ISABEL FRENTE
A LA PLAYA.
Micro obra teatral por Gumersindo Galero Pons
“Gana la muerte con todos tus apetitos,
y tu egoísmo, y todos los pecados
capitales." A. Rimbaud
PERSONAJES DRAMÁTICOS
Isabel Rimbaud
Arturo Rimbaud
El padre Jacques
Una enfermera
El diablo
ESCENARIO: Hospital de la Concepción en Marsella. Al otro lado está la playa Vieille Chapelle. Al abrirse el telón se ve una pequeña cama,
fondo izquierda con un mesa de noche al lado y una ventana hacia el mar. Habrá una silla antigua al lado derecho de
la cama. Una puerta a la derecha va
hacia fuera del cuarto. Isabel Rimbaud
está sentada en la silla leyendo unos papeles.
Arturo está acostado en la cama.
ARTURO: (Con voz
decaída) ¿Isabel?
ISABEL: ¿Te despertaste ya? (Va hacia la cama) Te veo
más relajado. Anoche estuviste dando
brincos como un grillo.
ARTURO: Dame un
poco de agua. ¡ Tengo tanta sed! (Isabel
toma un vaso de la mesa de noche con agua y se lo da a beber)
ISABEL: Dicen
que la morfina provoca esa sequedad en la garganta. (Pausa) ¿Más?
ARTURO: No. Ya
está bien.
ISABEL: No sé,
pero me parece que hoy día te veo con mejor semblante.
ARTURO: No te
mientas. De aquí sólo voy hacia lo
peor. Lo siento aquí. (Señala al pecho)
ISABEL: No me
miento, Arturo, te hablo con las manos en el corazón.
ARTURO: Esto no
tiene remedio. No te hagas ilusiones.
ISABEL:
(Persistente) No seas cabeza dura, hermano.
Todo tiene solución.
ARTURO: Déjame
acostumbrarme a saber que voy a dejar de vivir en cualquier momento.
ISABEL: No
quiero escucharte decir esas cosas. Mamá
se enfadaría. ¡Tiene tantas ganas de
verte saludable!
ARTURO: Creo que
esta vez no habrá regreso a Charleville.
ISABEL: Arturo, en
serio. No me gusta que hables así.
(Pausa) Te comportas como un desposeído, como alguien que no tiene
esperanzas.
ARTURO: Nunca
las he tenido. ¿Por qué habría de tenerlas ahora?
ISABEL: ¡No seas
torpe! Existe la esperanza, como existe
la luz… Escucha, tengo algo importante que decirte. Aquí en el hospital está el Padre Jacques,
que es como un santo varón, que te puede oír la confesión en cualquier momento.
ARTURO: (Con
cierta ironía) ¿La confesión?
ARTURO: Sí. Hazlo
para no irte del mundo llego de
oscuridad. ¡Te sentirías tan bien!
ARTURO: No necesito
que nadie escuche mi confesión. He aprendido siempre a valerme por mí mismo, a
encarar mis demonios. Lo demás, pienso,
son historias de niños.
ISABEL: ¿A qué
llamas tú historias de niños?
ARTURO: ¿Tenemos
que volver a caer en este tema, hermana?
ISABEL: Me duele
por ti. Me duele mucho y constante. Tanto
es este malestar que llevo en mi alma que no pienso que exista algo peor. (Pausa)
Estuve leyendo esos últimos poemas que encontré en tu baúl. (Pausa) Se me estruja el corazón cuando leo
cada estrofa…(Pausa) Temo de que todo lo que hayas escrito este lleno de tinieblas.
ARTURO: Te comprendo, pero tienes también que
comprenderme.
ISABEL: (Camina
hasta la ventana) ¡Si pudieras mirar por
esta ventana hacia fuera; Arturo! La
playa al cruzar el camino está llena de personas: viejos, jóvenes, niños. Hay tanto festejo, tanto colorido que no hay
forma de negar cuando uno está delante de este maravilloso espectáculo que no
exista algo más.
ARTURO: Hermana siempre has sido muy fantasiosa. Ayúdame a incorporarme; me cuesta un poco de trabajo tomar aire. (Trata de incorporase; Isabel lo ayuda a recostarse contra la cabecera de la cama; arregla las almohadas; respira con dificultad) Así está bien.
ISABEL: (Isabel va caminando despacio y cabizbaja y se para de nuevo junto a la ventana) Si supieras que de solo describirte esa hermosa playa me parece que te ves más repuesto, con mejor color en los labios…
ARTURO: Será la
energía fatua que según dicen, se apoderada de uno antes de morir.
ISABEL: Otra vez
con lo mismo. Yo no. No puedo ser así. Miro a esa gente allá
afuera, junto al mar, corriendo, tomando el sol, gozando del agua azul de la
playa. Veo todo esto y creo firmemente
que tengo tiempo para poder yo misma disfrutarlo en mi consciencia,
ofreciéndome un buen reposo de la cruda realidad.
