La esperanza del lied o el coro
polaco en ultramar. Para Álvaro Mutis, también podría ser para Gombrowicz.
Gabriel Jaime Caro (Gajaka
extramítico)*
Álvaro Mutis es nuestro Octavio Paz,
desde México, ambos, bueno Paz no tanto, y que celebre la seguidilla, mexicanos
y colombianos. Lo mejor de la poesía de
los 50s entre ambos países, y más seguidillas. Las justezas de este poeta, para
el reto. Atrévete a entrar por el umbral de mi casa.
Los piedracelistas , (“Piedra y Cielo”), cayeron al olvido por las fuertes críticas a una poesía copista, medio modernista. Los otros, Aurelio Arturo, Gaitán Durán, León De Greiff (stalinista contra la guerra gaitanista conservadora). Los liberales salieron corriendo, los mamertos le dieron la mano.
Muy autóctono o autenticidad para creadores no solo por su inteligencia, compartió su primer libro de poesía, La balanza, con Carlos Patiño, 1948. Colombia estaba en pañales a pesar de Luis Vidales y Fernando Charry Lara.
Nunca unas de sal y otras de miel son malas. Imposible una doble moral entre dos creadores. Si hay exilio el de él, y la fila india de escritores que tenían que irse de Colombia por la dictadura del Frente Nacional. Bajan a Rojas Pinilla, de la misma ralea, e instalan la paz de la godorradia.
Se iban hasta los nadaistas, que solo hicieron un acto dadaísta de tercera, con la pisoteada de las hostias en la catedral de Medellín. Las orgías no se cuentan.
Mutis celebra sus treinta años con tres libros de poesía, cuál más magistral; nos enseñó a escribir prosa poética clásica, venido del barroco. De las mismísimas tierras del Nocturno. “Los ladrones nocturnos”, de su poema, fundaron una poesía barroca-surrealista que sonó o sopló hasta con sarna, íbamos de la mano de ellos, más no de Álvaro Mutis.
Su biógrafo, J.B.C. recomienda poner los dedos en la lectura como columnas dóricas. “Diario de Lecumberri”, 1960, amigo de Luís Buñuel.
Hoy leí “Breve poema de Viaje”, de “Sesenta cuerpos”, y me he quedado helado. Tendencias de perfeccionar el poema, para que diga con el cuento de poema de viaje, la tira cómica, la cerveza de oriente, la negra bondad, la levedad pulviscular del mundo.
Nada se hace aburrido, albur con jengibre rayado en la miel en la copa de canela. Lo imagina uno entrando y saliendo de los prostíbulos verdes de Asia menor. Aprendiendo a bailar cumbia con G.G.M.
Con sus casi 90 años, agosto 25 próximo, su hijo Santiago prometió cuidarlo hasta que deje de hablar con las esteatopígicas, la gordita que lo llevó a conocer a Often de la Cuesta, era un steam stremer.
El Papa jubilado, que profetizó Nietzsche, lo invita a dialogar con los musulmanes, respetar a las mujeres porque no tienen razón desde pequeñas, teniéndola, como sepulcros blanqueados: se le perdona más fácil a una mujer que a un hombre, para antes de tirarlos al mar por heréticos e inconformes pasajeros del nuevo rol de la historia (más allá de La Atlándida).
Un mundo infinito, con su “Mapa de ultramar” mostrando el fuego de San Telmo, en el mástil de sus novelas , “Amirbar”, de “La última escala del Tramp Steaner”, y, el envejecido fin del mundo, Magroll el Gaviero, sin personaje del año que lo supere en la novela colombiana.
“Los trabajos perdidos”, y “La muerte del estratega”, son los libros que releo. Rezuma todo lo dicho: comerse el bocado para después de las lecturas obligadas. Robar en el astillero para sobrevivir con el baúl del reencarnado rey de exquisitas lenguas.
X-504 o 78, quedó paralizado, cuando
Mutis le dedicó el poema de tres cuartillas “Noticias del Hades”. Y no es para
menos.
Por ser Caballero de las artes y las
letras, concedido por el gobierno francés le da privilegios con los que nos ha
amenazado.
