Matrix Lux de Lila Zemborain. Foto archivo de Gajaka Extra (s) mi(x) tico.
I
Me he tomado de sorpresa al llegar aquí de la danza al ordenador, la fórmula fuertísima, y saz a pelo un relato fantástico de Lovecraft (La música de Erich Zann), a la pregunta, y en mi mano izquierda el libro Paradiso de Lezama Lima, al caso, pongáse número, leyes e inventese un tercero, en este diálogo, sobre poesía latinoamericana en Nueva York, y si es qué apenas empezó a los 70s,? Es para emigrar de nuevo, pero pensé ahora que escribiré sobre Matrix Lux la antología poética de Lila Zemborain, poeta de Argentina.
Por Gabriel Jaime Caro (Gajaka)
RASGADO, al abrir el libro en cualquier parte, que no es forma de cualquier parte, y dedicado a Lorenzo, hijo (Mi hijo Lorenzo en su lugar) y traductor. Ese 9/11, ese 2001 en Manhattan. La poeta argentina Lila Zemborain, mi Yellow Zemborain!: No Zemborein! Yellow Zemborain. Muy concreto. Nuestras peleítas, con algún fondo, sin almibarado.
Y HEXÁGENO, días después del 9/11, Erbarme disch. Divina amiga, La máquina Barroca, nos enamoró de nuevo de la poesía barroca, neobarroca, y sus ahijados por ahí en esas eras imaginarias. Arturo Carrera. José Kozer, Rodolfo Hinostroza (In Memoriam), Eduardo Espina, Mariela Dreyfus, Roberto Echavarren, León Félix Batista, Mercedes Roffé, Benito del Pliego, Roger Santiváñez, Entre nosotros la María Sabina, adivina.
Lila es una era imaginaria (versión, Arturo Carrera, prólogo), este poemario, transbarroco persigue invitar a Bacco, y a la misma corse, algo de corso, de la aventura en el papiro oriental.
Su color naranja, la portada, Bajo la luna poesía, editores, no lo lleva cualquier mixtico, el mixtico mismo. Matrix Lux va a los dibujos de la autora. Paracelso, Kafka. Me gusta Materia Blanda con sus dibujos, antes del Matrix Lux en el teatro de las marionetas, de la ceguera, Borges y su discurso. Sherter island.
Cuándo Alejandra Pizarnik aparece, aparecen las Ocampo, en aquella obra de teatro, donde la pizarno llama a la Silvina Ocampo y le dice, no tengo dinero para comprar chusca, y te voy a leer este poema a Spinoza. En El rumor de los bordes, 2002-2003, ah, destacar el caos, y las palabras cimeras y la regeneración, más capaz y menos violenta. Gracias Bajolalunapoesía.
Tiene que ser un nivel de paraíso por dos infiernos, Paradiso, El hombre de la esquina rosada, el Chéjov de las islanderas.
Ha vivido en New York gran parte de su vida, desde 1985, cuando Kozer hacía Enlace, la primera y segunda Feria del libro latinoamericano (que fue en NYU), Roberto Echavarren era académico de NYU, en fin de costas, Marosa di Giorgio descalza en sus perfomances. Jaime Manrique, Isaac Goldemberg (Brújula/ Compass, de Hostos), Reinaldo Arenas (El Mariel), Pedro López Adorno, Carmen Valle (In Memoriam) De esa especie humana de barruntos y borikén. Salía Realidad Aparte ( G.J.C. y J.B.C., N.J., luego A. Mejía, Realidad aparte, Segunda vida en los 90s.), con Miguel Falquez Certain, y su Marsolaire Interprises, poesía gestándose en Queens (Ollantay Center for de arts.), y traductor.
Pedro Prieti y the Nuyorican poets cafe. Los beatniks latinos. Umbrella House (Neonadaismo neoyorkino de los 90s).
