Octavio Paz
Lo aclaman los diableros de París, y
sus musas, los muertos de Tlatelolco, el brillo nupcial de los templos místicos
de Asía Septentrional. Los surrealistas travestíís del francés fascista, un falso Duchamp, por favor, no en vano Triana los más serios
bretonianos, la piedra y el sol mexicanos. Sus traductores, su segundo amor, Marie José
Tramini. A su única hija Elena.
Los muchos y grandes poetas mexicanos
del siglo XX. De José
Revueltas, su amigo político. Los escritores de “Vuelta”, “Poesía en
movimiento”, aunque el movimiento no se mueva. Sor Juana Inés de la Cruz (la chica
moderna del virreinato de México).
“El pájaro caído /
entre la calle Montalambert y la de Bac / es una muchacha / detenida / sobre un
precipicio de miradas […] (“Viento Entero”).
Lo odiaron los mamertos por haber dicho que la sociedad estadounidense era la más
organizada del mundo, en comparación con la Unión Soviética. Que renegaba del
partido comunista, por eso, por lo mamerto (dogmáticos de tercera). La cara de estalinistas que ponían
sus cerebros seculares. - Tu lees a ese fascista?, y yo quedaba libre de esa sanguijuela.
Yo, lo sentía en sus ensayos, al comienzo de mis lecturas, y era otra más nuestra historia en la literatura, el
fragmento que no lo entendíamos sino como filosofía positivista, y el arte conventual, de los espacios cerrados, espejos de la muerte,
de las pirámides sin trazamiento, lo tal y lo gin, o los superellos del cine
alucinado en Sikkin, un Tamayo salvado del incendio de su apartamento en México, los ojos
verde azules de la noche, de nuestros ancestros presentes, no son los ojos negros del alma del Primer modernismo.
Gabriel Jaime Caro (Gajaka)
30 de marzo, 2014
30 de marzo, 2014
***
Franz Von Stuck-Der Krieg 1894
***
Poemas de Octavio Paz, memorables.
A veces la poesía es el vértigo de los cuerpos y el
vértigo de la dicha y el vértigo de la muerte;
el paseo con los ojos cerrados al borde del despeñadero
y la verbena en los jardines submarinos;
la risa que incendia los preceptos y los santos
mandamientos;
el descenso de las palabras paracaídas sobre los
arenales de la página;
la desesperación que se embarca en un barco de
papel y atraviesa,
durante cuarenta noches y cuarenta días, el mar de
la angustia nocturna y el pedregal de la angustia diurna;
la idolatría al yo y la execración al yo y la
disipación del yo;
la degollación de los epítetos, el entierro de los espejos;
la recolección de los pronombres acabados de cortar en el jardín
de Epicuro y en el de Netzahualcoyotl;
el solo de flauta en la terraza de la memoria y el
baile de llamas en la cueva del pensamiento;
las migraciones de miríadas de verbos, alas
y garras, semillas y manos;
los substantivos óseos y llenos de raíces, plantados
en las ondulaciones del lenguaje;
el amor a lo nunca visto y el amor a lo nunca oído
y el amor a lo nunca dicho: el amor al amor.
vértigo de la dicha y el vértigo de la muerte;
el paseo con los ojos cerrados al borde del despeñadero
y la verbena en los jardines submarinos;
la risa que incendia los preceptos y los santos
mandamientos;
el descenso de las palabras paracaídas sobre los
arenales de la página;
la desesperación que se embarca en un barco de
papel y atraviesa,
durante cuarenta noches y cuarenta días, el mar de
la angustia nocturna y el pedregal de la angustia diurna;
la idolatría al yo y la execración al yo y la
disipación del yo;
la degollación de los epítetos, el entierro de los espejos;
la recolección de los pronombres acabados de cortar en el jardín
de Epicuro y en el de Netzahualcoyotl;
el solo de flauta en la terraza de la memoria y el
baile de llamas en la cueva del pensamiento;
las migraciones de miríadas de verbos, alas
y garras, semillas y manos;
los substantivos óseos y llenos de raíces, plantados
en las ondulaciones del lenguaje;
el amor a lo nunca visto y el amor a lo nunca oído
y el amor a lo nunca dicho: el amor al amor.
Sílabas, semillas.
***
Ejercicio preparatorio
(Díptico
con tablilla votiva)
Meditación
(Primer tablero)
La premeditación de la motí est premeditation de la
liberté. Qui a apris á mourir, il a desapris á servir.