Gracias, colaboración más, cola/ción menos de Jesús Blas Comas, comístico y epistemólogo, seguidor de algunas bulas taras enviadas al fondo de los océanos por orden de Enrique IV el navegante, y por el estudio macanudo del taller de lecturas y coños, de antes del 2000.
A Noel Jardines
Mutis y Soyinka.
***
BREVE
POEMA DE VIAJE*
Desde
la plataforma del último vagón
has
venido absorta en la huida del paisaje.
Si al
pasar por una avenida de eucaliptos
advertiste
cómo el tren parecía entrar
en
una catedral olorosa a tisana y a fiebre;
si
llevas una blusa que abriste
a
causa del calor,
dejando
una parte de tus pechos descubierta;
si el
tren ha ido descendiendo
hacia
lasa ardientes sabanas en donde el aire se queda
detenido
y las aguas exhiben una nata verdinosa;
que
denuncia su extrema quietud
y la
inutilidad de su presencia;
si
sueñas en la estación final
como
un gran recinto de cristales opacos
en
donde los ruidos tienen
el
eco desvelado de las clínicas;
si
has arrojado a lo largo de la vía
la
piel marchita de frutos de alba pulpa;
si al
orinar dejaste sobre el rojizo balasto
la
huella de una humedad fugaz
lamida
por los gusanos de la luz;
si el
viaje persiste por días y semanas,
si
nadie te habla y, adentro,
en
los vagones atestados de comerciantes y peregrinos,
te
llaman por todos los nombres de la tierra,
si es
así,
no
habré esperado en vano
en el
breve dintel del cloroformo
y
entraré amparado por una cierta esperanza.
· Del
libro “Sesenta Cuerpos”, 1983. Por el Premio Nacional de poesía de la
Universidad de Antioquia en Reconocimiento.
*
Pienso a veces...
Pienso
a veces que ha llegado la hora de callar.
Dejar a un lado las palabras,
las pobres palabras usadas
hasta sus últimas cuerdas,
vejadas una y otra vez
hasta haber perdido
el más leve signo
de su original intención
de nombrar las cosas, los seres,
los paisajes, los ríos
y las efímeras pasiones de los hombres
montados en sus corceles
que atavió la vanidad
antes de recibir la escueta,
la irrebatible lección de la tumba.
Dejar a un lado las palabras,
las pobres palabras usadas
hasta sus últimas cuerdas,
vejadas una y otra vez
hasta haber perdido
el más leve signo
de su original intención
de nombrar las cosas, los seres,
los paisajes, los ríos
y las efímeras pasiones de los hombres
montados en sus corceles
que atavió la vanidad
antes de recibir la escueta,
la irrebatible lección de la tumba.
Siempre
los mismos,
gastando las palabras
hasta no poder, siquiera, orar con ellas,
ni exhibir sus deseos
en la parca extensión de sus sueños,
sus mendicantes sueños,
más propicios a la piedad y al olvido
que al vano estertor de la memoria.
gastando las palabras
hasta no poder, siquiera, orar con ellas,
ni exhibir sus deseos
en la parca extensión de sus sueños,
sus mendicantes sueños,
más propicios a la piedad y al olvido
que al vano estertor de la memoria.
Las
palabras, en fin, cayendo
al pozo sin fondo
donde van a buscarlas
los infatuados tribunos
ávidos de un poder
hecho de sombra y desventura.
al pozo sin fondo
donde van a buscarlas
los infatuados tribunos
ávidos de un poder
hecho de sombra y desventura.
Inmerso
en el silencio,
sumergido en sus aguas tranquilas
de acequia que detiene su curso
y se entrega al inmóvil
sosiego de las lianas,
al imperceptible palpitar de las raíces;
en el silencio, ya lo dijo Rimbaud,
ha de morar el poema,
el único posible ya,
labrado en los abismos
en donde todo lo nombrado
perdió hace mucho tiempo
la menos ocasión de subsistir,
de instaurar su estéril mentira
tejida en la rala trama de las palabras
que giran sin sosiego en el vacío
donde van a perderse
las necias tareas de los hombres.