Hoy la poesía neoyorkina se ha encerrado o acobijado en sus pléyades, y vuela a ras anecdotario, pidiendo pista sin pistas, solo aplausos académicos; claro está fuera de lo que hacen en NYU, Lila y Mariela, siguiendo a la legendaria Silvia Molloy, con los graduados en Escritura creativa en español. Y las Series de poesía, desde hace 15 años.
El tono concreto, entre estuco, etrusca, y cava, refleja una luz que se cuela por sus textos, salpicados de materia transcelular: Materia Blanda, 2011-2012. Los Números ante el ordenador. Encuentre la más débil figura por donde entra un ocaso, o la maestría de las mujeres, en su rol transcendental, que no era otro sino la poesía!
Volver a Alfonsina y el mar, a la diosa creadora, a la madre de Dios, si, que rico el boton de fotogramas para el diminuto átomo o el zumbido cómo de abejas de Thomas Mertón.
II
........Prólogo a Matrix Lux por Arturo Carrera
No sería desacertado imaginar Matrix
Lux, la obra poética de Lila Zemborain, como un tratado de las
sensaciones, ya que leer su poesía es casi una experiencia mágico- religiosa. Y
así podemos leer otros Tratados de las sensaciones —el de Teofrasto, por
ejemplo, el de Condillac, por ejemplo, y extendiendo y maltratando la noción de
tratado: todos los textos de Gertrude Stein, todos los de Michaux, todos los de
John Cage…— puesto que hay en esos “mundos” una interpelación constante a los
otros mundos, a los otros cuerpos, a las multiplicidades y versos que se van
transformando en científicos “multiversos”.
Es extraordinario entonces el proyecto de Lila
Zemborain. Parece un paso a la acción cuando su poesía nos deja
junto a esa masa inerte de las sensaciones, en el reclamo de una ilusión que
llamamos a veces “esperanza”.
Los poetas han planteado constantemente ese paso a la
acción que suelen imaginar, una vez cumplida, en la pintura por ejemplo, o en
la música por ejemplo. Fue el caso de Pasolini, entre tantos, que supuso que la
verdadera poesía estaba únicamente en ese "poeta de 7 años", del que
hablaba Rimbaud, pero del que él quería tomar sólo su realidad: “únicamente en
la vida soy ese poeta niño, escribió, sólo en la vida, no en la escritura. No
hay otra poesía que la acción real” —. Y concluye en su libro Poeta de las
cenizas: “Temblás sólo cuando la volvés a encontrar en los versos o en las
páginas en prosa, cuando su evocación es perfecta. Tendré siempre la nostalgia
de aquella poesía que es acción por sí misma en su apartarse de las cosas en su
música que no expresa nada más que la propia árida y sublime pasión por sí
misma.”
Y ésta reflexión es válida también para la poesía de Lila
Zemborain por su apelación constante a “algo que va a cambiar algo”.
En un poema de su libro Usted, dice:
"me gustaba…tener esa ilusión de que se va a
cambiar algo
que se está cambiando algo
y después resulta que sí
que algo cambia
después de estar sumergida en una masa de inercia..."
Algo que va a cambiar el mundo, algo como la vibración que
en la grafía refleja cambios para nosotros imperceptibles: cambios en la
memoria de la lengua, del habla, del cuerpo de los hablantes inclusive, que
formalmente pasan como un pequeño enjambre invisible a cada voz de la
escritura.