Meditación
(Primer tablero)
La premeditación de la motí est premeditation de la
liberté. Qui a apris á mourir, il a desapris á servir.
Michel de Montaigne
La hora se vacía.
Me cansa el libro y lo cierro.
Miro, sin mirar, por la ventana.
Me espían mis pensamientos.
Pienso que no pienso.
Alguien, al otro lado, abre una puerta.
Tal vez, tras esa puerta,
no hay otro lado.
Pasos en el pasillo.
Pasos de nadie: es sólo el aire
buscando su camino.
Nunca sabemos
si entramos o salimos.
Yo, sin moverme,
también busco -no mi camino:
el rastro de los pasos
que por años diezmados me han traído
a este instante sin nombre, sin cara.
Sin cara, sin nombre.
Hora deshabitada.
La mesa, el libro, la ventana:
cada cosa es irrefutable.
Sí,
la realidad es real.
Y flota
-enorme, sólida, palpable-
sobre este instante hueco.
La realidad
está al borde del hoyo siempre.
Pienso que no pienso.
Me confundo
con el aire que anda por el pasillo.
El aire sin cara, sin nombre.
Me cansa el libro y lo cierro.
Miro, sin mirar, por la ventana.
Me espían mis pensamientos.
Pienso que no pienso.
Alguien, al otro lado, abre una puerta.
Tal vez, tras esa puerta,
no hay otro lado.
Pasos en el pasillo.
Pasos de nadie: es sólo el aire
buscando su camino.
Nunca sabemos
si entramos o salimos.
Yo, sin moverme,
también busco -no mi camino:
el rastro de los pasos
que por años diezmados me han traído
a este instante sin nombre, sin cara.
Sin cara, sin nombre.
Hora deshabitada.
La mesa, el libro, la ventana:
cada cosa es irrefutable.
Sí,
la realidad es real.
Y flota
-enorme, sólida, palpable-
sobre este instante hueco.
La realidad
está al borde del hoyo siempre.
Pienso que no pienso.
Me confundo
con el aire que anda por el pasillo.
El aire sin cara, sin nombre.
Sin nombre, sin cara,
sin decir: he llegado,
llega.
Interminablemente está llegando,
inminencia que se desvanece
en un aquí mismo
más allá siempre.
Un siempre nunca.
Presencia sin sombra,
disipación de las presencias,
Señora de las reticencias
que dice todo cuando dice nada,
Señora sin nombre, sin cara.
sin decir: he llegado,
llega.
Interminablemente está llegando,
inminencia que se desvanece
en un aquí mismo
más allá siempre.
Un siempre nunca.
Presencia sin sombra,
disipación de las presencias,
Señora de las reticencias
que dice todo cuando dice nada,
Señora sin nombre, sin cara.
Sin cara, sin nombre:
miro
-sin mirar;
pienso
-y me despueblo.
Es obsceno,
dije en una hora como ésta,
morir en su cama.
Me arrepiento:
no quiero muerte de fuera,
quiero morir sabiendo que muero.
Este siglo está poseído.
En su frente, signo y clavo,
arde una idea fija:
todos los días nos sirve
el mismo plato de sangre.
En una esquina cualquiera
-justo, onmisciente y armado-
aguarda el dogmático sin cara, sin nombre.
miro
-sin mirar;
pienso
-y me despueblo.
Es obsceno,
dije en una hora como ésta,
morir en su cama.
Me arrepiento:
no quiero muerte de fuera,
quiero morir sabiendo que muero.
Este siglo está poseído.
En su frente, signo y clavo,
arde una idea fija:
todos los días nos sirve
el mismo plato de sangre.
En una esquina cualquiera
-justo, onmisciente y armado-
aguarda el dogmático sin cara, sin nombre.
Sin nombre, sin cara:
la muerte que yo quiero
lleva mi nombre,
tiene mi cara.
Es mi espejo y es mi sombra,
la voz sin sonido que dice mi nombre,
la oreja que escucha cuando callo,
la pared impalpable que me cierra el paso,
el piso que de pronto se abre.
Es mi creación y soy su criatura.
Poco a poco, sin saber lo que hago,
la esculpo, escultura de aire.
Pero no la toco, pero no me habla.
Todavía no aprendo a ver,
en la cara del muerto, mi cara.
la muerte que yo quiero
lleva mi nombre,
tiene mi cara.
