miércoles, 27 de enero de 2016

Entrevista esclarecedora de Osvaldo Lamborghini, poeta argentino (1940-1985).




[Imágen: Lamborghini con Arturo Carreras]

¿La parodia es un homenaje o una violencia?

En la parodia siempre entra el odio y el amor. El odio al semejante implica también amor. La parodia sería como un amor fracasado sino fuera abyecto decir que el amor fracasa. Es un oxímoron decir amor fracasado, si hay amor ¿cómo puede haber fracaso? No se puede mimar un objeto sin amarlo.

¿Pero también se lo pervierte, se lo degrada?

Se lo degrada, pero es una creación imaginaria, nadie degrada a nadie; es la creencia del sujeto que está degradando algo, no degrada nada; ni siquiera logra degradarse él mismo.

¿Qué te proponías con "El Niño Proletario"?
Yo me proponía cosas tales como: ¿porqué salir como un estúpido a decir que estoy en contra de la burguesía? ¿Porqué no llevar a los límites y volver manifiesto lo que sería el discurso de la burguesía? ¿Qué va a quedar comprometido? Planteado en términos gramaticales: un pronombre: yo. ¿Qué quiere decir yo? En esa época yo no tenía nada que ver con Freud, no había una idea de la cosa de elidir el sujeto, cambiarlo de posición en el discurso.

¿Este trabajo es previo a tus estudios de psicoanálisis y Lacan?

Totalmente previo.

Ahí aparece un niño con un falo, ¿no?
El falo era una cosa de hinchazón española. Habría que tomar el registro del texto, es un texto donde a veces se dice pija, pero hay momentos en que no. Hay que decir falo; funcionan una prohibiciones en el momento de escribir bastante extrañas,¿no?

¿Tenías alguna teoría esbozada de la parodia en ese momento?

En el libro de mi hermano que aparece ahora está dicho con todas las letras: Parodia, genio de nuestra raza. Hay una payada entre el Sabio negro y el Sabio blanco; es la payada del Moreno con Martín Fierro. Porqué no ver toda la literatura desde El Fausto de Estanislao del Campo?: Entonces todo entra a cambiar de una manera alucinante, todo. En esos términos no es lo mismo ver a Rimbaud desde la cultura francesa. Entre la Comuna de París que es absolutamente determinante en lo que hace Rimbaud, y bueno... Es lo que sucede con el frigorífico Lisandro de la Torre. Es un tipo como nosotros; ellos la hacen de una manera y nosotros de otra. Cuando Rimbaud dice me voy, hay que entender que se viene; lo que pasa es que con el afrancesamiento uno lee que Rimbaud se va y por identificación uno se está yendo con él. No, vos no te vas con él, estás acá esperándolo. Se va quiere decir que se viene para acá; Africa, las pampas argentinas todo igual para Rimbaud.


Lo que me llamaba la atención es que para el 70-73 vos estabas en la revista Literal; en aquel momento parecía que la revista tenía un enemigo...

Sí, el populismo. Eva Perón es popular, los chicos de clase media de Filosofía y Letras, son populistas. La estética del populismo es la melancolía. Y, yo no estaba en Literal, yo hacía junto con Germán García, Literal.

¿"El Niño Proletario" es un mito populista?

No, ¿porqué un mito?

Digo, constituido por la propia literatura de Boedo. Me refiero a Larvas, por ejemplo.