En algunos de sus libros, Lila Zemborain experimenta
con la poesía ekfrástica , es decir, con la descripción escrita de imágenes
pictóricas, algo que siempre parece estar más cerca de la acción —insisto— que
de la escritura misma; al lado de esos movimientos vitales que Lila
nombra y exorciza en cada poema: sus vínculos con la madre y las hermanas,
simbolizado o alegorizado por medio de los hilos y los tejidos; el mundo de la
adolescencia colmado de amantes cuyos lugares para hacer el amor marcan las
diferencias de humores, de tiempos cronológicos, de pasiones pasadas al texto
como partículas de una vivencia casi sublimizada en una religión cotidiana, en
sus formas casi sagradas. La relación con los ojos, la visión, las glándulas,
las membranas, el cerebro. La importancia que vibra en sus grafismos. La
relación con las sensaciones y ese denominador común que como dice Gilles
Deleuze se expresa en el ritmo: ese
“inclinarse ante
la resonancia
amorosa de las moléculas
y la energía que va más allá
del tacto…”
y ahora incluso, ante la aparición en la biblioteca de su
familia de un álbum de su abuela con postales nazis, ella resuelve investigar
ese oscuro designio bajo el nombre de: “la exploración de las manifestaciones
del mal”, como la denominó.
Embarcada en un proyecto cuyos límites desconoce pero que a
los lectores nos resulta fascinante, Zemborain vuelve promesa cada
poema, cada instante: cifrar y revelar con palabras, otra vez, con mantras como
el que da constante resonancia a su extraordinario Matrix Lux, con
sílabas o nubes de meditación, sonidos que se llaman, que se unen o se pierden
como copos de una gran nevada. Y entre las miles de convenciones lingüísticas,
pule el enigma de nuestra existencia que explora la de los “otros”: en este
caso la misteriosa y bienhechora matriz real.
Misterio de un misterio de lo actual y de la acción que se
vuelve trazo más o menos perdurable en la húmeda pared de la cueva, de la
choza, del castillo, del cuarto propio.
Una manera de rozar esa infinita voluptuosidad de lo
posible en la obra de Lila Zemborain es quizá aceptar otra vez la idea
de las “eras imaginarias” que inventó José Lezama Lima, que serían algo así
como lugares donde los artistas o los poetas deben ir a buscar una especie de
imaginario hipertélico, milenario... Buscar, lo que aquí anhelaban y no
pudieron alcanzar: un color, un acontecimiento, o una palabra que estuviera su
alcance acaso en otro espacio-tiempo. En los etruscos esto; en los egipcios
esto otro; en los asirios, en los chinos... Lezama, al sistematizar
poéticamente esas eras, al darles un nombre haciéndonos conocer también cuánto
de dolor hubo en la memoria milenaria, nos desplegó ese mapa y en él marcó un
sitio de tesoro. Observó por ejemplo que los tormentos de Van Gogh hubieran
cesado si él hubiera consentido desplazarse hacia el mundo de los asirios,
donde “lo estelar fijado en lo cóncavo predominaba”.
Para la desesperación, en la soledad, en el acmé de ese
dolor humano para acceder por medio de la ilusión al “universo responsable”,
Lezama inventó o conoció estas eras imaginarias. Yo intento ver en ellas
metáforas de los antiguos misterios, que eran iniciaciones, pruebas, tests de
fugas hacia lo imperceptible, puntillos de las desterritorializaciones o potens,
posibilidades muy “escondidas” para alcanzar o perseguir la imagen de una
intangible divinidad.
¿En cuál era imaginaria podemos encontrar el tesoro de Lila?
Sin dudar me atrevo a decir: la de “la biblioteca como dragón”. La que destaca,
entre los libros sagrados, los albures incisivos del I Ching —el misterioso
dador del cambio de los cambios.
¿No es lo que esta gran poeta pedía al principio, en sus
primeros libros: “ese algo que va a cambiar algo”?
***
III
Selección de poemas en desorden de los siete libros de Matrix (Poesía reunida (1989-2019).
La luna a veces dividida en dos se aparece
como un espectro apuntalando un lado u otro del cerebro. Sin embargo se sabe
que la oscuridad implica la espera. Enaltecerse para escribir la luna, su
perfecta esfericidad dibujándose y desdibujándose en la acústica del aire.
