura de esta locura, lo que me afecta. Libardo Libardo Libardo, y es un asesino profesional. Oh, Oh. Un apuesto caballero del miedo, no, Uno del cielo.
Zamba equilibrada corazón de León. Entrometido, encapsulado, el encanto está entre drogas menores y drogas mayores. Separaciones, medias nonas, y el disparo insular.
Redacte un suicidio inútil, cuerpo casi de alcapurra boricua.
Si hay escapes, sucesivas torturas, la imagen para el futuro es un nuevo Campo de concentración convertido en una babel.
De dónde salio esta cosa? El orgullo aprendizaje que se encapsula en Harvard. Fantástico, nada existe. Tu no lo vez, entre persona y persona, solo en la cama.
Un espacio de aire finito. Contradanzas precisas, y el drogo preparado para el aterrizaje. Y que después, entrenamiento militar para todo el mundo.
Perros de dinosaurios princesitas. He mentido, una vez más desde mi nacimiento de la palabra. De dónde es usted, de San Francisco? California? no de por aquí. Que conste que no fue una declaración de amor, dios menor de la India.
Se levanta el adivino, y se le apagó la mecha.
Surge la mujer del harem, sosiego de gatos.
El libro está vendido. Los picaportes son violados. Tus libros no son tan tibios como las novelas. Un poeta cada tres décadas.
Ha mentido, no le queda salida, es tan hermoso el anticristo!
Solo un poeta cada treinta años, quién te lo dijo?
Uno que es brujo, se juntan para la selección final, veinte o treinta, y solo queda uno, seguro, que otra vez no va hacer póstuma sus publicaciones, pero vive tu poder poético (lo dijo Cortázar a la Pizarnik). Pero es otra cosa, ahora y siempre donde no se produce el vino.
II.
Historia de ese cero que es el estado nulo del pensamiento; la técnica (un resultado que no es un valor), por eso todos los sentimientos pasan por una criba mohosa, jajaja, te mata la necesidad de ser mejor que el otro, que es el mismo, jajaja.
A cómo el metro cuadrado?
Aquaral, Rionegro.
Historia, dividida en espíritus que resienten de su existencia, obvio la voluntad, ni eso. La facultad de mirarlo todo, pero al huertico del tamaño del teatro de Epidario, su solecito propio. dividida en almas que sin saber perdonan, y otras que crecen con la imagen después de la muerte. Almas a mi, tostadas en infiernos sin lenguajes, digo de solo ver las guevonadas.
Cuando tiende a desaparecer, el otro purgatorio no es para locos, solo para putas y longevos. Venirme a enterar del fracaso de mi socio activo, pasivo en la fresca, con lasos con zetas, quietos unos sobre otros.
Aquí todo el mundo habla igual, y solo un poeta y tres cuartos en este poder, a lo que pueden pasar desapercibidos. Ojo a la carrera en este rally nauseabundo de pascua, portento acabado de palacio imperial para los que crecen en la desierta humanidad.
En Aquaral, hay menos música rockera que antes que invadieran los de la de aplanchar, yo solo con mi otra sonata.
A Aquaral llegan los tipos y los prototipos, unas de carne y otras de mudos niños de la incomunicación, de los aparatos que lleva, por ejemplo, la modelo que lo tiene en la mano todo el tiempo. No hay posibilidad de hacer el amor, por eso te escupo en la cara dura.
miércoles, 22 de marzo de 2017
Lezama Lima otra vez, maldita sea. Su gran poema de 1949, en La Fijeza.
La foto es impresionante, parece que no se iluminara, a pesar del sol tropical; pero ahí están con Lezama en Cuba: Reynaldo González, Reynaldo Arenas, Lezama, y Emmanuel Carballo. En ese momento no valía gran cosa, como para publicarla, hoy sabe uno que no es el corresponsal de Lexama pidiendo altura dado el paraíto de Arenas, un desgraciado (poeta). Te enteraste que El Ché hizo retirar de la embajada cubana en Argelia, o mejor dicho cogió el libro y lo tiro a un rincón, diciendo: coño, quién de ustedes aquí lee a este maricón?; el libro de teatro de Virgilio Piñera (Tengo mucho miedo, había dicho al comienzo de la revolución).