ARTURO: Tú crees
en lo todo que yo no creo. ¡He ahí la
diferencia!
ISABEL: (Desanimada)
¿Quién pudo haberte apartado de formatan
aplastante de nuestro camino, Arturo? ¿O
no recuerdas cómo de niños rezábamos juntos el rosario todos los martes al caer
la noche y cuando íbamos a la iglesia para cada fiesta de fin de año nos
vestíamos con nuestra mejores ropasy llevábamos los macarons de chocolat que
mamá horneaba para repartirlos entre los demás niños?
ARTURO: ¡No
recuerdo!
ISABEL: (Firme) Tienes que recordarlo en nombre de tu
propia salvación. No dejes, hermano, que
la oscuridad te apague. ¡Tienes tanto
que ofrecer!
ARTURO: ¿A
quién? ¿Ofrecer miseria, alevosías,
perversiones?
ISABEL: No quiero escucharte, no puedo.
ARTURO: Isabel,
Isabel, hermana, quién puede perdonar a un sodomita (Isabel comienza a tararear para no escuchar;
Arturo trata de alzar la voz) un traficante de armas, un esclavista, un
drogado, un miserable. ¡No hay puerta
abierta para mis demonios!
ISABEL: (Para de tararear) No puedes hacer eso. No puedes dejar que tu consciencia te niegue
tu salvación eterna. No, no, y no. Tienes que tratar, tienes que
escucharme. (Vuelve a la ventana) Mira
esa playa, Arturo. ¿No quieres que te ayude
a pararte junto a la ventana? ¡Te haría
tanto bien!
ARTURO: No, no
me quedan fuerzas.
ISABEL: Si vieras el color del agua y escucharas los
gritos de los niños en sus juegos, pudieras ahogarte en el olor del mar. Eso es vida, y no sólo vida aquí, en este
instante, es para la eternidad.
ARTURO: No me
interesa nada de lo que pueda ofrecerme eternidad en estos momentos. Lo que quiero es morir en paz, tranquilo,
llevarme todos mis horrores conmigo a la tumba, y que nadie, ni Dios ni el
diablo me den la oportunidad de resucitarlos en otro mundo.
ISABEL: Cállate,
ingrato. ¿Cómo puedes hablar con esa levedad?
ARTURO: Estoy
cansado de fingir y de fracasar. Me he
pasado la vida caminando de un lugar a otro con la esperanza de encontrarme a
mí mismo, y lo que siempre descubro es que existe un otro yo que se interpone
entre nosotros. Y ese otro yo está
contaminado por la vida y por la muerte.
ISABEL: Un yo
estará contaminado, pero no el otro. Por
Dios, Arturo, saca el otro de abajo de tus carnes y hazlo que camine hacia la
luz. No desperdicies la calidad de tu
alma negándole su redención.
ARTURO: No hay
eternidad, no hay ni siquiera una vida, ni esa playa que tú estás viendo por
esa ventana tiene una realidad prometedora.
Todo es cuestión de tiempo para que la substancia que tocamos los
hombres se desmorone como una torre de naipes.
ISABEL: No te
creo ni te crees. Hay algo en el más
allá que tiene su forma, su influencia.
ARTURO: ¿De
veras lo crees, Isabel?
ISABEL: ¡Como esa playa que rompe sus olas en la
orilla!
ARTURO: Eres
ingenua, hermana. Por esote voy a dar el
beneficio de la duda. ¿Qué es qué?
ISABEL: ¿El
qué? Es un cuerpo que es corrupto, pero
no el alma. Esa no te pertenece, como la mía no me pertenece a mí.
ARTURO: ¿Y tiene
alma la playa? ¿Esas cosas tienen alma?
ISABEL: La
tienen. Todo lo que toca la creación
tiene su alma propia.
ARTURO: Si yo
tocara el alma de esa playa, se purificaría mi alma?
ISABEL: De eso
no tengas dudas. El agua te limpiaría no
sólo el cuerpo, sino lo que hay más adentro.
(Arturo se mueve incómodo en la cama.
Isabel va a su ayuda) Déjame
ayudarte.(Isabel acuesta a Arturo en la cama y le arregla las almohadas; Arturo
respira con dificultad) ¿Mejor?
ARTURO: No.
ISABEL: ¿Estás
temblando? ¿Tienes miedo?
ARTURO: No he
sabido nunca lo que es miedo, por qué tendría que tenerlo ahora. Si tiemblo es que alguien me anda
buscando…(Se ríe apocado)
ISABEL: (Suplicante)
Recemos, juntos.
ARTURO:
(Comienza a respirar con mucho más esfuerzo)
Léeme uno de los poemas del baúl.
ISABEL: (Con
firmeza) No creo que este grupo de
papeles haya algo que pueda salvarse.
