lunes, 23 de julio de 2012

Poesía V. León Félix Batista; la tibieza del monocordio con "La tigresa del oeste".




León Félix Batista, 1964: poeta, traductor y fetichista.

“TEMPUS BREVIS EST: El gato del lado/es amarillo/un día/se sentó en el piano/ un gato al piano/ life is short/the art is long/ es un gato decidido”. Luís Hernández

Por Gabriel Jaime Caro (Gajaka)

El león del metro (en el subway), el Batistura de las formas eróticas, el poeta mineralógico, en fin de todos los heterónimos, mimos,  con los que le he tuteado como buen poeta  y mejor persona que es. Desde “El oscuro semejante”, 1989, tremendo título para un poemario, se lo quisiera Steven Pinker para uno de sus grandes volúmenes, se veía venir el alud con laud con tremendas gemas gemelas, y eso que todo esto sucedía en Brooklyn, quién no quiere vivir en Brooklyn. Dicen que es la mejor palabra en inglés para un nombre propio, un caché cosmopolita. Una noche en el Atlántico. Un Este llamado artístico.

A la vez, de poeta a escritor, a traductor, uno de sus más orgullosos quehaceres: casi todos los poetas contemporáneos favoritos de muchos lectores han sido traducidos por Batista. Lamantia, Walcott, J. Ashbery, algunos nombres de un libro de poetas traducidos del inglés.

Sus primeros poemas y entrevistas aparecieron entre otras revistas en Realidad aparte, como uno de nuestros redactores. Y las gemas gemelas reventaron en los noventa publicando varios libros de poemas (Negro Eterno, Vicio (Torsos Tórridos), Tour por Todo. Burdel Nirvana (“Porque Luzbel fue bello”, “Libamen”), poemas teóricos
Prefiero identificar la noción de poiesis más allá de las márgenes que permite un “poema”, pues descreo de él como objeto prosódico cerrado: existe el texto (y punto) y mi proyecto es construirlo como calidoscopio: de los entrecruzamientos de géneros a las alusiones y enunciados de la realidad en bruto, de las letras puras a las mazmorras de la autobiografía. Ni fondos ni formas sacros. Absoluta heterodoxia. Además, mi verdadero interés no es escribir “poemarios”, pretensión apabullante, sino mosaicos de canciones, listados de posibles posturas sexuales, catálogos de ropa íntima, bestiarios personales, folletos propedéuticos, etc. 

Un erotismo muy exclusivo de la caverna simbólica y muy peleado con otro poeta neobarroco y peruano, Roger Santibañez, faltan datos de otros libros y de otros autores, hasta Caducidad, su recién publicado libro en España, be culmen entre ese humor tácito y la voz de la leyenda. Dos antologías, una de ellas en su país de origen, lanzada en Nueva York.,y otra acabadita de salir del horno (o del pan dice Deleuze): “Sin textos no hay paraíso”, en Colombia, tremenda parodia.

Recibiendo premios en la República Dominicana como el poeta joven más bien estructurado u omnisciente. Había que aprender a leerlos con un lenguaje poético que no conocíamos, sutil y automático; que se ha matriculado como Neobarroco (“El neobarroco es un momentum que está produciendo la escritura más significativa en este hemisferio”, hoy neoberraco. Barroso y del “último reino”. Lexamista hasta el tuétano, que no le quita originalidad (pecado)  e independencia (insularidad).

Al escoger sus poemas mejores de sus libros, siempre coincidíamos en que esos mismos le gustaban a todo el mundo, pero la masa podrida; resulta que para otros es lo mismo, ni que la conexión esté dictada por una diosa atenística, celosa y recelosa. Le rogué que enviará algo inédito o publicado para iniciar esta Poesía V del blog para nuestros exigentes comentaristas sedosos.