José Lezama Lima
Pensamientos en la Habana
Porque habito un susurro como un velamen,
una tierra donde el hielo es una reminiscencia, el fuego no puede izar un pájaro y quemarlo en una conversación de estilo calmo. Aunque ese estilo no me dicte un sollozo y un brinco tenue me deje vivir malhumorado, no he de reconocer la inútil marcha de una máscara flotando donde yo no pueda, donde yo no pueda transportar el picapedrero o el picaporte a los museos donde se empapelan asesinatos mientras los visitadores señalan la ardilla que con el rabo se ajusta las medias. Si un estilo anterior sacude el árbol, decide el sollozo de dos cabellos y exclama: my soul is not in an ashtray. Cualquier recuerdo que sea transportado, recibido como una galantina de los obesos embajadores de antaño, no nos hará vivir como la silla rota de la existencia solitaria que anota la marea y estornuda en otoño. Y el tamaño de una carcajada, rota por decir que sus recuerdos están recordados, y sus estilos los fragmentos de una serpiente que queremos soldar sin preocuparnos de la intensidad de sus ojos. Si alguien nos recuerda que nuestros estilos están ya recordados; que por nuestras narices no escogita un aire sutil, sino que el Eolo de las fuentes elaboradas por las que decidieron que el ser habitase en el hombre, sin que ninguno de nosotros dejase caer la saliva de una decisión bailable, aunque presumimos como las demás hombres que nuestras narices lanzan un aire sutil. Como sueñan humillarnos, repitiendo día y noche con el ritmo de la tortuga que oculta el tiempo en su espaldar: ustedes no decidieron que el ser habitase en el hombre; vuestro Dios es la luna contemplando como una balaustrada al ser entrando en el hombre. Como quieren humillarnos, le decimos the chief of the tribe descended the staircase. Ellos tienen unas vitrinas y usan unos zapatos. En esas vitrinas alternan el maniquí con el quebrantahuesos disecado, y todo lo que ha pasado por la frente del hastío del búfalo solitario. Si no miramos la vitrinas charlan de nuestra insuficiente desnudez que no vale una estatuilla de Nápoles. Si la atravesamos y no rompemos los cristales, no subrayan con gracia que nuestro hastío puede quebrar el fuego y nos hablan del modelo viviente y de la parábola del quebrantahuesos. Ellos que cargan con sus maniquíes a todos los puertos y que hunden en sus baúles un chirriar de vultúridos disecados. Ellos no quieren saber que trepamos por las raíces húmedas del helecho –donde hay dos hombres frente a una mesa; a la derecha, la jarra y el pan acariciado–, y que aunque mastiquemos su estilo, we don′t choose our shoes in a show––window.
Chagall
El caballo relincha cuando hay un bulto que se interpone como un buey de peluche, que impide que el río le pegue en el costado y se bese con las espuelas regaladas por una sonrosada adúltera neoyorquina. El caballo no relincha de noche; los cristales que exhala por su nariz, una escarcha tibia, de papel; la digestión de las espuelas después de recorrer sus músculos encristalados por un sudor de sartén. El buey de peluche y el caballo oyen el violín, pero el fruto no cae reventado en su lomo frotado con un almíbar que no es nunca el alquitrán. El caballo resbala por el musgo donde hay una mesa que exhibe las espuelas, pero la oreja erizada de la bestia no descifra. La calma con música traspiés y ebrios caballos de circo enrevesados, donde la aguja muerde porque no hay un leopardo y la crecida del acordeón elabora una malla de tafetán gastado. Aunque el hombre no salte, suenan bultos divididos en cada estación indivisible, porque el violín salta como un ojo. Las inmóviles jarras remueven un eco cartilaginoso: el vientre azul del pastor se muestra en una bandeja de ostiones. En ese eco del hueso y de la carne, brotan unos bufidos cubiertos por un disfraz de telaraña, para el deleite al que se le abre una boca, como la flauta de bambú elaborada por los garzones pedigüeños. Piden una cóncava oscuridad donde dormir, rajando insensibles el estilo del vientre de su madre. Pero mientras afilan un suspiro de telaraña dentro de una jarra de mano en mano, el rasguño en la tiorba no descifra. Indicaba unas molduras que mi carne prefiere a las almendras. Unas molduras ricas y agujereadas por la mano que las envuelve y le riega los insectos que la han de acompañar. Y esa espera, esperada en la madera por su absorción que no detiene al jinete, mientras no unas máscaras, los hachazos que no llegan a las molduras, que no esperan como un hacha, o una máscara, sino como el hombre que espera en una casa de hojas. Pero al trazar las grietas de la moldura y al perejil y al canario haciendo gloria, l′etranger nous demande le