Siempre sorprende el más allá, el más acá, las mareas que suben y bajan todos
los días a distintas horas, las marcas que dejan los detritos del mar, sus
escrituras hediondas o las decenas de rayas que configuran un tejido semiótico
imponderable. Hagamos lo que hagamos, esta confianza nos aliviana los huesos,
nos organiza el ritmo del corazón. La razón nos dice soliviantemos, amemos,
besemos lo que el reflujo deja de lado, lo que el sucumbir intrínseco del agua
deja a sus pies. Así, el estrépito de las orillas estipula un consuelo, su
imaginaria permanencia nos hace de alguna manera felices. Seamos felices
entonces mientras dure. Carpe diem! El aire nos envuelve con sus manos de plata
y verde metal. La adoración es al gusto que al cuerpo sacude a falta de manos
reales que restrieguen el miedo a dejar en los bordes sólo lo abyecto.
Hay un proceso en la distancia veraz y atenuada que nada
incipientemente en el inusitado espacio que ahora se revela como consolación.
El fluir de la conciencia es el flujo del agua que transita por los bordes
ahogando los sucesos en disquisiciones a veces insolubles, otras
emblemáticas. Ahora por ejemplo, sueño que los dedos pueden apropiarse de las
letras porque hay indicadores que así lo estipulan. Había una sustracción para
evitar el error y esa sustracción venía de lo táctil. Nunca hasta ahora había
localizado la posibilidad de ese apoyo, esa sintagmática forma de conducir la ebullición.
Destreza aprendida con el tiempo, pero no con la cabeza, siendo la repetición
innumerable lo que condiciona la posibilidad del error. Doscientas
treinta mil veces intentamos que la confusión se acomode a nuestras vidas, sin
saber que hay ciertos estímulos que resuelven por lo menos un orden
transitorio que consiente cierta paz. Comencemos entonces a forjar lo que
la lluvia determina lentamente cuando el sol deja de brillar. La planta
se potencia de tanta energía acumulada y la hoja se estremece cuando el agua
deja constancia de su rastro lustral.
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2
Es ver entonces el cuadrado desde afuera,
un cuadrado que implica otros cuadrados, es decir, un cubo. Por las paredes de
ese cubo abierto en el lado superior que nos permite vislumbrarlo, transita el
agua. Tránsito que eleva el sonido a la voluptuosidad del eco. El eco del agua
no responde a las voces que en su ensueño clamarían desde arriba, esas voces
verticales que cayeron a la infinitud de las bases. Ahora en cambio, en la
horizontalidad que impide la caída, tocamos el agua con las manos. Una ranura
debajo de ese abecedario refresca los dedos. ¿Es agua bendita? ¿Son cuerpos que
volvieron a la lasitud de su fluido primigenio? ¿Implica que la muerte es estas
líneas rectas, mientras la vida es una azul esfera de esplendor? El color negro
establece su aura funeraria, el metal que acredita su carácter de epitafio.
Pero es el recorrido de los cuerpos vivos lo que da al monumento su espesor,
estos cuerpos calientes que no saben si permanecer en silencio o rezar, que
acceden a estos bordes a través de exasperantes líneas para comprobar la
conformidad del escaneo. La manera de llegar desarticula el carácter
solemne de este rito, imprime de registros la desazón por la violencia
desatada.
¿Cuando llegaremos desde el borde hacia el infinito adentro
de esta proliferación, un cubo que es un cubo que es un cubo que es un cubo?
Pero estos cubos en su manifestación son huecos. Existe el texto en el espacio
que limita y esos textos son lo humano. El resto es simple conmemoración. Lazo
quebrado que se opone a la luz que emanaría de esos cuerpos si estuvieran
vivos. El trasfondo oscuro no interfiere con las variaciones tonales de una reflexión.
