viernes, 24 de diciembre de 2021

Gajaka Extramitico (que cómo Tácito) no pertenece a ninguna escuela, y menos empiriocriticista; se muere de ganas de servirle a la novela La Fugacidad del Instante de Miguel Falquez Certain (B/quilla, 1948)...

 

Foto del libro. Archivo de Gajaka.

Siempre que vuelvo a Proust, me siento irritado al principio, me parece que está anticuado y siento un deseo irreprimible: el de tirar el libro. Pero, al cabo de cierto número de páginas (y saltando ciertas escenas), el encanto vuelve a surtir efecto, aunque sólo sea por tal o cual halllazgo verbal o tal o cual anotación psicológica. (Proust está enteramente en la línea de los moralistas franceses. Rebosa de aforismos: los hay en todas las páginas, en todas las frases incluso, pero son máximas arrastradas por un torbellino, para que el lector las descubra, es necesario que se detenga y no se deje llevar demasiado por la frase.) E. M. Cioran, Cuadernos, 1957-1972.

Por Gajaka Extramitico.


Miguel Falquez Certain (poeta y dramaturgo. Traductor). La novela de mi vida (La Fugacidad del Instante, 2021), de mis primeros 18 años; la coincidencia histórica, nuestro Pacto eleusino (Falquez y yo), haber sido concebidos en los meses del Bogotazo, 1948. Toda la familia en escena (dialéctica del ser). 

La fugacidad del instante, la primera novela de M.F.C. Ha publicado varios poemarios y dos antologías sobre su obra narrativa, cuentos (Triacas), y poesía (Mañanayer). Hipótesis del sueño, 2019, es su último libro de poesía publicado por Nueva York Poetry Press.

Con la tía Lydia, y la imágen de Tyrone Power, se inicia la cosa para este bebé que se ha callado ante el proyector con la imagen rutilante, en la peli Al filo de la navaja. Con el bautizo del niño, Carlos Alberto Rivadeneira Laurent, con más padrinos que cualquier chico normal.  Esto más parece la oda a un gran bebé, que llegaba después de nueve años a la familia. Los celos de sus hermanos hacían que el niño se sintiera solo y universal? Marcel Proust se quedó en palotes.

La novela, ese género que se apoderó de la escritura, la novela francesa y rusa del 19. Cien años de soledad en la última Era, para ser exactos. El Ulises de Joyce, en la XX centuria. La novela autobiográfica, hoy de fición, en Europa, es lo más comunitario, en Ameríca Latina hay pocas y buenas, diría yo, mojándome de las poco que he leído.


Miguel Falquez Certain, al lado de su padre y una amiga gringa (Evelyn) de la mamá, en New Jersey, 1965.

L.F.D.I. descanza en la magistral construcción de la desmemoria. M.F.C., Los personajes de su vida adquieren dimensión personal en una metáfora envolvente, van a ver, rica en sensaciones y provocaciones de tipo sexual, parahomexualismo precoz.

Desde esa larga lista de padrinos en su bautizo, del niño Carlos Alberto Rivadeneira, se van avecinando todos los apellidos de familias barranquilleras y cartageneras, que han posado en esa tierra, la Costa Atlántica colombiana, que hoy es un "cementerio" de las nuevas víctimas de la violencia paramilitar... Y que antes era un paraíso, despúes de la independencia. Cuna de exiliados y comunidades enteras de Europa y Asia Menor.

Se pudiera decir que estos primeros años, los 50s del siglo XX, están llenos de carnaval y belleza.  Carlos Alberto que estudía su bachillerato en el colegio de San José en B/quilla, ya antes había viajado a Nueva York City, en donde en 1964 estuvo a punto de salir en el show de Ed Sullivan, pero se le adelantaron The Beatles.

Su show será de magia, este mago llamado Miguelino, se las traía con su padre en esos años de eterna juventud de los 60s. Yo recuerdo cuando lo conocí, que me sacó una quora de mis orejas. 

Pero van llegando las tradicionales aptitudes de los chicos costeños: masturbación en grupo, antes de que se vuelvan algunos homosexuales, invitaciones a dormir con el amigo estudiante, más que todo; pero Carlos Alberto ya la tiene clara, es homosexual, y no soporta que una tía le diga maricón. Es que es tan detestable el señalamiento.


M.F.C. recitando y ganando un premio intercolegial de declamación. 1965. Más pispo pa dónde.