garçon maudit. El mismo almizclero conocía la entrada, el hilo de tres secretos se continuaba hasta llegar a la terraza sin ver el incendio del palacio grotesco. ¿Una puerta se derrumba porque el ebrio sin las botas puestas le abandona su sueño? Un sudor fangoso caía de los fustes y las columnas se deshacían en un suspiro que rodaba sus piedras hasta el arroyo. Las azoteas y las barcazas resguardan el líquido calmo y el aire escogido; las azoteas amigas de los trompos y las barcazas que anclan en un monte truncado, ruedan confundidas por una galantería disecada que sorprende a la hilandería y al reverso del ojo enmascarados tiritando juntos. Pensar que unos ballesteros disparan a una urna cineraria y que de la urna saltan unos pálidos cantando, porque nuestros recuerdos están ya recordados y rumiamos con una dignidad muy atolondrada unas molduras salidas de la siesta picoteada del cazador. Para saber si la canción es nuestra o de la noche, quieren darnos un hacha elaborada en las fuentes de Eolo. Quieren que saltemos de esa urna y quieren también vernos desnudos. Quieren que esa muerte que nos han regalado sea la fuente de nuestro nacimiento, y que nuestro oscuro tejer y deshacerse esté recordado por el hilo de la pretendida. Sabemos que el canario y el perejil hacen gloria y que la primera flauta se hizo de una rama robada. Nos recorremos y ya detenidos señalamos la urna y a las palomas grabadas en el aire escogido. Nos recorremos y la nueva sorpresa nos da los amigos y el nacimiento de una dialéctica: mientras dos diedros giran mordisqueándose, el agua paseando por los canales de los huesos lleva nuestro cuerpo hacia el flujo calmoso de la tierra que no está navegada, donde un alga despierta digiere incansablemente a un pájaro dormido. Nos da los amigos que una luz redescubre y la plaza donde conversan sin ser despertados. De aquella urna maliciosamente donada, saltaban parejas, contrastes y la fiebre injertada en los cuerpos de imán del paje loco sutilizando el suplicio lamido. Mi vergüenza, los cuernos de imán untados de luna fría, pero el desprecio paría una cifra y ya sin conciencia columpiaba una rama. Pero después de ofrecer sus respetos, cuando bicéfalos, mañosos correctos golpean con martillos algosos el androide tenorino, el jefe de la tribu descendió la escalinata. Los abalorios que nos han regalado han fortalecido nuestra propia miseria, pero como nos sabemos desnudos el ser se posará en nuestros pasos cruzados. Y mientras nos pintarrajeaban para que saltásemos de la urna cineraria, sabíamos que como siempre el viento rizaba las aguas y unos pasos seguían con fruición nuestra propia miseria. Los pasos huían con las primeras preguntas del sueño. Pero el perro mordido por luz y por sombra, por rabo y cabeza; de luz tenebrosa que no logra grabarlo y de sombra apestosa; la luz no lo afina ni lo nutre la sombra; y así muerde la luz y el fruto, la madera y la sombra, la mansión y el hijo, rompiendo el zumbido cuando los pasos se alejan y él toca en el pórtico. Pobre río bobo que no encuentra salida, ni las puertas y hojas hinchando su música. Escogió, doble contra sencillo, los terrones malditos, pero yo no escojo mis zapatos en una vitrina. Al perderse el contorno en la hoja el gusano revisaba oliscón su vieja morada; al morder las aguas llegadas al río definido, el colibrí tocaba las viejas molduras. El violín de hielo amortajado en la reminiscencia. El pájaro mosca destrenza una música y ata una música. Nuestros bosques no obligan el hombre a perderse, el bosque es para nosotros una serafina en la reminiscencia. Cada hombre desnudo que viene por el río, en la corriente o el huevo hialino, nada en el aire si suspende el aliento y extiende indefinidamente las piernas. La boca de la carne de nuestras maderas quema las gotas rizadas. El aire escogido es como un hacha para la carne de nuestras maderas, y el colibrí las traspasa. Mi espalda se irrita surcada por las orugas que mastican un mimbre trocado en pez centurión, pero yo continúo trabajando la madera, como una uña despierta, como una serafina que ata y destrenza en la reminiscencia. El bosque soplado desprende el colibrí del instante y las viejas molduras. Nuestra madera es un buey de peluche; el estado ciudad es hoy el estado y un bosque pequeño. El huésped sopla el caballo y las lluvias también. El caballo pasa su belfo y su cola por la serafina del bosque; el hombre desnudo entona su propia miseria, el pájaro mosca lo mancha y traspasa. Mi alma no está en un cenicero. |
miércoles, 1 de marzo de 2017
Salvador Novo, es el artista principal del movimiento poético de Los Contemporáneos, en México. Algunos de sus primeros poemas, en 1925.