El reflejo encuadrado, parece decir el monumento, es todo lo que queda y el
rumor del agua que se derrama sin pena por los bordes. Será tal vez esa
constancia lo que impide que las lágrimas rebroten, que el organismo llore y
cante simultáneamente y se agite con los dedos que descubren que pueden llegar
a ser parte de esa lejanía. Tocar el agua es de alguna manera tocar esos
cuerpos detenidos por milagro en la cavidad de sus nombres. Tocar el agua es
saber que ese contacto es solamente perecedero, el asomo de lo que podría haber
sido un socorro, la caricia que todos suponíamos podría haber invertido el
encono que provoca la suprema radiación de tantas mentes proclamando la
victoria de lo incomprensible.
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Si el lenguaje fija los conceptos y los ojos se cierran a
las palabras en el sueño, la imagen se hace plana en otra forma de comprensión.
El método es simple pero eficaz. Del concepto a la imagen, de la imagen a la
representación. Un método de trabajo que preexiste las categorizaciones a
manera de versos que se escapan de las manos para inferir que la frente es
simplemente la picazón de un mosquito que flota en las intermitencias del aire
que nos rodea inculcando al pensamiento la versatilidad de la piel. Un circuito
encastrado en la materia fundante que absorbe en su consistencia lo prensil.
Cinco son los dedos de la mano que implantan la percepción del número de letras
que presiono para que la redundancia del lenguaje se haga forma. La
apreciación del resto es telón de fondo a este sincopado movimiento que exige
una cierta tensión en el área posterior de la masa encefálica. Allí el
condenado aspaviento se rehabilita y las aspas cavilan su putrefacción de
carne. Indoloramente, la mente se prescribe en su carnaval de imágenes que
subyugan el lenguaje y lo dejan manco. Es la expansión que surge de la
mayor concentración.
Gratitude therefore takes nothing for granted, is never
unresponsive, is constantly awakening to new wonder.
Thomas Merton
***
Ra Ma Da Sa Sa Se So Hung
Inclinarse ante
una inteligencia
que se manifiesta como luz
blanca
y todo lo abarca y lo contiene
y lo rebasa
Inclinarse ante
la resonancia
amorosa de las moléculas
y la energía que va más allá
del
tacto
Inclinarse ante
la sanidad -la santidad-
que a sí misma se regenera
en la modulación empática
de la luz
Ra Ma Da Sa Sa Se So Hung
Trans-fusión
dos sangres que se funden
y aclaran el prodigio
de ser otro en la sangre del
otro
Trans-fusión
-fusión translúcida-
con un cuerpo anónimo
Ra Ma Da Sa Sa Se So Hung
Llenar la matriz de luz
es la consigna
Abrir el tacto a esa luz
Luz blanca
Blanca dorada
Ra Ma Da Sa Sa Se So Hung
Como cordero abierto
-de par en par-
el cuerpo desea
palpar la vida
Ra
Ma Da Sa Sa Se So Hung
Qué fue
si no una alteración
que ahora fue extirpada?
Procedimiento brutal
así como la química
que se internaliza
para eliminar
lo que puede haber quedado
más allá de la incertidumbre
en un dominio que se lee
en la sangre
Ra
Ma Da Sa Sa Se So Hung
Son estados abstractos
pero a la vez concretos
-tan en su lugar-
El lugar de los dedos blanco
Ra Ma Da Sa Sa Se So Hung
¿Creo en lo que me trasciende
y a la vez me diviniza?
¿Creo en la supervivencia de los
seres
en su constancia energética?
¿Es una fe ciega o la desarmonía
me somete a esta fuerza centrípeta?