La novela del poeta M.F.C. única, las atmósferas han sido las más ricas que haya leído sobre esa Barranquilla, desde que llegó el caimán (versión). Cerca la Macondo en las grandes lagunas de la costa interior, las laderas de la Sierra Nevada, y el río que ya no es el río, Magdalena. De ahí mi placer por leerla. Pese a todo M.F.C. no es mamagallista!, más bien bromista a la hora de tomar el té con coca. 

Pero son los apellidos de esas familias mediterráneas, entre las dos piernas de Hércules, que me seducen, la invención de todos los apellidos, todas las castas de tercera y cuarta generación, la hipérbole retratada por un discurso político revelador humanitario: yo soy pacifista, el amigo que más me gustaba se fue a la guerrilla (versión).

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¿No nos va a complacer, Rivadeneira? dijo el rector*.

¿Cómo así, padre?

Traje la máquina de afeitar. Por favor, hombre, rasúrese, dijo el rector.

Quítese esa chivera tan fea, dijo el prefecto.

Lo lamento, pero no puedo complacerlos.

Mi tía Lydia me jaló por la manga del saco.

A mí me parece que le queda bien. Se ve muy buen mozo, dijo mi tía Lydia queriendo apaciguar los ánimos.

Carlos Alberto, dijo mi mamá exaltada.

Qué quieres que les diga, mamá. Me graduaré con chivera, mal que les pese.

Cuánta insolencia dijo el prefecto. Acuérdese jovencito que aún no es tarde para retirarle el cinco en conducta.

Haga lo que quiera, Rivadeneira, dijo el rector soliviantado. Tenía la cara roja y contrastaba con sus cabellos completamente canos. Pero sepa que no lo olvidaré.

Está en su derecho, padre. Permiso. Creo que ya nos llaman.

Agarré por los brazos a mi mamá y a mi tía Lydia y entramos al vestíbulo del Metro. La temperatura fría nos calmó en un instante.

¿Has visto a Zubizarreta, Carlos Alberto? preguntó Campoy.

No le dije. ¿Quién te acompañará en la marcha?

Desfilaré solo.

Ni más faltaba. Ven conmigo, mi mamá tiene dos brazos.


Armoire Surréaliste. Marcel Jean, Francia. Muestra de surrealismo en el MET, 2021.

Y con los acordes de la “Marcha Triunfal” de Aida, comenzamos a desfilar los veintisiete bachilleres de los brazos de nuestras madres.

El colegio se pone de pie en pleno, a nuestro paso la gente susurra, Campoy con sus dos metros de alto, sus ojos azules y sus cabellos rubios ensortijados del brazo izquierdo de mi mamá y yo colgado del derecho, la sempiterna marcha de Verdi usada todos los años hasta la saciedad aglomera a los mirones que sonríen, murmuran y critican, los fotógrafos corren por los pasillos adoptando las poses más absurdas, los flashes nos ciegan momentáneamente, el rector y el prefecto suben al escenario y se sitúan frente al micrófono, los pajes con sus guantes blancos forman filas con los azafaticos de plata en las manos, el aire frío tan frío gélido que se desplaza en nubes casi imperceptibles y toma posesión de la mañana, el camino tortuoso que comenzó exactamente hace ocho años cuando llegaban a su fin los días inocentes y pacíficos de las hermanas de la Presentación y de las Siervas de San José y nos entregaban a las manos ásperas del hermano Beto Gorostiaga, las batallas por los conocimientos entre romanos y cartagineses, la magia y la palabra como armas para defenderme de los gamberros que me hostigaron en el camino, los múltiples apodos con los que intentaron doblegarme, mis contadas amistades forjadas en el secreto de las cofradías, la tía Lydia y su amor incondicional, Oscar Wilde y Fabrizio Lupo, el escarnio de los intrusos huyendo de la isla en libertad, el despertar sexual, la lucha y la aceptación, mis viajes a Nueva York, el mundo de la magia y los Beatles, “Jairo contra mi ingle”, el gozo y el placer floreciendo cada día, la muerte persiguiendo a los abuelos, las noches estrelladas y el descubrimiento de los meandros del río en la nave colosal, mi padre y mi madre, su amor y su desamor, la fortaleza inquebrantable de mi madre y el mundo sorprendente de mi padre, su amor por mí y las historias de ambos, enrevesadas y sublimes, los secretos confesados, escuchados o compartidos, las farsas, los engaños, los fingimientos, la agridulce hipocresía de una ciudad infestada por la angustia, las noches de placeres solitarios, las canicas, los patios de recreo, los trompos de guayacán, la monstruosidad de una sexualidad impuesta, la arropilla y el pan de yuca y las frunas y las alegrías, los versos españoles con la manzanilla, el placer de leer y escribir con el profesor Arístides Amézquita, la preceptiva literaria, las noches de tormentas, la disciplina descubierta, el poema diario, la literatura, la historia y la filosofía, el trueno y el rayo y las palmas de los Domingos de Ramos para controlar la tempestad, el extrañamiento, el cine desde mi nacimiento, la figura gigantesca de Tyron en la pantalla, los idiomas, el baile y la cumbiamba, Miguel Strogoff ganándole la batalla a la varicela, el muelle larguísimo desafiando al crepúsculo, el escultismo, la sucesión de playas como ecos, el enfrentamiento, el teatro, sus múltiples máscaras fortaleciendo tu coraza, mostrándote el camino, la ciudad amurallada, las fotografías repetidas hasta el infinito en los múltiples espejos, cóncavos y convexos, reproduciéndonos en los bordes continuos de la cinta de Möbius, la alienación, la ciudad vencida, las cajas dentro de las cajas, el fuego de la hoguera y del campamento, el muñeco de trapo sacrificado con los muebles viejos en un verano inacabable, el descreimiento, el fanatismo, la afirmación en el desasosiego, las caleidoscópicas posibilidades de un mundo mejor, la música arrullándote, este niño quiere que lo duerma yo, que lo duerma su padre que lo consintió, las muñecas rusas, la muerte carcomiendo el cuerpo decrépito de tu padre, las guerras, las masacres y la vida mordiéndote los calcañales, sacándote a flote para que de una vez por todas respires el aire frío y desapacible de este nuevo día.