Pienso a veces que ha llegado la hora de callar,
pero el silencio sería entonces
un premio desmedido,
una gracia inefable
que no creo haber ganado todavía.
sumergido en sus aguas tranquilas
de acequia que detiene su curso
y se entrega al inmóvil
sosiego de las lianas,
al imperceptible palpitar de las raíces;
en el silencio, ya lo dijo Rimbaud,
ha de morar el poema,
el único posible ya,
labrado en los abismos
en donde todo lo nombrado
perdió hace mucho tiempo
la menos ocasión de subsistir,
de instaurar su estéril mentira
tejida en la rala trama de las palabras
que giran sin sosiego en el vacío
donde van a perderse
las necias tareas de los hombres.
Pienso a veces que ha llegado la hora de callar,
pero el silencio sería entonces
un premio desmedido,
una gracia inefable
que no creo haber ganado todavía.
*Este poema del libro "X Carminae contra gentiles".
***
Mutis, Botero y Gabo en México.
La miseria del deporte
Me preocupa el creciente interés del
hombre por los espectáculos deportivos. Bien pronto derivaremos a la vida
castrada y aséptica de los estadios, respiraremos bien pronto la atmósfera
húmeda y densa de las sucias toallas de los atletas.
|
El deporte es una actividad humillada y
miseranda, El deportista nada arriesga, cultiva sus músculos y adiestra sus
reflejos para exhibirse ante una multitud enclenque, de ideas usadas y agrias.
El público hace del atleta su ídolo, le atribuye virtudes que quisiera poseer,
y, detrás de la opulenta trabazón de músculos, supone atributos heroicos que no
existen, aún más, que el atleta niega. Es éste un eunuco que la multitud cubre
con deseos imposibles y antiguos, ya perdidos hace tiempo. De allí que el
deporte, como la prostitución y el alcohol, se convierta en una pingüe
industria en manos de mercaderes inescrupulosos. Mercaderes de atletas. A
Grecia debemos esta vergüenza. Los obtusos atletas griegos inventaron el logos
y los métodos de razonamiento que rigen hasta hoy y que han ahogado la preciosa
fuente del misterio, el fluir natural y fértil del inconsciente que distingue a
pueblos anteriores y contemporáneos al heleno. Después, en Roma, cuando quienes
vigilaban la vasta frontera del imperio eran soldados de razas nuevas y
sanguinarias, los romanos se extasiaban en el circo, clausurando un mundo. Mala
época la de los atletas.
Cuando un hombre ha hecho de su cuerpo
un instrumento seguro, armónico y potente, debe arriesgarlo a cada paso.
Arriesgarlo para su placer, para su enaltecimiento individual, sin testigos ni
intrusos. De allí el prestigio imponderable del Renacimiento. El hombre se hizo
fornido y ágil con el fin de poder matar e impedir que lo mataran; preparaba su
cuerpo para gozar de la vida en toda su densa corriente. Cuando el Condotiero
buscó público y paga y, en lugar de matar a su enemigo, le permitió huir
maltrecho, se convirtió en matón. Y cuando dos matones, al terminar la pelea,
se abrazaron en medio de los vítores del público frenético, nacía de nuevo el deportista.
El gran símbolo de nuestra época infame, En la guerra, las gentes respiran hoy
embelesadas el aire podrido de los estadios y olvidan la hermosa y casta
serenidad de los aeródromos, la gracia de medusa metálica de los submarinos, la
gloria de la muerte, de la muerte porque sí.
No es una decadencia esta afición
presente por el deporte. Es la señal de que ha llegado nuestra hora más
miserable, una hora que ha sonado varias veces para el hombre, pero nunca con
tan convincente llamado como ahora.
El hombre del estadio, el
"fanático" de los atletas, es capaz de todas las ruindades y
miserias. Hace mucho tiempo que ya no es hombre. Ha escogido como fuente de su
entusiasmo una ruin turba de pobres eunucos adiestrados. El hombre del estadio
engrosó las filas de la Gestapo -el nazismo fue una doctrina de estadio-,
trabaja para la MVD soviética, lanzó la atómica en Hiroshima, asoló Europa en
nombre de la Libertad y, hoy, comercia aterrado en la O.N.U. Cada día se nos
impone como doctrina una nueva miseria ideológica, fermentada bajo las plomizas
escaleras de los estadios. La participación colectiva y frenética del ser en
sistemas que encierran su destrucción sin gloria, su desleimiento en el
ambiente tibio de los gimnasios, se extiende peligrosamente corno una plaga.
