Del poeta Roberto Rico, supe por el poeta Jesús Blas Comas, bastante desconocido el chiapense, ha publicado tres libros en la década del noventa en México: Reloy de Malvarena, La escenográfica virtud del sepia, y Nutrimento de Lázaro. Considerado Neobarroso en el 2000. Ya Nestor Perlongher, el poeta argentino lo había creado en los 80s,\. Encantado de tenerlo entre sus invitados, cualquier día en el Hades de twittero. Publicado en los bloguer de poesía que son poco leídos: Eco Negro, y Crítica.
Salió en la antología de veintitres poetas latinoamericanos de Eduardo Milán (Pulir Huesos, 2007).
Por Gabriel Jaime Caro (Gajaka).
Algunos
poemas, los que parecen completos y los otros instalados, escuchando el cuento
de Paracelso.
Roberto
Rico, Cintalapa, Chiapas, Mexico, 1960
Hipocampo de Troya
Con
un corcel marino entre sus páginas
a modo de lectura señalada,
el corazón deviene frente a la coz del escocés con soda
que merced a girante,
locomovible mezclador de bebidas (emblema
publicitario de la fonda)
agita, esmero y égida, la zurda.
En ocio la contraria mano
pone en servicio al mondadientes,
mala costumbre sana hoy en desuso.
La tarde, meretriz entrada en huesos,
arroja su siete de espadas
a la carátula romana de un coliseo en bancarrota.
Sobreviene la noche. En abandono
de su suerte, el esbelto percherón de vinil celeste
se rinde al trote de ácido derrotero. Su estampa de hipocampo
galopa nudos incontables.
Caleidoscópicas maquetas de acalorado iglú se resquebrajan.
De allí que ostente enjundia el pura sangre
sofrenado en hialinos bordes. Con ello a su jinete
le fuera símil refrotar el seno caído de amazona
que apoyada en escuadra de su codo porfiara gráfico
helenismo
desde el extremo opuesto de la barra.
Vertebran luces diurnas
la ciudad poseída, aliterada
troyana sombra que al hundir espuelas
con el agua hasta el cuello cambia de yegua a la mitad
del río.
La pensión de Filoctetes
Huéspedes del virtuoso Filoctetes
en nada nos aflige sabernos forasteros.
Opaca nuestras penas el múrice encendido.
El guante bruno y las rosáceas yemas,
la penumbra y el alba, se acumulan
sobre el herido pie.
La cicatriz del sueño, los odios en urdimbre,
nos inspiran confianza para pulsar el arco.
Bajo cobijo de una gruta
aguardamos dictamen del Egeo:
los dioses en asueto,
meridionales liras;
una forma visible, un domicilio y un nombre;
domesticar el canto en las aljabas del eco.
(de Reloj de Malvarena)
Huéspedes del virtuoso Filoctetes
en nada nos aflige sabernos forasteros.
Opaca nuestras penas el múrice encendido.
El guante bruno y las rosáceas yemas,
la penumbra y el alba, se acumulan
sobre el herido pie.
La cicatriz del sueño, los odios en urdimbre,
nos inspiran confianza para pulsar el arco.
Bajo cobijo de una gruta
aguardamos dictamen del Egeo:
los dioses en asueto,
meridionales liras;
una forma visible, un domicilio y un nombre;
domesticar el canto en las aljabas del eco.
(de Reloj de Malvarena)
NIÑO QUE PIERDE AL ÁNGEL
DE SU GUARDA
Rehén de un titubeo
limítrofe al valor,
el infante se esfuma entre la nube
trepidatoria del arado vértigo.
Con él, desaparece
la monarquía del ángel centinela.
Rehén de un titubeo
limítrofe al valor,
el infante se esfuma entre la nube
trepidatoria del arado vértigo.
Con él, desaparece
la monarquía del ángel centinela.
[selección de textos]
Episodio al vapor de unos cabellos
Contra el boquete donde aún valdría
llamar espejo al agua dulce varada sobre el óxido,
planta la faz; con ella, su media filiación de hurí
desdeñosa, diríase lejana. Desde los estribos
de la conformidad, el dorso vuelto configura
su vis de potra, erguidos bajo el ventilador los pechos.
Secar la cabellera:
fatiga sólo pensarlo.
Cubriéndose el escote
manos al hombro, deposita
sobre la frente del dormido
barruntos de una fresa macerada.
Termina de vestirse. Salen
sus cabellos mojados a disuadir el orden de las nubes.
El acostado se despeja. Actúa
según la circunstancia de haraganear en torno suyo el estro
semiárido del Camel de reserva.
Rememora,
recibe a flor de labios
la pionera rondana de un pezón:
discernido, coránico trasmundo
del que resiente aún su sedimento
cuando sale del cuarto
y el contrito esmeril de la llovizna
modifica los planes de abandonar ileso el escenario
de lunas embebidas por Khayyam,
acto seguido recicladas
ante la intromisión afable del camarero que consulta
si el señor apetece un entremés
o desde ayer querrá un aperitivo.
Episodio al vapor de unos cabellos
Contra el boquete donde aún valdría
llamar espejo al agua dulce varada sobre el óxido,
planta la faz; con ella, su media filiación de hurí
desdeñosa, diríase lejana. Desde los estribos
de la conformidad, el dorso vuelto configura
su vis de potra, erguidos bajo el ventilador los pechos.
Secar la cabellera:
fatiga sólo pensarlo.
Cubriéndose el escote
manos al hombro, deposita
sobre la frente del dormido
barruntos de una fresa macerada.
Termina de vestirse. Salen
sus cabellos mojados a disuadir el orden de las nubes.
El acostado se despeja. Actúa
según la circunstancia de haraganear en torno suyo el estro
semiárido del Camel de reserva.