Mago Miguelino. Foto tomada por su padre, Manuel Guillermo Falquez Grau. 1962.

Lo anterior parece un discurso político dicho para la sección del grado de bachillerato, en el colegio de San José, con una sultura empequeñecida por las boberías de los curas a que los jovénes no tengan chivera, ni pelo largo; lo mismo hacían los franquistas y los castristas stalinistas.

*Tomado de La fugacidad del instante (Bogotá: Editorial Escarabajo, 2020) de Miguel Falquez-Certain, capítulo 24, págs. 665,666, y 667.


M.F.C. y yo (Gajaka), celebrando nuestros 70 años en su nuevo apartamento de Manhattan. Verano del 19. Foto de Joaquín Méndez Gaztambide.

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Siempre hay una luz de efervescencia que nos guía en la juventud, La fugacidad del Instante, arrebatos dionisíacos en el pasado (es tan exclusivo en la novela de M.F.C.) Como si viéramos el exabrupto, y preferimos la mano de un ángel que muchas veces es demasiado humano. La mano de su padre, Mario Alfonso Rivadeneira Pujol, alguien portentoso de experiencias artísticas en Hollywood en los 30s, en aquella foto de matrimonio con Dolores Laurent López en su boda en Bogotá, de una elegancia sin igual, que la recuerdo ahora.

M.F.C. escribe la segunda nóvela de ficción acerca de su vida, que como les digo es muy prustiana (de nuevo tipo), su vida después de los 18, seguro arderá de pasiones mayores y muy poéticas (la cantidad de años neoyorkinos)

A Joaquín Méndez Gaztambide.


Los poetas, Severo Sarduy y Octavio Paz en París, 1985.


miércoles, 8 de diciembre de 2021

Leticia Pumarejo Cuartas, ex reinas de magazines, regresa por el (Me Too), nada de machismo, más bien amorfo. Jardín de Epicuro.


Yemaya, por Wifredo Lam. Muestra de sus pinturas y esculturas en Pace Gallery de Manhattan. Foto de Loli Cienfuegos.

 Tésis desprovistas de prosa de pro y contra. Más bien maitines o medio

día sabroso. Si se escribe sobre política es tratable con el

 cordobés, su figura metafórica. 

Por Leticia Pumarejo Cuartas, (Mira, es otra cosa? (en política), No basta.)

Lo primero que se me vino hoy son de que carajo comen, en cada barrio hay cientos, y son en realidad millones. Las golondrinas mias y las de Margarita Cardona, quizás mucho más, y las de Ángola, ah, no te mortifica?

Si comen mariposas, estamos perdidos, no tenemos un dios que equilibre, con ese escándalo masoquista de las palomas... y los perros (Dogville), y los hips de los cuentos de hadas y anopheles. Cuadritos de penca.