Ra Ma Da Sa Sa Se So Hung
Morirme
es algo que intento silenciar
o dejar claro
Y puesto así de esta manera
no es lo que yo quiero
Empezar en foja cero
en cada una de mis células
y agradecer la compañía
El otro
-la energía cercana del otro-
es el atributo esencial
Ra
Ma Da Sa Sa Se So Hung
La naturaleza de la luz es conocida
la formación de las ondas lumínicas
la percepción a través del ojo
los conos y bastoncitos en la
retina
el nervio óptico que las lleva
al cerebro
Y lo que no es posible captar
las máquinas lo determinan
Y además está lo que se proyecta en el tercer
ojo
las iluminaciones que el cuerpo
emite
el destello que se retiene
cuando los párpados se cierran
y da luz a los sueños
la luz que calma o sofoca a los desesperados
la que sana todo lo que toca
la que se siente como proyección
como emanación de una fuerza
que mezcla los colores
la luz que vemos cuando nos dan
a luz
Ra Ma Da Sa Sa Se So Hung
Vivir con esa temeridad
-con ese temor-
en proporciones direccionales
semejantes
para retardar el inciso de la
muerte
para hacer cautelosa la vida
Más allá de la enfermedad
la lucha con la mente es
imponderable
Las ondas benéficas de la luz
rescatan de esa zona sombría
Ra
Ma Da Sa Sa Se So Hung
Desvirgar el vocabulario carnal
y saber qué lugar ocupa ahora
mi cuerpo
Ra
Ma Da Sa Sa Se So Hung
La sangre
llega a un punto
toca un límite
y después se recupera
para seguir circulando
por el cuerpo
que es el dador de esta mente
Ra
Ma Da Sa Sa Se So Hung
Respirar
para liberar esta intensidad
-esta rabia-
como si algo me hubieran robado
o yo hubiera dejado que se lo
robaran
y en mí quedara sólo la
constancia
de lo que fue la matriz
Ra Ma Da Sa Sa Se So Hung
Que la vida siga sin miedo
o sin el miedo que se acerca
cuando se piensa en la palabra miedo
Ra
Ma Da Sa Sa Se So Hung
Algo se detuvo para bien
Un punto de inflexión donde lo
que vale
es el transcurso
la liviandad
un
perro tirado al sol
Ra
Ma Da Sa Sa Se So Hung
El pobre pájaro
trataba
de salir
Y no había forma de convencerlo
de que eso que él
veía
no era el cielo o
los árboles
sino una película
transparente
-y
dura-
que le impedía
llegar hasta ah
Ra
Ma Da Sa Sa Se So Hung
Es un milagro esa
lucecita
que hace círculos
en el espacio negro
de mi cuarto
como en ese
cuartito de Yayoi Kusama
donde cientos de
luces se reflejaban
en
los espejos del cubo
para formar una
circunferencia
Abro los ojos y los cierro para
ver si es real
No es la euforia
del fuego artificial
en el negro del cielo
y el estruendo
Es un espacio de
silencio
y de contacto
-entre la
luciérnaga y yo-
un espacio colmado
por las oxidaciones de la luz
Ra Ma Da Sa Sa Se So Hung
El principio de la contemplación es la fe. Si
hay algo esencialmente enfermo sobre tu concepción de la fe nunca serás un
contemplativo. Primero, la fe no es una emoción ni un sentimiento. No es una
ciega urgencia subconsciente hacia algo vagamente sobrenatural. No es
simplemente un deseo elemental en el espíritu del hombre. No es un sentimiento
de que Dios existe. No es una convicción de que uno está de alguna manera
salvado, “justificado” por alguna razón especial a menos que suceda que uno se
sienta así. No es algo enteramente interior y subjetivo, sin referencia a algún
motivo exterior. No es sólo una “fuerza del alma”. No es algo que burbujea
desde el receso de tu alma y te llena con un “sentido” indefinible de que todo
está bien. No es algo puramente tuyo cuyo sentido es incomunicable. No es algún
mito personal que no se puede compartir con nadie, cuya validez objetiva no es
importante ni para vos, ni para Dios, ni para nadie más. Pero tampoco es una
opinión. No es una convicción basada en el análisis racional. No es fruto de la
evidencia científica. Sólo se puede creer en lo que no sabe. Apenas se sabe, ya
no se cree, por lo menos no de la misma manera en que se sabe.