Rememora,
recibe a flor de labios
la pionera rondana de un pezón:
discernido, coránico trasmundo
del que resiente aún su sedimento
cuando sale del cuarto
y el contrito esmeril de la llovizna
modifica los planes de abandonar ileso el escenario
de lunas embebidas por Khayyam,
acto seguido recicladas
ante la intromisión afable del camarero que consulta
si el señor apetece un entremés
o desde ayer querrá un aperitivo.
Excelente pomada tópica para Tirios y Troyanos.
ResponderEliminaru.u.
EliminarLa cantidad hechizada que nunca pasa de moda. The cops rouges, Chiapas, gol olímpico. No por nada tiene a Chiapas.
ResponderEliminarQue bueno que México tenga grandes poetas, aunque no lo sepamos, gracias Hilario.
ResponderEliminarA un poeta maldito
ResponderEliminarlas alabastras, balaustradas y mollejas sudadas
comida para grullas, o simplemente coyotes.
París sin aguaceros, mejor que poema a la calle Fortrel.
medias lunas, la boca de la cueva con 100 mil murciálagos.
no tardes, piedras de gran tamano, se ve que está lejos,
que tan lejos la lejanía después.
parches, donde todo se ilumina, megatones, conflicto
armado por la resaca de la nueva enciclopedia de la murte.
Neobarroso?
EliminarNeobarrosos erán todos los que hoy se llaman neobarrocos. Tenían en Nestor Perlongher un AS en la manga, cuando publicaón la antología MEDUSARIO, 1996.
EliminarC o rr e gi do
ResponderEliminarA un poeta maldito
las alabastras, balaustradas y mollejas sudadas
comida para grullas, o simplemente coyotes.
París sin aguaceros, mejor que poema a la calle Fortrel.
medias lunas, la boca de la cueva con 100 mil murciálagos.
no tardes, piedras de gran tamaño, se ve que está lejos,
que tan lejos la lejanía después.
parches, donde todo se ilumina, megatones, conflicto
armado por la resaca de la nueva enciclopedia de la muerte.
No, pues distintísimo al otro, muy muy bueno. Qué corrección, lo mejoró al cien. Eso si es gran arte: cag-arte.
EliminarPero este si leyó, o nu sabe.
EliminarNo (nu) sabe.
EliminarVaya usted a saber que escribe.
Una buena dosis de opio, si, eso le hace falta.
Mollejas sudadas, u.u.
ResponderEliminarSoy neobarroso y neoberraco: cuántos caben en una jaula?
ResponderEliminarHabía una Caperucita y un lobo feroz
ResponderEliminar- de ahí no se ha salido -
Y había una Penélope y un Ulises,
y de esto casi nadie se acuerda.
Pues apueste al rábano, al burro al revés
de vez en cuando.
Y no te digo Aquiles, para que no te digan maricón
de mierda.
Mejora.
EliminarAlvaro Ojeda...Uruguay...Otro berraquito que parió la marrana...
ResponderEliminarFINIS AFRICAE
(para no leer a Eco)
Se muere de fiebre de Lassa
de fiebre del valle del Rift
de fiebre amarilla
de dengue
de escarlatina
de inconstancia gladiadora en las antenas
de los márgenes de las ciudades
de sus depósitos raleados de nubes
de mares se muere como un enorme asunto
descifrado ciertamente
demasiado vulgar al raciocinio
y se muere también de inconsecuencia
Galerías de citas
con entradas y salidas
con rodillas y cuerpos que se estrellan
en la soledad de los pasillos
amarillos de yema de natural
amarillo
porquerizos de Dios en esta oscura
rebelión del Sudán
Miríadas de bucles recién cortados
arrumados de grumos en donde cuentan
las sonrisas que fueron
a pararse detrás
detrás del muro contando sus momentos finales
hasta la marca antigua del vendedor
de libros
del paseante oscuro desaliñado
de la mujer pequeña morena bruna
caída de la falda de su propia madre.
Necesito leer más de Roberto Rico, mi tocayo de Chiapas.
ResponderEliminarBossa nova fallido entre otras razones por echarse en falta el fonema nh
ResponderEliminarMi ditirambo brasileño
es ditirambo que aprobaría tu
marido
Rubén Darío
Turbamulta cubriéndose
la cabeza con diarios: cuervos blancos
entre la lluvia negra.
"Vi llover, vi gente correr": más fácil.
Sólo que no es la tarde
donde tú y yo claudican,
ambos otros y mismos
el ingrediente trunco de la noche.
Agua desestimándose hidroponia
salpimentan vibráfono y membrana.
Mal no recuerdo el guiso,
pues harinándola te supo a samba,
a confusión que desenjaula tigres,
tal imperita en dulce
fermentación de la saudade.
A salobre, labial trasunto,
silente caldo sobre el pavimento,
con recetario el postre se isoglosa:
fruto aurisecular, perolmo, azúcar
mascabado, abejar acento
inherente al ayer, al bossa
nova de nuncia liebre que refrío
mucho antes de cazarla.
¿Ves ya cómo no es fácil, Clodia,
reforestar sobre cemento?
("Jasón es un acrónimo", libro inédito)
ROBERTO RICO
New York, verano del 15
ResponderEliminarLos dioses se me atravesaron, por aquí o por allá.
Yo dije por allá.
Ganas de reirme de "La puta borracha" de Alfred Jarry, otra vez.
Ni mijo, ni magia, ni dionisiacas, ni beso virtual, nada no.
Ustedes lo que son, agrios, sin teta, fascistas.
Viene al caso, no se peine, no se toque en el tren.
Si es cierto las luces no son de caramelos,
pero medio travestiada, si.
Me gusta, muy suelto, neobarroso.
EliminarHay como una valla de choque entre el poeta Rico y yo, pobre.
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