¿Querés que te diga la verdad? ¿Cuál es el gran enemigo? Es González Tuñon; los albañiles que se caen de los andamios, toda esa sanata, la cosa llorona, bolche, quejosa, de lamentarse. Una ideología siempre te propicia para pelotudeces, pero también para mitos heroicos. Cuando te criás dentro de mitos heroicos me parece abyecto quejarse. Esto es poesía quejosa, hacer esta especie de orgullo de padre proletario, que se levantaba a las cinco de la mañana con sus manos callosas; que traía pan crocante a la mesa. Es hacer descansar una cultura en este pobre tipo que vino de Italia a laburar acá. Es una cosa no contra Castelnuovo; no importa lo que él piense como subjetividad. En los textos la ideología actúa, la ideología sube al escenario y representa su papel. Al nivel del cuento que aparece en Vidas Proletarias, de Castelnuovo donde al tipo, al anarquista lo persigue un oficial de investigaciones y él llega a su casa y pide a la madre que lo proteja. Entonces la madre lo protege. Es un policía dedicado a torturar a este anarquista. Esto es lo que yo le copio en "El Niño Proletario": los tres burgueses ven pasar al niño proletario y se vuelven locos y lo quieren matar, están dedicados a él. Entonces lo agarra y viene el oficial Gómez, que es el que siempre lo tortura, entonces el tipo le dice a la madre que apague las luces, entra el policía, se arma un buen ruido, se prenden las luces, y está la madre muerta, desangrándose en el suelo y el policía que se ríe y dice: quiso matarme a mí y mató a su madre. No hay, te digo, una cosa personal con Castelnuovo, más bien con la ideología liberal de izquierda, esa cosa llorosa. Es decir, que los escritos tienen que valer por el sufrimiento que venden y por las causas nobles de ese sufrimiento.

¿El texto "El Niño Proletario", es una inversión de esa actitud?

Totalmente. Ahí hay una frase suprimida: yo pienso que. A ese texto con esa frase lo destruyo, lo convierto en una porquería. "Yo pienso que" habría que terminar con esa literatura liberal de izquierda. Entonces tiramos la bola a ver qué dicen, qué van a entender; no te olvides que es de 1969, o sea hace 11 años, era mucho más difícil. Y bueno, había que explicar que uno no era un monstruo.

Es un texto provocativo, escandaloso, totalmente perverso, ¿no?

No, no es perverso, es sexual.

Pero esas cosas que intercambian, uno caga, el otro come.

Esos son los juegos que hacen los chicos, son perversos polimorfos. Hay todo un goce, en tanto se juega a la muerte de un niño; la cultura occidental consiste en matar un niño, todos pensando todo el tiempo cómo matar al niño.

¿"El Niño Proletario" es la única parodia que vos escribiste?

Todo es parodia, el último poema de mi último libro se llama "Die Verneinung" obviamente yo no sé alemán; es un artículo de Freud; por eso las comillas. En el texto mismo la parodia es un mundo. La madre Hogarth se refiere al pintor, digamos que son cuadros muy terribles. Hay partes enteras del poema que son descripciones del cuadro, los ahorcados en un panel derruido, está la cosa de Rimbaud, ¿no?

Y Neibis, ¿es un chiste?

Neibis es "Si bien" al revés. Lo pongo al revés para no cantar la bola de entrada.

Si en aquel momento renegabas de los liberales de izquierda, por ejemplo, a la mañera de González Tuñón y de los populistas que se vuelven peronistas. ¿Vos desde qué lugar lo hacías?

Si hay lugar, no hay poesía; desde ningún lugar. Toda la relación con la poesía es desde ningún lugar.

¿En aquel momento vos te podés decir de vanguardia?

Y, si querés, digamos que sí.

¿A quiénes leías entonces?

Mis epifanías fueron entonces, Hegel, ese tipo de cosas. Después no me puedo hacer el populista, el obrero. Dentro de la literatura todo, bah, todo... La vida dedicada a eso. Me acuerdo de Croce; los textos críticos a los que teníamos acceso en esa época. No estaban Barthes, Todorov, nada.

Pero, ¿en el 69 no lo conocías a Massota?

No, a Massota lo conozco después del Fiord. Al Fiord se lo lee a Massota el primer grupo lacaniano de Buenos Aires.

¿Vos conocías a los de Contorno?

¡Qué los voy a conocer en esa época! Los diez años que me lleva Massota; somo del mismo barrio, yo era un chico, para mí Massota era un dios.

¿Es irreverente la parodia?

Habría que ver a quién se le hace una parodia. En cierto sentido toda la literatura podría ser calificada de irreverente. Un escritor nunca habla de pavadas. Una de las tareas difíciles de llevar a cabo, es sacar al artista del lugar de boludo en que se lo ha colocado.

