PALABRAS PERDIDAS
Gonzalo Márquez Cristo
Alguien descifra la escritura de la lluvia y sin embargo no puede escapar.
Un alud de imágenes nos extravía la palabra;
Gonzalo Márquez Cristo
Alguien descifra la escritura de la lluvia y sin embargo no puede escapar.
Un alud de imágenes nos extravía la palabra;
acudimos al grito
y al llanto, a veces a la indiferencia, pero sabemos
que necesitamos de la guerra para ser inocentes.
Todo lo ha ofrendado la ceniza.
Desde que desterramos a la noche desaparecieron las más
profundas alianzas y nuestros perseguidores pueden
encontrarnos.
Una herida siempre recuerda la vida, todo nacimiento procede
de su túnel. Un árbol arde en nuestros ojos de agua.
La verdad –es decir lo prohibido, impone su reino de
terror... y hemos decidido habitarlo con las manos
entrelazadas.
Creímos que la poesía nos enseñaría a morir...
Persistimos... Con frecuencia hacemos la extraña sonrisa del
miedo. Si huimos, la soledad convertirá a alguien en víctima.
Por eso la palabra se pasa de mano en mano para construir una
morada invisible.
A veces para sobrevivir renunciamos al conocimiento.
Y cuando todos duermen escribimos...
Pero un poema es el fósil de un sueño, el cadáver de un dios...
¿Aún podremos salvarnos?
Desde que desterramos a la noche desaparecieron las más
profundas alianzas y nuestros perseguidores pueden
encontrarnos.
Una herida siempre recuerda la vida, todo nacimiento procede
de su túnel. Un árbol arde en nuestros ojos de agua.
La verdad –es decir lo prohibido, impone su reino de
terror... y hemos decidido habitarlo con las manos
entrelazadas.
Creímos que la poesía nos enseñaría a morir...
Persistimos... Con frecuencia hacemos la extraña sonrisa del
miedo. Si huimos, la soledad convertirá a alguien en víctima.
Por eso la palabra se pasa de mano en mano para construir una
morada invisible.
A veces para sobrevivir renunciamos al conocimiento.
Y cuando todos duermen escribimos...
Pero un poema es el fósil de un sueño, el cadáver de un dios...
¿Aún podremos salvarnos?
BABEL II escoge sus cinco poetas, más bien seis: Amilkar U., X-504, Gonzalo "El profeta", Alberto Escobar, Gonzalo Márquez Cristo, Marta Quiñonez.
ResponderEliminarmis cinco favoritos:
ResponderEliminaraurelio arturo
jorge gaitán durán
Giovanni quessep
amilcar osorio
jaime jaramillo escobar
Este texto de GMC, si se lee con cuidado , no es unpoema como pretenden los editores. Es un conjunto de líneas sueltas, que no alcanzan la cohesión interna del poema.
ResponderEliminarQué es eso de "¿Aún podremos salvarnos?"
ResponderEliminarSalvarnos de qué? Esa manía cristiana de querer la redención cuando no hay de que preocuparse ante la perspectiva de la muerte
¿QUÉ LES PASÓ A LOS CHURRUNGUIS QUE NUEVAMENTE SE QUEDARON ESTATUAS?
ResponderEliminarJackson, es usted bastante bobo; como no tiene nada que decir al respecto, lanza dardos de mantequilla que se quedan pegados, Un chiste gringo, ni mas ni menos, bobito.
ResponderEliminarHilario
"¿Aún podremos salvarnos?", no creo que sea del cristianismo, ni de la perspectiva de la muerte, señor Paolo sin Pasolini. Podríamos salvarnos de los mamertos, que es otra cosa.
ResponderEliminarLula Minúsculo
Hilario,churrunguis, me regañas con tanta ternura que no tengo palabras para decirte que te amo.
ResponderEliminarCuando dije que se quedaron estatuas es que pensé que se les había acabado la gasolina y "a mí me gusta la gasolina" (Daddy yankee)
Como yo soy fan de este blog, estaba deseperado por no encontrar algo nuevo.
Ahora que veo el poema de eduardo peláez me volvió el alma al cuerpo.
Hasta pronto cariño.
Y como dice Tego Calderón:
ResponderEliminar"Se le acabó el aceite
a sus lámparas"
Esos poetas, selectos, de la seudo-tradición de la poesía en Colombia, han hecho un esfuerzo enorme para no sucumbir ante tanta sordidez, ante tanto descalabro, ante el aguachirle de los gramáticos, los abogados, los curas, los políticos y los profesores. Ante tanta tragedia hay que agradecerle a los poetas y a las putas.
Así que por favor los poetas aun no gravitantes en el enmohecido parnaso de los babosos se manifiesten a la altura de nuetro exabrupto.
Una pieza magistral. Eso debe ser la poesía y no el chiste fácil o la anécdota intrascendente. Salud poeta Gonzalo Cristo, y digo poeta con P mayúscula.
ResponderEliminarFrancisco de la Bastida, España