Vive ahora en Santo Domingo, en donde a punto de choques de carros aprendió a manejar en la “formula 1” para evitar contratiempos en el intertexto, y maneja o dirige la Editorial del Estado, que es mucho pedir para un poeta como editor. http://cervantestv.es/2009/11/21/entrevista-a-leon-felix-batista/

Un día de estos nos tomaremos unos vinos Shiraz en la calle que lleva su nombre. Me considero uno de sus poetas amigos que siempre lleva en sus labios (sic) en las reconquistas (entre vistas), oh, manso, oh popol, ese lenguaje,  que murmuran melodías del diario vivir; que son muchos los que alegran la fiesta en el español o en el canon occidental sin pio de mensaj(g)e.

Lorenzo García Vega, in memoriam, José Kozer, Reynaldo Jiménez, Tamara Kamenszain, José Luis Rivas, D. Gelder, Aníbal (Nuñez, Perdomo y Cristobo), Mercedes Roffé, Enrique Verástegui, Raúl Barrientos, José Mármol, Alexis Gómez Rosa, Eduardo Espina, Noel Jardines, Octavio Armand, Rafael Courtoisie, Echavarren, Huerta, Bracho, Milán, son algunos poetas de su selección para cada Mundial (metonimias mímicas para mejorar la metáfora).

                    *
León Félix Batista

DON DE ARDER

…que sabe lo que es, que sabe que no es
hielo ni lodo ni luz invernal
sino madera con el don de arder
                           Adrienne Rich


muchachas fuman falos, parafina, canícula que sorben en volutas pero en cada confluencia y firmamento de suburbio –en el surco acelerado de la boca– se restablecen pronto de la razzia

¿trabajan los pulmones, vendimia de materia, de la idea que se sigue haciendo trizas?; ¿cuántos dígitos succionan la melaza que extrajeron de entallados pantalones?

el casco urbano truena en una ola de vapor; no comprendo los desgastes de su curso sideral:

yo vivo atento al mantra y sin el contrapeso que exhibe su horizonte cuasi cartilaginoso, a tacones que persigo a lo largo de alquitrán con el procedimiento letal de la jauría; sometido a su metralla, contendiendo con el son: tal ha sido mi mayor deformidad

cada una está dotada de una ostra bajo negros pantimedias, en el pleno vendaval: un contacto que me abre a latitudes con espectros de carnívoras cavernas

varios cuerpos conectivos, radiactivos en su red: los persigo  descompuesto, los consumo cuando el físico permuta un ademán que recoge un aguijón, cuando queda poca sed, cuando el bosque de las cinco ensaya con sus bronces para dar un salto al yodo

pero aquéllos (reprimidos por la cruel proximidad) en el dogma de las sombras se aperciben y se dejan auscultar por mil lebreles

eso: cartilaginosos: por detrás del peso pánico, la yesca recompone sus galaxias; en su tránsito nocivo se fuga un pensamiento, proscrito de la mente, doloroso, de mi cuero cabelludo desollado: un nombre en su tejido que se acuña, irreversible, lo que sílaba por sílaba borró mi borrador: ¿será ofelia, será iseo, será laura, magdalena o el semblante de una actriz conservado en celulosa?

es un tránsito relleno de episodios

la veta que reclamo provendrá de esa región: de los témpanos, los hombros, los órganos neumáticos; una química colonia de corales, del espesor perfecto del carmín: como las sales sólidas, por perímetro rocoso, la cigarra de su barra para labios

el acontecimiento atraviesa por un magma y extirpándose de pronto de un pantano, perfilado por sus anfractuosidades entra y sale –redimido– de las sombras, como zíperes de luz denticulados sobre un fondo inesperado de aguaceros

episodio que comienza a entume-cerme: los rescoldos de otro mar pintado al temple (como puro peso nómada a la vista de david: los barnices de tu busto, betsabé) visibles alabastros, albatros invisibles: un vuelo sin embates que en la esfera le asignaron

los sesos reconocen (sumando ambigüedades) los pliegues que prescriben por su anverso: registros intrincados (en empalme de sucesos) configuran el glaciar en que uno medra

¿qué borra esa membrana pintada con pintura que fija al disolverse poco a poco?: un órgano que asume sus contagios compromete su sentido a la tragedia, la cera de la carne –que rompe en levadura–, desechos destripados en astillas