Uno escribe en función de los textos que ha leído. Lo que uno ha leído actúa como sobredeterminación. La vida es un texto, que es una sobredeterminación mayor.

Por ejemplo, Bataille explica cómo las fotos viejas llegan a tener un efecto paródico y gracioso, sin haber sido ésa su primera intención. Una cosa que me fascinaba mucho en esto de la parodia es que la prenda nacional: la bombacha, es una partida que Ascasubi, como ministro de Guerra, compra a los turcos cuando pierden la guerra de Crimea; de ahí viene la bombacha. La prenda nacional es eso. Ya está puesto el significante, ya está.

La parodia tiene que ver con los niveles de identificación agresiva. Parodia vendría a ser lo que Hegel llama pasaje de la tragedia a la comedia burguesa, es decir, de Edipo Rey al vodeville.

Esta transcripción de buena parte de la entrevista a Osvaldo Lamborghini a fines de octubre último (1980), no tuvo la prometida corrección por escrito para su publicación, por razones de tiempo. [Nota en Lecturas críticas: Revista de investigación y teorías literarias, Buenos Aires, Año I, Nº 1, 1980]

Fuente: 
www.golosinacanibal.blogspot.com
[Tomado de Lecturas Críticas. Revista de Investigación y Teorías Literarias, Buenos Aires, Año I, Nº 1, 1980, p. 48-51]

*Tomado del blog Selección de textos de Osvaldo Lamborghini.


***


El poema “Aceite de colza” señala el exilio de Lamborghini en Cataluña, y es, por eso, un excelente punto de partida para investigaciones de su obra en el exilio.
 
ACEITE DE COLZA
Jeta morada, culo verde.
¿Cómo dice el corazón,
esto dicho en Val, Valverde?
¡Ostias! Estamos en España:
            España, la imbécil.
Ahora, sólo poemas divertidos,
sólo el ridículo
―después de la terrorífica
            pérdida de la lengua.
España:
España, la imbécil.
¿ostras?
¿vosotras? (¿vos, ostras?)
En catalunya Trancat en lugar de Cerrado:
Closed, please, Closed y
dn’t cry for me Argentina (?)
            (debe haber algo peor ―todavía―
que ser un canalla
y, encima, boludo)
inteligente: poco
El océano Atlántico es una inmensidad irreversible
No harán jamás un mundo estos pueblitos
[…]
España es una mentira, no un mito.
España es vil, como toda desgracia.
[…]
De los sueños
De la mitad del mundo.
De Viena invadida por los Nazis
y de Buenos Aires:
Buenos Aires.
España aquí. Es aquí:
la nostalgia del significante.


(Lamborghini 2004 357-60 [1982])







(De “La divertidísima canción del Diantre”)
1

El cuerpo tiene un órgano metafórico
es el lugar de todas las transmutaciones
es el lugar poético por excelencia, el ano
en es sentido que es el lugar
donde el niño y la niña
se encuentran todavía, subrayando todavía
sin el corte, sin la diferencia de los sexos.
El lugar metafórico, el ano,
mierda, niño, regalo, pene
todo es intercambio.
Una gran mujer, mujer de Nietzsche,
mujer de Rilke, casi
mujer de Freud: Lou Andrea Salomé,
habló de la vagina como
eternamente
arrendada al ano.



(Extraído de STEGMANN 533bla´ y otros poemas, Mate, Bs. As., 1997)




martes, 19 de enero de 2016

Dos poemas de Gonzalo Rojas; mundos misteriosos del ser, resueltos con caligrafía epicurística.



El poeta chileno Gonzalo Rojas, 1916-2011.