Es mi espejo y es mi sombra,
la voz sin sonido que dice mi nombre,
la oreja que escucha cuando callo,
la pared impalpable que me cierra el paso,
el piso que de pronto se abre.
Es mi creación y soy su criatura.
Poco a poco, sin saber lo que hago,
la esculpo, escultura de aire.
Pero no la toco, pero no me habla.
Todavía no aprendo a ver,
en la cara del muerto, mi cara.
Franz Von Stuck
***
Rememoración
(Segundo tablero)
...querría
hacerla de tal modo que diese a entender que no había sido mi vida tan mala que
dejase nombre de loco; puesto que lo he sido, no querría confirmar esta verdad
con mi muerte.
Miguel de
Chívaniks
Con la cabeza lo sabía,
no con saber de sangre:
es un acorde ser y otro acorde no ser.
La misma vibración, el mismo instante
ya sin nombre, sin cara.
El tiempo,
que se come las caras y los nombres,
a sí mismo se come.
El tiempo es una máscara sin cara.
no con saber de sangre:
es un acorde ser y otro acorde no ser.
La misma vibración, el mismo instante
ya sin nombre, sin cara.
El tiempo,
que se come las caras y los nombres,
a sí mismo se come.
El tiempo es una máscara sin cara.
No me enseñó a morir el Buda.
Nos dijo que las caras se disipan
y sonido vacío son los nombres.
Pero al morir tenemos una cara,
morimos con un nombre.
En la frontera cenicienta
¿quién abrirá mis ojos?
Vuelvo a mis escrituras,
al libro del hidalgo mal leído
en una adolescencia soleada,
con plurales violencias compartida:
el llano acuchillado,
las peleas del viento con el polvo,
el pirú, surtidor verde de sombra,
el testuz obstinado de la sierra
contra la nube encinta de quimeras,
la rigurosa luz que parte y distribuye
el cuerpo vivo del espacio:
geometría y sacrificio.
Nos dijo que las caras se disipan
y sonido vacío son los nombres.
Pero al morir tenemos una cara,
morimos con un nombre.
En la frontera cenicienta
¿quién abrirá mis ojos?
Vuelvo a mis escrituras,
al libro del hidalgo mal leído
en una adolescencia soleada,
con plurales violencias compartida:
el llano acuchillado,
las peleas del viento con el polvo,
el pirú, surtidor verde de sombra,
el testuz obstinado de la sierra
contra la nube encinta de quimeras,
la rigurosa luz que parte y distribuye
el cuerpo vivo del espacio:
geometría y sacrificio.
Yo me abismaba en mi lectura
rodeado de prodigios y desastres:
al sur los dos volcanes
hechos de tiempo, nieve y lejanía;
sobre las páginas de piedra
los caracteres bárbaros del fuego;
las terrazas del vértigo;
los cerros casi azules apenas dibujados
con manos impalpables por el aire;
el mediodía imaginero
que todo lo que toca hace escultura
y las distancias donde el ojo aprende
los oficios de pájaro y arquitecto-poeta.
rodeado de prodigios y desastres:
al sur los dos volcanes
hechos de tiempo, nieve y lejanía;
sobre las páginas de piedra
los caracteres bárbaros del fuego;
las terrazas del vértigo;
los cerros casi azules apenas dibujados
con manos impalpables por el aire;
el mediodía imaginero
que todo lo que toca hace escultura
y las distancias donde el ojo aprende
los oficios de pájaro y arquitecto-poeta.
Altiplano, terraza del zodíaco,
circo del sol y sus planetas,
espejo de la luna,
alta marea vuelta piedra,
inmensidad escalonada
que sube apenas luz la madrugada
y desciende la grave anochecida,
jardín de lava, casa de los ecos,
tambor del trueno, caracol del viento,
teatro de la lluvia,
hangar de nubes, palomar de estrellas.
circo del sol y sus planetas,
espejo de la luna,
alta marea vuelta piedra,
inmensidad escalonada
que sube apenas luz la madrugada
y desciende la grave anochecida,
jardín de lava, casa de los ecos,
tambor del trueno, caracol del viento,
teatro de la lluvia,
hangar de nubes, palomar de estrellas.
Giran las estaciones y los días,
giran los cielos, rápidos o lentos,
las fábulas errantes de las nubes,
campos de juego y campos de batalla
de inestables naciones de reflejos,
reinos de viento que disipa el viento:
en los días serenos el espacio palpita,
los sonidos son cuerpos transparentes,
los ecos son visibles, se oyen los silencios.