Salvador Novo, 1904-1974.
Si hubo una revolución mejicana, esa, con letras, la hicieron Los contemporáneos, poetas que se fueron esparciendo por todo el continente, Cuesta, Gorostiza, Novo, Ortíz de Montellano, Gilberto Owen, Pellicer, Torres Bodet, Villaurrutia, Antonieta Rivas, entre otros; muy mejicanos, habían aprendido del gran Modernismo, no tanto del Barroco, al que habían olvidado por siglos, y oponentes, los Contemporáneos, al manejo del Estridentismo de Manuel Maples Arce, de los años veinte.
No fue tan grande la Generación del 27 en España, por aquellos años, ellos redescubrieron el Siglo de Oro, que estaba tan muerto o tan sarraceno todavía, y México ya tenía a Don Alfonso Reyes, para dar sopa y seco. Desde ahí España siempre ha estado atrás de la literatura mejicana.
Gajaka Extramitico
***
Salvador Novo
De "Veinte poemas" 1925:
Diluvio
Espaciosa
sala de baile
alma y
cerebro
dos
orquestas, dos,
baile de
trajes,
las palabras
iban entrando,
las vocales
daban el brazo a las consonantes.
Señoritas
acompañadas de caballeros
y tenían
trajes de la Edad Media
y de
muchísimo antes
y ladrillos
cuneiformes
papiros,
tablas,
gama, delta,
ómicron,
peplos,
vestes, togas, armaduras,
y las pieles
bárbaras sobre las pieles ásperas
y el gran
manto morado de la cuaresma
y el color
de infierno de la vestidura de Dante
y todo el
alfalfar Castellano,
las pelucas
de muchas Julietas rubias
las cabezas
de Iokanaanes y Marías Antonietas
sin corazón
ni vientre
y el
Príncipe Esplendor
vestido con
briznas de brisa
y una
princesa monosilábica
que no era
ciertamente Madame Butterfly
y un negro
elástico de goma
con ojos
blancos como incrustaciones de marfil.
Danzaban
todos en mí
cogidos de
las manos frías
en un antiguo
perfume apagado
tenían todos
trajes diversos
y distintas
fechas
y hablaban
lenguas diferentes.
Y yo lloré
inconsolablemente
porque en mi
gran sala de baile
estaban
todas las vidas
de todos los
rumbos
bailando la
danza de todos los siglos
y era, sin
embargo, tan triste
esta
mascarada!
Entonces
prendí fuego a mi corazón
y las
vocales y las consonantes
flamearon un
segundo su penacho
y era
lástima ver el turbante del gran Visir
tronar los
rubíes como castañas
y aquellos
preciosos trajes Watteau
y todo el
estrado Queen Victoria
de damas con
altos peinados.
También debo
decir
que se
incendiaron todas las monjas
B.C. y
C.O.D.
y que muchos
héroes esperaron
estoicamente
la muerte
y otros
bebían sus sortijas envenenadas.
Y duró mucho
el incendio
mas vi al
fin en mi corazón únicamente
el confeti
de todas las cenizas
y al
removerlo
encontré
una criatura
sin nombre
enteramente,
enteramente desnuda,
sin edad,
muda, eterna,
y ¡oh!
nunca, nunca sabrá que existen las parras
y las
manzanas se han trasladado a California
y ella no
sabrá nunca que hay trenes!
Se ha
clausurado mi sala de baile
mi corazón
no tiene ya la música de todas
las playas
de hoy más
tendrá el silencio de todos los siglos.
* * *
El mar
Post natal
total inmersión
para la
ahijada de Colón
con un
tobillo en Patagonia
y un
masajista en Nueva York.
(Su
apendicitis
abrió el
canal de Panamá.)
Caballeriza
para el mar continentófago
doncellez
del agua playera
frente a la
Luna llena.
Cangrejos y
tortugas
para los
ejemplares moralistas;
langostas para
los gastrónomos.
Santa Elena
de Poseidón
y garage de
las sirenas.
¡Hígado de
bacalao
calamares de
su tinta!
Ejemplo de
Biología
en que los
peces grandes
no tienen
más que bostezar
y dejar que
los chicos vengan a sí.