Dos poemas de Gonzalo Rojas*

En cuanto a la imaginación de las piedras

En cuanto a la imaginación de las piedras casi todo lo de carácter copioso es poco fidedigno:
de lejos sin discusión su preñez animal es otra,
coetáneas de las altísimas no vienen de las estrellas,
su naturaleza no es alquímica sino música,
pocas son palomas, casi todas son bailarinas, de ahí su encanto;
por desfiguradas o selladas, su majestad es la única que comunica con la Figura,
pese a su fijeza no son andróginas,
respiran por pulmones y antes de ser lo que son fueron máquinas de aire,
consta en libros que entre ellas no hay Himalayas,
ni rameras,
no usan manto y su único vestido es el desollamiento,
son más mar que el mar y han llorado,
aun las más enormes vuelan de noche en todas direcciones y no enloquecen,
son ciegas de nacimiento y ven a Dios,
la ventilación es su substancia,
no han leído a Wittgenstein pero saben que se equivoca,
no entierran a sus muertos,
la originalidad en materia de rosas les da asco,
no creen en la inspiración ni comen luciérnagas,
ni en la farsa del humor,
les gusta la poesía con tal que no suene,
no entran en comercio con los aplausos,
cumplen 70 años cada segundo y se ríen de los peces,
lo de los niños en probeta las hace bostezar,
los ejércitos gloriosos les parecen miserables,
odian los aforismos y el derramamiento,
son geómetras y en las orejas llevan aros de platino,
viven del ocio sagrado.
Las adivinas

Cada piel se baña en su desnudez, la Juana
se baña en su desnudez
salada, la prima de la Juana
sin más música que la de su pelo, la madre
de la Juana aceitosa
y deseosa como habrá sido, las cerradas
y las adiestradas de la casa de enfrente, las perdidas
y las forasteras sin mancha, las vistosas
de seda y organdí de 6
a 7 se bañan.
En hombre es como adelgazan su figura, en olor de hombre
se paran en las esquinas, anclan
en los bares de los suburbios, fuman un tabaco
religioso para airear la Especie, son
blancas por dentro y guardan
una flor que preservan por penitencia, la Urbe
es la perdición, ellas no son la perdición, nadan
en la marea de los taxis de Este a
Oeste, conocieron
los laberintos de Etruria mucho antes que Roma,
mucho antes.
Además son locas, dejan
corriendo el agua y ríen, sangran
y ríen, se amapolan
y ríen, cuentan las sílabas
de los meses y ríen, bailan
y ríen, se perfuman, se
desperfuman y ríen, sollozan
y ríen, adoran la vitrina.
Lo que pasa es que no
duermen y andan todas ojerosas
por muy fascinadas e imantadas de un cuerpo a
otro cuerpo en un servicio
casi litúrgico de ablución
en ablución y eso cansa
de Nínive a New York siglos y
siglos, desvestirse y
vestirse de precipicio en precipicio cansa, predecir
la misma carta del naipe en la misma convulsión
de hilaridad en hilaridad en el mismo
abismo del orgasmo cansa.
Preferible salir rápido de la fiesta, comprar
diez metros de oro de alambre de ébano
y marfil en el mercado
polvoriento: con ese alambre
y ese polvo hacer un reloj
de polvo, quemar
encima incienso propicio al vaticinio, dejar
que eso se seque, no importa el humo, las
pestañas. Toda puta
resplandece. La
Juana y su parentela no son
las únicas. Baudelaire
vio por dentro a Juana.

De Materia de testamento, 1988.

*Tomados de la revista Gradiva, Año 1, No. 2, 1987, cuando todavía erán inéditos.
<><><><><><><<><><><><><><><>><


Éxtasis del zapato*


¿De dónde habrá salido este zapato 
de mujer, enterrado vivo 
entre el cerezo y el espectáculo 
del cerezo?

Alguna vez hubo
uñas de diamante ahí de un pie 
libertino en diálogo 
con el otro
del que no hay noticia.

Ocioso
ahora duerme su desamparo en el pasto 
a medio fulgor, mezcla 
de altivez y
lástima: todo tan lejos. Lo
arqueológico, lo arterial del arco, el tacón;
¡y esa música!

*Colaboración de Natalia Hángel


domingo, 10 de enero de 2016

Gabriel del Casal y sus tres poemas mensuales. De la maldita lucha a la inercia.