¿qué pasados descomponen lo incorpóreo, comparecen amarillos, trepanados, activos y disueltos entre la masa en vida de la glándula que altera complexiones?: pretéritos que escaldan como la acción de un ácido la atmósfera que estira un extractor, con dos botellas verdes, con resina musical, en la madera muerta que apuntala los amantes

sin duda estuve allí, produje un contragolpe, buscando con la sonda recibir respiración, y aullidos corpulentos salidos de las blondas agrestes del pensar

León y Lorenzo García Vega, in memoriam.
                          ( ...)

anulando los tendones se triplica de un tirón y aparece –lubricada por un magma

translúcida, tensándose, avenida yugular

el negro cuervo de su pelo pasma y en esa escualidez feraz morfina

aromas memorables (catacumbas de mi cráneo): no se extirpan ni con una contracción, tanto estrógeno imantado por su tracción de estela, destacándonos los dos del crepúsculo del parque

esos labios escarlatas: baldamiento de recuerdos que dejé en la oscuridad

su mazmorra es mi memoria, monolito disoluble: un desnudo femenino sin modelo

dialogar con espejismos manuscritos con carmín: los dos en el volumen del verano

un tajo en una arteria, recreando disyuntivas, torbellinos escalando las elipses: bilis rápida y motriz por las gamas del cardumen

cabe dentro de los nervios

alabastro del circuito ya extenuado de embestir lo que el látigo despoja de la masa, una tira de la piel contra el velo de un pabilo –que retira de repente su calor

atenúan remanentes de todo daño agudo los dígitos con sus ficciones negras, deriva a la que voy como soldado al caos a través de sucesivas raeduras, como cuerpo que expusiera cada núcleo a rayos gamma, su nudo hipertrofiado como muñón de lepra

relámpagos de muerte buscan delta, paralelos por pendiente en rotación
un mechón de su cabello en la cartera, la cereza de su sexo en cada cien.
León Felix Batista con los neoberracos neoyorkinos: Noel Jardines, Alonso Mejía, Gabriel Jaime Caro (Gajaka), León Felipe Larrea y, Jesús Blas Comas.

lunes, 16 de julio de 2012

Gerardo Deniz, un poeta raro, acertado y descomunal para la poesía hispana.



Gerardo Deniz

Hay autores que son tan mágicos y solitarios, desconocidos, que nunca van hacer leídos por los  que les gusta “ser” profanos por falta de una hormona, la lectura rigurosa de la poesía, que cuando los encuentras en las listas de antologías, o por recomendación expresa de un amigo, respiras mejor, y es el caso del poeta mejicano de origen español Gerardo Deniz.

Con lo poco que se de él, supera mi matiz político de concepciones y seguidillas; su humor es desconcertante (ver entrevista “Una tarde con Gerardo Deniz”, en el blog “Siglo en la brisa” de Fernando Fernández), provocador, de la animada astucia mejicana. Un viraje romántico con sus ejemplos en la música, y fotográfico. 
Deniz no está ni siquiera en Wikipedia, a algunos poetas no les gusta por la competencia, es el caso de Fernando Denis, que posiblemente tuvo ese nombre por el autor renombrado en las ausencias eleusinas del que lo recibe, o no sabía que existía dado su anonimato, tremendo matrimonio no compartido señor Denis.

Una poesía refrescante que tiene muelle para buscadores desconstructivos. Mi amigo Comas lo tiene en la sobornabilísima tragedia, como lo más cercano al neobarroco frente al insufrible postmodernismo, mi rabo y mi pelo después del quinto dedo en la frente.

Algunos títulos: Adrede, Gatuperio, Enroque, Picos pardos, Mundos nuevos, Alebrijes. Una poesía erudita para un lector exigente, de este poeta traductor del sanscrito, estudioso que nació en 1934. Poeta que para cada cual tiene su propia historia. Tremendo coraje para alguien que está fuera del anuncio oficial, y del parapeto de la mala poesía en la calle.
Gonzalo Rojas y Alí Chumacero algunos de sus poetas favoritos.