(Al muy
prepotente Guillermo el segundo
en la vieja
guerra torpedo alemán.)
¡Oh mar,
cuando no había
este
lamentable progreso
y eran entre
tus dedos los asirios
viruta de
carpintería
y la cólera
griega
te hacía
fustigar con alfileres!
En tu piel
la llaga romana
termocauterizó
Cartago.
¡Cirugía de
Arquímedes!
Baños, baños
por la
Física y a los romanos.
Europa,
raptada de toros,
buscaba
caminos.
Tierra
insuficiente
problemas
para Galileo,
Newton, los
Fisiócratas
y los
agraristas.
¿No te
estremeces al recuerdo
de las tres
carabelas magas
que
patinaron mudamente
la arena
azul de tu desierto?
Nao de China
cofre de
sándalo
hoy tus
perfumes
son de
Guerlain o de Coty
y el té es
Lipton's.
Mar,
viejecito, ya no juegas
a los
naufragios con Eolo
desde que
hay aire líquido
Agua y Aire
Gratis.
Las velas
hoy son
banderas de colores
y los
transatlánticos
planchan tu
superficie
y separan a
fuerza tus cabellos.
Los buzos
te ponen
inyecciones intravenosas
y los
submarinos
hurtan el
privilegio de Jonás.
Hasta el sol
se ha vuelto
capataz de tu trabajo
y todo el
día derrite
tu vergüenza
y tu agotamiento.
Las gaviotas
contrabandistas
son espías o
son aeroplanos
y si el
buque se hunde
-sin que tú
intervengas-
todo el
mundo se salva en andaderas...
¡Oh mar, ya
que no puedes
hacer un
sindicato de océanos
ni usar la
huelga general,
arma los
batallones de tus peces espadas,
vierte
veneno en el salmón
y que tus
peces sierras
incomuniquen
los cables
y regálale a
Nueva York
un tiburón
de Troya
lleno de tus
incógnitas venganzas!
Haz un
diluvio Universal
que sepulte
al monte Ararat,
y que tus
sardinas futuras
coman
cerebros fósiles
y corazones
paleontológicos.
* * *
Viaje
Los nopales
nos sacan la lengua
pero los
maizales por estaturas
con su
copetito mal rapado
y su
cuaderno debajo del brazo
nos saludan
con sus mangas rotas.
Los magueyes
hacen gimnasia sueca
de
quinientos en fondo
y el sol
-policía secreto-
(tira la
piedra y esconde la mano)
denuncia
nuestra fuga ridícula
en la
linterna mágica del prado.
A la noche
nos vengaremos
encendiendo
nuestros faroles
y echando
por tierra los bosques.
Alguno que
otro árbol
quiere dar
clase de filología.
Las nubes
inspectoras de monumentos
sacuden las
maquetas de los montes.
¿Quién
quiere jugar tenis con nopales y tunas
sobre la red
de los telégrafos?
Tomaremos
más tarde un baño ruso,
en el jacal
perdido de la sierra
nos bastará
un duchazo de arco iris
nos
secaremos con algún stratus.
De
"Veinte poemas" 1925
domingo, 19 de febrero de 2017
Sin Nombre Divino, un heteronimito que aprende a escribir desde el asueto en el paisaje restringido.
El borracho Bitter, por Adriaen Brouwer.
Contando estoy los pasos de la
fiesta, que animalidad.
Por Sin Nombre Divino
Entre uno y
otro, los otros que ocuparan su lugar, en un sueño y de otro, sin dar pie a la
metafísica que no se ve venir, encerrada como una mujer en el espejo rojo.
Prendas de
vestir se tiran hacia arriba, impidiendo ver la caída por un ruido
enceguecedor. Pasa la policía sin ley, acompaña a los purgatorios incompletos,
la bebida demasiado azucarada, no convence, si el que se cree genio, no aprende
a besar el trasero de sus recuerdos aparecidos en escena.
Si
existieron tres siglos inútiles, cómo reparar los daños a la pintura con el Neo clasicismo de Carlos VI, Luis XVI?
El
horripilante deseo del marqués puntiagudo, hoy entre las cadencias del ritmo
sincopado y de gritos anárquicos pauperizados, y yo aquí aplazando el
encogimiento por el tobogán de risas, mañana.
Y usted me
habla de tiempo dormido, centros de atención con polvo de la arena movediza,
rápido descreimiento, por entre las pesadillas prohibidas, permanezca sentado
en la sala de esperas, de los cohetes de caramelos en el hoyo del alma.