La peor vergüenza que pesa hoy sobre el
hombre, es el no poder morir solo. Tener que llegar a su fin compartiendo
propósitos e ideales, fraguados por los "mercaderes de atletas":
ellos determinan su muerte y, lo que es peor, la despojan de toda la serena
belleza que la distinguió antaño. Los cruzados pudriéndose dentro de sus
armaduras al sol del desierto poblado de leones; "El Valentino"
desnudo, fija su negra mirada en el claro cielo de una madrugada aragonesa,
destrozado su cuerpo por las lanzas de la emboscada; el granadero con la sangre
de sus heridas congelada a orillas del Berezina; el piloto de la RAF abatido
sobre la campiña bucólica y señorial de su patria, todos estos muertos felices,
dueños y señores de su fin, gozaron de un privilegio que le será negado a sus
hermanos de hoy.
Denuncio la vergüenza del Deporte.
Condeno la pantomima dopada de los estadios. Moriremos víctimas de las
artimañas de los traficantes del estéril ejerzo muscular. Nos matará un
onanismo colectivo sin "la gloria de un largo deseo". Dejaremos como
herencia a nuestros hijos la habilidosa y ruin gracia de los futbolistas, el
rictus congestionado de los "routiers". la fea mueca que se pega al
rostro de los corredores, la malicia de "ghetto" de los beibolistas,
la grasa afeminada que rodea la cintura de los nadadores, la falsa furia de los
boxeadores, la triste agilidad de barriada de los "jockeys".
Lamentemos la ausencia luminosa de los guerreros ciegos de lanzas, quietas
estatuas de sangre que perpetúan una muerte magnífica. Lloremos por nuestros
hijos, nacidos bajo la sombra de los estadios, burdeles de gloria.
*Publicado en parte en el churrunguis tunguis del 2011.
Catalina Micaela, la Duquesa de Saboya, pintada por Sánchez Coello, la hija de Felipe II, Inmortalizada por Álvaro Mutis.
REGRESO A UN RETRATO DE LA INFANTA CATALINA MICAELA
HIJA DEL REY DON FELIPE II (Álvaro Mutis)
Algo hay en los labios de esta joven señora,
algo en el malicioso asombro de sus ojos,
cuyo leve estrabismo nos propone
el absorto estigma de
los elegidos,
algo en su resuelto
porte entre andaluz y toscano
que me detiene a mitad
del camino
y sólo me concede
ocasión de alabarla
desde la reverente
distancia de estas líneas.
No esconden bien el
fuego de sus ensoñaciones,
el altivo porte de su
cabeza alerta,
ni el cuello erguido
preso en la blanca gorguera,
ni el enlutado traje que
se ciñe a su talle.
Tampoco el aire de duelo
cortesano
consigue ocultar el
rastro de su sangre Valois
mezclado con la turbia
savia florentina.
La muerte ha de llevarla
cuando
cumpla treinta años.
Diez hijos dio a su esposo
el Duque de Saboya. Fue
tierna con su padre
y en Turín siguió siendo
una reina española.
Torno a mirar el lienzo
que pintó Sánchez Coello
cuando la Infanta aún no
tenía dieciocho años
y me invade, como
siempre que vengo a visitarla
a este rincón del Prado
que la guarda
en un casi anónimo
recato, un deseo insensato
de sacarla del mudo
letargo de los siglos
y llevarla del brazo e
invitarla a perdernos
en el falaz laberinto de
un verano sin término.
Otro Pichichi de la poesía.
ResponderEliminarAgrio.
ResponderEliminarMe emboban algunos giros de la presentación, antiacadémica y mestisa.
ResponderEliminarGajis feliz 16 de tus sesenta y cuantos.
Buena entrada, o caldo de lo mismo. Feliz ano Don Gajako.
ResponderEliminarCoño, cada que editas el texto de pesentación de Álvaro Mutis, me gusta agregarle más, por qué no es para tanto?
ResponderEliminarCoño que solo a ti te gusta la infanta, y culpas a los otros como los culpables y aborrecidos, y esto va pa largo.