Manantial de presencias,
el día fluye desvanecido en sus ficciones.
giran los cielos, rápidos o lentos,
las fábulas errantes de las nubes,
campos de juego y campos de batalla
de inestables naciones de reflejos,
reinos de viento que disipa el viento:
en los días serenos el espacio palpita,
los sonidos son cuerpos transparentes,
los ecos son visibles, se oyen los silencios.
Manantial de presencias,
el día fluye desvanecido en sus ficciones.
En los llanos el polvo está
dormido.
Huesos de siglos por el sol molidos,
tiempo hecho sed y luz, polvo fantasma
que se levanta de su lecho pétreo
en pardas y rojizas espirales,
polvo danzante enmascarado
bajo los domos diáfanos del cielo.
Eternidades de un instante,
eternidades suficientes,
vastas pausas sin tiempo:
cada hora es palpable,
las formas piensan, la quietud es danza.
Huesos de siglos por el sol molidos,
tiempo hecho sed y luz, polvo fantasma
que se levanta de su lecho pétreo
en pardas y rojizas espirales,
polvo danzante enmascarado
bajo los domos diáfanos del cielo.
Eternidades de un instante,
eternidades suficientes,
vastas pausas sin tiempo:
cada hora es palpable,
las formas piensan, la quietud es danza.
Páginas más vividas que leídas
en las tardes fluviales:
el horizonte fijo y cambiante;
el temporal que se despeña, cárdeno,
-desde el Ajusco por los llanos
con un ruido de piedras y pezuñas
resuelto en un pacífico oleaje;
los pies descalzos de la lluvia
sobre aquel patio de ladrillos rojos;
la buganvilla en el jardín decrépito,
morada vehemencia...
Mis sentidos en guerra con el mundo:
fue frágil armisticio la lectura.
en las tardes fluviales:
el horizonte fijo y cambiante;
el temporal que se despeña, cárdeno,
-desde el Ajusco por los llanos
con un ruido de piedras y pezuñas
resuelto en un pacífico oleaje;
los pies descalzos de la lluvia
sobre aquel patio de ladrillos rojos;
la buganvilla en el jardín decrépito,
morada vehemencia...
Mis sentidos en guerra con el mundo:
fue frágil armisticio la lectura.
Inventa la memoria otro presente.
Así me inventa.
Se confunde
el hoy con lo vivido.
Con los ojos cerrados leo el libro:
al regresar del desvarío
Así me inventa.
Se confunde
el hoy con lo vivido.
Con los ojos cerrados leo el libro:
al regresar del desvarío
el hidalgo a su nombre regresa y
se contempla
en el agua estancada de un instante sin tiempo.
Despunta, sol dudoso,
entre la niebla del espejo, un rostro.
Es la cara del muerto.
En tales trances,
dice, no ha de burlar al alma el hombre,
Y se mira a la cara:
deshielo de reflejos.
en el agua estancada de un instante sin tiempo.
Despunta, sol dudoso,
entre la niebla del espejo, un rostro.
Es la cara del muerto.
En tales trances,
dice, no ha de burlar al alma el hombre,
Y se mira a la cara:
deshielo de reflejos.
Deprecación
(Tablilla)
Debemur
moni nos nostraque.
Horacio
No he sido Don Quijote,
no deshice ningún entuerto
(aunque a veces
me han apedreado los galeotes)
pero quiero,
como él, morir con los ojos abiertos.
Morir
sabiendo que morir es regresar
adonde no sabemos,
adonde,
sin esperanza, lo esperamos.
Morir
reconciliado con los tres tiempos
y las cinco direcciones,
el alma
-o lo que así llamamos-
vuelta una transparencia.
Pido
no la iluminación:
abrir los ojos,
mirar, tocar al mundo
con mirada de sol que se retira;
pido ser la quietud del vértigo,
la conciencia del tiempo
apenas lo que dure un parpadeo
del ánima sitiada;
pido
frente a la tos, el vómito, la mueca,
ser día despejado,
luz mojada
sobre tierra recién llovida
y que tu voz, mujer, sobre mi frente sea
el manso soliloquio de algún río;
pido ser breve centelleo,
repentina fijeza de un reflejo
sobre el oleaje de esa hora:
memoria y olvido,
al fin,
una misma claridad instantánea.
no deshice ningún entuerto
(aunque a veces
me han apedreado los galeotes)
pero quiero,
como él, morir con los ojos abiertos.