Por si
perdemos con el suicidio, ganamos con la multiplicación de verdugos de corta
edad. La sola página favorita permanece engavetada para el voyerista de la
muerte.
No hay
espacio para acomodar la luna del crecido bermellón, apostando al hermético uso
del noviazgo, al que no le cuadra, es porque rinde cuentas, y solo conserva de
las crías, los pollitos enfermos de la demarcación. Huele a demostración
excesiva del uso de haber nacido en una isla parecida a un pescuezo exhibido.
Córrase, de salida
a los frenteros, y más que nada al susto de morirse por aspiración de los algodones
de acero de la nevera de invento alemana, y no es que acuse, solo recuerdo que
fueron exterminados todos, a los que corrían como perros detrás de un conejo de
peluche.
Ay,
sobrantes para partirse a la mitad delante del rey Salomón.
Afiche y collage para La Mecánica Enlagunada, play, de Gabriel Jaime Caro (Gajaka).
viernes, 10 de febrero de 2017
De lo que escriben hoy sobre Jorge Luis Borges, el poeta modernista acabadito de sacar del horno crematorio.
Taller III, penúltimo intento. No salven las alas de pollo, le ha faltado, Eguren y Sologuren.
Lo advertí, concebido sueño de la locura.
El que copiaba el recital, en un terrible hiperrealismo, en la misma fila y la de atrás, enviado por el santero los motores de Bhaktivinoda Thakura... Un poema de Borges de El otro, El mismo, 1964.
Fin de alucines impertérritas.
****
Mateo, XXV, 30 (por
Jorge Luis Borges)*
El primer puente de Constitución y a mis pies
fragor de trenes que tejían laberintos de hierro.
Humo y silbatos escalaban la noche,
que de golpe fue el Juicio Universal. Desde el invisible horizonte
y desde el centro de mi ser, una voz infinita
dijo estas cosas (estas cosas, no estas palabras,
que son mi pobre traducción temporal de una sola palabra):
—Estrellas, pan, bibliotecas orientales y occidentales,
naipes, tableros de ajedrez, galerías, claraboyas y sótanos,
un cuerpo humano para andar por la tierra,
uñas que crecen en la noche, en la muerte,
sombra que olvida, atareados espejos que multiplican,
declives de la música, la más dócil de las formas del tiempo,
fronteras del Brasil y del Uruguay, caballos y mañanas,
una pesa de bronce y un ejemplar de la Saga de Grettir,
álgebra y fuego, la carga de Junín en tu sangre,
días más populosos que Balzac, el olor de la madreselva,
amor y víspera de amor y recuerdos intolerables,
el sueño como un tesoro enterrado, el dadivoso azar
y la memoria, que el hombre no mira sin vértigo,
todo eso te fue dado, y también
el antiguo alimento de los héroes:
la falsía, la derrota, la humillación.
En vano te hemos prodigado el océano,
en vano el sol, que vieron los maravillados ojos de Whitman.
Has gastado los años y te han gastado,
y todavía no has escrito el poema.
*Publicado por zUmO dE pOeSíA (emilia,
aitor y cía.)en 0:00
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Carlos Cay dijo...
MATEO, 25, 30:
"Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes."
hAiKu dijo...
Zurciendo sueños,
remendando ilusiones:
cosiendo siempre.
(CUQUI COVALEDA)
remendando ilusiones:
cosiendo siempre.
(CUQUI COVALEDA)
ORáKULO dijo...
¿Cuántas veces lo que
poseíste acabó poseyéndote?
Cide Hamete
Benengeli dijo...
Con todo lo que yo
tengo,
no tengo lo que quisiera,
porque me falta de aquello
de lo que sobra a cualquiera.
no tengo lo que quisiera,
porque me falta de aquello
de lo que sobra a cualquiera.
ORáKULO dijo...
Para salir del hoyo la
primera condición necesaria es dejar de cavar.
Cide Hamete
Benengeli dijo...
Si tú no te das cuenta
de lo que vale,
la vida es una tontería,
si vas dejando que se pierda
lo que más querías.
de lo que vale,
la vida es una tontería,
si vas dejando que se pierda
lo que más querías.
Anónimo dijo...
Lo mismo te echo de
menos que antes te echaba de más...
lunes, 6 de febrero de 2017
Elegido de Curso III, con solo tres tallerístas. El final de Juana de Tordesillas, impresentable. Necesitaba un actor.