ARTURO: Esos
papeles han sido lo único que me han brindado una señal a mi vida. Son mis errores junto a mis ilusión baldías. Por favor, Isabel, Trata de enviárselos a Germain en Bruselas. Él sabrá qué hacer con
ellos. Tú conoces a Germain.
ISABEL: No te
prometo nada. Siento muchas de estas
estrofas como si fueran puñales en mi espalda.
ARTURO: (La voz
apenas perceptible) Léeme, por
favor. Y te prometo que me confesaré con
tu amigo el cura del hospital.
ISABEL: (Isabel
de mala gana toma los papeles de la mesa de noche, se sienta a la silla, busca
entre los papeles. Lee en voz alta, con
poca entonación)
Caminamos por
callejones infestados
Rozando con
nuestros cuerpos
las ruinas de una media
Luz de sombras
En la oscuridad de la noche
como gotas de sangre sobre los paneles
como gotas de sangre sobre los paneles
De cristal de la ventana
mis pensamientos se movían de pantano a fosa
mis pensamientos se movían de pantano a fosa
ARTURO: (Deja
salir un queja corta; Isabel deja los papeles sobre la silla y se acerca a la
cama, voz débil) Es hora. (Isabel sale corriendo por la puerta de la
derecha.) Padre Jacques, Padre
Jacques. ( En unos segundos entra con el
Padre Jacques seguido por Isabel. (Isabel
camina de un lado al otro del cuarto. Se
para junto a la ventana mirando al mar mientras que el padre Jacques hacer por
hablar con Arturo parado al lado de la cama. (Pausa) Arturo trata de decirle algo al oído del
cura. El padre Jacques se separa de la
cama y toma de sus manos a Isabel que comienza a llorar.
PADRE JACQUES: Creo
que debemos llamar a la enfermera.
ISABEL: Gracias,
padre Jacques. (El padre Jacques se
va. Isabel toma los papeles en las manos
y los besa. Después se acerca a la
ventana, rompe los poemas en pedazos, y los lanza por la ventana hacia
fuera.) Que lleguen estos versos inmundos
a la orilla y toquenlas aguas cristalinas de esa playa para que limpien la
consciencia de mi pobre hermano. (Entra
la enfermera y se acerca a la cama; acerca el oído al corazón de Arturo. Mira a Isabel, mueve la cabeza
negativamente. Lo tapa de pies a
cabeza. Isabel se echa a llorar, en
silencio. Laenfermera la consuela por
unos segundos y se va por la puerta a la derecha. Isabel camina hasta la mesa de noche, saca un
pedazo de papel y una pluma. Se apoya
sobre un libro. Mientras escribe vemos la figura del diablo, un hombre vestido
de negro y una careta roja que aparece por detrás de la cama de Arturo y se
para tras la silla donde esta sentada Isabel.
EL DIABLO:
(Dictándole la carta a Isabel con voz ronca y despacio, mientras Isabel
escribe.) Querida mamá:
¡Sea nuestro
Dios mil veces bendecido! ¡El domingo experimenté la más grandiosa felicidad
que puede este mundo brindarme! Arturo dejó de ser el pobre, el olvidado
libertino que moriría junto a mí: él es ahora un hombre justo, un santo, un
mártir, uno de los escogidos del Señor…
TELÓN.
SEGUNDA ODA A STALIN
A gajaka
Por Cristiano M. Jaime
Sic volo, sic iubeo, Juvenal
Ya se
han acabado
casi
todas las guerra abiertas,
Tovarich
Iosif Vissarionovich
Ahora el jueguito es atacar
Buscando pretextos globales
De bombas lacrimógenas
Y biotecnología…
Esas guerras de hombres
Prehistóricos
Quedaron bajo la burda
Frialdad de la tundra
Te nos fuiste, Iosif,
En los mejores tiempos de paz:
La industrialización de la URSS
Te debe los rublos
Que esconde en sus entrañas
Wall Street,
Ya no te esperan los días
De las gaviotas,
Volando por aquel cielo color
Televisor roto
En tu
opus magistral,
Que se sepa:
Pagado y editado por ti mismo
En la realidad socialista
De MosFilm, !Cómo nos acordamos…!
Cuando Vuelan
las Cigueñas…
Premiada más que los galardones
Obtenidos por Eisenstein y Vertov
A tu enemigos se le acabaron las
Balitas – pum pum
De acero y
Oro molido,
Las que se usaban
para cambiar por espejitos
para cambiar por espejitos
Made in USSR
La lucha
Pido disculpas, el blog apenas se está montando. Perdí un texto y unas fotos, hay que esperar hasta más tarde.
ResponderEliminarGracias.
Chicho Porras!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarchicho chucha lechuza...
ResponderEliminarestos textos detestos son una severa broma albina...
o tal vez las léxicas y palurdas muecas del amaneramiento tardío.
Sííííííí´´iííííííí!!!!!
ResponderEliminar