Morir
sabiendo que morir es regresar
adonde no sabemos,
adonde,
sin esperanza, lo esperamos.
Morir
reconciliado con los tres tiempos
y las cinco direcciones,
el alma
-o lo que así llamamos-
vuelta una transparencia.
Pido
no la iluminación:
abrir los ojos,
mirar, tocar al mundo
con mirada de sol que se retira;
pido ser la quietud del vértigo,
la conciencia del tiempo
apenas lo que dure un parpadeo
del ánima sitiada;
pido
frente a la tos, el vómito, la mueca,
ser día despejado,
luz mojada
sobre tierra recién llovida
y que tu voz, mujer, sobre mi frente sea
el manso soliloquio de algún río;
pido ser breve centelleo,
repentina fijeza de un reflejo
sobre el oleaje de esa hora:
memoria y olvido,
al fin,
una misma claridad instantánea.
***
Espiral
Como el clavel sobre su vara,
como el clavel, es el cohete:
es un clavel que se dispara.
como el clavel, es el cohete:
es un clavel que se dispara.
Como el cohete el torbellino:
sube hasta el cielo y se desgrana,
canto de pájaro en un pino.
sube hasta el cielo y se desgrana,
canto de pájaro en un pino.
Como el clavel y como el viento
el caracol es un cohete:
petrificado movimiento.
el caracol es un cohete:
petrificado movimiento.
Y la espiral en cada cosa
su vibración difunde en giros:
el movimiento no reposa.
su vibración difunde en giros:
el movimiento no reposa.
¨¨¨¨¨¨¨¨
"El Buda nos dijo que las caras se disipan", oh que verdad tan amarga.
ResponderEliminarGajis Gajis.
Ahora si te la comiste, te echarás muchos enemigos en encima.
ResponderEliminarPerdón, en encima, no: encima.
EliminarBuena la selección de poemas, yo ya me había olvidado de él.
ResponderEliminar"Odio al vulgo profano, y lo rechazo. Guarden silencio: canciones no antes oídas, yo, sacerdote de las musas, a las vírgenes y muchachos canto." Horacio
ResponderEliminarPremio Mamerto de toda una vida, para Gajakananda.
ResponderEliminarNo, no puede con ese premio quién ha señalado tan acertadamente a los mamertos en Colombia, y vaya usted a saber en todo el continente americano. El premio que se lo den a García Marquez.
Eliminaru.u.
EliminarMe encanta tu estilo neoberraco para decir en pocas líneas toda la vida de un escritor. Con humor y certezas, nada de retórica barata. Ojo con los enemigos de Paz, hay que cortarles la cabeza.
ResponderEliminarEpitafio para un poeta
ResponderEliminarQuiso cantar, cantar
para olvidar
su vida verdadera de mentiras
y recordar
su mentirosa vida de verdades.
Octavio Paz
Gajaka, su hija, su única hija murió ayer, justo al cumpleaños 100 de Octavio Paz. Muy muy pero muy de poetas y musas Mexico está de luto, por sus poetas muertos en enero. Ayer hablaste de Elena, que recordaba con amor a su padre en sus 100, y la profecía se cumplió, no la del alter ego.
ResponderEliminarYa te tire mis besos desde Sinaloa, haber si te llegan.
Eznedi, gracias por tus comentarios, como vais en México. Haber cuándo nos vamos a casar, ya que no se pudo en Marinilla, por tantos pretendientes a tu alrededor como Penélope. Yo no soy el Ulises el de Homero pero si el Ulises Joyciano. Raro que la única hija de Paz se haya muerto casí al día del cumpleaños 100 de su padre. No la presentí, pero si a Octavio.
Eliminaru.u.
EliminarPaz en su tumba.
ResponderEliminarVoulez vous coucher avec moi ce soir.
ResponderEliminarCe soir
Quieres ir a la cama conmigo.
EliminarEl tono de la poesía de O.Paz, martillea en la cabeza, ecos de un magnetismo, que a veces no llevamos todos.
ResponderEliminarGabrieles, Silvia se casa, quiere que tu seas el pradino.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarQuién es ese personaje sacándole filo a la pluma?
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarA un poeta muerto
ResponderEliminarAsí como en la roca nunca vemos
La clara flor abrirse,
Entre un pueblo hosco y duro
No brilla hermosamente
El fresco y alto ornato de la vida.
Por esto te mataron, porque eras
Verdor en nuestra tierra árida
Y azul en nuestro oscuro aire.