Tres poemas de Gabriel del Casal

Verbena de la paloma

Estaba pensando que eres más cruel que Trujillo, o es que yo
Siempre la cago
-         Siempre la cagas.

Perfecto, estás perfecto ¿Válgame Dios,  qué es esa otra imperfección?
Los nominados son: Fassbender, DiCaprio, Hanks, Ruffalo, Noel Jardines. No cabe duda qué Ruffalo no tiene que ver con nada de esto.
And the Winner is, Noel Jardines.

A Loli, Comas y Noel.


Señor
-        
Mi pequeña dosis dosificada 
Señor otro verso de gracia, los orígenes son divinos o la capsula
casi humectante en caída libre. Traerme al reo.
Señor yo se que no le gustan los enanos, pero este no es feo.
Que limpie el piso, que no se acerque a la familia. Pero si es de los Dávilas donadores de órganos.
¿Y nosotros que somos, chan con chan?


El Cuervo y la Luna

El cuervo se lamenta, en creciente, tiene algo en las alas.
Será vieja y sorda con su pico iluminado por el sol
Cambia de diálogo, como quien entra con 100 libros.

En el tribunal de siempre enlagunado hablaba con
los cuervos, si, Allan Poe y sus lamparitas de petróleo ahumado.
No te olvides, la materia y el espíritu, que no te dejan muerto.
La carcajada que habita, el vivo ejemplo del que no es, elefantes
blancos con lluvia, tu collage sincero.


Modigliani.............


domingo, 3 de enero de 2016

Álvaro Mutis, semblanza sin cuello de tortuga, poemas seleccionados.




La esperanza del lied o el coro polaco en ultramar. Para Álvaro Mutis, también podría ser para Gombrowicz.

Gabriel Jaime Caro (Gajaka extramítico)*

Álvaro Mutis es nuestro Octavio Paz, desde México, ambos, bueno Paz no tanto, y que celebre la seguidilla, mexicanos y colombianos.  Lo mejor de la poesía de los 50s entre ambos países, y más seguidillas. Las justezas de este poeta, para el reto. Atrévete a entrar por el umbral de mi casa.

Los piedracelistas , (“Piedra y Cielo”), cayeron al olvido por las fuertes críticas a una poesía copista, medio modernista. Los otros, Aurelio Arturo, Gaitán Durán, León De Greiff (stalinista contra la guerra gaitanista conservadora).  Los liberales salieron corriendo, los mamertos le dieron la mano.

Muy autóctono  o autenticidad para creadores no solo por su inteligencia, compartió su primer libro de poesía, La balanza,  con Carlos Patiño, 1948. Colombia estaba en pañales a pesar de Luis Vidales y Fernando Charry Lara.

Nunca unas de sal y otras de miel son malas. Imposible una doble moral entre dos creadores. Si hay exilio el de él, y la fila india de escritores que tenían que irse de Colombia por la dictadura del Frente Nacional. Bajan a Rojas Pinilla, de la misma ralea, e instalan la paz de la godorradia.

Se iban hasta los nadaistas, que solo hicieron un acto dadaísta de tercera, con la pisoteada de las hostias en la catedral de Medellín. Las orgías no se cuentan.

Mutis celebra sus treinta años con tres libros de poesía, cuál más magistral; nos enseñó a escribir prosa poética clásica, venido del barroco. De las mismísimas tierras del Nocturno. “Los ladrones nocturnos”, de su poema, fundaron una poesía barroca-surrealista que sonó o sopló hasta con sarna, íbamos de la mano de ellos, más no de Álvaro Mutis.

Su biógrafo, J.B.C. recomienda poner los dedos en la lectura como columnas dóricas. “Diario de Lecumberri”, 1960, amigo de Luís Buñuel.

Hoy leí “Breve poema de Viaje”, de “Sesenta cuerpos”, y me he quedado helado. Tendencias de perfeccionar el poema, para que diga con el cuento de poema de viaje, la tira cómica, la cerveza de oriente, la negra bondad, la levedad pulviscular del mundo. 