Hasta aquí las exaltaciones de estilo muy rupestre, cómo pintar con cerdos en un sanatorio estilo suizo... Hasta ese instante monstruoso en que el animal se caga en su p.u.t.a. dueña.

Puedes gritar, no soy esquizofrénico, sáquenme de aquí? Ni arrojar la última piedra, que la tara muere con el bicho, que se extermina en vida. Me lo dijo Ana de Cacia.

Wifredo Lam (1902-1982), artista plástico cubano. Pace Gallery Manhattan. Foto archivo de Gajaka.

La falta de humor, sin h, con k, los mantiene, nos, en el abismo de piedra de Milwaukee, y el mulo que no se cae... Y más terco que ella, monje encendido, peldaños de ese infierno que nos toca por suerte. Lo soñamos, estamos con él.

Que todas griten su nombre, los otros irán sembrando, sugeriendo estas mutaciones del espíritu encadenado. No es un mito el espíritu encadenado? Es tan onírico en El Decameron... La felicidad ja ja ja. Pero si es la represión de las ideologías?

Segunda tésis doctoral para escribir un haiku: Ser amigo de todo el mundo asi el menbrillo va a ocupar toda la línea transgresora. Se rinde toda la tecnología. Y los recuerdos de la imagen comprometida. La España franquista y boba que se salvó con la movida madrileña. 

Pues, haremos el haiku político, a la juventud japonesa en Tic Toc. Ni esos acentos o conjunciones que estirán la papa, poeta Villalba.

Comer hongos, no cesan, ese cuerpo silosivino que empuja a los abismos pero de su propia dramaturgia. No hay nada más placentero que ser cuidado por los dioses trémulos, de ahí el ejemplo del poeta Scardanelly.


Wifredo Lam. Pace Gallery. Foto de Loli Cienfuegos.


Pero todavía no es Haiku, ya llegaremos en un vuelo de la TWA. a México. Tablada dictámina El universo en una botella

la cueva de Luxor. En la cueva de Luxor

el universo es una botella. Luego cambió por Lámpara. (Versión).

lo olíste, lo hice, chantagiado con haikus al comienzo del oficio de poeta, tendrías que unirse en un apagón. 

Volver a Renzi, recomienda Ricardo Piglia... Aunque no venga al caso. Con humor te tiras y no caes... O te viola el ángel del otro. Tiene su perdon.


Wifredo Lam. Pace Gallery. Foto archivo de Gajaka.

Disclaimer

Yo moribundo, ella cerrada y trancada por dentro.

Yo moribunda, él desabrochado a cada hora, según la costumbre. Ahora que se puede gritar y meter preso al alcalde in the village Billy, el asqueroso.

Hoy juegan todos los terminos politicos, hasta los bloqueados nazis se comen a sus perros, literalmente, y la esquizoide actitud es la altura de lo posible del fascismo ordinario, lo otro si basta, la pintura sacralisada, el antes y después de la era cristiana, y la hermandad ante las verdades siniestras. Epicureísmo en el alma mater, de las famosas atenciones públicas de los liceos de filosofía. Pero faltaban los chefs y moría la carcajada olímpica. 

Recien ahora descubro que The Black Mountain College, fue un campus maravilloso por casi una década en Carolina del Norte. El jardín de Epicuro. Grandes poetas y artistas desafiaban esta belleza y este hedonismo. No se sabía nada de infierno y paraíso, habían muerto con la gran guerra. Thomas Mann (The Buddenbrooks) tenía razón, se venía el nazismo encima, el arte se fue por las alcantarillas de París, le respondería Cioran.

                                                                     A los amigos de Leticia, la seudoseudonimia 


Wifredo Lam. Escultura de su colección sobre santería cubana. Foto de Loli Cienfuegos.

W.Lam. Pace Gallery. Foto de Loli Cienfuegos.

W. Lam. Pace Gallery. Foto de Loli Cienfuegos.


miércoles, 1 de diciembre de 2021

Gabriel Del Casal, heterónimo mayor, regresa al museo Metropolitano a ver la exposición del Surrealismo.(El arte pictórico y la escultura a nivel planetario).


Fotografías de obra en conjunto (Sin título), entre Cecilia Porras y Enrique Grau, pintores colombianos. De lo más destacado en la exposición surrealista en el Met., por El New York Times.