Leve es la parte de la vida
Que como dioses rescatan los poetas.
El odio y destrucción perduran siempre
Sordamente en la entraña
Toda hiel sempiterna del español terrible,
Que acecha lo cimero
Con su piedra en la mano.
Triste sino nacer
Con algún don ilustre
Aquí, donde los hombres
En su miseria sólo saben
El insulto, la mofa, el recelo profundo
Ante aquel que ilumina las palabras opacas
Por el oculto fuego originario.
La sal de nuestro mundo eras,
Vivo estabas como un rayo de sol,
Y ya es tan sólo tu recuerdo
Quien yerra y pasa, acariciando
El muro de los cuerpos
Con el dejo de las adormideras
Que nuestros predecesores ingirieron
A orillas del olvido.
Si tu ángel acude a la memoria,
Sombras son estos hombres
Que aún palpitan tras las malezas de la tierra;
La muerte se diría
Más viva que la vida
Porque tú estás con ella,
Pasado el arco de tu vasto imperio,
Poblándola de pájaros y hojas
Con tu gracia y tu juventud incomparables.
Aquí la primavera luce ahora.
Mira los radiantes mancebos
Que vivo tanto amaste
Efímeros pasar junto al fulgor del mar.
Desnudos cuerpos bellos que se llevan
Tras de sí los deseos
Con su exquisita forma, y sólo encierran
Amargo zumo, que no alberga su espíritu
Un destello de amor ni de alto pensamiento.
Igual todo prosigue,
Como entonces, tan mágico,
Que parece imposible
La sombra en que has caído.
Mas un inmenso afán oculto advierte
Que su ignoto aguijón tan sólo puede
Aplacarse en nosotros con la muerte,
Como el afán del agua,
A quien no basta esculpirse en las olas,
Sino perderse anónima
En los limbos del mar.
Pero antes no sabías
La realidad más honda de este mundo:
El odio, el triste odio de los hombres,
Que en ti señalar quiso
Por el acero horrible su victoria,
Con tu angustia postrera
Bajo la luz tranquila de Granada,
Distante entre cipreses y laureles,
Y entre tus propias gentes
Y por las mismas manos
Que un día servilmente te halagaran.
Para el poeta la muerte es la victoria;
Un viento demoníaco le impulsa por la vida,
Y si una fuerza ciega
Sin comprensión de amor
Transforma por un crimen
A ti, cantor, en héroe,
Contempla en cambio, hermano,
Cómo entre la tristeza y el desdén
Un poder más magnánimo permite a tus amigos
En un rincón pudrirse libremente.
Tenga tu sombra paz,
Busque otros valles,
Un río donde del viento
Se lleve los sonidos entre juncos
Y lirios y el encanto
Tan viejo de las aguas elocuentes,
En donde el eco como la gloria humana ruede,
Como ella de remoto,
Ajeno como ella y tan estéril.
Halle tu gran afán enajenado
El puro amor de un dios adolescente
Entre el verdor de las rosas eternas;
Porque este ansia divina, perdida aquí en la tierra,
Tras de tanto dolor y dejamiento,
Con su propia grandeza nos advierte
De alguna mente creadora inmensa,
Que concibe al poeta cual lengua de su gloria
Y luego le consuela a través de la muerte.
Luis Cernuda
Sobra imaginarse que este poema de Cernuda, te parece obtuso, anticuado, porque no va de acuerdo a tus cánones neoberracos, que distan mucho de un merecimiento de poesía de alma clara, divina u extramitica.
Eliminaru.u. A Lorca.
EliminarCuándo vamos a ver a Juana la loca GAJAKA?, Herman nos contó lo cómico y tenaz de la obra enloquecida. En Umbrella House ya no se puede pues José vive viajando.
ResponderEliminarAlmas verdes
ResponderEliminarQue venceís al negros troncos de chamizo
Almas verdes amigas de manos y brazos peltrechados
Reyezuelos momificados con alguna señal lúgubre o de oro.
Sensacionaltecido mobilegnosezno catarbatio
Si te lo recomiendo, apúrate es tu turno, la mix mania
el fin de un piropo y el comienzo de la trampa del aprendizaje.
Pareados clásicos, y al salir del hueco de la vida amiga, la cuerda de Nerval,
el hermoso poema nunca visto.
Chancratipo melodidiota caparachosteado, con un poco de grosor.
Medallería de corcho, o sea la cuarta intención.
u.u. Nerval, nervios.
EliminarNeo birloque.
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