Yo no soy Quevedo, yo soy Servet.
Las pinturas de Quevedo y Góngora.....irraccionales, legado de imposibles, cómo nono sacudirse.
Mandarin Carroll.

Lectura de la servilleta del Rey Felipe IV con la misiva de Quevedo y Villegas para comenzar Curso III de poesía neoberraca

Francisco de Quevedo y Villegas, retrato de Francisco Pacheco.
Católica, sacra y real Majestad, memorial atribuido a Francisco de Quevedo y Villegas
Á S. M. EL REY DON FELIPE IV
MEMORIAL
Católica, sacra y real majestad,
Que Dios en la tierra os hizo deidad:
Un anciano pobre, sencillo y honrado.
Humilde os invoca y os habla postrado.
Diré lo que es justo, y le pido al cielo
Que así me suceda cual fuere mi celo.
Ministro tenéis de sangre y valor,
Que sólo pretende que reinéis, señor,
Y que un memorial de piedades lleno
Queráis despacharle con lealtad de bueno.
La Corte, que es franca, paga en nuestros días
Más pechos y cargas que las behetrías.
Aun aquí lloramos con tristes gemidos,
Sin llegar las quejas á vuestros oídos.
Mal oiréis, señor, gemidos y queja
De las dos Castillas, la Nueva y la Vieja.
Alargad los ojos; que el Andalucía
Sin zapatos anda, si un tiempo lucía.
Si aquí viene el oro, y todo no vale,
¿Qué será en los pueblos de donde ello sale?
La arroba menguada de zupia y de hez
Paga nueve reales, y el aceite diez.
Ocho los borregos, por cada cabeza,
Y las demás reses, á rata por pieza.
Hoy viven los peces, ó mueren de risa;
Que no hay quien los pesque, por la grande sisa.
En cuanto Dios cría, sin lo que se inventa,
De más que ello vale se paga la renta.
A cien reyes juntos nunca ha tributado
España las sumas que á vuestro reinado.
Y el pueblo doliente llega á recelar
No le echen gabela sobre el respirar.
Aunque el cielo frutos inmensos envía.
Le infama de estéril nuestra carestía.
El honrado, pobre y buen caballero,
Si enferma, no alcanza á pan y carnero.
Perdieron su esfuerzo pechos españoles.
Porque se sustentan de tronchos de coles.
Si el despedazarlos acaso barrunta
Que valdrá dinero, lo admite la Junta.
Familias sin pan y viudas sin tocas
Esperan hambrientas, y mudas sus bocas.
Ved que los pobretes, solos y escondidos.
Callando os invocan con mil alaridos.
Un ministro, en paz, se come de gajes
Más que en guerra pueden gastar diez linajes.
Venden ratoneras los extranjerillos,
Y en España compran horcas y cuchillos.
Y, porque con logro prestan seis reales.
Nos mandan y rigen nuestros tribunales.
Honrad á españoles chapados, macizos;
No así nos prefieran los advenedizos.
Con los medios juros del vasallo aumenta,
El que es de Ginebra, barata la renta.
Más de mil nos cuesta el daros quinientos;
Lo demás nos hurtan para los asientos.
Los que tienen puestos, lo caro encarecen
Y los otros plañen, revientan, perecen.
No es buena grandeza hollar al menor;
Que al polluelo tierno Dios todo es tutor.
En vano el agosto nos colma de espigas,
Si más lo almacenan logreros que hormigas.
Cebada que sobra los años mejores
De nuevo la encierran los revendedores.
El vulgo es sin rienda ladrón homicida;
Burla del castigo; da coz á la vida.
"¿Qué importa mil horcas, dice alguna vez,
Si es muerte más fiera hambre y desnudez?"
Los ricos repiten por mayores modos:
"Ya todo se acaba, pues hurtemos todos."
Perpetuos se venden oficios, gobiernos.
Que es dar á los pueblos verdugos eternos.
Compran vuestras villas el grande, el pequeño;
Rabian los vasallos de perderos dueño.
En vegas de pasto realengo vendido.
Ya todo ganado se da por perdido.
Si á España pisáis, apenas os muestra
Tierra que ella pueda deciros que es vuestra.
Así en mil arbitrios se enriquece el rico,
Y todo lo paga el pobre y el chico.
Sin duda el demonio, propicio y benino
Aquel que por nombre llaman peregrino,
Al Conde le dijo, favorable y plácido,
Cuando su excelencia oraba en San Plácido:
«Del rey los vasallos compiten tu puesto;
Destruye, aniquila y acábalo presto.