ResponderEliminarLa miseria del deporte es un poco humillado,
ResponderEliminarno tienen termino para señalarlo como el causante
propio por entender, de ahora, señor vetor azores.
Muy pero muy acartonado, fierecillas domadas.
Hay el alarde del bueno y eficaz, ese todo lo hace.
Muy de acuerdo de que es el mejor, que hasta creo un reino.
De lo otro que no esta aquí en la selección mutiana, coño no se que decir. Te amo.
El poema a la infanta, no esta mal, si es a un retrato que en algo le favorece por Sánchez Coello.
ResponderEliminarque nariz tan fea la de la Duquesa de Saboya, cara de Valois engendro de vilesa en libertad.
ResponderEliminarLa miseria del deporte, al dedillo, que pesar que uno también cae en esa mediocridad de Occidente, mal nos valdría tirar la cana al aire por un caballero andante. jajajajaja jajajaja
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminara te habías equivocado, el otro cuadro de la infanta no era el del poema, sino el de Coello. Fallaste de donde lo sacaste. Frívolo.
ResponderEliminarLa duquesa murió en el décimo parto, a los treinta anos, que enternecedor.
Eliminar¨Denuncio la vergüenza del Deporte. Condeno la pantomima dopada de los estadios. Moriremos víctimas de las artimañas de los traficantes del estéril ejerzo muscular. Nos matará un onanismo colectivo sin "la gloria de un largo deseo". Dejaremos como herencia a nuestros hijos la habilidosa y ruin gracia de los futbolistas, el rictus congestionado de los "routiers". la fea mueca que se pega al rostro de los corredores, la malicia de "ghetto" de los beibolistas, la grasa afeminada que rodea la cintura de los nadadores, la falsa furia de los boxeadores, la triste agilidad de barriada de los "jockeys".
ResponderEliminarEsto es grande. No hay otro locutor deportivo mejor.
u.u. hasta hoy hincha del Medallo.
EliminarNo me encanta tu semblanza, están mandadas a recoger.
ResponderEliminarFeliz cumpleaanos Gajakita, en lo mas leve del complinques.
ResponderEliminarSi me gusta tu semblanza contra la Academia, muy justa, hasta con agridez, que no es lo mismo que rigidez.
ResponderEliminarTodo en una "Filosofía de tus mismos cuentos,sin que nadie te entienda y te tengan lastima como a un mal compositor de baladas" gua gua
Llámame.
u.u. misterioso. Gajis ya soy arquitecto y no me has felicitado.
EliminarFelicitaciones. Y a dónde dejaste tu poesía barbajacobina?
EliminarQue pintura la de Velázques, que expresión del rostro, en cambio la de la Duquesa de Saboya, no tiene expresión de nada, de ningún acto de presencia.
ResponderEliminarLa baja y arenosa playa y el pino enano,
ResponderEliminarla bahía y la larga línea del horizonte.
¡Qué lejos yo de casa!
La sal y el olor de sal del aire del océano
y las redondas piedras que pule la marea.
¿Cuándo arribará el barco?
Los vestigios quemados, rotos, carbonizados,
y la profunda huella dejada por la rueda.
¿Por qué es tan viejo el mundo?
Las olas cabrilleantes y el cielo inmenso y gris
surcado por las lentas gaviotas y los cuervos.
¿Dónde todos los muertos?
El delicado sauce doblado hacia el fangal,
el gran casco podrido y los flotantes troncos.
¡La vida trae la pena!
Y entre pinos oscuros y por la orilla lisa
el viento fustigando. El viento, ¡siempre el viento!
¿Qué será de nosotros?
u.u.
EliminarLa miseria del deporte, muy bueno.
ResponderEliminaranimales fabulosos desde el ventanal, un tierno puerquecito blanco, una gata colorada, adorada prima.
ResponderEliminarfinales de lucha libre en Rumania, Belarus y Slovaquia.
tócame o vete.
Largo camino de regreso, por mi culpa sin la paciencia de Chuang Tsu.
ventriculo derecho a la orden, asopodado como un safarrancho.
claro, si todo sigue normal, cierra la puerta.
Solo el gesto doble de los dedos de la mano.