Paradiso 11.
Pedro Arturo
Estrada, 1956, Girardota, nace muy cerca de Medellín, donde se encoge se hace cañon el valle de Aburra, donde El señor caído, con los símbolos derrotados, la
carita de ángel, qué más? extraterrestres, la muerte desde el murito para el
niño, los versos que rimados dan al traste con nuestra personalidad.
Gabriel Jaime
Caro (Gajaka)
Una poética
despersonalizada por las terribles endechas del pasado, al ver la muerte,
temprana e inútil, al mago y a la maga. Yegua al mediodía. De tremenda inquietud, aparece por
los caminos místicos, los de allá, osea al otro lado del espejo. No hay místico solitario, escribía Michel Tournier.
Y el amigo de
mis amigas, de mis amigos, Punto Seguido, José Manuel Arango, que bien lo
describía con los mismos versos de Pedro Arturo Estrada: El sueño mal soñado de la juventud, y ahora busca saber, qué de verdad nos pertenece, qué de verdad hemos perdido?
Con poetas de
nuevas camadas o canapé, @pésimo la
ardilla, los manifiestos postnadaistas, sobre todo los sensibles, la apoyatura
a un monumento de soberbios, en Colombia. Al lado de su hermana Lucia Estrada,
la poeta tocada por el imposible, lo innombrable, la lengua de la Estigia, los
que venían de Siglótica, y estos con los de Señales en la Hoguera, Carlos
Bedoya, Raúl Henao, Jhon Sosa, Luis Fernando Cuartas, El Mudo beckettiano, Gustavo Adolfo Garcés y Gaceta de la U.DE.A. Oscar Gonzalez, Margarita Cardona, Carlos Enrique Ortiz, Carlos Eduardo Peláez.
Gabriel Jaime Franco, Revista Prometeo y su Festival Internacional de poesía. Todos con pelo de la fuerza o del remedo, éramos más
santos que los curas.
Con lecturas
precisas para grandes homenajes, y estos desparpajos neoyorkinos, viajan
incómodos por las escasas mesas deproporcionado, con agallas y en el lado más
habitado la risa hija de la filantropía. Seudológica decantado, sin necesidad
de mandárselo a decir con nadie.
No bien admira a la poeta Mercedes Roffé. Es
uno de nuestros críticos de cabecera, cuando se rompe la testa, ahora poeta
desde las oscuras y desiertas tierras de New Jersey. Fue publicado en Realidad
Aparte (Segunda Vida). Ha escrito varios ensayos y prólogos a nuevos autores.
Recientemente dos libros, uno antológico (Blanco y Negro), Book Press, N.Y., 2014 y Monodias.
El profeta en su tierra, el Ulises de
más de 24 horas, se me oyé decir en mis sueños encaperetados. El truco de lo
monocorde, con lo poco pedido a sus dioses, promete una fauna pero de hombres
amados (Desde siempre la monocorde voz que canta en el vacío -Bruno Salomón)
con sutiles
artificios, por completo una metamorfosis animal forzado y virtual.
Aparece en la antología de relatos El hilo de la Memoria, de Book Press, 2015, con su texto llamado El diablo en la biblioteca.
Antes había publicado Fatum, Colección Autores antioqueños,
2000, Locus Solus, Sílaba editores, 2013. Premio Ciro
Mendía, 2004, y otros.
De, Monodia,
Poemas de Pedro
Arturo Estrada
Selección del libro Monodia, 2015 (Letra & Co, New York).
Yegua del
mediodía
No lo
creeríamos del todo:
por un
instante, tal vez el único aún,
todos los
nombres agolpados
todos los
rostros amados
estallándonos
dentro
imposibles
rompiéndose
también con nuestros huesos
ardiendo bajo
la piel,
atomizados en
el aire que relumbra
en espasmos
finales
Ni una
palabra más
Ni un abrazo
Ni el adiós
deseado
Astillados en
el vuelo
vertiginoso
de lo blanco
De súbito
devorados
por una sola
llama
—un mismo
fulgor.
Babel
…una grieta en el seno de lo dicho
-Mercedes Roffé
Y tantos
libros, tantos nombres
desbordando
la estrecha memoria de un mundo
hecho sólo de
ráfagas de presente
Y volver a
leerlo todo para nada
Y volver a
escribirlo todo para la muerte
Espuma y
viento, mares de tinta que revientan
contra los
acantilados de la noche
Y al fondo en
la soledad de su cubículo
el último
hombre, el último poeta
salvajemente
mudo,
rabiosamente herido de
silencio
—y vacío.
