martes, 8 de septiembre de 2015

Fragmentos unidos de Mandarín Carroll, poeta "sefardita", más bien Idish, dicen.


Nació varón pero el padrino dijo mariquita, cucarachita, y se tiró uno doble de aguardiente con un solo de violín. Vaya a saber si sabía de Chopin. Pero el padre con La voz de Medellín tenía. Gozaba de ser un chimberito en el cuarto de la cocina, un romántico frustrado. Fue el primero que dijo que la cucarachita monita era autista, y que más vale que no lo dejen subir a los mangos, ni mucho menos a los muros vecinos.

Gajaka extramitico



Mandarín Carroll, nació en Murcia, Esp, 1967, ha escrito toda su vida poesía barroca, pareciera que poco le importa al neoberraco, le importa, sino sale de los libros de física escritos en latín, falso, en alemán. Foto archivo de Gajaka extramitico.



I
Primero no fueron los alfabetos, largas patas en los aires y picos asquerosamente diseñados. Ni se los vayas a decir.
Corrían dentro del bosque, hoy una especie de duende femenino se acerca a acariciarte y no la bestia saurica.

Contraído mañanero, leyes de burra por leche, Dante que me habla de Apolo en el entreacto o introito del desmadrado cardenal. 

Cojan sus cosas, arrenda de arcos entre las partes traseras, sube la mano y arranca el anca, no te vean los cura sueldos. La estrecha ovoidad contrasta con tu pesadez de "filosofo de tus mismas cosas".

Aplanado, listo, un banquete del amor o la perfecta inhibición del padre de los niños ovoides, aunque no sepas como es en realidad.

2

Septiembre de Woody Allen en el maletin del primer amor, denostado, cuerpo desteñado por las roscas duras de plastico, mientras yo recojo la silla de la chiquitina María Antonieta.

Duele más que el cadalzo en el patio vecino, no nos vaya a querer decir que quieren un militar más en la familia.

Todos han notado las grandes equivocaciones de la cultura popular frente a la clasica  (a la vuelta de la esquina o del sofá), enfrentadas al pésimo gusto o a desbertebrar a grandes maestros como Albert Camus y Cesar Vallejo, Borges o Lexama.

Se murió el miedo, la metáfora solo soltó su tonada.

Mandarín Carroll, 1967-

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Enrique Lihn*

El poema no escrito que se ríe del verbo
paraliza mi mano sobre el papel en blanco.
La cabeza es un bosque, otra vez, y la mano, un insecto con
            el que juega la monstruosidad
y de la lengua escapan las palabras que la acosan
como de un pobre diablo sus sueños de grandeza.
Semejante oscuridad bien podría anunciar el nacimiento de
            un poema feliz que ojalá fuera éste.
Ojalá, ojalá. Quiero volver al bosque,
mis palabras me llenan: voces que debo interpretar: un
            canto como de hojas, anterior al lenguaje,
la esperanza, a través de los árboles, de encontrarse en la
            perla del bosque
con una "luz no usada" que lo ilumine todo en el espacio
            de un instante de siempre
y olvidando el lenguaje que repta, abrir el corazón al canto
            que lo colma.
El corazón: la boca del poema imposible
tan parecido a la felicidad.



en Antología al azar, 1981


* No es un heteronimio, es el poeta chileno Enrique Lihn (1929 -1988) que vivió en Manhattan, tan entonado y perfecto, que ni Neruda se dio cuenta. Poema tomado del blog ENTRETEXTOS de Juan carlos Villavicencio.