Gabriel Jaime Caro (Gajaka)

*
 Poemas de Gerardo Deniz

Artocarpa

Atrapé a la gula por una trenza
y me la senté en las rodillas.
Cómo pesaba.
Su cabello de chilacayote;
sus pómulos de mazapán barnizado,
con perfectos círculos cereza;
su sobaco, al abrazarme, fragante a aperitivo.
Era bastante pazguata, la pobre.
—Ea —le dije, simulando satisfacción—, te quedas y,
como la sabiduría popular previene que
la mujer en casa, y con la pata rota,
tú dirás cuál te quiebro, de preferencia
por la mitad. Ocupó entonces mi asiento,
extendió una como Felipe II, yo
procedí— y oh, sorpresa:
sonó (y sentí) como si partiera una excelente barra de pan.

Evasión

En Tlalpan hay varios manicomios.
Y viendo en la sala de espera esos viejos tomos franceses
tan espesos
de balneoterapia y arsonvalización
cruzando ese jardín por donde tres veces a la semana
     discurren filosofías de vía angosta
-los perros trágicos machacados en la carretera al pasar en volandas,
y así habrá que pasar ahora.
                           Hace calor.
El que vaya a la hora cursi como todas marchando a oscuras
     al lado de los rieles
podrá escuchar (si le importa) el zumbido de muchos
     escarabajos enamoradísimos
entre las piedras del talud.
Más allá (es de suponerse) descansan adineradas adolescentes
     de miembros fruticosos,
con los labios secos, tendidas al descuido
como largos gatos de algalia.
     (¿Habrán comido habas?
     ¿Borrarán como es debido los moldes de sus cuerpos en las camas?
     Oh riesgo.)
Pero este mundo de trenes y escarabajos es un mundo de
     trenes y escarabajos,
sin embargo,
nagara.

Sorpresa

  Marielenita me ilustraba sobre los milagros obrados por Mao, con sólo
             salir al balcón. Los cojos oían, los ciegos hablaban (¿o a la
             bisconversa?). Acto seguido, franca como de costumbre:
     —Quiero acostarme con un negro —me declaró Marielenita—,
     pobrecillos, los discriminan tanto.
  
     Me retraje a mi madriguera.
     ¿Cómo suplantar a un tipo atlético formidable? —pensaba yo,
     pingüino depilado envuelto en piel crudelia
     que tanto atraía, en cambio, a Lilia.
  
     Pero a las amigas de amiga les debo muchos servicios, y sin escarbar.
     Una: —Tu adorada trompuda quiere acostarse con un negro,
     por razones filantropicoideológicas,
     pero la atormenta, confesó ayer, que los negros le den asco.
  
     (Nada recabdé a fin de cuentas, cual de ordinario,
     ni conocí aquel producto interno tan bruto como apetecible,
     tampoco me embijé cada mes lunar con el Libro Rojo del Timonel;
     sólo fue una enseñanza desdeñable, sin acabar nunca de aprender.)
  
     Marielenita se casó más tarde con un italiano, supe,
     ojalá siquiera pardusco —para aplacar tu racismo, dulce mía.
  
     Ustedes, europitos, vengan a visitar el trópico, hasta nueva moda,
     y admirar supremos especímenes humánicos. Ojalá entendieran la risa
            que nos dan. Ambos. -
  
      
     
Del libro inédito “Fosa escéptica”, de próxima aparición en “Ave del Paraíso”


POEMA DE LA TOLERANCIA

Que ocupes una mesa frente a   obesos,

escribiendo con diez dedos más despacio que yo con cinco,
no es cosa que te perjudique, a decir verdad; tan
estragados estamos
Simplemente, consuma la transustaniación en los ene
pisos del ascensor
para que al llegar a la calle
hayas dilapidado ese tufo penetrante a eufíteusis,
fideicomisos, derechohabientes, cónyuges supér
stites
y el número de hoy del   Oficial
-vamos pues; no era para tanto.
Al fin y al cabo mi
poesía no aborda grandes asuntos.
Viéndolo bien, en una hora hay tiempo apenas
para seis  , un zíper, una  , mientras
maúllas (como si fuese un imperativo del Código de
Procedimientos; v., por si acaso, Fargard 16 y 18
in fine) que anoche alunizaste en el Mare Crisium
y andas tigresa como tú dices.