Superficies
El silencio
no existe. Existe lo inaudible
en la
superficie donde apenas percibimos
nuestra
sombra
Tremor oculto
de la vida
que ignoramos
—En la
superficie sólo escuchamos
nuestro
pensamiento
—En la
superficie sólo hablamos nosotros.
De superficie
a superficie
la verdad
enmudece
De superficie
a superficie
sólo la nada
dice.
*
Los escritores unidos, Blanca Irene Arbeláez y Pedro Arturo Estrada, en New York.
Abandonamos todas las razones
para tener
razón
Se fragmentan
los espejos
que devolvían
un rostro
El que
creíamos nuestro
—Y el rostro
único de la verdad
Ahora todos
los rostros son posibles
Todas las
verdades
Todas las
identidades casan
con nuestra
nada
*
Como los
nombres, como las palabras
que designan
lo desconocido
Porque
también desaparece la fijeza,
La mirada que
aún nos dibujaba
La mano que
demarcaba los contornos
La fe de
estar presentes
De cruzar el
umbral
La certeza de
durar y fundar un territorio
El silencio
no existe
Sólo existe
lo inaudible
en la
superficie.
Como esa novela
Que nunca
pudo escribirse y fue diluyéndose
en pequeñas
notas fragmentos frases sueltas
retazos de diálogo
Que fue
imposible ensamblar
por falta
de paciencia o de impaciencia
Porque la
urgencia de vivir
Porque el
trabajo de la guerra la paz
la
taquicardia
Porque el
amor huyendo por las esquinas
Porque la
falta de una mesa una pluma
adecuada el
papel
una
habitación propia una amiga inspiradora
una amante
Porque la
ausencia de datos precisos
herramientas
precisas
música
apropiada momentos apropiados
días
apropiados
dinero
suficiente despensa suficiente
cama ducha
paisajes
cielos lluvias vinos suficientes
—Y al final
no fue sino falta de imaginación
y de talento
ganas
suficientes necesidad urgente fuerza
para poner en
claro todo ese batiburrillo mental
página por
página
O quizá el
viejo descreimiento
Cierta náusea
incurable incapacidad de agregar
más basura
más papel
más libros
inútiles al gran infierno
de una
literatura asfixiada por exceso
por
superproducción por sobrepeso
por
hipertextualidad
Marea de
tinta sobre la muda perplejidad
de las
generaciones que tampoco atinan
adonde
escapar dónde esconderse
dónde
respirar al fin dónde tener al menos
un silencio a
la medida de su desesperanza
de su
cansancio heredado
reflujo de
sueño devolviéndose
bajo los
párpados de los inocentes
que no saben
tampoco
dónde
salvaguardar el último rescoldo
de intimidad
de instinto salvaje
de primitiva
ternura
Anonadamiento
de los sentidos
del sentido
Como esa novela que de todos modos
y a pesar de
todo
mientras
envejecías
—La vida
escribía mejor que tú.
Lectura de Pascal
Para Camila Charry
Esto que tratamos de entender
a fuerza de imaginación
más que de razonamiento, como una
fe,
como un sueño sub specie aeternitatis.
Esto que flota y va con nosotros,
de afuera adentro y viceversa,
lo que en las noches se agiganta
hasta el vértigo
y nos abre una fisura de
extrañamiento
mientras hacemos que ordenamos,
que dominamos el pequeño espacio
de palabras e historias del día,
mientras rumores lejanos se apagan,
y el zumbido secreto de otro universo
a escala micro se esconde
tras la línea de lo inaudible
que llamamos silencio.
Fragmentos de realidad se juntan
bajo el foco de luz
de una conciencia
Instantes de eternidad nos
atraviesan.
Qué somos, adónde vamos,
qué hacemos aquí indaga,
grita la estrella afuera o adentro
de los ojos del perro que nos mira,
por qué y para qué susurra el
viento en la ventana.
Por qué buscamos aún más
explicaciones
cuando apenas somos
esa antigua pregunta
y debería
bastarnos.
Monodia
Ahora que tu cuerpo se dispone a
cruzar la frontera más solitaria dime, / ¿a qué grito, a qué palabra te
aferras?