Nada se hace aburrido, albur con jengibre rayado en la miel en la copa de canela. Lo imagina uno entrando y saliendo de los prostíbulos verdes de Asia menor. Aprendiendo a bailar cumbia con G.G.M.

Con sus casi 90 años, agosto 25 próximo, su hijo Santiago prometió cuidarlo hasta que deje de hablar con las esteatopígicas, la gordita que lo llevó a conocer a Often de la Cuesta, era un steam stremer.

El Papa jubilado, que profetizó Nietzsche,  lo invita a dialogar con los musulmanes, respetar a las mujeres porque no tienen razón desde pequeñas, teniéndola, como sepulcros blanqueados: se le perdona más fácil a una mujer que a un hombre, para antes de tirarlos al mar por heréticos e inconformes pasajeros del nuevo rol de la historia (más allá de La Atlándida).

Un mundo infinito, con su “Mapa de ultramar” mostrando el fuego de San Telmo, en el mástil de sus novelas , “Amirbar”, de “La última escala del Tramp Steaner”, y,  el envejecido fin del mundo, Magroll el Gaviero, sin personaje del año que lo supere en la novela colombiana. 

“Los trabajos perdidos”, y “La muerte del estratega”, son los libros que releo. Rezuma todo lo dicho: comerse el bocado para después de las lecturas obligadas. Robar en el astillero para sobrevivir con el baúl del reencarnado rey de exquisitas lenguas.

X-504 o 78, quedó paralizado, cuando Mutis le dedicó el poema de tres cuartillas “Noticias del Hades”. Y no es para menos.
Por ser Caballero de las artes y las letras, concedido por el gobierno francés le da privilegios con los que nos ha amenazado.

Gracias, colaboración más, cola/ción menos de Jesús Blas Comas, comístico y epistemólogo, seguidor de algunas bulas taras enviadas al fondo de los océanos por orden de Enrique IV el navegante, y por el estudio macanudo del taller de lecturas y coños, de antes del 2000.

A Noel Jardines



Mutis y Soyinka.

***

BREVE POEMA DE VIAJE*
Desde la plataforma del último vagón
has venido absorta en la huida del paisaje.
Si al pasar por una avenida de eucaliptos
advertiste cómo el tren parecía entrar
en una catedral olorosa a tisana y a fiebre;
si llevas una blusa que abriste
a causa del calor,
dejando una parte de tus pechos descubierta;
si el tren ha ido descendiendo
hacia lasa ardientes sabanas en donde el aire se queda
detenido y las aguas exhiben una nata verdinosa;
que denuncia su extrema quietud
y la inutilidad de su presencia;
si sueñas en la estación final
como un gran recinto de cristales opacos
en donde los ruidos tienen
el eco desvelado de las clínicas;
si has arrojado a lo largo de la vía
la piel marchita de frutos de alba pulpa;
si al orinar dejaste sobre el rojizo balasto
la huella de una humedad fugaz
lamida por los gusanos de la luz;
si el viaje persiste por días y semanas,
si nadie te habla y, adentro,
en los vagones atestados de comerciantes y peregrinos,
te llaman por todos los nombres de la tierra,
si es así,
no habré esperado en vano
en el breve dintel del cloroformo
y entraré amparado por una cierta esperanza.

·       Del libro “Sesenta Cuerpos”, 1983. Por el Premio Nacional de poesía de la Universidad de Antioquia en Reconocimiento.