Los de la Corona mayores contrarios
Serán la disculpa para tus erarios:
Que si acaban éstos con la monarquía.
Morirá también quien te perseguía.
Mejor libra en guerra el que es prisionero
Que el que es sentenciado por el juez severo.
La causa de todo lo que ellos ganaron,
No la mataron, sino la libraron.»
Esto dijo el diablo al Conde Guzmán,
Y el Conde prosigue como don Julián.
Consentir no pueden las leyes reales
Pechos más injustos que los desiguales.
Ved tantas miserias como se han contado,
Teniendo las costas del papel sellado.
Si en algo he excedido, merezco perdones:
Duelos tan del alma no afectan razones.
Servicios son grandes las verdades ciertas;
Las falsas razones son flechas cubiertas.
Estímanse lenguas que alaban el crimen,
Honran al que pierde, y al que vence oprimen.
Las palabras vuestras son la honra mayor,
Y aun si fueran muchas, perdieran, señor.
Todos somos hijos que Dios os encarga;
No es bien que, cual bestias, nos mate la carga.
Si guerras se alegan y gastos terribles.
Las justas piedades son las invencibles.
No hay riesgo que abone, y más en batalla.
Trinchando vasallos para sustentalla.
Demás que lo errado de algunas quimeras
Llamó á los franceses á nuestras fronteras.
El quitarle Mantua á quien la heredaba
Comenzó la guerra, que nunca se acaba.
Azares, anuncios, incendios, fracasos.
Es pronosticar infelices casos.
Pero ya que hay gastos en Italia y Flandes,
Cesen los de casa superfluos y grandes.
Y no con la sangre de mí y de mis hijos.
Abunden estanques para regocijos.
Plazas de madera costaron millones,
Quitando á los templos vigas y tablones.
Crecen los palacios, ciento en cada cerro,
Y al gran San Isidro, ni ermita, ni entierro.
Madrid á los pobres pide mendigante,
Y en gastos perdidos es Roma triunfante.
Al labrador triste le venden su arado,
Y os labran de hierro un balcón sobrado.
Y con lo que cuesta la tela de caza
Pudieran enviar socorro á una plaza.
Es lícito á un rey holgarse y gastar;
Pero es de justicia medirse y pagar.
Piedras excusadas con tantas labores»
Os preparan templos de eternos honores.
Nunca tales gastos son migajas pocas,
Porque se las quitan muchos de sus bocas.
Ni es bien que en mil piezas la púrpura sobre,
Si todo se tiñe con sangre del pobre.
Ni en provecho os entran, ni son agradables,
Grandezas que lloran tantos miserables.
¿Qué honor, qué edificios, qué fiesta, qué sala,
Como un reino alegre que os cante la gala?
Más adorna á un rey su pueblo abundante.
Que vestirse al tope de fino diamante.
Si el rey es cabeza del reino, mal pudo
Lucir la cabeza de un cuerpo desnudo.
Lleváranse bien los gastos enormes;
Lleváranse mal si fueren disformes.
Muere la milicia de hambre en la costa;
Vive la malicia de ayuda de costa.
Gana la vitoria el valiente arriesgado;
Brindan con el premio al que está sentado.
El que por la guerra pretende alabanza
Con sangre enemiga la escribe en su lanza.
Del mérito propio sale el resplandor,
Y no de la tinta del adulador.
La fama, ella misma, si es digna, se canta:
No busca en ayuda algazara tanta.
Contra lo que vemos, quieren proponernos
Que son paraíso los mismos infiernos.
Las plumas compradas á Dios jurarán
Que el palo es regalo y las piedras pan.
Vuestro es el remedio: ponedle, señor.
Así Dios os haga, de Grande, el Mayor.
Grande sois Filipo, á manera de hoyo
Ved esto que digo, en razón lo apoyo:
Quien más quita al hoyo, más grande le hace;
Mirad quién lo ordena, veréis á quién place.
Porque lo demás todo es cumplimiento
De gente civil que vive del viento.
Y, así, de estas honras no hagáis caudal;
Mas honrad al vuestro, que es lo principal.
Servicios son grandes las verdades ciertas;
Las falsas lisonjas son flechas cubiertas.
Si en algo he excedido, merezca perdones:
¡Dolor tan del alma no afecta razones!
Diciembre de 1639
Tomado de Obras Completas, prosa, "Aguilar", sexta edición 1966. F. Quevedo.
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