—Lucía Estrada
1
Aferrarse
no tanto
a
ninguna palabra
porque
todas caen
—heridas
de tiempo o de hastío
contigo,
con todo
agarradas
al aire, hojas del otoño
sobre
la calle
A
grito alguno, a nada
porque
tampoco alcanza
y
es denso el clima de la noche
como
para andar gritando
a
esta hora
A
nadie porque apuran
el
paso desde atrás
tantas
sombras
y
al lado sólo susurra
tu
nombre
el
vacío
2
Quizá
al silencio ganado al fin
a
fuerza de renuncias
Reconocer
en la luz prenuclear
el
pulso de la tiniebla todavía vivo,
el
pálpito secreto que aguzó tus miradas de niño
y
abrió puertas al otro lado de la noche
que
aún permanecen esperando
Merecer
esta nieve tardía en la cabeza,
esta
fiebre infantil de la edad
Esta
vuelta al origen que es de nuevo
la
forma más digna de irte.
3
Aprendiste
tarde el sabor de una lengua,
el
sonido real de las cosas
Ajustar
los pasos y el peso del cuerpo
a
otra luz, otros ritmos asumiendo un vigor
que
nunca creíste posible,
un
entusiasmo extraño, una febrilidad nacida
entre
la gente que cruza por Manhattan
arrobada
en sus propios gestos,
enajenada
o ebria
Como
quien advierte su vieja desnudez por vez primera
y
acepta después de todo un traje prestado
4
Entonces
de dónde
el
creciente murmullo, la paralela voz que asciende
por
tus tripas hasta inundarte el cráneo
Ecos
de preguntas que nunca respondiste
y
vuelven en mitad de la nada
Acaso
es preferible no indagar o esperar
lo
que al cabo podría ser sólo resonancia
del
hueco original que moduló tu nombre
5
Hubo,
recuerdas, un lugar para ti,
una
casa, una orilla de amor bajo la estrella,
ojos
que te esperaron en mitad de la noche
—Y después el vacío te
desbordó y huiste
Estar
del otro lado fue tu sola ganancia
con
tu cara de nadie perfectamente puesta
con
tus manos inútiles
tu
boca enmudecida
Tu
cabeza avanzando no obstante entre la bruma,
obstinada,
apurando el aliento
como
si aún tuvieras tiempo
como
si aún tuvieras mundo
para
esperar, para alcanzar
Demorando
la hora de saber
Aplazando
el instante
de
soltar
de
abandonar el cuerpo
a
la orilla del día
o
de la noche.
6
Alguien
más en las ciudades que conociste
repetirá
tus pasos,
mirará
de nuevo por encima de los árboles
confiado
el amanecer
y
sin saberlo exultará en su sangre
lo que tú no entendiste
para seguir y resistir
Pero
has dicho ya todo
cuanto
no era necesario
Fue
de lo que se te quedó incrustado
entre
pecho y espalda
de
lo que debiste haber escrito
de
lo que debiste haber hablado
No
pudiste
No
supiste
No
alcanzaste a comprender a tiempo
Y
ahora que lo intentas
se
deshacen en moho las palabras
agarradas
al aire
Cayendo
contigo, con todo,
hojas
del otoño
sobre
la calle.
Antonio Tapiès
***
***
El poeta colombiano Pedro Arturo Estrada, Gabriel Jaime Caro (Gajaka), Noel Jardines, Jesús Blas Comas, Miguel Falquez Certain, y León Félix Batista, en el recital de los poetas Neoberracos. Museo de Queens, N.Y. Diciembre de 2013. Foto archivo de Miguel Falquez Certain.
Lo conozco lo mismo a su hermana Lucía, que dicen que escribe buena poesía.
ResponderEliminarDifícil con la estética de los neoberracos. Mejor sería ponerse una camisa de fuerza y tirársele al último oso polar.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGracias, Gajaka. No es fácil, desde luego, pero vale la camisa de fuerza y hacer el oso, tal vez. Algún día me neoemberracaré, por que no. Abrazos.
ResponderEliminarMuy teso al final de la Mpnodia dedicada a Lucia. Guau que mundo en que vvimos.
ResponderEliminarArturo a podido escapar del neobarroco, ornamental y neobarroco untuoso del New York Latino ... afortunadamente .... .//// estos poetas [Gabriel Jaime Caro (Gajaka), Noel Jardines, Jesús Blas Comas, Miguel Falquez Certain, y León Félix Batista ] deberían derogar el solipsismo auto impuesto y vuelta en sí.