*

Pienso a veces...
Pienso a veces que ha llegado la hora de callar.
Dejar a un lado las palabras,
las pobres palabras usadas
hasta sus últimas cuerdas,
vejadas una y otra vez
hasta haber perdido
el más leve signo
de su original intención
de nombrar las cosas, los seres,
los paisajes, los ríos
y las efímeras pasiones de los hombres
montados en sus corceles
que atavió la vanidad
antes de recibir la escueta,
la irrebatible lección de la tumba.
Siempre los mismos,
gastando las palabras
hasta no poder, siquiera, orar con ellas,
ni exhibir sus deseos
en la parca extensión de sus sueños,
sus mendicantes sueños,
más propicios a la piedad y al olvido
que al vano estertor de la memoria.
Las palabras, en fin, cayendo
al pozo sin fondo
donde van a buscarlas
los infatuados tribunos
ávidos de un poder
hecho de sombra y desventura.
Inmerso en el silencio,
sumergido en sus aguas tranquilas
de acequia que detiene su curso
y se entrega al inmóvil
sosiego de las lianas,
al imperceptible palpitar de las raíces;
en el silencio, ya lo dijo Rimbaud,
ha de morar el poema,
el único posible ya,
labrado en los abismos
en donde todo lo nombrado
perdió hace mucho tiempo
la menos ocasión de subsistir,
de instaurar su estéril mentira
tejida en la rala trama de las palabras
que giran sin sosiego en el vacío
donde van a perderse
las necias tareas de los hombres.
Pienso a veces que ha llegado la hora de callar,
pero el silencio sería entonces
un premio desmedido,
una gracia inefable
que no creo haber ganado todavía.

*Este poema del libro "X Carminae contra gentiles".


***

Mutis, Botero y Gabo en México.


La miseria del deporte 

Me preocupa el creciente interés del hombre por los espectáculos deportivos. Bien pronto derivaremos a la vida castrada y aséptica de los estadios, respiraremos bien pronto la atmósfera húmeda y densa de las sucias toallas de los atletas.
El deporte es una actividad humillada y miseranda, El deportista nada arriesga, cultiva sus músculos y adiestra sus reflejos para exhibirse ante una multitud enclenque, de ideas usadas y agrias. El público hace del atleta su ídolo, le atribuye virtudes que quisiera poseer, y, detrás de la opulenta trabazón de músculos, supone atributos heroicos que no existen, aún más, que el atleta niega. Es éste un eunuco que la multitud cubre con deseos imposibles y antiguos, ya perdidos hace tiempo. De allí que el deporte, como la prostitución y el alcohol, se convierta en una pingüe industria en manos de mercaderes inescrupulosos. Mercaderes de atletas. A Grecia debemos esta vergüenza. Los obtusos atletas griegos inventaron el logos y los métodos de razonamiento que rigen hasta hoy y que han ahogado la preciosa fuente del misterio, el fluir natural y fértil del inconsciente que distingue a pueblos anteriores y contemporáneos al heleno. Después, en Roma, cuando quienes vigilaban la vasta frontera del imperio eran soldados de razas nuevas y sanguinarias, los romanos se extasiaban en el circo, clausurando un mundo. Mala época la de los atletas.
Cuando un hombre ha hecho de su cuerpo un instrumento seguro, armónico y potente, debe arriesgarlo a cada paso. Arriesgarlo para su placer, para su enaltecimiento individual, sin testigos ni intrusos. De allí el prestigio imponderable del Renacimiento. El hombre se hizo fornido y ágil con el fin de poder matar e impedir que lo mataran; preparaba su cuerpo para gozar de la vida en toda su densa corriente. Cuando el Condotiero buscó público y paga y, en lugar de matar a su enemigo, le permitió huir maltrecho, se convirtió en matón. Y cuando dos matones, al terminar la pelea, se abrazaron en medio de los vítores del público frenético, nacía de nuevo el deportista. El gran símbolo de nuestra época infame, En la guerra, las gentes respiran hoy embelesadas el aire podrido de los estadios y olvidan la hermosa y casta serenidad de los aeródromos, la gracia de medusa metálica de los submarinos, la gloria de la muerte, de la muerte porque sí.
No es una decadencia esta afición presente por el deporte. Es la señal de que ha llegado nuestra hora más miserable, una hora que ha sonado varias veces para el hombre, pero nunca con tan convincente llamado como ahora.
El hombre del estadio, el "fanático" de los atletas, es capaz de todas las ruindades y miserias. Hace mucho tiempo que ya no es hombre. Ha escogido como fuente de su entusiasmo una ruin turba de pobres eunucos adiestrados. El hombre del estadio engrosó las filas de la Gestapo -el nazismo fue una doctrina de estadio-, trabaja para la MVD soviética, lanzó la atómica en Hiroshima, asoló Europa en nombre de la Libertad y, hoy, comercia aterrado en la O.N.U. Cada día se nos impone como doctrina una nueva miseria ideológica, fermentada bajo las plomizas escaleras de los estadios. La participación colectiva y frenética del ser en sistemas que encierran su destrucción sin gloria, su desleimiento en el ambiente tibio de los gimnasios, se extiende peligrosamente corno una plaga.
La peor vergüenza que pesa hoy sobre el hombre, es el no poder morir solo. Tener que llegar a su fin compartiendo propósitos e ideales, fraguados por los "mercaderes de atletas": ellos determinan su muerte y, lo que es peor, la despojan de toda la serena belleza que la distinguió antaño. Los cruzados pudriéndose dentro de sus armaduras al sol del desierto poblado de leones; "El Valentino" desnudo, fija su negra mirada en el claro cielo de una madrugada aragonesa, destrozado su cuerpo por las lanzas de la emboscada; el granadero con la sangre de sus heridas congelada a orillas del Berezina; el piloto de la RAF abatido sobre la campiña bucólica y señorial de su patria, todos estos muertos felices, dueños y señores de su fin, gozaron de un privilegio que le será negado a sus hermanos de hoy.
Denuncio la vergüenza del Deporte. Condeno la pantomima dopada de los estadios. Moriremos víctimas de las artimañas de los traficantes del estéril ejerzo muscular. Nos matará un onanismo colectivo sin "la gloria de un largo deseo". Dejaremos como herencia a nuestros hijos la habilidosa y ruin gracia de los futbolistas, el rictus congestionado de los "routiers". la fea mueca que se pega al rostro de los corredores, la malicia de "ghetto" de los beibolistas, la grasa afeminada que rodea la cintura de los nadadores, la falsa furia de los boxeadores, la triste agilidad de barriada de los "jockeys". Lamentemos la ausencia luminosa de los guerreros ciegos de lanzas, quietas estatuas de sangre que perpetúan una muerte magnífica. Lloremos por nuestros hijos, nacidos bajo la sombra de los estadios, burdeles de gloria.