La fe es en primera instancia un
consentimiento intelectual. Perfecciona la mente, no la destruye. Pone al
intelectual en posesión de una Verdad que la razón no puede captar por sí
misma. Nos da certeza con respecto a Dios, como el Ser es en Sí Mismo; la fe es
el camino del contacto vital con un Dios Que está vivo, y no la visión de un
Principio abstracto trabajado por silogismos desde la evidencia de las cosas
creadas. Pero el consentimiento de la fe no se basa en la evidencia intrínseca
de un objeto visible. El acto de creer une dos miembros de una proposición que
no tiene conexión con nuestra experiencia natural. Pero tampoco hay nada al
alcance de la razón para argumentar que están desconectados. Las declaraciones
que demandan el consentimiento de la fe son simplemente neutrales a la razón.
No tenemos evidencia natural de por qué deben ser verdaderas o falsas.
Consentimos a ellas por algo otro que la evidencia intrínseca. Aceptamos su
verdad como revelada y el motivo de nuestro consentimiento es la autoridad de
Dios Quien las revela.
No se espera que la Fe dé completa satisfacción intelectual. Deja al intelecto suspendido en la oscuridad sin una luz apropiada a su modo de conocer. Sin embargo no frustra el intelecto, ni lo niega, ni lo destruye. Lo pacifica con una convicción que sabe que puede aceptar la fe de manera bastante racional bajo la guía del amor. Porque el acto de fe es un acto en el cual el intelecto está contento de conocer a Dios, al amarlo y al aceptar sus declaraciones sobre Sí Mismo en sus propios términos. Y este consentimiento es bastante racional porque está basado en la comprensión de que nuestra razón no puede decirnos nada de lo que Dios es en Sí Mismo; y el hecho de que Dios sea Sí Mismo es actualidad infinita y por lo tanto Verdad, Conocimiento, Poder y Providencia infinitos, y puede revelarse a Sí mismo con absoluta certeza de cualquier manera que le plazca, y puede certificar su propia revelación de Sí mismo a través de signos exteriores.
Thomas Merton
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A los poetas Neoberracos (a su escasez) y crítica.
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Y quién es ella, tan chusca,
ResponderEliminartan bonita? Modelo poético a seguir.
La poesía Concreta se desordena y guarda su contenido neto en las diferentes formas que toma en el móvil.
ResponderEliminarTu libro La muerte es ese ballet, quedó muy bien editado. Lo vi en casa de Nanda, cómo podría conseguirlo Gabrielito?
ResponderEliminarMuy pronto por Amazone.
EliminarAmazon.
EliminarPeña como una roca, el papiso del nadaismo. Algo oí de eso.
ResponderEliminarA mi se me hace, que ya han pisado duro con la poesía estos neobarrocos latinoamericanos en New York.
ResponderEliminarUn Neo verraco nunca pude ser vegano.
ResponderEliminarClarísomo la espera, pero lo que se es nada de nada cerdo
aunque hay cerditos cuando estás joven y bello.
Cuál neo verraco? Su abuelo.
EliminarNeoberraco, inventado e incorporado loaizita.
Me encanta la foto de Poetas de paso por dónde Lila y su espacio de Manhattan. Un gran respiro.
ResponderEliminarLa foto de Carlos Enrique Ortiz es en el cielo de Ukraine?
ResponderEliminarSi.
EliminarQue el síndrome de Stendhal, te ilumine, o diga, oh que fantástico ese............................. Si pensará, o solo la estética epicurea le interesa?
ResponderEliminarSi en el Jardin cerca del Liceo, y de frente a Athenea. Hoy de frente a la Academía neoyorkina, que es lo mismo que tirar el libro por la ventana. ja, juaz!
EliminarGajakaII, para tu información en esa antología sobre la belleza, entre el aliento y precipicio(?, hay una selección amañada, no hay un solo poeta Neoberraco, y de Colombia los más famosos, de la Élite. Y es de Amargord, querido.
ResponderEliminarYo me defiendo, si, con La muerte es ese ballet, mi último libro también de Amargord Ediciones.
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