ResponderEliminarneobarroco ornamental no existe, a no ser expresado por algunos poemas de Severo Sarduy, y neobarroco untuoso, no lo he visto, ni en Gajaka, ni en Noel Jardines, ni en Jesús Blas Comas. Una experiencia muy personal y vivida por estos tres poetas desde los años 80s, como editores y críticos.Que muchos de sus maestros sean barrocos, Lezama, y neobarrocos, Sarduy, Kozer y Perlongher, es otra cosa que no es tan untada, es proteica sátira de lecturas obligadas.
EliminarDemos por sentado que Colombia es un país de malos poetas, esos malos han querido darle el moquete, de País de Poetas. Casi todos copistas, poesía fácil, que entienden el romanticismo como un sentimentalismo, el modernismo como una rima, y el barroco como una etapa para superar, sin ni siquiera lo han intentado, así, que por eso triunfó en Nadaísmo, sus seguidores dan pena, viendo rumiar la vaca multicolor.
ResponderEliminarPor escribir una prosa poética que no se había hecho anticlerical, como de protesta liberal. Nadaismo trasnochado, frente a otros movimientos que si crearon su propia sintáxis poética. Perú, México, Argentina, Chile, no tienen que pararse en una esquina de una feria del libro a decir, nosotros superamos el barroco por ornamental y la poesía burguesa
Haciendo cuentas solo tuvieron dos poetas de importancia en todo el siglo XIX, y en este siglo no pasan de 10, la mayoría tardíos como Porfirio Barba Jacob.
Ni siquiera uno que se pareciera a León de Greiff,
Así que celebremos a Pedro Arturo, que rastrea pero no bebe de esta agua vuelta ahora encono de la nueva poesía colombiana, que comenzó copiando como Fernando Denis, Piedad Bonnett, como dos ejemplos típicos del momento.
Poetas malditos, aquellos que solo escribieron un libro, todavía metidos en el limbo de la Divina Comedia, algunos que se borran el el mapa.
u.u. A Barba Jacob, déjenmelo quietecito ahí.
EliminarExcelente a pesar de la falta de cohesión, es que no se debe de decir esto, da pena, apenas boleritos con aguardiente, que van a saber del Neobarroco si confunden la poesía con el mal futbool en los estadios.
Eliminar¿Deporte y poesía? ¿Por qué no? Así escribió una vez el poeta nacional Nicolás Guillén
EliminarLas estéticas de la poesía neobarroca aséptica de los 80s de inmigrados de de los 80s ? ???? .
ResponderEliminarEl hecho de ser testigo y víctima de la tontería de la movida cubanacolombianadominicana cultural androcentrista de los años 1980s - 90s , no justifica ponerse de espaldas a la estética poética de otros tiempo
Veo a Orfeo debilucho.
ResponderEliminaray sin las dos cabezas de la metáfora, umnh hummn golado...
EliminarGoliardo, quiénes en la locura poética, deshacen unos nudillos paleolíticos, el refranesco ulcerado en el gasnete.
EliminarPero nada con ese pipiripao, aparentes explicaciones.
Adiós metáfora.
Gajaka, no es que me meta, me metí, pero ya entendemos tus extensiones plomizas, de Mandarin Carroll, es mas, tenemos la caricatura no tanto como la suya la de Carlos Vasquez. Eres igualito a él, ah, como suena, ah, bajar de la prirámide de la suerte, el Duque y el bachiller Carrasco.
ResponderEliminarHe oído, comentarios en el neoberraco de las rocas de Boulevard East, que ni siquiera nos tiramos por esas atlántidas rocas a esas aguas negras y prutefactas.
ResponderEliminarEl batiburrillo mental se lo debemos a Montaigne.
ResponderEliminar?
EliminarPEDRO ARTURO, HOME QUE BUENA ESTA SELECCIÓN DE TUS POEMAS, YA CASI A LA ALTURA DE AURELIO ARTURO. ARTURO EL BOHEMIO PURO.
ResponderEliminarrrr
ResponderEliminarArre la nuca que juega a la ula ula
ResponderEliminarfalsea la historia?
Camarones al ajillo, y que corazón tan grande teneís.
Higado encebollado produce cáncer en la sed.
Redundando, cuál es la verdad en poesía?
antipoesía automática.
EliminarLa verdad de la poesía es que no todos la escriben.
Qué conmovedor ese rapto tuyo de autoconciencia. Hace años esperábamos tantos que te dieras cuenta.
EliminarAy don Anónimo bendito, tal vez lo que quiso decir mi heterónimo Gabriel del Casal es la afirmación contundente de Alejandra Pizarnik: "La poesía debe ser hecha por todos, pero los poemas no".