*Publicado en parte en el churrunguis tunguis del 2011.




Catalina Micaela, la Duquesa de Saboya, pintada por Sánchez Coello, la hija de Felipe II, Inmortalizada por Álvaro Mutis.


REGRESO A UN RETRATO DE LA INFANTA CATALINA MICAELA HIJA DEL REY DON FELIPE II (Álvaro Mutis)

Algo hay en los labios de esta joven señora, 

algo en el malicioso asombro de sus ojos,

cuyo leve estrabismo nos propone
el absorto estigma de los elegidos,
algo en su resuelto porte entre andaluz y toscano
que me detiene a mitad del camino
y sólo me concede ocasión de alabarla
desde la reverente distancia de estas líneas.
No esconden bien el fuego de sus ensoñaciones,
el altivo porte de su cabeza alerta,
ni el cuello erguido preso en la blanca gorguera,
ni el enlutado traje que se ciñe a su talle.
Tampoco el aire de duelo cortesano
consigue ocultar el rastro de su sangre Valois
mezclado con la turbia savia florentina.
La muerte ha de llevarla cuando
cumpla treinta años. Diez hijos dio a su esposo
el Duque de Saboya. Fue tierna con su padre
y en Turín siguió siendo una reina española.
Torno a mirar el lienzo que pintó Sánchez Coello
cuando la Infanta aún no tenía dieciocho años
y me invade, como siempre que vengo a visitarla
a este rincón del Prado que la guarda
en un casi anónimo recato, un deseo insensato
de sacarla del mudo letargo de los siglos
y llevarla del brazo e invitarla a perdernos
en el falaz laberinto de un verano sin término.