***

Cuando el Surrealismo se le salió de las manos a André Breton, llamado por el filófoso Georges Bataille (Eres un león castrado). No le besó el dedo gordo del pie, y para afuera, lo mismo para todos los homosexuales.

Por Gabriel del Casal

Volví al Met, a sus corredores poblados de esculturas, cada vez más Grecia clásica, y el Surrealismo pictórico y chismoso, más bien político; que se impone en el mundo, entre las guerras mundiales. Que encarna con las raices africanas, y toma su bautizo con un modelo francés, pero de pasarela (para los filmes)... 

Aparecía de nuevo la muestra del Surrealismo, dejando a algunos protagónistas descansando (?), Masson, Man Ray, Tanguy, Buñuel, o en otro Olimpo... y yo que fuí a lo que fuí, me senté un rato a conversar con la muda de Remedios Varo, en la sala 13, y los cuadros se hacían grandes y chiquiticos, no eran renacentistas, post lejos. Parece que tiene la obra contada como a Vermeer.

Foto de César Cano Cadavid.

Poesía visual, el objeto inexpresivo se vuelve rótula, todos visten igual como en los conventos y sanatorios de risa, y es la atmósfera onírica que la achica. Todo este discurso puedo decir de Remedios Varo... Si me encerraran con ellos, cuadros casi vivientes, escribiría una obra famosa, Con Remedios, la fea. 



Frida Kalho suplicándole a Diego que le cuadrara la nariz a los manitos con sarape, que ella ahí tiesa le daba corazonada al trazo, que más tarde serian sus autorretratos, in situ, ya tan caros como los de Van Gogh, Pero el cuento es otro.

La muestra del Met tiene puros contenidos politicos, un poco aburridores, y cuando hablán del ruso Trotsky, ese rubio fenomenal, regalo de la revolución de octubre, no de noviembre. Un orgullo para México, pero el maestro Siqueiros lo quería matar. Stalin mandaba a asesinar a sus críticos dentro del partido. Las purgas vergonzosas. Y hoy lo copian las Dictaduras del proletariado en América latina

Fue en Mexico donde se asentó el surrealismo pictórico y escultural. Si, las pintoras surrealistas María Izquierdo, Leonora Carrington, está última británica, en ese México de los treintas y cuarentas, un paraiso demostrativo, nada casual, que todavía lo es para las queridas soluciones de exilio, y de trabajo artístico. Mi primer poema se llamaba Como Méjico no hay dos, copiado de una vaya publicitaria. 1974. Dije que Rufino Tamayo era mi pariente cercano.


Foto de César Cano Cadavid.

Cuadro hipnótico II

(En) resulta que yo iba a la muestra para ver exclusivamente las pinturas de Dorotea Tanning, y solo tenía un cuadro chiquito, excepcional, una flor de girasol de oro en esos balcones prefigurados de Dorotea, la precursora de ese escenario (Hiperrealismo) de casi todas sus pinturas. Otra amante de Max Ernst, vivieron en Arizona. 

Dorotea Tanning.

Como el análisis de la exposición fue más politica que artistica, vuelvo y me pregunto, por qué asesinar al revolucionario León Trotsky? Porqué lo mando a asesinar Stalin, por traidor o qué (envidia dictatorial)? por dedicarse al Surrealismo, qué lo consideraban burgués y enemigo? Más falso que lavar las lentejas para que no mueran muchos veganos de hambre. así han asesinado a los mayores líderes politicos del siglo XX. Tanto la izquierda stalinista como la derecha vuelta fascista y neoliberal.

Cota.

Gracias a César Cano Cadavid y Loli Cienfuegos por las fotos tomadas en la grande muestra del surrealismo en el Met. Las mias las borró el Drive. Se nos quedaron algunas obras sin resaltar, porque queda claro que el arte pictorico y escultural realizado a traves de los últimos 100 años, supera a la literatura surrealista actual. Se salva el movimiento de La Mandrágora en Chile a finales de los años 30s hasta los setentas.


Foto de Loli Cienfuegos.


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Foto de César Cano Cadavid.

Los zapatos de Kurnstsammulu. Foto de Loli Cienfuegos.


Foto de César Cano Cadavid.

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Joan Miró y sus alumnos. Foto de Loli Cienfuegos.

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Foto de César Cano Cadavid.

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Foto de Loli Cienfuegos.


Cuadro de Remedios Varo. Foto de Loli Cienfuegos.



Foto de César Cano Cadavid.



Remedios Varo. Foto de Loli Cienfuegos.