EliminarEs Lautremont, mi querido Casal, pero no importa. Y vos ¿hacés poesía o pobremas?
EliminarNo es Lautremont, es la Pizarnik. Lautreamont solo hizo el esbozo gral, de que la poesía es hecha por todos, pero la Pizarnik dio la última punsada.
EliminarAy querido que te cuento. Déjame que te cuente limeño.....
Salmo I*
ResponderEliminarFrancisco de Quevedo y Villegas
Un nuevo corazón, un hombre nuevo
ha menester, Señor, la ánima mía;
desnúdame de mí, que ser podría
que a tu piedad pagase lo que debo.
Dudosos pies por ciega noche llevo,
Que ya he llegado a aborrecer el día,
Y temo que hallaré la muerte fría
Envuelta en (bien que dulce) mortal cebo.
Tu hacienda soy; tu imagen, Padre, he sido,
y, si no es tu interés en mí, no creo
que otra cosa defiende mi partido.
Haz que te pide verme cual me veo,
No lo que pido yo: pues de perdido,
Recato mi salud de mi deseo.
Salmo XIII
La indignación de Dios, airado tanto,
mi espíritu consume,
y es su piedad tan grande, que me llama
para que yo me ampare de su fuerza
contra su mismo brazo y poder santo.
Advierta el que presume
ofender a mi fama
que si Dios me castiga, que ÉL me esfuerza.
sus alabanzas canto;
y en tanto que su nombre acompañaré
con mis humildes labios,
no temeré los fuertes ni los sabios
que el mundo contra mí de envidia armare.
Confieso que he ofendido
al Dios de los ejércitos de la suerte,
que en otro que Él no hallara la venganza
igual la recompensa con mi muerte;
pero, considerando que he nacido
su viva semejanza,
espero en su piedad cuando me acuerdo
que pierde Dios su parte si me pierdo.
* Un poema, el Salmo I, que ha servido para que algunos poetas colombianos lo hayan copiado, y se confirme la tesis aquí enunciado de que en Colombia la mayoría de sus poetas son copistas, ya que nunca dicen de donde copian, tan siquiera para destacarlo como epígrafe.
u.u. cuando supe que copiaba a Barba paré, y ahora soy arquitecto.
ResponderEliminarMira Gajaka, y que es encaperetado?
ResponderEliminarLo mismo que abullonadito, mentiras es un sofisma de distracción.jejeje
EliminarYo copiaba a Fernando Charry Lara, y hasta logré publicar mi primer poemario, para que alguien dijera, poesía circunstancial, lo abandoné, y me dediqué al cuento.
ResponderEliminaru.u.
Eliminar"Al sentirse contemplado por todos,
ResponderEliminarOtto sacó los dedos de la grasa de Irma, volvió la cara despacio,
muy despacio, mucho".
Un ejemplo de prosa poética neobarroca.
Quiero felicitar a Pedro Arturo, un Miguel Hernández, sin duda, bosques adentro al borde de la tesitura.
ResponderEliminarQue bella la Artemisia Gentileschi.
ResponderEliminarQue musa para Quevedo.
de enredo perplejo te quedó
ResponderEliminarel confundir por Quevedo el ojo artemiso de la musa,
de Góngora fue el uso y de Lezama el abuso,
y tuyo el prepucio del sátiro berraco.
Una pírrica pausa de mulo de Vallecas te indicaría el vallejo camino de Damasco.
Escritura neoberraca. Ay yu yu, yo no soy de por aqí...
EliminarPoeta Arturo Pedro, deseándote desparpajos neoyorkiños en Café Rojo esta noche.
ResponderEliminarMira gitanilla, Artemisia no fue la musa de Quevedo, ni la conocía.
ResponderEliminarTenemos que decirle a Gajaka que su blog remamado es para señoras de ambos sexos. Se te dijo que los exiliados no son los poetas sino las familias completitas. Ay valla Barullo crearías en Baires.
ResponderEliminarfe de erratas pajeras,
Eliminarblog remendado, del desastre un sastre para kozer...de mamas pecan
los mamíferos
señoras de mambos sexos, vaya lujuria tan cartesiana...
Faltó Matraca, parranda de egoítas, pendejos en apuros como dice la missia. Yo hablaré con un hacker para que borre todo lo mio de ahí.
ResponderEliminarPero quién es esta chucha Cuentachistes. Sácale todo lo que lleve su nombre, que no joda más carajo.
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